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13º ENAMORADO SIN SABERLO

Es cierto que la relación entre Severus y Sirius había mejorado. El Gryffindor ya no le gastaba bromas a Severus, y, aunque después de terminar el trabajo de pociones, no se habían vuelto a dirigir la palabra, de vez en cuando algunas miradas escapaban de mesa a mesa y cuando se encontraban, el brillo en los ojos azabache y grises de ambos, hacían ver lo que era la felicidad.

Y ahora que Remus estaba con Lucius y James buscando a Lily y Petrer detrás de James con un gusanillo faldero. Sirius no sabía que hacer, pero... sí sabía que echaba de menos a Severus y quería verlo.

Así que, después de haberlo pensado bien, se encaminó a la biblioteca para ver si Severus estaba allí.

Cuando abrió las puertas de la biblioteca, sus ojos brillaron. Severus estaba en una de las mesas, solo, y se había quedado dormido sobre el libro. Algunos mechones de cabello negro caían sobre su cara y parecía que debajo de la manta negra, habría una expresión totalmente tranquila, sin su típica expresión de enfado.

Sirius se acercó en silencio hasta él. Se sentó a su lado sin hacer presencia de que estaba ahí, y con la mano temblorosa. Fue acercándola hasta llegar a los mechones que parecían de terciopelo y comenzó a tratar de eliminarlos de su rostro, escondiéndolos detrás de las orejas del Slytherin.

—Severus —le susurró, cuando estuvo a la altura de su oreja.

Y Severus lo notó, una ráfaga de aire caliente y suave acarició su oreja y parte de su cuello. Y una voz que ya conocía, resonó con delicadeza dentro de su cabeza.

Abrió los ojos lentamente, negros y finos, con las pestañas muy largas y con los párpados muy blancos.

—S-Sirius —dijo nerviosamente, y el Gryffindor esbozó una sonrisa orgullosa, por provocar eso en Severus.

—¿Salimos a dar una vuelta? —preguntó Sirius, y el Slytherin levantó la cabeza del libro en el que reposaba, para poder admirar mejor al Gryffindor.

Severus no contestó verbalmente, solo asintió. Y en apenas un minuto, ya estaban fuera de la biblioteca.

—¿Por qué quieres dar una vuelta conmigo? —preguntó extrañado Severus.

Sirius giró levemente la cabeza para observarle. Una sonrisa se instaló en sus labios y con la mano derecha se revolvió su propio cabello.

—Supongo que me gusta estar contigo —contestó fácilmente, y volvió a girar la cabeza hacia delante.

Severus se quedó callado. No sabía si por que le iba a dar una taquicardia o por que sí hablaba su corazón se saldría por la boca.

Cuando estuvieron fuera, en la parte del parque. Sirius se acercó más a Severus y el Slytherin fue muy consciente de ese acercamiento.

—¿Qué haces? —preguntó con una de sus cejas alzada. Y Sirius no sabía si reír o si irse por que Severus quería eso.

—A... Bueno, he pensado que como la otra vez tuviste frío, quizás ahora t-también —y Sirius se quedó impresionado con el mismo, jamás en su vida había tartamudeado, y por primera vez, se sentía desprotegido en su único hábitat, el de ligar con alguien.

—Ajá —contestó Severus con simpleza y continuó caminando.

Después de unos minutos, un grupo de Gryffindor estaban charlando, y cuando vieron a Sirius y Severus, comenzaron a hablar más fuerte.

—Por que no podía estar Regulus en Gryffindor, en vez del tontaina de Sirius —decía un chico en voz alta.

—Pobre James que tiene que aguantar a ese Black, y encima hasta amigos se han hecho o (parecen serlo) —hablaba otro tío.

Y Severus los escuchaba y miraba a Sirius. Sonreía, con los ojos casi cerrados, con los puños tensos, pero continuaba sonriendo.

—¡Imbéciles! —dijo Severus en voz alta, y Sirius se sobresaltó y lo miró—. ¿Como podéis hablar de él así? Sirius es un buen Gryffindor, sin él no seríais nada —terminó de contestar.

—No importa Severus, vamos —dijo Sirius, y comenzó a caminar más rápido, agarrando la muñeca de Severus y llevándolo a sus espaldas.

—Oye —dijo Severus, pero nada cambió, Sirius continuaba caminando rápidamente—. ¡Oye! —y por fin, Sirius paró en seco y soltó la mano de Severus.

—¿Qué ocurre Sirius? —preguntó Severus extrañado—. ¿Por qué les dejas hablar de ti así? ¿Por qué ni siquiera les dices que paren o les insultas? —preguntó Severus con nerviosismo y con lágrimas que comenzaban a brotar de sus ojos.

—Da igual Severus. Siempre ha sido así. Siempre me han tratado así. Pero tengo amigos que me quieren, no estoy solo. Incluso... te tengo a ti, no me importa lo que digan si estás tú —dijo Sirius cabizbajo, y cuando levantó la mirada, observó a Severus mirándole con lágrimas en los ojos, a él, llorando por él.

No se dio cuenta cuando Severus le besó los labios torpemente y se acercó más a él.

—S-Severus —dijo Sirius extrañado, y se quedó en shock cuando lo vio sonreír.

—Yo te cuidare —dijo Severus y se abrazó a él.

—Y yo a ti también —dijo Sirius, agachando su cabeza para depositarle un beso en la cabeza.

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