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En Hermosa Soledad


En una fiesta suelen suceder tres de las siguientes cosas; La primera, perder el sentido en garras de algún delicioso estupefaciente que calme la angustia matinal e inhiba al cuerpo. Segunda, decepcionarte brutalmente por las horas malgastadas arreglándote como princesa para que el objetivo, el chico o la chica centro de tu delirio, ni voltee a verte y tú termines llorando en una esquina o en un baño vomitado, feo y de luz blanca. Tercera y la más peligrosa, concluir la noche enamorándote de algún extraño que posiblemente no vuelvas a ver pero, que con algo de suerte, pasen de las miradas coquetas a algo más...carnal. 

—Vamos, Cindy, quedemos un rato más—me susurró al oído mientras su mano cálida y peligrosa apretaba mi muslo—, la estamos pasando bien.

—No, George—me negué apartando su mano condelicadeza—, si seguimos estejuego de adolescentes calenturientos  vamos a llegar tarde a la ceremonia de apertura y no podemos permitírnoslo.

Pareció no escucharme, nunca parece hacerlo.

Su mano de forma dominante volvió a tomar posesión de mi pierna y caminó lentamente hacia arriba con intención de tomar posesión de lo que sabía era suyo. Las puertas del cielo siempre estaban abiertas para él.

—Sabes que te encanta, Cindy...Cinderella.

Cinderella, Cenicienta, la princesa encerrada en la caja de cristal llena de emociones esperando a romperse. Así de delicada y frágil es el corazón de una chica confundida, loca y enamorada.

De nuevo, su cuerpo contra el mío, sus labios y aliento tibio tocaron mi cuello descubierto, queríahacerlo, lo anhelaba, en ese segundo y que se jodiera todo lo demás, pero no, puse mis manos contra su pecho y lo aparte con más fuerza de la que me hubiera gustado ejercer. Los últimos meses fueron de sudor, trabajo y lagrimas para tirarlo a la borda por el capricho de un polvo.

¿Por qué era tan difícil hacerlo entender?, ¿Cuándo dejaría de actuar como adolescente y vería por nuestro futuro?

—¿Qué sucede, ahora? —preguntó rodando los ojos molesto.

Tomaba esa actitud que no sabía identificar, para él, lo que sucedía entre nosotros ¿era amor o solo deseo?

—De verdad, no es el lugar ni el momento, George—negué con la cabeza—, esto es realmente importante para mí—puntualicé—. Este año estuvimos a punto de no recibir invitación, tenemos que quedar bien con esta gente.

Me miró unos segundos sin decir nada y chasqueó la lengua desafiante.

—Cindy—me acarició el hombro desnudo—, yono tengo la culpa, el estacionamiento de un evento tan exclusivo y tú, luciendoasí—me recorrió con la mirada—, tan fabulosa y sexy. Creo que es el lugar perfecto, cariño—sonrió en una provocación.

Él quería más.

Arrebataba contra mi mente otra bala ¿me quería a mí o solo quería mi cuerpo? 

—¡Basta!—lo detuve en seco.

Y como si mi cuerpo se convirtiera en ácido y lo quemara apartó sus manos.

Bajé el parasol y me miré con urgencia en el espejo. Mis labios se veían un poco hinchados por nuestra ronda de besos subidos de nivel, pero el maquillaje y el peinado seguían intactos, que era lo importante.

De mi diminuto bolso, saqué una de las dos cosas que le cabían, un lápiz labial rojo cereza y me retoqué dandopequeños golpecitos.

—Eres una aburrida, Cindy, ¿por qué te molestas? —me reclamó. Tenía el ceño fruncido y la quijada tensa —. ¿No crees que también estoy cansado? Un vuelo de nueve horas y dos horas de carretera para llegar a este maldito pueblo en medio de la nada y claro, la fiesta. Yo solo quería pasar más tiempo contigo asolas, en Tokio no podemos tomarnos de la mano o besarnos en público sin que los medios armen un maldito escándalo.

Ese tono de voz, la forma de tergiversar las cosas para volverse la víctima. El chico malo.

Yo ni siquiera le había pedido que me siguiera, era MI sueño, MI carrera profesional, él fue quien insistió en mudarse a Tokio conmigo por el bien de nuestra relación y por mi trabajo. Las apariencias siempre eran lo más importante. 

—Vamos ya, ¿sí? —me limité a decir con un nudo en la garganta.

Abrí la puerta del coche y como ya había aprendido de memoria, con la frente en alto y el rostro inexpresivo, George llegó a mi puerta, extendió su mano hacia mí, la tomé y salí.

