Draco continuaba buscando a la rata que se había escapado, pero no la encontraba por ningún lado, y sabía, aunque no quería admitirlo, que Harry lo pasaría mal viviendo aún con sus tíos, y eso no le hacía ninguna gracia a Malfoy junior.

Lucius acompañó a Remus hasta la habitación.

—Cielo, ¿Quieres que me quede contigo? —le preguntó Lucius, acariciando el bello pelaje del animal.

Y con el sollozo que soltó Remus, dio a entender de que no quería que se fuera.

Solo cuando los primeros rayos del sol acariciaron al castillo de Hogwarts, los tres volvieron a la enfermería con malas noticias.

Ron, Harry, Hermione y Severus estaban allí, esperando impacientes.

—¿Dónde está Peter? —fue lo primero que preguntó Harry cuando vio entrar a Draco, y el chico, pálido del cansancio, negó con la cabeza.

—¡Se lo han llevado! ¡Se han llevado a Sirius para darle el beso del dementor! ¡No sabes hacer nada bien, Malfoy! —vociferó Harry, y salió de la enfermería dejando a un Draco dolido, que no lloró por pena.

—No te preocupes Malfoy, se le pasará —trató de consolarlo Ron, aunque jamas admitiría que al menos, le caía un poco bien después de la ayuda que había recibido ese día.

Draco le sonrió dolido y salió de la enfermería también.

—¿Pues que haremos? —preguntó Remus, que estaba siendo sostenido por Lucius para que no se cayera.

—Tengo la solución —dijo Hermione, que había rescatado a Buckbeak de la muerte.

—¿Qué solución Granger? —preguntó molesto Severus, pensando que no serviría de nada lo que pensara esa niña.

—Es sencillo, Sirius podrá escapar con Buckbeak, lo salvé con mi gira tiempos —dijo Hermione con aires de sabiduría, y todos los adultos se quedaron sorprendidos.

—Está bien, explícanoslo más a fondo —dijo Lucius.

—•—

Harry buscaba a Draco por cualquier lugar que se hubiese escondido. Es cierto que Draco era bastante idiota, pero le quería y la había cagado diciéndole todo eso. Harry se sentía mal por lo que había hecho. Aún recordaba la imagen de Draco, con ojeras y aspecto cansado, pálido y con rastros de tierra y hierba por toda su cara y ropa.

Y cuando iba caminando rápidamente por los pasillos, y pasó justamente por una clase que estaba vacía, vio la cabellera rubia y hermosa inconfundible de Draco.

—Draco... —pronunció Harry un tanto cansado de caminar y correr por los pasillos de Hogwarts, y el chico se giró para mirarle.

Tenía rastros de lágrimas, las mejillas rojas y los ojos hinchados, estaba claro que la había cagado y mucho, Draco no se merecía eso a esas alturas.

—¿Qué quieres Potter? —preguntó Draco, con la barbilla levantada y con un tono de desdén en su voz.

—Lamento lo que he dicho —dijo Harry, comenzando a entrar en la clase y cerrando la puerta detrás suya para que nadie molestase ese momento tan intimo y complicado.

—¿Qué lamentas de todo lo que has dicho Potter? De todo lo que has dicho, creo que no hay nada que lamentes realmente —dijo Draco, dejando ver el dolor en sus ojos, dejando que Harry pudiese admirar a la luna llorar dentro de sus pupilas.

—Lo digo enserio Draco, lo siento. No pensaba en nada de lo que estaba diciendo. Yo jamás querría decirte algo así, jamás por que yo... por que yo... —Harry se quedó atrancado en la última fase, la más sencilla y difícil de decir a la vez, no por la pronunciación, si no por el significado.

—¿Por qué tú? —preguntó Draco, levantando la ceja, un poco arto de todo el asunto.

—¡Por qué yo te amo! —gritó Harry, cerrando los ojos en el proceso.

—Yo también, aunque esta claro que no lo voy a gritar como tú, Potter. Siempre tan escandaloso —dijo Draco, soltando una pequeña risa al final.

—Bueno, podría callarme con una condición —Draco levantó la ceja—. Tendrías que callarme tú, Malfoy ¿O estás asustado? —preguntó Harry con una sonrisa pícara entre los labios.

—Mmm... me suena bien eso de callarte. No creo que me asuste demasiado comerte la boca Potter, a no ser que me muerdas la lengua —dijo Draco a centímetros de la cara de Harry.

El Gryffindor ni siquiera se había dado cuenta de en qué momento había llegado Malfoy a estar tan cerca de él.

—Prepárate, Harry —dijo Draco, agarró las caderas de Harry y las pegó a su cuerpo, y comenzó un beso apasionado y cálido, que ni él frío de un dementor podría apagar.

—•—

—Es sencillo, pero tendrá que salir todo bien para poder hacerlo —dijo a Hermione al grupo en la enfermería.