しかばね音頭で踊りましょう
Final, Parte 2....
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V fue la primera en reaccionar, emergiendo de su escondite con una ráfaga de disparos en todas direcciones. Sus movimientos eran rápidos y precisos, sus armas brillaban con el reflejo de las luces intermitentes del lugar. Las balas surcaban el aire, creando un sonido ensordecedor que resonaba en la estructura a su alrededor. Sin embargo, Cyn parecía completamente indiferente, como si nada de lo que hacía V le importara en lo más mínimo. Esquivaba las balas con movimientos fluidos y elegantes, su cuerpo se contorsionaba con una gracia antinatural, deslizándose entre los proyectiles como una sombra.
Finalmente, Cyn se plantó frente a V, su expresión era una mezcla de desdén y diversión.
-¡Caíste, idiota! -Una enorme garra surgió de la espalda de Cyn, una extensión de metal retorcido y filoso que se movía con una velocidad aterradora. La garra agarró a V por la cabeza, levantándola del suelo con una facilidad inquietante. En el visor de V apareció un mensaje de error crítico, letras rojas parpadeaban violentamente mientras su sistema intentaba procesar el daño.
Desesperada, V intentaba soltarse y defenderse, pero era inútil. Sus movimientos eran frenéticos, sus manos golpeaban la garra y sus piernas pateaban en el aire, pero Cyn no se inmutaba. El sonido de metal contra metal resonaba en el espacio cerrado, creando un eco ominoso que aumentaba la tensión del momento.
-¡Carajo! ¡No pienso tener que revivirte de nuevo! -Uzi gritó, su voz estaba cargada de frustración y determinación. Con un movimiento rápido y decidido, usó su propio solver para cortar la garra de Cyn y liberar a su compañera. La energía del símbolo del solver chisporroteaba mientras se encontraba con el metal, emitiendo un destello brillante que iluminó brevemente sus rostros. V cayó al suelo, jadeando y tambaleándose, tratando de recuperar el equilibrio mientras Uzi se colocaba frente a ella, protegiéndola.
Mientras tanto, N seguía oculto, su cuerpo estaba pegado a la pared, sus manos temblaban ligeramente. El miedo se apoderaba de él, inmovilizándolo. Su mente era un torbellino de dudas y terror, las imágenes de sus amigos luchando y cayendo se repetían una y otra vez.
-Carajo, N... eres un general, ¡puedes con esto! -se dijo a sí mismo, tratando de infundirse valor. Con un respiro profundo, reunió toda la fuerza de voluntad que pudo y salió de su escondite. Su corazón latía con fuerza, casi podía oír el retumbar en sus oídos mientras lanzaba una granada hacia Cyn.
La granada voló por el aire, un pequeño dispositivo de destrucción que giraba y parpadeaba con una luz amenazante. Sin embargo, antes de que pudiera alcanzar su objetivo, fue interceptada por un símbolo amarillo del solver. La explosión quedó contenida en un campo de energía, disipándose sin causar daño alguno. N observó con incredulidad, su respiración se aceleró mientras comprendía lo que acababa de suceder.
Ni Uzi ni Cyn habían hecho uso de esa habilidad. Un momento de estancamiento se apoderó de nuestros protagonistas, una pausa tensa en la que todos se miraron, tratando de entender la nueva dinámica del enfrentamiento. Las chispas de la granada aún flotaban en el aire, iluminando brevemente sus rostros llenos de determinación y desesperación.
Justo en ese momento, S aprovechó para entrar en escena. Sus movimientos eran rápidos y decididos, su figura se deslizó en la penumbra hasta posicionarse junto a Cyn. Su presencia era una traición palpable, una herida abierta en la moral de sus antiguos compañeros.
-Maldita traidora, hija de perra -gruñó V, su voz estaba cargada de odio y frustración. Sus palabras resonaron en el aire, provocando risas entre Cyn y S.