Party time, cariño—dijo pasándome un brazo por la cintura atrayéndome hacia él.

Esto era así, aparentar antes de morir. Actuar antes de dejarte de llevar por las emociones, calcular antes de ser pisoteado, y esta noche, las apariencias era lo único que importaba.

Realmente era el evento del año, el Death Stone Gala, ¿los Oscars?, ¿el Met Gala? Están a la altura. Las personas más influyentes y con poder se reúnen esta noche. Desde hace décadas se realiza en el mismo lugar y en la misma fecha, la primera semana de diciembre en una zona de haciendas rehabilitadas para este lujoso y excéntrico evento y, lo más importante, que define todas las conexiones de trabajo en el medio.

Mi marca de ropa se estaba posicionando como una de las mejores en Europa y Asia, necesitaba lucirme y ser una chica muy astuta si quería triunfar.

El vestido que traía puesto yo misma lo diseñé la primavera pasada, de gasa para darle un poco de volumen y de color negro con pequeñas mariposas de colores oscuros y brillantes, de hecho, el traje sastre de George iba a juego, me encargué de eso, lo elaboré con tela italiana, negro liso, pero con una que otra mariposa bordada en color azul celeste, no es porque fuera mío pero, se veía bastante atractivo.

Quería que todos nos vieran, que posaran sus miradas curiosas en nosotros y reconocieran a simple vista que íbamos juntos.

Llegamos a la alfombra roja y el flash de las cámaras me agobió un poco. Algunos reporteros eran más audaces e insistentes que otros, "¿Cómo va la marca, Cindy?, ¿Cuándo le pedirás matrimonio, George?, ¿Qué tal la vida en Tokio?, ¿Quién les consiguió las invitaciones?" Sanguijuelas ridículas.

Me limité a sonreír, posar y no perder la compostura.

—No te dejes llevar por sus patéticas preguntas, Cinderella—me susurró al oído en un gesto tan íntimo que nadie pudo notarlo.

Son esos instantes donde George podía defenderme contra el mundo resguardándome en mi caja de cristal, juro que se compensaba todo, por él me olvido de mi corazón destrozado, y aunque nunca, jamás, seré la primera en decirlo, no hace falta, él lo sabe, estoy un poco...o muy enamorada. Yo también lo haría, apretar el gatillo de una pistola, cruzar un continente,esconder un cuerpo o desmoronarme. Éramos él y yo hasta el fin de los tiempos.

Me acurruqué en su hombro y caminamos a la entrada de la Gala, losguardias de seguridad iban de traje sastre en un tono blanco satinado que hacíaresaltar el antifaz dorado que portaban, lujo y misterio, me encantó elconcepto. Nos pidieron nuestra invitación y nos escoltaron a la entrada. El show estaba por empezar. 

Caminamos por un pasillo parecido a una antesala, repleto de obras de arte, una pequeña exhibición de los artistas que estarían dentro.

—Espero encontrarme a alguna de las hijas de los fundadores del evento—le dije a George apenas en un susurro—, quiero platicarles sobre mis diseños nuevos.

Él asintió.

—Una vez encontrando nuestra mesa no te molestare, cariño, iré a saludar a unos amigos, si todo sale bien intercambiar tarjetas y ya cuando este cansado de guardas las apariencias, te buscaré para irnos—sonrió—, terminar lo que empezamos en el coche—me dio un beso en la frente.

Reí por debajo.

—No te metas en problemas, querido—le pedí dándole una palmadita en el pecho.

—Nunca lo hago.

Tomó mi mano y con audacia me plantó un beso fugaz en los labios.

Cuando llegamos a nuestra mesa, cada quien tomo su rumbo.

Negocios eran negocios, esa era una línea que sabíamos cuidar con garras y dientes. No por nada llegamos a Tokio.

Después de beber un sin numero de deliciosos cocteles para desinhibir al cuerpo, me sentía bastante alegre y la verdad, perdí la noción del tiempo. Saludé viejos amigos, bailé, me reí como nunca y, la cereza del pastel, logré toparme con Melody, una de las hijas de los fundadores del evento, conversamos un rato antes que tuviera que desaparecer por una urgencia, según yo, quedó fascinada con los diseños que le mostré en el celular.

El objetivo se había cumplido.

Pasada la una de la mañana, comencé a sentir los tacones pesados, me molestaban y cada paso se estaba volviendo más incómodo y punzante, eso no era todo, además, de que el alcohol ya estaba haciendo de las suyas y antes de cometer alguna vergüenza, era mejor irme despidiendo.

