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010

Me despedí de Yoongi en cuanto llegamos a nuestra calle y él tuvo que irse a su casa junto a su abuela. Me apresuré a llegar a la mía porque quería ver a Jungkook, pero también quería hablarle y eso me ponía nervioso, quiero decir... Jungkook no me parecía alguien que pudiese matar, mucho menos de una forma tan brutal.

Pero todo parecía indicar que era él.

Recuerdo que cuando la señora Min contactó con él mediante la Ouija, descubrió que Jungkook era un espíritu vengativo, que iba en busca de ello. Incluso él se había mostrado furioso cuando hablábamos acerca del accidente que lo condujo a la muerte y a mí en coma.

Todo indicaba que era el asesino; no podía ser que no encontraran pistas, que ni una sola cámara lo haya detectado jamás. Era imposible. Y no quería creerlo tampoco. ¿Qué se supone que haces al descubrir que tienes a un asesino junto a ti y que podría hacer lo mismo si se enojaba?

Así que, me quedé de pie en la puerta, afuera, con la mano sobre la cerradura del portón, esperando. Las luces estaban encendidas, al menos las de afuera y yo no sabía cómo iría a empezar la conversación con Jungkook, porque incluso hoy nos habíamos besado.

Porque estaba recordándolo y yo no quería arruinar esa imagen tan bonita que tengo de él.

"¿No vas a entrar?"

Alzo la vista encontrando con que la puerta adherida al portón ha sido abierta y Jungkook me está mirando con su cabellera cayendo suavemente sobre su frente. Está mirándome expectante y yo señalo el auto.

"Voy a... Voy a guardarla. Estaba pensando..."

Él no dice nada, simplemente se queda mirando la camioneta antes de asentir. Cierra y lo siguiente es que abre el portón y me sonríe.

"Mete la camioneta, yo cerraré el portón por ti" propone y yo asiento, montándome en el auto. Luego, cuando está dentro, recuerdo las noticias y me pregunto ¿es capaz Jungkook de hacer algo así? ¿Tan atroz? ¿A sangre fría?

Ciento treinta personas...

"¿Estás bien?" me cuestiona cuando bajo del auto y se acerca. "Te noto extraño... ¿Pasó algo malo en la cafetería?"

"¿Tú eres El Carnicero?" pregunto directamente. Abre los ojos con sorpresa, pero no lo niega, frunce las cejas.

"¿Cómo lo descubriste?"

"¿No pensabas decírmelo, entonces?" y me siento furioso, incluso traicionado, porque no quiso decírmelo y porque es un criminal.

"¿Cómo se supone que iría a decírtelo? ¡Mírate!" alzó la voz y me hice para atrás. "¡Estás asustado de mí y es lo que no quiero!"

"¡Jungkook, has matado a gente!"

"¿Gente?" pregunta y sus ojos se cristalizan. "¿Llamas gente a seres abominables que asesinan cada día? Es... Increíble."

"Es que no lo entiendes..."

"No" me corta. "Tú no lo entiendes, hyung" da unos pasos más hacia a mí. "Ellos... Nos hicieron esto. ¿Entiendes? Me lastimaron a mí, me mataron, pero eso no es lo peor; lo peor es que por su culpa tú estás como estás, tus abuelos están muertos, mi familia estuvo a punto de deshacerse, tu familia también se vio afectada, ¿y ellos qué? Andan por la vida tranquilos, sin remordimientos, sin nada. ¿Tú crees que es justo?"

"Te estás convirtiendo en lo que ellos son" le detengo y Jungkook se ríe, negando y está a punto de llorar.

"Tae... Voy a decirte algo; estoy aquí, no estoy 'descansando' por ellos. Porque me he vuelto un espíritu vengativo y debo deshacerme de ellos para yo poder irme. Aparte de tu perdón."

"¿Y qué? ¿Ciento treinta personas nos mataron?"

"No, fueron seis" me responde. "Pero ¿adivina qué? Una de esas ciento treinta personas estaba a punto de violar a un niño de 8 años, ¿qué se supone que debía hacer? ¿Dejarlo?" no supe que responderle. "Otro, llevaba asesinando desde hace veinte años, ¿entonces? ¿Lo dejaba seguir? Y hay otros, secuestrando a mujeres, obligándolas a ser prostitutas, tú dime, ¿los dejo continuar? Te estaba esperando... Y si se me ha dado este poder, es por algo."

"Pero matar de esa forma..."

"¡Tae!" exige, llorando. "¡Es lo que se merecen!"

No supe qué decirle, no me sentía bien. No lo comprendía del todo, así que pasé de largo. Caminé hacia la casa y entré quitándome los zapatos, y se me quitó el hambre, así que me dirigí hacia mi recámara para acostarme de una sola vez.