Las risas de Cyn eran frías y crueles, llenas de una superioridad que exacerbaba el odio de V. Mientras que S solo se reía incomoda, sabiendo que ella misma se vería muerta si cometía el más mínimo error, que su propia compañera, presa de ser un cadáver manipulado por el solucionador, no dudaría ni un segundo en acabar con ella. La tensión en el aire era casi tangible, un preludio de la tormenta de violencia que estaba por desatarse. Los protagonistas estaban listos, cada uno con sus propias heridas y miedos, pero unidos en la determinación de no rendirse sin luchar.
S y Cyn se miraron brevemente a los ojos, una tensión eléctrica se sentía en el aire, cargada de odio y determinación. S, con un grito de furia, se lanzó directamente al cuello de N. Sus movimientos eran rápidos y letales, cada ataque era una demostración de su destreza y rabia acumulada. N, con reflejos igualmente agudos, intentaba contraatacar, sus ojos brillaban con una mezcla de concentración y miedo. La pelea cuerpo a cuerpo que se desató entre ellos era feroz, sus espadas chocaban con un estruendo metálico que resonaba en todo el campo de batalla. Las chispas volaban con cada impacto, iluminando brevemente sus rostros llenos de sudor y esfuerzo.
Ambos combatientes daban todo en la batalla, conscientes de que literalmente su vida dependía de ello. Sus movimientos eran fluidos pero cargados de fuerza, cada golpe era una lucha por la supervivencia. S y N se movían con una sincronización mortal, sus cuerpos eran sombras rápidas que se entrelazaban en un baile de muerte. El sonido de las espadas cortando el aire, el chasquido de los aceros al encontrarse y el jadeo de sus respiraciones creaban una sinfonía de combate que reverberaba en el aire.
Mientras tanto, V atacaba a Cyn desde el aire, sus movimientos eran ágiles y precisos. Disparaba con una precisión mortal, sus proyectiles se dirigían directamente hacia Cyn. Sin embargo, el Solver parecía no inmutarse en absoluto. Las balas rebotaban o eran absorbidas por un campo de energía invisible, dejando a V frustrada pero determinada a seguir luchando. V se movía rápidamente, cambiando de ángulos y direcciones en un intento de encontrar una brecha en las defensas de Cyn.
Uzi, por su parte, estaba inmersa en su propia batalla desesperada. Evitaba que Cyn atacara directamente, sus movimientos eran rápidos y decisivos. Cada vez que Cyn intentaba utilizar alguna extensión extra de su cuerpo, como garras o pinzas, Uzi las cortaba con precisión quirúrgica. La chica de cabello morado se movía con la gracia de una bailarina y la ferocidad de una guerrera, sus ojos estaban fijos en Cyn, buscando cualquier oportunidad para desarmarla.
El ambiente era caótico, lleno de gritos, sonidos metálicos y explosiones. Los destellos de las armas iluminaban el escenario, creando un contraste dramático con las sombras. Con cada minuto que pasaba, Uzi, V, N y S se iban dando cuenta de que poco a poco iban agotándose por completo. Sus movimientos se volvían más lentos, sus respiraciones más pesadas. La fatiga se apoderaba de sus cuerpos, amenazando con debilitarlos en el momento crucial.
S, aún luchando con N, sintió sus fuerzas flaquear por un instante. Ese pequeño titubeo fue suficiente para que N lograra un golpe certero, su espada cortó el aire y rasgó el brazo de S. Sin embargo, S no se detuvo, su respuesta fue inmediata y brutal, lanzándose de nuevo con una ferocidad renovada. Sus espadas chocaron nuevamente, cada impacto resonaba con una intensidad que sacudía el aire a su alrededor.
V, desde el aire, intentaba una maniobra arriesgada. Bajó en picada hacia Cyn, disparando sin cesar, esperando que la velocidad y el ángulo de su ataque pudieran sorprender al solver. Cyn, sin embargo, reaccionó con la misma frialdad y precisión, desvió los disparos con un movimiento fluido y contraatacó con una extensión afilada que casi alcanza a V. La chicsa atacante apenas logró evadir el ataque, girando en el aire y lanzándose de nuevo con una energía incansable.