Me acerqué a un grupito de chicos con los que vi a George conversando al iniciar la noche, le había perdido por completo la pista.

—Hola—los saludé.

Uno de ellos me aventó humo espeso del puro que estaba fumando, entrecerré los ojos enfadada, así era la mayoría de esta gente en este lugar, rica, poderosa, pero jodidamente grosera. Pero, estaba demasiado ebria como para ponerme a discutir con una bola de imbéciles.

— ¿Alguno ha visto a George? —me limité a preguntar.

— ¿George?, ¿cuál George? —dijo uno de ellos tambaleándose.

Comenzaba a impacientarme.

—Un chico alto, cabello negro con luces azules, traía un traje negro con mariposas, parecido a mi vestido— señalé.

— ¡Ahh! —exclamaron con desinterés.

Dos de ellos soltaron una risita de complicidad.

— ¿Lo han visto? —volví a cuestionarles.

—Tiene rato que se fue con la chica que venía.

El estómago me dio un vuelco.

—¿Una chica? —dije ahogándome con las palabras.

El corazón quería salírseme del pecho, ¿seguía respirando?

—No sé el nombre, bombón—se encogió de hombros—, a mí me parecen todas iguales, rubia, buen cuerpo, vestido rojo...se fue por allá—señaló el camino a la puerta principal.

Como era de esperarse, salí corriendo como una loca desquiciada en esa dirección a buscarlo.

Llegué al pasillo de las obras de arte, me zumbaban los oídos y el pecho me subía y bajaba con rapidez, no lo veía por ningún lado, ¿realmente era capaz de hacerme esto?

El estómago me dio otro vuelco, iba a vomitar.

—Señorita, ¿se encuentra bien? —preguntó alguien.

Me sentía demasiado incomoda como para verlo a la cara.

—¿Los sanitarios? —pregunté cubriéndome la boca con una mano.

—A su mano derecha, señorita.

Ni le agradecí, asentí levemente y trastabillando me dirigí a estos.

¿Baño de hombres?, ¿baño de mujeres?, me importó un carajo en ese momento por la puerta que pasé, yo lo que quería era devolver todo el alcohol que tomé.

Me hinqué frente a la taza del baño e hice lo que tenía que hacer, cuando mi estómago me dijo: "No más", respiré y cualmuñequita de trapo, me incorporé para lavarme los brazos y la boca en el lavamanos, el agua del grifo corría, fría, limpia, me quede con la mirada perdida en ella, fue cuando me percate que no estaba sola.

—Basta, me haces cosquillas—dijo entre risitas una coqueta voz femenina.

Por unos segundos no hubo respuesta, solo se escuchaba el sonido del agua del grifo aun cayendo.

—Y todavía no hemos empezado—anunció una voz ronca, que sabría identificar hasta en un kilómetro de distancia.

Y como dije, yo por él también lo haría, apretar el gatillo de una pistola, cruzar un continente, esconder un cuerpo o desmoronarme.

No pude contenerme.

Como en las películas de acción, de una patada abrí la puerta y el tacón de mi zapatilla se rompió y mi vestido de un costado se rasgó.

Nada más peligroso que un corazón delicado y frágil de una chica confundida, loca y enamorada.

Ahí estaba, George despeinado, la camisa desabotonada con la chica rubia de vestido rojo en tela barata en brazos, entre más segundos pasaban, más fallas le encontraba a la escena.

¿Estoy viviendo una ilusión?

Por otro lado, ni él ni ella se inmutaron, como si lo que acabara de pasar no fuera nada. Solo me vieron como un bicho raro.

— ¿No estás sorprendido, George? —cuestioné incrédula—. ¡Ni siquiera te mueves! —lo señalé con las manos impotente.

Pero él no hizo nada.

Los ojos comenzaron a picarme, me mordí los labios con fuerza para reprimir un grito, sentía como mi corazón se rompía, no tardaría en ponerme a llorar.

—¿Quién es ella? —le preguntó molesta la chica rubia mientras acomodaba su vestido—¿Me estoy perdiendo de algo?— se mofó.

La pregunta ofendía, en verdad, una patada directa a mi orgullo.

—Cindy—me llamó George con una sonrisa y su estúpido tono de voz a punto de cambiarlo todo a su favor—, ¿por qué estás tan molesta, cariño?

No lo comprendía.

¿Amor o deseo?

Tal vez son solo celos, pero, ¿por qué es tan doloroso?

Temblaba de pies a cabeza.