Esa noche, Jungkook no entró, no me esperó para dormir, no me entregó un recuerdo, no me abrazó ni me ayudó a conciliar el sueño. Lo único que encontré fue el silencio de la casa, de la noche acompañado con el arrullo de las chicharras.

Durante la tarde del día siguiente, el calor aumentó un poco así que, decidí regar las plantas y revisar el huerto. Mojé un poco a las gallinas y los gallos que corrían detrás de mí en espera de recibir un poco de agua. Barrí las hojas secas que habían caído en algún momento de la noche y me concentré en abonar las verduras que comenzaban a crecer.

Extrañaba a Jungkook, debo ser sincero.

Me había despertado de mala gana y él no se había aparecido por ningún lado. Entonces, me pregunté qué hacía Jungkook cuando no estaba aquí. No creo que asesinase a alguien más, eso lo hacía cada dos semanas, ¿qué haría? ¿A dónde iría?

Suspiré, negando.

Miré el anillo y lo acaricié. Lo quité de la cadena, lo pasé por mi dedo y cerré la palma. Cerré los ojos recordando lo que significaba, lo que era. Y comprendí a Jungkook. Tenía razón, es solo que era difícil aceptar que él había asesinado a tantas personas. Yo solo...

"¿Dónde estás?" suelto al aire.

Y nadie me responde, lógicamente. Solo escucho el viento soplar suavemente y escucho el cacareo de mis aves de corral fuera del huerto. Me levanto cuando termino y salgo, apoyándome en la puerta de madera, observando el patio que está bien cuidado y floreciendo.

"¿Tae?" dice Jimin. "Dios, qué alivio que llamas. Yo... ¿Estás bien?"

"Ya sé quien es Jungkook" le digo, callándolo al instante y la línea se queda ahí, en el silencio.

Estoy en la sala, sentado en el suelo mirando el reloj que está en la pared junto a unos cuadros decorados de manera tradicional y estoy apoyado contra el sillón, esperando algo.

"Entiendo porqué lo escondieron" murmuro cuando veo indicios que él no va a hablar. "Pero... Ha sido peor ¿sabes? Enterarme por otras personas..." suspiro. "Esto es lo que necesitaba Jimin; la verdad."

"¿Quién te lo dijo?"

"Yoongi" contesto y sonrío. "Casualidades de la vida que me lo haya encontrado" Jimin vuelve a quedarse en silencio. "Solo... Solo quería decirte que, en cuanto me sienta listo, regresaré para hablar con ustedes... Y con la familia de Jungkook" miro el anillo en mi dedo. "Diles a mis padres que ya sé lo que pasó y que... No se preocupen, que los tipos que me atacaron están... Muertos."

"¿Cómo sabes eso?"

"Noticias" respondo y suspiro. "Debo dejarte, ya casi iré a trabajar y... Eso."

"Tae... Perdónanos" dice. "Perder a Jungkook fue demasiado para nosotros..."

"Y lo fue también para mí, pero ¿crees que es justo para él? ¿Ser escondido de esa forma?" me encojo de hombros. "Estoy molesto... No respondas. Los quiero."

Y cuelgo, dejando el celular en mi mano, esperando a que llegue la hora para irme a trabajar.

Una vez ahí, me encuentro con Hanna, y como he dicho, ella podrá saberse la vida de todos, pero sabe cuando hablar y cuando no. Se comportó como todos los días, quizá sabiendo que hablar sobre lo que me tuviese apagado no sería inteligente. Es que... Era confuso. Estaba confundido. Tenía al asesino serial más buscado de Corea del Sur en los últimos cinco años, viviendo en mi casa. Jungkook, El Carnicero, mejor dicho, estaba en el número uno de la lista. ¿Qué se supone que haga?

Mi moral me exige que confiese ante la policía, pero luego está la parte irrazonable: Jeon Jungkook está muerto. Si les digo a la policía, ¿me creerían? Y si me creyeran, ¿qué demonios harían contra un espíritu? ¿Darle cadena perpetua? Tonto.

Los clientes fueron muchos hoy, y yo necesitaba hablar con Yoongi, para pedirle algún consejo. No quería ir a visitarlos, porque no sé como se tomaría su abuela al saber que Jungkook es el responsable de esos asesinatos. Y luego, tenía cierto miedo; si Jungkook podía matar de forma tan cruel, eso significaba que tenía demasiado poder. Sin ser notado, era escalofriante. Terrorífico.

"¿Quieres el número de Yoongi?" pregunta Hanna unas dos horas antes de cerrar mientras limpiamos las mesas y las gemelas se encargan de seguir atendiendo. La miro.