Uzi, observando el intercambio, apretó los dientes y se lanzó hacia Cyn con un grito de batalla. Sus ojos cargados de furia brillaban con una luz intensa mientras intentaba cortar las extensiones de Cyn una vez más. Cada corte era preciso, pero Cyn respondía con una velocidad igual de impresionante, sus garras y pinzas se movían como serpientes, buscando cualquier abertura en la defensa de Uzi, la cual utilizaba su cola y alas como una extención más el batalla, utilizaba su cola para atacar en caso de ser necesario y sus alas como escudos para evitar el mayor daño posible.
A medida que la batalla continuaba, la fatiga se hacía más evidente. Los movimientos de Uzi se volvían menos fluidos, sus cortes menos precisos. V, desde el aire, notaba la misma disminución en su propia energía, sus ataques eran menos efectivos y más desesperados. N, aún luchando con S, sentía el peso de la espada como una carga cada vez mayor, sus brazos temblaban con el esfuerzo.
Finalmente, un momento de estancamiento se apoderó de los protagonistas. Sus respiraciones pesadas llenaban el aire, el sonido de la batalla se desvanecía momentáneamente en un tenso silencio. Todos sabían que estaban al borde de sus límites, todos menos por Cyn, que un solo error podría significar la diferencia entre la vida y la muerte.
Fue en ese instante de quietud que S, aprovechando la distracción momentánea de N, lanzó un ataque sorpresa. Su espada se movió con una velocidad mortal, dirigida hacia el corazón de N. Al mismo tiempo, V y Uzi redoblaron sus esfuerzos, lanzándose hacia Cyn con una última oleada de ataques, sus cuerpos y almas comprometidos en una danza épica de vida y muerte.
N fue alcanzado por el ataque de S, su espada atravesó su defensa con una precisión mortal. El dolor se apoderó de su cuerpo, obligándolo a caer al suelo. Sus rodillas golpearon la superficie dura con un sonido sordo, y sus manos se apoyaron en el suelo para evitar colapsar por completo. La respiración de N se volvió entrecortada y pesada, cada inhalación era un esfuerzo monumental mientras miraba a su futura asesina con ojos llenos de una mezcla de desesperación y resignación.
Una enorme equis apareció en el visor de S, marcando el objetivo con una claridad innegable. Sus ojos se estrecharon, su determinación se reforzó mientras levantaba su espada para el golpe final. El aire a su alrededor parecía vibrar con la anticipación del momento, el filo de su arma brillaba con un reflejo ominoso, listo para culminar su tarea.
Uzi, observando la escena con horror, sintió un golpe de adrenalina recorrer su cuerpo. No había tiempo para pensar, solo para actuar. Sin dudarlo un segundo, salió corriendo hacia N, sus pasos resonaban con urgencia en el suelo cerámico. Cada segundo contaba, cada fracción de segundo era crucial para salvar a su amado. Sus pulmones ardían y su corazón latía con fuerza, pero no permitió que nada la detuviera.
Mientras la espada de S surcaba el aire con una trayectoria letal, Uzi se lanzó hacia adelante con todas sus fuerzas. Sus movimientos eran rápidos y desesperados, sus ojos estaban fijos en el objetivo. El sonido del metal cortando el aire era ensordecedor, un preludio de la muerte inminente que amenazaba a N. Con una precisión casi sobrenatural, Uzi logró interponerse entre ambos, su cuerpo se colocó en la línea del ataque en el último momento posible.
El impacto fue inevitable. El tiempo parecía ralentizarse mientras Uzi se preparaba para enfrentar el golpe. Su respiración se detuvo, sus músculos se tensaron y sus pensamientos se centraron en una sola cosa: salvar a N. La determinación en sus ojos brillaba intensamente, una promesa silenciosa de protección y amor.
