9º TE AMO
El resto de la semana, Lucius no le dirigió la palabra a Remus, y Remus tampoco lo hizo con Lucius. Aquel día se había asustado, jamás pensó que Lucius le agarraría así la muñeca solo por Sirius.
Ahora andaban hacia el despacho del director, para deshacer las esposas y ni si quería se dirigían la palabra.
—Veo que ya no se pelean —dijo Dumbledore satisfecho, y los dos chicos le miraron—. Deshagamos las esposas —dijo Dumbledore, y Lucius levantó su mano, obligando a Remus a hacerlo, ya estaba, se separarían finalmente y no volverían a hablarse.
Remus miró el perfil de Lucius, parecía duro, sin expresión alguna en su rostro.
—Bien, ya está —dijo Dumbledore y Lucius se giró para irse.
Remus camino detrás de él y salieron del despacho. Lucius se iba a ir y ya no hablarían más, y aunque esos últimos días habían tenido algún que otro percance, Remus no quería dejarle irse, quería que estuviera junto a él.
—L-Lucius —dijo Remus, y el rubio se giró para mirarle.
—Lo siento, no me acercaré más a ti —dijo el rubio y le miró, esperando una respuesta por parte de Remus.
Pero Remus estaba en shock. Y lágrimas empezaban a salir de sus ojos. Lo había aguantado durante más de dos semanas. Había estado totalmente enganchado a él. Había dormido pegado como una lapa. Se había besado varías veces. Y ahí estaba, acabando lo que él mismo había comenzando, y dejando a Remus con ese frío y miedo interior que lo caracterizaba.
—R-Remus, ¿Qué te pasa? —preguntó Lucius, acercándose a él para abrazarlo o llevarlo a la enfermería—. ¿Te duele algo? —preguntó con los nervios a flor de piel, y Remus se abrazó a él para que no se fuera de su lado.
—N-No a-acabes las cosas cuando te venga en gana —dijo Remus, quitándose del abrazo y poniéndose de puntillas para plantarle a Lucius un beso en los labios.
—¿Q-qué? —Lucius se puso de todos los colores, y se abrazó a Remus como si la vida se le fuera en ello.
—Me estas asfixiando —le dijo Remus en defensa, y se intentó zafar del abrazo para mirarle a los ojos.
—Te amo —soltó Lucius de la nada, y a Remus se le aceleró el corazón a mil.
—Y-yo también te amo —dijo Remus, y notó humedad en su hombro.
Lucius estaba llorando, estaba llorando de verdad. Remus lo abrazó y le acarició la cabellera larga y rubia con cariño. Y esperó pacientemente hasta que el rubio terminase su llanto.
Era de noche, pero a Lucius no le importó ninguna de las reglas en aquel momento. Aún salía alguna que otra lágrima traicionera y llevaba a sus espaldas a Remus, cogido de la mano.
El licántropo no preguntó nada, hasta que el rubio llegó a la torre de astronomía y lo soltó para dirigirse al balcón.
Remus vaciló un poco sobre si ir donde estaba él o quedarse quieto en medio de la sala, pero decidió caminar.
Cuando rozó con sus dedos el hierro que marcaba él balcón, se quedó observando al rubio.
—Seis años —dijo el rubio de golpe—. Llegaste hace seis años a Hogwarts. Te vi pasar con esas cicatrices en la cara y me llamaron la atención. Pero pude notar tus ojos avellana, preciosos como ningunos otros que haya podido observar. Con ese brillo de fuerza, y me causó miedo —Lucius dejó de hablar por un momento—. Simplemente no te preste mucha atención el primer año que estuviste, conocía tu nombre, nada más. Pero cuando la popularidad del cuarteto quebranta reglas se hizo famoso. Empecé a poner mis ojos en ti. James y Sirius siempre la liaban, y Peter los seguía como una cabeza hueca. Pero tú, eras distinto. Siempre tratabas de enderezarlos, tratabas de ser el que ayudase en caso de verdaderos problemas. Y empecé a seguirte sin darme cuenta, todos los días. Me di cuenta de tus gustos, de tus preferencias y de tus secretos —se calló y observó por unos segundos las preciosas estrellas que se divisaban en noche—. Descubrí que amabas leer y comer chocolate. Que siempre tratabas de estudiar lo suficiente para sacar buenas notas. Descubrí que de vez en cuando el miedo se reflejaba en tus ojos con algunos libros. Y me empecé a dar cuenta de que lo que leías era sobre hombres lobo una vez al mes, cuando la luna llena estaba por llegar. Eso me pareció sospechoso, pero jamás pensé que tú fueses capaz de hacer daño a alguien, no después de descubrir que le tenías miedo a todo. Una noche os empecé a seguir a los cuatro, conocía lo del mapa ese, lo había visto incontables veces. Así que pasé cerca vuestro como si estuviera haciendo mis rondas y os eché la bronca. Aquella misma noche supe que eras un hombre lobo, no lo vi, ni siquiera me lo dijeron. Pero los tres te escoltaban y tú ibas en medio, temblando por que no te dejaba salir. Y después de todo aquello, descubrí que muchas veces ibas a la enfermería después de la luna llena y que tus ojeras hacían prueba de lo mal que dormías, que tus ojos dejaban de brillar tanto y que te volvías más delgado.
Hubo un silencio en el que Remus observó deleitado a Lucius, ¿Cuanto tiempo había ido detrás de él? Se preguntó. Y como si Lucius hubiera escuchado sus pensamientos se giró para mirarle.
—Te he seguido mucho tiempo. Buscando la manera de enamorarte, y fui un idiota tratando de perseguirte de aquella manera sin entablar conversación. Fui un idiota intentando chantajearte y... aún así... has dicho que amas —dijo Lucius—. Yo te he amado desde tu segundo curso en Hogwarts y te noté desde el primero. Tú también me notaste, por ser el idiota de Malfoy que siempre trataba de haceros pagar por incumplir reglas. Pero amaba aquellas miradas que me dedicabas aunque no fueran las que yo quería. Aunque esos ojos me mostrasen todo el odio reprimido que poseías, no me importó en lo absoluto, por que al menos me notabas.
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