— ¡Porque solo te amas a ti mismo! —exploté y el cuento de hadas se vino abajo—. Siempre pensé que éramos tu y yo, pero, me equivoqué, ¡qué ingenua fui! —chillé frenética—. En esta relación era solamente yo la que apostaba todo.

¿Por qué no vienes y me abrazas, George?, ¿por qué no detienes el dolor?

—Entonces, este es un amor perdido, ¿verdad, Cindy? —se encogió de hombros en un gesto relajado—. Te quedaras hermosa y en soledad.

¿Dices que me dejaras?

Las paredes se derrumban, la caja de cristal se fractura y pierdo el control.

Mis lágrimas se desbordaban, no podía soportarlo más, quería golpearlo, arrancarle la piel y gritarle hasta desgarrar mis cuerdas vocales, pero el miedo y mis ganas de huir fueron mayores.

Corrí, sin lógica alguna, sin una dirección en específica, solo corrí, con una zapatilla rota, el vestido rasgado y con los ojos inundados en lágrimas.

En algún punto tuve que detenerme, porque físicamente no podía más, el pecho me quemaba al grado de sentir como si fuera a escupir un pulmón por la boca. El límite entre mi cuerpo y mis emociones.

El cansancio me ganó, tuve que sostenerme de un faro para no desplomarme en plena calle, me tomó unos segundos recuperar el aliento, pero cuando lo logré, tal cual, como una vagabunda, perdí el glamour y me dejé caer de sentón en el borde de la acera, justo al lado del faro, emitía una luz tan dorada y brillante, dejaba todo al descubierto.

Me dispuse a quitarme las zapatillas, o lo que quedaba de ellas, fue cuando noté que los pies me sangraban y tenía ampollas en pésimas condiciones, las arrojé lo más lejos que pude.

Revise mi celular y no tenía ningún mensaje o notificación.

Aun así, tenía la vaga ilusión de que George fuera detrás de mí a encontrarme, tomarme en brazos y decirme que todo fue un error.

¿Dónde estás, George?

De nuevo comencé a llorar de manera incontenible, como una niña pequeña perdida en el parque.

Miré a mí alrededor, no había ni un alma.

¿Por qué demonios la luz de la farola brillaba tanto? Podía jurar que quemaba.

Maldito pueblo, maldita fiesta, maldito George.

Entre sollozos, me abracé las rodillas y hundí la cabeza entre los brazos.

El peso del cuerpo me estaba ganando, cerré los ojos con fuerza y me dejé llevar.

—Cindy, Cinderella—siguió llamándome—, ¿qué sucede, cariño? —me tomó por los hombros—. ¿Por qué lloras?

Parpadeé confundida, los oídos me martillaban, me llevé las manos entumecidas al rostro, enserio lloraba.

Volteé a mi alrededor desorientada.

—¿Dónde estamos? —pregunté con los ojos muy abiertos.

—En el avión, Cindy—me miraba preocupado—, ¿Dónde más estaríamos? —me acarició la mejilla con delicadeza, como si temiera hacerme daño—. Vamos camino al Death Stone Gala, ¿lo recuerdas? Incliné tú asiento porque la luz de la ventanilla te pegaba directo en el rostro—me explicó ansioso—, fue entonces cuando me di cuenta que estabas llorando, solo fue un mal sueño, cariño—intentó tranquilizarme.

Un sueño...

Entonces, ¿por qué tenía la sensación amarga de que no podría olvidarlo?

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¡Hola, extraño! Que gusto verte de nuevo.

Si has llegado hasta aquí, te lo agradezco infinito. Espero que hayas disfrutado leer, En Hermosa Soledad tanto como yo disfruté escribirla, la idea surgió espontanea en una de mis tantas noches de desvelo, de hecho (aquí viene un spoiler), muy pronto sabrán más acerca del Death Stone Gala, espero que estén ansiosos por las novedades.

Te recuerdo que esto es un relato, por lo cual, lo que acabas de leer es la única parte existente. En caso de que pudiera tener continuidad se los haría saber desde un inicio, de no ser así, es porque aquí concluye la historia.

Si todo sale conforme a lo planeado, nos vemos la próxima semana.
Mientras tanto, te invito una taza de café (de Nabi Café por supuesto) y los leo en los comentarios, ¡Amo saber lo que opinan!

Todo mi cariño, Chris.

DISCLAIMER: La presente historia así como su contenido, personajes y lo relativo, es de autoría propia. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, ya que será considerado como plagio.

Si deseas utilizar frases o parte de la obra, pide mi consentimiento enviándome un mensaje a mis redes sociales, me encuentras como: chris_hevia

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