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EXTRA | "Un gran cambio en nuestras vidas"

Aibyleen

El sol pica en mi espalda desnuda, suelto un suspiro y me doy la vuelta. La luz entra por la puerta del balcón que está entreabierta, estiro mi mano hacia la izquierda y descubro que la cama está vacía.

Sebastián no está.

Respiro profundamente antes de enrollar las sábanas a mi cuerpo desnudo y ponerme de pie. Me froto los ojos, camino hacia el balcón y abro un poco la puerta.

—Sí, está todo bien, ya sabes —dice la voz de Sebastián, y sé de inmediato que está hablando por teléfono—. No te preocupes por eso, todo está bien —salgo y aprieto la sábana a mi alrededor. Sebastián está usando solo su bóxer y con su teléfono en la oreja—. ¿Aiby? Está contenta —lo veo sonreír y no puedo evitar sonreír yo también—. Creo que sigue dormida...

Me aproximo a su cuerpo y abrazo su torso.

—Creo que no —murmuro, beso su espalda.

—Sí, yo le digo, no te preocupes —murmura, sujeta mi mano y besa el dorso—. Okey, sí... Adiós.

Cuelga, yo dejo caer mi frente en medio de su espalda.

—Pensé que dormirías hasta tarde —musita acariciando mis brazos.

—No estabas en la cama —me quejo, su cuerpo se gira y entonces está sosteniendo mi rostro—. Buenos días.

—Buenos días, amor —dejó un pequeño beso en mis labios—. ¿Por qué andas de exhibicionista?

—Mira quien lo dice —digo, pasando mis manos por su pecho.

Se ríe, empujándome levemente hacia atrás para hacerme ingresar otra vez a la habitación, cierra la puerta del balcón y las cortinas blancas logran que el lugar que un poco oscuro. Suelto una risita cuando Sebas me quita la sábana de encima, sus manos sujetan con fuerza mi cintura y me levanta del suelo.

Enrollando mis piernas a su cadera y rodeando su cuello con mis brazos, le doy un beso que me deja sin aire. Camina hacia la cama y me deja suavemente sobre la misma, baja sus labios a mi cuello, mordiendo con ligereza. Tiré de su bóxer por sus piernas, pasando mis uñas por su espalda baja cuando apretó su erección contra mi húmeda entrepierna.

Ah, Sebas... —dejé caer la cabeza para atrás, enterrando mis dedos en su pelo negro.

—Eres lo más dulce que existe, ¿sabes? —raspó mi barbilla con sus dientes y apretó mi cintura, ascendiendo para pellizcar mi pezón entre sus dedos.

¡Ah! —estaba demasiado sensible, y de repente estaba pensando en cómo carajos iba a decirle eso que me estaba guardando—. Sebastián...

—¿Qué es lo que quieres, mi amor? —presionó su miembro en mi entrada sin llegar a penetrarme.

—A ti —me mordí el labio inferior, mirando sus ojos grises oscurecidos.

—¿Dónde? —con una sonrisa torcida y carnal, dejó un beso en mi boca.

—Dentro de mí —susurré, apretando los músculos de sus brazos.

Él no dice nada, solo sonríe una vez más y me besa duro. Separa más mis piernas y cuando menos me lo espero, se introduce dentro de mí con una embestida abismal. Suelto un gemido demasiado audible para mí gusto, pero eso a él parece gustarle. Cómo siempre. Así que sale de mí, y vuelve a entrar con más fuerza.

Oh Dios, Sebastián —gimo, aprieto sus brazos y cierro los ojos.

—Eso es. No te contengas —apremia, embistiéndome hasta el fondo.

—Sí, sí, sí... —muerdo mi labio inferior y me dejo llevar por todas las sensaciones y el placer—. No pares, no pares...

Me besa, llevándose mis gemidos, mientras se impulsa en mi interior.

Mi cabeza comienza a dar vueltas con el pasar de los segundos, sus estocadas no disminuyen y estoy a un suspiro de desmayarme. Y él empuja dentro de mí. Una, dos, tres veces. Me aprieto contra él y no dejo de gemir su nombre. Sus penetraciones se hacen más rápidas y mi respiración sobrepasa los límites de lo sano.

Todo mi cuerpo se pone rígido y ante dos embestidas más, exploto. Un prolongado gemido sale de mi boca mientras caigo en un espiral interminable de placer. Sebastián alcanza su clímax un segundo después, soltando un suspiro cansado y ocultando su rostro en mi cuello.

—¿Podría cansarme de ti?

—Espero que no —me rio ante su pregunta.

Levanta la cabeza para besarme lentamente.

—Te amo —sonrío acariciando sus mejillas.

—Y yo te amo a ti —sonríe.

—¿Tienes hambre? —asiento—. ¿Un baño y luego buscamos el desayuno?