"No podías darme información, ¿recuerdas?" cuestiono y ella ladea el rostro.

"No, pero esos son datos que están en la cafetería; Yoongi casi siempre pide servicio a domicilio para llevarle pasteles a su abuela" se encoge de hombros. "Solo debes buscar..."

Yo asiento y ella se retira en silencio. Miro hacia el ventanal y me doy cuenta de que el día está tan despampanante. Eso del cliché de que cuando estás triste el día está gris y a punto de llover es mentira, porque yo me siento tan perdido y a la deriva mientras el sol brilla en el centro del cielo más despejado de la vida.

Veo a la gente tan enfocada en sus cosas; caminando lento, rápido, con cafés en manos, con pasteles, con globos, con bolsas de ropa, con niños de la mano, con mochilas, con amigos, con familia, con maletines de trabajo, con grandes cámaras y me pregunto si ellos estarán obsesionados con algo como yo con los ríos. Todo tiene sentido.

Un río, el río Nakdong, fue el punto en el que quebró mi vida y cortó la de Jungkook. Fue ahí donde me quedé en pausa sin darme cuenta, donde perdí a alguien con quien hice una promesa tan ajena y tan propia... Tan desconocida y la vez tan familiar.

Y, sin embargo, ahora tengo la oportunidad de recordar todo como si de una película se tratase por medio de esta persona. Aun si me da miedo, aun si estoy asustado. Entonces, no necesito hablar con Yoongi, necesito ver a Jungkook, necesito abrazarlo porque ha estado tan solo ahogado en el dolor de haberlo perdido todo, de no poder ser visto por su familia, de ser olvidado por la persona que le juraba amor eterno.

"¿Vamos a cenar? Deberíamos ir a un bar. Llama cuando llegues a casa para ponernos de acuerdo ¿sí? ¡Buenas noches a todos! ¡Gran día! ¡Hicimos un buen trabajo, estos son mis chicos!" esas son las palabras de mis compañeros cuando cerramos la cafetería y cada uno se despide. Hay risas y yo me apresuro a despedirme de todos para ir rápido a mi camioneta e ir a buscar a Jungkook.

Manejo con cuidado y cuando he cerrado el portón y entro corriendo a casa lanzo los zapatos fuera de mis pies porque me molestan y necesito ver a Jungkook, necesito pedirle disculpas, necesito abrazarlo.

"¡Estoy en casa!" grito y subo al segundo piso buscándole, pero no me responde. Me dirijo al patio y encuentro a las gallinas en el gallinero, el huerto protegido y eso me da la señal de que Jungkook está aquí, pero, aunque lo busque en todas partes, él no está.

No lo entiendo. ¿Está enojado conmigo? ¿Dónde podría estar?

El río Nakdong.

Decido no quitarme mis pantuflas porque no tengo tiempo y corro hacia mi camioneta montándome encendiendo el motor. Salgo en el bullicio de los ancianos platicando entre ellos mientras vigilan a sus nietos corriendo de aquí para allá. Conduzco hasta el final del pasaje para tomar un atajo que recuerdo bien y de pronto, tengo imágenes de un Jungkook con camiseta de botones amarilla y unos jeans azules ajustados con unos zapatos negros, tomado de la mano de un yo con una camiseta blanca y una corbata azul junto a unos pantalones de pinza y zapatos lustrados. Me sorprende, el que seamos tan diferentes en cuanto a vestimenta, y me pregunto muchas cosas más, pero luego me doy cuenta de que esas imágenes son de ese fatídico día.

Porque me encuentro con el puente, donde se celebra cierto festival a finales de año.

Estaciono y me bajo comenzando a caminar por él, y de pronto se llena de personas sin rostro y con ropas brillantes, como si yo estuviese hundido en ese recuerdo, como si mi cerebro estuviese recordando. Nos veo a ambos comprando mucha comida, riendo, dándonos de comer y sujetándonos de la mano.

Éramos felices.

Estábamos sonriendo tanto que seguro los pómulos nos dolerían, pero no importaba. No importaba porque sería un bonito recuerdo, porque esas fotos las veríamos en un futuro y nos reiríamos.

Nos quedamos en una orilla del puente, mirando el agua nítida y puedo escuchar perfectamente lo que Jungkook dice.

"¿Estás borracho?" pregunta con esa bonita sonrisa, con esos ojos tan adorables y dulces. Acaricia mi mejilla y yo niego.

"No he bebido tanto, ¿tú como vas?" él se encoge de hombros y me mira mordiendo su labio inferior.

"Quiero besarte mucho" anuncia. "Quiero comerte toda la cara y la boca a besos."

