Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

5- Enamorado

Un delicioso aroma recibió a Shinobu al regresar a casa después del trabajo. Cautivada por el olor, se dirigió a la cocina de donde parecía estar emanando. Apenas entró a la habitación sus orbes violetas se fijaron con asombro en la vasta mesa repleta de platillos, parecía un buffet listo para ser devorado por veinte personas. La presencia de Kanae capturó su atención, tan pronto como la mayor se dio cuenta se giró hacia ella, extendiendo un plato recién servido de curry.

—¡Bienvenida! —saludó Kanae con una blanca sonrisa, tomando a Shinobu de los hombros para escoltarla a una de las sillas libres.

Shinobu obedeció la orden y se sentó justo delante de Kanao. Ambas compartieron una mirada, las interrogantes eran palpables en los ojos de Shinobu, sin embargo la menor se limitó a encogerse de hombros. Entendía tan poco como ella. Kanae se acomodó y la cena dio comienzo, como si aquella inusual situación fuera parte de su rutina diaria.

—¡Itadakimasu! —exclamó con alegría la mayor, destrozando las dudas que guardaban sus dos hermanas.

Las tres se dispusieron a comer y ponto estuvieron sumergidas en una agradable plática. Nada podía arruinar el buen ánimo que llenó a Shinobu. Por una vez en días se sentía cómoda y tranquila, como si las cosas entre Kanae y ella poco a poco volvieran a la normalidad. Hasta que el vibrar de su celular deshizo esa sensación que la envolvía. Sacó el aparato de su bolsillo y echó un vistazo. Sus orbes violetas se abrieron en su máximo esplendor debido al asombro apenas leyó el destinatario.

—¿Todo en orden? —la suave voz de Kanae atrajo de regreso a Shinobu. La mayor no había pasado por alto la reacción inusual de su hermana.

—S-sí, sí —contestó titubeante la chica mientras se apresuraba a guardar el aparato de nuevo en uno de sus bolsillos.

Shinobu comió con ansias los pocos restos de alimento que quedaban en su plato y se dio prisa a terminar de limpiar la mesa. Se despidió de sus hermanas para finalmente correr a encerrarse a su habitación. Apenas la puerta quedó con llave, Shinobu se dejó caer en la cama, sacando de nuevo su celular. Necesitaba leer con detenimiento aquellas palabras que marcaban la pantalla.

Portate bien. No hagas preocupar a tu hermana”.

Releyó esa simple línea más de tres veces. Quién diría que a pesar de lo poco que duró su contacto lo iba a extrañar tanto. Desde que lo conoció, y aún sabiendo lo mal que estaba, Shinobu no pudo evitar sentirse atraída al sensei Giyuu. Algo tenía que ejercía en ella una especie de imán, atrayendo y complementando con su personalidad su carácter. Casi sentía que estaban hechos el uno para el otro. Sin embargo, cuando ya los ojos de la azabache recorrían la frase por quinta vez la sonrisa se borró de su rostro.

Que estuviera enamorada no la volvía estúpida. Algo había que no le cuadraba. ¿Por qué Tomioka se refería explícitamente a Kanae? Shinobu rememoró lo feliz que estaba su hermana esa misma noche... No quería asociarlo, pero una aparte de ella le pedía que lo hiciera. Kanae no había estado tan feliz desde que estuvo con Douma. ¿Cabía la posibilidad de que estuviera saliendo con otra persona? Volvió a mirar el mensaje, como si en cualquier momento las letras fueran a cambiar mostrando una clave encriptada. No quería admitirlo, pero la sola idea de que su hermana y Tomioka estuvieran juntos llenaba de bilis su garganta.

“¿Así que tú también te preocupas por mí, Tomioka-sensei? Te recuerdo que soy completamente funcional por mi cuenta... Siempre y cuando los elevadores funcionen de forma correcta” aquello último fue lanzado casi de forma inconsciente por los dedos de Shinobu. Una manera nada sutil de recordarle a Giyuu que fuera lo que tuviera con su hermana, ya había tenido algo con ella antes.

Las conocidas palomitas azules en el mensaje se iluminaron. Tomioka había leído el mensaje... No obstante, la anhelada respuesta que quería recibir Shinobu nunca llegó.

El bullicio en el barrio Kabukicho no denotaba lo avanzada que se encontraba la noche. Como siempre sus calles hacían un alarde extravagante a su reputación de tener la vida nocturna más salvaje de todo Japón.

La característica cabellera de Douma parecía seguir a ritmo perfecto sus pasos mientras el joven recorría las concurridas aceras. Sus orbes arcoiris reflejaban las luces de neón que sobresalían de la oscuridad y en sus labios se pintaba una sonrisa de cortesía cada que le tocaba rechazar a las chicas de “relaciones públicas” que tanto en tanto se le acercaban para ofrecerle de sus servicios.