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(me siento bien mamon a la verga 💋💋💋)
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N estaba sentado al lado de Uzi, en la cima de aquella pila de cadáveres que formaban una macabra montaña. Justo debajo de ellos se encontraba el módulo de aterrizaje en el que N y su escuadrón habían llegado a ese planeta. El lugar, sombrío y desolado, contrastaba con el momento íntimo que estaban compartiendo. La brisa fría soplaba suavemente, haciendo que los restos de ropa y otras pertenencias desperdigadas por la montaña se agitaran como fantasmas inquietos. Uzi miraba a la distancia, sus ojos escaneaban el horizonte sin realmente fijarse en nada. Estaba cómodamente sentada, con las piernas dobladas hacia su pecho y los brazos rodeándolas, creando una imagen de vulnerabilidad y tranquilidad al mismo tiempo. Su cabello morado, oscuro y lacio, ondeaba ligeramente con el viento, reflejando destellos de luz en sus mechones. La ropa que llevaba, desgastada por las batallas y el tiempo, se ajustaba a su cuerpo, resaltando su figura esbelta y fuerte. N la observaba en silencio, fascinado por cada pequeño detalle. Los ojos de Uzi, aunque parecían perdidos en sus pensamientos, irradiaban una fuerza interior que siempre lo había cautivado. La forma en que el viento agitaba su cabello le parecía hipnotizante, como si cada movimiento contara una historia. La expresión relajada de Uzi, tan rara en esos tiempos de conflicto, lo llenaba de una sensación de paz y admiración. Sentía una mezcla de nerviosismo y emoción que le hacía latir el corazón con fuerza.Quería pedírselo ahí mismo, en ese momento perfecto que parecía sacado de un sueño. Pero sentía que no era capaz de hacerlo. Las palabras se atascaban en su garganta, y el miedo al rechazo lo paralizaba. A pesar de todo, tomó una profunda respiración y decidió arriesgarse. No podía dejar pasar esa oportunidad.
—Ey... Uzi... —murmuró, rompiendo el silencio con una voz suave y vacilante. La mencionada se giró a ver al chico de ojos ambarinos, con una expresión curiosa y una sonrisa suave que le iluminaba el rostro. Sus ojos se encontraron y N sintió como si todo el peso del mundo hubiera desaparecido, dejando solo ese momento entre ellos.
—Me preguntaba si tú... —N hizo una pausa, su corazón latía con tanta fuerza que sentía que Uzi podía oírlo. Su mirada se desviaba nerviosamente, incapaz de sostener la de ella por más tiempo. Un sonrojo intenso apareció en su rostro, y su cola se movía inquieta, como la de un gato nervioso.
Para Uzi, esa imagen era completamente adorable. Amaba ver a N de esa forma, esforzándose por reunir el valor para decir lo que ambos sabían que estaba en su corazón.Claro que sabía de qué se trataba. No era tan tonta, pero igual amaba ver a N en esa situación. Su esfuerzo y vulnerabilidad la conmovían profundamente. Realmente amaba a ese chico, lo amaba al punto de ser capaz de dar su vida por él, ya que sabía que N haría lo mismo por ella.Finalmente, N reunió el valor suficiente y pronunció las palabras que habían estado atoradas en su garganta
.—¿Quieres ser mi novia? —dijo N suavemente, desviando la mirada mientras un enorme sonrojo aparecía en su rostro. Su cola se movía frenéticamente en un intento de calmarse.Uzi lo miraba con ternura, una sonrisa llena de amor y comprensión se dibujó en sus labios. Se inclinó sobre él, acercándose lentamente, disfrutando del momento.
—N... —susurró antes de depositar un suave beso en su mejilla—, creo que la respuesta es un enorme sí -N sintió una ola de alivio y felicidad inundar su ser.
Su corazón parecía que iba a estallar de alegría. Sin poder contener su emoción, sonrió ampliamente y abrazó a su ahora pareja con todas sus fuerzas. Se levantó aún abrazándola, levantándola en el aire con facilidad y girando con ella en sus brazos.
—¡Gracias, gracias, gracias! —exclamó, su voz resonaba con una alegría pura y contagiosa.Se podría decir que en ese momento N era el más feliz del mundo, o incluso de la galaxia.
La oscuridad y la muerte que los rodeaban desaparecieron, reemplazadas por un brillo de esperanza y amor. Los dos se abrazaron con fuerza, conscientes de que, a pesar de las adversidades, siempre se tendrían el uno al otro. Y en ese rincón desolado del universo, encontraron un momento de pura felicidad.
Pero esto había sido ya hace 5 años atrás... porque el presente que les espera es todo lo contrario, un escenario desolador en que ¿quedará algo a lo que aferrarse? ¿acaso la esperanza es lo último que se pierde?