"¿Qué te lo impide?" cuestiono, siguiéndole el juego, enredando nuestros dedos. Y, a pesar de que Jungkook se acerca a mi oído, puedo escucharlo con tanta claridad.

"Nos tacharían de indecentes" susurra y ambos reímos a voz baja, junto nuestras frentes.

"¿Nos esperamos?" propongo y él hace un puchero antes de negar.

"Debajo del puente..." murmura. "Está oscuro y podemos besarnos hasta quedarnos sin aire."

Y morir por los labios de Jungkook debía ser maravilloso.

Entonces, ambos pasan por mi lado y los sigo, escuchando nuestras risas, nuestras respiraciones agitadas y sé que estamos locos por besarnos tan profundamente que la gente podría asquearse. Porque pareciera que a ninguno de los dos soportaba tantos besos cortos y llenos de mimo, el alcohol nos estaba impulsando a besarnos hasta morir, hasta que cayéramos inertes en los brazos del otro.

Bajamos y recuerdo a la perfección que de ese lado el río no es tan hondo, pero nosotros nos quedamos debajo de uno de los pilares que sostiene el puente cerca de una enorme piedra. La espalda de Jungkook choca con la superficie fría del pilar y yo lo acorralo, ambos sonriendo como idiotas. Nos miramos a los ojos y duele, duele sentir en carne viva la maldita conexión que teníamos.

Y lo entiendo. Entiendo en ese momento porqué demonios le prometí todo a Jungkook, ¿quién no iría a hacerlo cuando él podía ser tan adorable y luego volverse tan coqueto como ninguno? ¿Cómo no hacerlo cuando su mirada me petrificaba y me abrumaba hasta olvidarme de respirar?

Porque Jungkook era más importante que todo aquello, porque Jungkook era mucho más precioso que todas las estrellas reunidas. Porque Jungkook era más precioso que un jodido amanecer, un atardecer y una luna llena. Porque era el ser más hermoso que mis ojos algún día podrían admirar, y yo era tan jodidamente afortunado que él correspondía mis sentimientos.

Él enreda sus brazos en mis hombros y yo me apego más a él, me besa la mejilla jugando conmigo. Sujeta mi rostro y me mira con tanta devoción que siento que he ganado todo en esta vida.

"Te amo" suelta.

"Te amo" suelto.

Y somos tan sinceros que cuando nuestras bocas colisionan, todo desaparece.

Me quedo perdido en la imagen porque es una combinación de amor, de deseo, de cariño, de promesas, de sueños, de anhelos. Y mis dedos recorren su pequeña cintura, y sus fuertes muslos se aferran a uno de los míos mientras sus dedos se enredan en mi nuca, con mis cabellos.

Las luces se apagan, la gente desaparece y solo quedan los vendedores ambulantes que vi, los fuegos artificiales se apagan y me encuentro acorralando a Jungkook contra el pilar, mientras el recuerdo se desvanece.

"No más" dice Jungkook deteniendo el beso. Y lo miro, suplicándole. "No voy a dejarte ver más."

"¿Por qué no?" pregunto mirándolo a los ojos, acaricia mi barbilla.

"Porque luego... Luego viene la pesadilla" me explica.

"¿Cómo sabrías que vendría?" pregunto, resignado a que no me deje ver más allá de ese beso, él acaricia mis cejas.

"No lo sabía..." susurra. "Pensé que estabas enojado conmigo..."

"Lo estaba, pero no tiene sentido, ¿o sí?" cuestiono. "Es por esa razón que sigues aquí, y te ves obligado a terminarlo para poder irte, ¿verdad?"

Él asiente sin dejar de acariciar mi rostro, como si... Porque ya esperó cinco años para que yo volviera y poder hacerlo.

"Nunca he querido asesinar a nadie" explica en voz baja. "Pero... Es mi destino, y si no me deshago de ellos, no podré protegerte" me mira a los ojos y acaricio sus pómulos.

"Está bien, pero... ¿Podríamos no hablar de ello? Al menos no hoy" expulso el aire y junto mi nariz a la de él. Jungkook asiente cerrando los ojos y deja que mis labios se posen de nuevo sobre los de él, acariciando, tanteando antes de probarlos de verdad.

Las estrellas fugaces caen como lluvia plateada en la piel de Jungkook, porque cuando nuestros labios se encuentran, cuando lo acaricio, cuando lo abrazo, cuando estamos así me siento suspendido en el aire. Es ambrosía, todo en él lo es, y no voy a volver a privarme de ello.

De esto, de lo nuestro.

Otro cap, y pienso que vamos por la mitad, jeje.

Los amo, abejitas.

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