El rubio desplegó un abanico dorado que siempre cargaba consigo y se apresuró a disipar el aroma a perfume barato que intoxicaba su aire, anhelando que el olor no se hubiera impregnando en sus prendas. Aquella era una de las razones por las que detestaba andar por esa zona, sin embargo se sentía de tan buen humor que esa noche decidió hacer una excepción. No tardó mucho en llegar a su destino.

Se detuvo frente a su nido favorito, como él solía decirle. De día el lugar era un establecimiento mágico con sus espectáculos de calidad, cantos en vivo y deliciosa comida. No obstante, era al caer la noche cuando mostraba su verdadera cara, siendo uno de los burdeles más usados por la yakuza como punto de reunión. Aquella visita que Douma daba estaba lejos de ser por negocios, era un hombre con un capricho en mente.

El conocido aroma a alcohol y sustancias ilegales llenó los pulmones de Douma tan pronto como puso el primer pie dentro. La música a todo volumen atronaba sus oídos y las luces tenues envolvían el establecimiento en un ambiente festivo. Sus ojos se dirigieron hacia el escenario. Las bailarinas exóticas que pavoneaban sus cuerpos descubiertos sobre la plataforma eran el centro de atención de todos los presentes. Tras el primer vistazo Douma se dirigió hacia allá. La multitud, al percatarse de su presencia, se fue separando para abrirle paso. Pocos hombres eran más respetado que el dueño de esas singulares orbes.

La estrella central de ese espectáculo era una albina de larga cabellera blanca, cuyos atributos combinados con su increíble belleza dejaban sin aire a sus espectadores. Los pálidos ojos verdes de la joven no tardaron en encontrarse con esas inconfundibles orbes de colores. La sorpresa pudo con ella, un indeseable temblor se hacía presente en sus miembros y era imposible volverse a complementar con la música. Solo la presencia de tres hombres era capaz de poner sus pelos de punta y Douma, con creces, era uno.

Por mucho que la chica deseara quedarse en el escenario, el espectáculo no tardó en acabarse y sus demás compañeras la instaron a pasar a los bastidores. Llegaba la hora de hacer el trabajo sucio.

—¡Estuviste fantástica! —La alegre tonalidad en la voz de Douma era capaz de sobresalir incluso en un ambiente donde la música hacía retumbar las paredes.

El rubio llegó hasta la joven y colocó un brazo alrededor de sus delicados hombros. La albina evitó encogerse y dio un rápido vistazo a su alrededor. Alguien faltaba ahí.

—¿Y Muzan-sama? —preguntó finalmente interrumpiendo la verborrea que había empezado a soltar Douma.

—Se fue a Ginza antes de lo acordado. Ya sabes, contratiempos... Yo lo alcanzaré mañana, así que vine por mi regalo de despedida —contestó él dedicándole una sonrisa ladina.

Los hombros de Ume se relajaron al momento mientras que de sus labios escapó un pequeño suspiro de alivio. Así que de eso se trataba... Sin contratiempos se retiró el brazo de Douma que aún la envolvía y tomó su mano para guiarlo a los cubículos de servicio privado. Los dos se deslizaron entre las mesas, tratando de evitar a la gente que se tambaleaba ebria por todo el lugar.

Llegaron hasta una habitación apartada al final del establecimiento y procedieron a aislarse cerrando la puerta que los conectaba al mundo. Douma se dejó caer pesadamente en el sillón de cuero disponible y Ume dio por iniciada la sesión. Se acercó a él y, colocando su cuerpo a horcajadas sobre sus piernas, empezó a dar besos apasionados al cuello del rubio, queriendo calentarlo antes de ir a la zona del pantalón.

Douma soltó un suave gemido por los cálidos toqueteos de la joven y echó la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos para dar paso a sus incipientes fantasías. En su cabeza la figura de la albina que buscaba deshacerse de su camiseta para tener acceso libre a su pecho se deshizo, dando paso a una azabache juguetona que solía volverlo loco con sus orbes violetas.

Imaginar a Shinobu fue lo que aumentó el bulto en la entrepierna de Douma. En su cabeza era ella quien parecía adicta a su contacto y con quien se estaba deleitando. Sus delicadas manos acariciaban sus pectorales mientras la lengua de Shinobu empezaba una intensa guerra con la lengua de Douma. Los dedos de la chica se deslizaron por su piel hasta la presilla de su cinturón y como buena experta en un instante tuvo su pene erecto a su disposición.