—Eso es un buen plan —musito.

Y eso hacemos, luego de besarnos. Mucho. Una y otra y otra vez.

[...]

Camino por la orilla de la playa mientras pienso. Pienso, pienso y pienso. No tengo más que hacer. Es imposible idear un plan simple y concreto para dar una noticia así. Estoy nerviosa. Siento que me podría desmayar. Mi corazón late furioso y no logro controlar mi respiración.

Me agacho para recoger una caracola y jugar con ella entre mis dedos, mientras ideo como decir lo que debo decir. Suspiro sin poder contenerme, me doy la vuelta y me encamino hacia Sebastián que está sentado en una de las tumbonas.

Le sonrió y sacudo el caracol entre mis dedos.

—¡Mira esto! —me acerqué a él y senté en su regazo—. ¿No es genial?

—Es increíble —me apoyó y besó mi mejilla.

—Le llevaré uno a Derek. Ahora que tiene un año le gusta jugar con todo, sé que le gustará.

—Estoy seguro que sí —pasó un mechón detrás de mí oreja.

Lo miré unos segundos, y me di cuenta de lo embelesado que lo tenía. Realmente estaba embobado conmigo, y eso me aceleraba el corazón.

—¿Por qué me miras así? —cuestioné.

—¿Así cómo?

—Cómo si estuvieras enamorado de mí —me burlé, ocultando una sonrisa y con las mejillas rojas.

—Quizás sea porque lo estoy —sonrió y solté una risita.

—Te amo —lo besé.

—Y yo a ti —abrazó mi cintura y me apoyé en su pecho.

Observé el atardecer y solté un suspiro.

—Esto es perfecto. Ojalá pudiéramos quedarnos aquí por siempre.

—Te prometí un mes, ¿no es así? —apretó sus labios en mi sien.

—Lo sé —eché la cabeza para atrás para sonreírle—. Gracias por traerme aquí.

—Sabes que haría lo que fuera por ti —aseguró, mirándome con intensidad.

Volví a mirar hacia el cielo, armándome de valor.

—Me ofrecieron una sesión de fotos para una revista —comenté, entrelazando nuestras manos—. Es increíble como mi testimonio puede llegar a tantas personas, ahora quieren que hable sobre la PTI en el embarazo. Que loco, ¿no?

—Está bien que quieras ayudar a las mujeres, peach —se tensó un poco—. ¿Cómo harás la sesión de fotos?

—Aun no lo sé, debo hablar con Brady primero.

—Tendrás que usar una panza falsa, entonces —dijo pensativo.

Me mordí el labio inferior y traté de no sonreír.

—Sí, supongo —me encogí de hombros para quitarle importa—. Pero me felicitaron por ofrecerme a fabricar mi propia panza y les dije que tú habías ayudado también.

—¿Cómo se supone que harás una panza falsa tú misma? Yo no tengo la menor idea, Aibyleen —murmuró y yo solté una risita por lo absurdo de la conversación.

Tomé su mano entre las mías, dejé su palma en mi vientre y me llené de valentía para después decirle—: Dentro de unos cinco o seis meses tendremos nuestra propia panza.

Nos quedamos en silencio por unos largos segundos, quizás él no había entendido mi punto, o en realidad no lo podía creer. Esperé alguna respuesta de su parte, pero lo que sucedió después, me dejó helada.

Sus grandes manos sujetaron mi cintura y me dio la vuelta, dejándome a horcajadas sobre su regazo. Solté un grito ahogado y me reí al ver su ceño fruncido.

—Estás diciéndome que...

—Estoy embarazada —terminé la frase por él, sujetándome de sus hombros—. Vamos a ser papás.

Listo, lo había dicho. Eso que había estado ocultando desde una semana antes de nuestra boda.

Íbamos a ser papás.

Yo sería mamá.

—¿En serio? —preguntó sin aliento.

—Sí —asentí, con los ojos llenos de lágrimas—, tendremos un bebé.

—No puede ser —sujetó mi rostro entre sus manos y juntó nuestros labios en un beso lleno de amor—. No sabes cuánto te estoy amando justo ahora.

—Y yo te amo a ti.

Dios, estaba en una nube.

Abracé su cuello con mis brazos y lo besé con todo lo que tenía.

—Sé que tal vez es demasiado pronto, y que será un gran cambio en nuestras vidas... —planté mi rostro frente al suyo, observando sus ojos brillantes— pero quiero esto contigo.

—Seremos una familia, peach —acarició mis mejillas—. No hay nada que quiera más, que una familia contigo.







★★★★

¡Ay, pero es que son divinos!

¿Quién más los ama?

¡Son los más hermosos!

Les traje este extra con el punto de vista de Aibyleen (ya saben que pueden leer la experiencia de Sebastián en el epilogo).

¡Voten y comenten mucho!

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