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Las alas de Uzi no fueron suficientes para detener el impacto. La espada de S se movió con una fuerza imparable, atravesando el delicado metal y la estructura interna que componían las alas de Uzi. El sonido del metal al romperse fue un eco ensordecedor en el vasto y silencioso campo de batalla. La chica de cabello morado sintió un dolor agudo que se propagaba desde su espalda hasta cada extremidad de su cuerpo. Todo su ser se estremeció con la intensidad de la herida, un dolor que superaba cualquier cosa que hubiera experimentado antes.
El peso de la espada de S empujó a Uzi hacia el suelo, su cuerpo cayó con un golpe sordo contra la dura superficie. El impacto resonó, y en ese momento, todo pareció detenerse. Su respiración se volvió superficial, su visión comenzó a nublarse mientras el dolor la inundaba. El frío metal de la espada atravesaba su torso, una herida que no dejaba dudas sobre la gravedad de su situación. Su sangre, oscura y viscosa, comenzó a manchar el suelo debajo de ella, creando un charco que se expandía lentamente, como un testimonio silencioso de su sacrificio.
N, observó con horror cómo el cuerpo de su amada caía. El tiempo pareció ralentizarse mientras sus ojos se llenaban de una mezcla de desesperación y dolor. Su propio cuerpo ya estaba herido de muerte, pero el ver a Uzi caer fue un golpe que lo dejó sin aliento. Sus fuerzas cedieron y se desplomó al suelo, incapaz de mantenerse en pie. Cada respiración era un esfuerzo monumental, y su visión se volvía borrosa por las lágrimas que amenazaban con desbordarse.
La escena que se desarrollaba ante él era como una imagen sacada directamente de una tragicomedia shakesperiana, una obra donde el destino cruel jugaba con las vidas de dos amantes. Uzi yacía en el suelo, su cuerpo inmóvil, su rostro todavía mostraba la determinación que la había caracterizado. A su lado, N luchaba por mantener los ojos abiertos, por aferrarse a los últimos momentos de conciencia. Sabía que sus fuerzas lo abandonaban, que su vida se desvanecía lentamente.
En ese momento, un recuerdo fugaz atravesó la mente de N. Los días que había pasado junto a Uzi, las risas compartidas, los momentos de vulnerabilidad y las promesas susurradas en la oscuridad. Cada instante se reproducía en su mente como un carrusel de memorias, una vida entera condensada en unos pocos segundos. El amor que sentía por ella era una llama que ardía intensamente, incluso mientras su cuerpo fallaba. Cada latido de su corazón resonaba con la fuerza de ese amor, un amor que ni siquiera la muerte podría apagar.
Uzi, a pesar del dolor, abrió los ojos una última vez. Su mirada se encontró con la de N, y en ese intercambio silencioso, dijeron todo lo que las palabras no podían expresar. Sus ojos eran espejos de una conexión profunda, un vínculo que iba más allá de lo físico. En esos breves segundos, se comprendieron mutuamente, aceptando su destino con una paz resignada. No había arrepentimiento, solo la certeza de que habían amado con todo su ser.
N, con un esfuerzo titánico, extendió su mano hacia Uzi. Sus dedos temblorosos se encontraron con los de ella, y en ese toque, sellaron su amor eterno. La sensación del contacto era un ancla en el caos que los rodeaba, una promesa de que estarían juntos hasta el último aliento. Sus manos se entrelazaron con fuerza, un lazo inquebrantable que los unía incluso en la muerte.
El aire a su alrededor se volvió denso, cargado de una tristeza palpable. Las sombras parecían alargarse, envolviendo a los dos amantes en un manto de oscuridad. El viento susurraba a su alrededor, una melodía triste que parecía llorar por su destino. La batalla continuaba en un segundo plano, pero para ellos, el mundo se había reducido a ese momento compartido.
Sus respiraciones se volvieron cada vez más débiles, cada inhalación era un esfuerzo doloroso. N sentía cómo su vida se desvanecía, cada latido de su corazón se volvía más lento, más espaciado. A su lado, Uzi también luchaba por mantener los ojos abiertos, su mirada todavía fija en él. La determinación en sus ojos era un faro en la oscuridad, una promesa de que estaban juntos en esto, hasta el final.
Finalmente, el último aliento de N escapó de sus labios. Su cuerpo se relajó, y su mano perdió fuerza, pero no soltó la de Uzi. Un momento después, Uzi también exhaló por última vez. Sus ojos se cerraron suavemente, su rostro se relajó, y una expresión de paz se asentó en sus facciones.
Y así, yacían juntos en el suelo, unidos en la muerte como lo habían estado en la vida. La escena era una trágica obra maestra, un testimonio del amor y el sacrificio. Marido y esposa, hombre y mujer, los dos amantes se encontraban en un último abrazo, inmortalizados en un momento de dolor y amor eterno. La batalla continuaba a su alrededor, pero para ellos, el mundo había encontrado su fin, juntos hasta el último aliento.
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Uzi y N se encontraban en un hermoso claro del bosque, rodeados de árboles que se mecían suavemente al compás del viento invernal. La nieve, blanca y brillante, cubría el suelo como una alfombra inmaculada, y el aire estaba impregnado con el fresco aroma de la naturaleza. El sol del atardecer pintaba el cielo con tonos rosados y anaranjados, creando un paisaje de ensueño que parecía salido de un cuento de hadas.
Tenían sus manos entrelazadas mientras miraban el cielo, acostados sobre la suave nieve que crujía ligeramente bajo su peso. El frío de la nieve contrastaba con el calor de sus cuerpos, creando una sensación extraña pero agradable. Las estrellas comenzaban a aparecer tímidamente en el firmamento, como pequeños diamantes incrustados en un manto azul oscuro.
N estaba un poco nervioso, su corazón latía rápido y sentía un leve temblor en sus manos, pero trataba de mantener la calma para no preocupar a Uzi. Ella, con su característico cabello morado que brillaba a la luz de las estrellas, se había girado para besarlo, sus labios rozando suavemente los de él en un gesto tierno y lleno de amor.
-¿Estás bien? -le preguntó la pelimorada a su novio de ojos ambarinos, su voz suave y dulce, llena de preocupación y cariño.
-Sí, sí... sólo -respondió N, su voz temblando ligeramente mientras buscaba las palabras adecuadas.
Uzi lo miraba con atención y con curiosidad, sus grandes ojos morados reflejando la luz de las estrellas. Ella esperaba pacientemente a que él continuara hablando, ansiosa por saber qué era lo que le inquietaba. El silencio entre ellos era cómodo, lleno de una intimidad que sólo ellos compartían.
N tragó saliva y tomó una respiración profunda, tratando de calmar sus nervios. Sabía que podía confiar en Uzi, que ella lo entendería y lo apoyaría sin importar lo que tuviera que decir. Tomó fuerzas de la calidez de su mano entrelazada con la suya, y finalmente se animó a hablar, sus palabras fluyendo lentamente mientras el cielo nocturno los envolvía con su manto estrellado.
-¿Tú.... -N se sonrojó con fuerza-, quieres... acostarte conmigo? -Uzi se sonrojó con fuerza e incluso se levantó de manera un tanto brusca-. Digo, no me refiero -N soltó un gruñido y pasó sus manos por su cabello-, No me refiero a quí y ahora, me refiero a... en un futuro, sólo...
N se tiró al suelo y cubrió su cara con su gorra, Uzi seguía sonrojada pero se le acerco recostándose apoyando su cabeza en el pecho del chico.
-¿Te parece cuando todo esto termine? -dijo Uzi mirando al cielo.
N miró a su novia, aún con su gorro cubriendo parte de su rostro, arqueó una ceja con curiosidad.
-Podríamos hacerlo cuando... toda esta guerra termine -Uzi no lo miraba directamente, sólo se mantenía jugando con su cabello.
N sonrió y se levantó abrazando a Uzi.
-Si, claro -decía N con cariño, emoción, asentimiento, en fin, estando completamente de acuerdo.
-¿Promesa? -dijo Uzi acercando su dedo meñique a N.
-Promesa -estrecharon sus meñiques cerrando dicha promesa.
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