La chica acarició ligeramente la piel que recubría el miembro. Este pareció palpitar gustoso ante el contacto ajeno que estaba recibiendo y el calor que guardaba se extendió por su cuerpo, recorriendo al rubio por toda la espina dorsal en un placentero escalofrío. Poco a poco la joven se fue acercando a él y con la punta de su lengua acarició el glande, sintiendo el sabor del líquido preseminal llenar su boca. Eso era el primer paso: mientras su mano recorría el tronco en un vaivén de suaves movimientos su lengua se dedicaba a explorar ansiosa el comienzo de ese genital.

—Ah, sí, así me gusta —gimió el hombre entre labios, aun perdido en sus fantasías, donde Ume estaba siendo reemplazada por la mediana de las hermanas Koucho—. Lo haces bien, Shinobu-chan.

Ume intentó continuar con su labor, por mucho que le resultara extraño que uno de sus clientes soñara con alguien que no era ella. Ella era la protagonista que solían usar para desconectarse de la realidad. Sin embargo, fue el último nombre lo que logró sacarla en su totalidad de la concentración que la mantenía absorta en los geniales de Douma.

—¿Kochou Shinobu? —preguntó casi por inercia mientras sus manos aún seguían ejerciendo la tarea que su boca había detenido.

—¿La conoces? —fue la efusiva cuestión que se le arrojó de vuelta a Ume.

El brillo que acaparó las orbes de Douma se lo dejó claro a la joven que ya lo conocía: nada bueno precedía a esa especie de emoción cuando el rubio mencionaba a alguna chica.

—Algo así... 

Ume tampoco quería dar a conocer mucho al respecto, prefería mantenerse alejada de las relaciones que él mantenía. Douma notó la reticencia que de pronto mostraba ante él y hecho la cabeza hacia atrás, pensando en tenderle una trampa. Nadie le ocultaba información que le fuera útil y siempre tenía las mejores formas de hacerla fluir.

—¡Es perfecta! Su cabello es hermoso y su cuerpo..., seguro que también, si se quitara ese suéter amarillo. Se ve como un pequeño pato obeso...

Ume no pudo apagar la risa antes de que se escapara por sus provocativo labios pintados de carmín. Estaba de acuerdo con ese comentario, el uniforme hacía lucir a Shinobu varios kilos más de los que probablemente tenía, siendo el principal culpable ese cardigan que siempre portaba encima de la ropa.

—No le favorece —concordó la albina asintiendo—. Pero, difícil que ella no cumpla con el uniforme.

—Ah, así que estudian juntas...

Hábilmente Douma había conducido a Ume hasta el punto que a él le interesaba. La albina formó una perfecta 'O' con sus labios e introdujo el miembro de Douma en su boca, tratando de evitar que sus dientes dieran contra la delgada piel que cubría al pene. Mejor mantener la boca ocupada antes de seguir soltando palabras que luego le jugarían en contra. Douma soltó una risa, que al salir por su garganta se transformó en un gruñido de placer. Así que estaba tratando de evadir la información... Acarició el rostro que tenía ocupado entre sus piernas.

—Vamos, Ume, necesito que me hagas un favor. No hay nadie más capacitada para esto.

La chica le dirigió una mirada de desdén y se apartó por un momento del falo, solo para desocuparse la boca al decir:

—No me gusta hacer ese tipo de favores. Siempre terminan mal.

Aquello era un patrón en Douma: cuando se encaprichaba con alguien perdía la cabeza, y solía arrastrarse entre las piernas a cualquiera que se hubiera involucrado. Ume ya tenía malas experiencias precediéndola y no quería agregar una más a la lista... Menos si la chica con la que estaba Douma iba a la misma escuela que ella. Eso sonaba a desastre.

─Estoy enamorado, Ume ─insistió Douma, implorandole un poco de comprensión cuando al cabo de unos minutos volvió a recibir una negativa─. Quiero que todo sea perfecto entre mi amada y yo, y para eso necesito tu cooperación. Te doy mi palabra de que esta vez las cosas saldrán bien. No pienso comérmela o algo así.

Ume echó las manos hacia atrás para recargarse en el piso y lanzó un exhalación de completo fastidio. Los intentos de Douma por tranquilizarla solo tenían el efecto contrario en ella, pero la experiencia era la que los precedía; cada vez que él le aseguraba que todo saldría bien, todo se iba al demonio.

Si el pasado servía como indicio, las cosas iban a terminar muy, pero muy mal.


N.A ¡Hola, chicos! Solo quería comunicarles de manera rápida que después de este capítulo dejaré la historia pausada durante el mes de septiembre QvQ

La razón es que se vienen sucesos que considero importantes para la historia, entonces quisiera pulir las ideas y detalles lo más posible, porque ustedes son lo mejor y merecen algo de calidad 😭

Gracias por el apoyo que me han estado dando, lo aprecio mucho 💕

¡Nos vemos en octubre sin falta!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro