Una semana después.

Estaba nerviosa, las manos me sudaban y el corazón me palpitaba con fuerza.

Hoy era el desfile y estaba que me guindaba del techo, había un montón de gente. Muchas personas importantes vinieron, muchas modelos reconocidas estaban aquí, los periodistas más críticos asistieron esta noche.

Yo estaba aquí.

¿Qué tan increíble podía ser eso?

—No sabes lo despampanante que te ves justo ahora —dijo Brady con aprobación.

Vestía un conjunto de lencería en toda la regla, con ligeros y ese montón de cosas que a mí no me gustaban porque los veía incómodos. Sin embargo, este conjunto no era de encaje, sino de lentejuelas plateadas y sí, me encantaba.

Me veía espectacular, no tenía palabras para describirlo.

—Dios, jamás pensé ponerme algo como esto —me miré al espejo, tenía el cabello suelto y con hondas gruesas.

Debía admitir que el color rosa en mi cabello me da cierto aire alocado y despreocupado que estaba acordé con el conjunto plateado que no dejaba casi nada a la imaginación. Definitivamente, a Demián le daría un infarto y me causaba gracia que estuviera en el público.

Sebastián, ese era otro tema. Se quedaría sin palabras, eso podía predecirlo, en más, cuando todo esto terminara, iba a insinuar una que otra cosa indecente.

Estaba dejando el tema de su propuesta lejos de mi cabeza por ahora, él se había estado comportando igual que siempre, solo que ahora se notaba más... contento y amoroso. No es como si antes no lo fuera, pero ahora todo se sentía diferente.

No habíamos vuelto a tocar el tema luego de esa tarde que, sin lugar a dudas, fue una de las raras, confusas y felices de mi vida. Me costaba admitir que se me hacía extraño que no me haya dado un anillo, pero él no había tocado el tema y yo tenía miedo de hacerlo.

Decidí dejar las cosas como estaban por ahora, y que todo fluyera como debía.

—Dejemos esa cosa en la que estás pensando para después —murmuró Brady, acomodando mi cabello sobre mis hombros—. Estás tan linda.

—Gracias —él en sonrió y yo me puse sentimental—. Brady, yo... Jamás te he agradecido por todo lo que has hecho por mí todos estos años.

—Ay, nena —sacudió la cabeza—. Yo soy quien debería agradecerte, pues eres la mejor persona que he conocido.

—Te quiero —hice un puchero y él se ríe.

—Bueno, bueno. Basta de habladuría —me inspeccionó una vez—. Estás perfecta y vas a brillar esta noche.

—Eso espero —murmuré ansiosa—. ¿Les dijiste el nombre de la música?

—Oh, por supuesto que sí —sonrió maliciosamente.

Mi nombre tenía un peso increíble en esta industria, y debía hacer uso de él. Elegí una canción para, mí y para todas aquellas que trabajaban mano a mano conmigo.

—¿Lista? —me preguntó.

—Nací para brillar —dije en respuesta.

Él asintió y todo el mundo comenzó a moverse.

Las chicas se alistaban y entonces la música comenzó a sonar de fondo. Podía escucharla, por la pantalla en el camerino vi como la primera mujer salió a derrochar sensualidad.

Todo sonrisas, sé lo que se necesita para engañar a esta ciudad

Lo haré hasta que se ponga el sol y durante toda la noche

Abrí y cerré las manos cuando supe que mi turno se acercaba, caminé hasta mi sitio mientras las demás chicas salían.

Oh sí

Oh sí, te diré lo que quieres escuchar

Dejo mis gafas de sol puestas mientras derramo una lágrima

Nunca es el momento adecuado

—¿Nerviosa? —preguntó una chica junto a mí.

Era alta, de cabello castaño, con ojos grandes y de un color extraño que no logré descifrar en el momento, pero era hermosa. Toda una reina.

—Es raro, siempre hago esto y siempre me pongo nerviosa —confieso.

—Lo sé, a veces pasa —se acomoda el cabello y sonríe—. Solo tienes que salir y comerte el mundo —me guiñó un ojo—. Suerte.

—Igual.

Y salió, con una seguridad impecable.

Me removí en mi lugar cuando la vi caminar, sonreír, moverse por todo el escenario y volver.

—Es tu turno, preciosa —me dijo—. Enséñales como se hace.

Sonreí, y de alguna manera, me aferré a sus palabras.

Eso hice, me apegué a la melodía de la música y en el poder que me transmitía.

Sí, sí

Me puse mi armadura, te muestro lo fuerte que soy

Me pongo la armadura, te mostraré que soy

Me convertí en una reina, me puse mi corona y mostré toda la seguridad que me envolvía.

Sonreí, giré, brillé.

Yo nací para esto, nací para que el mundo me viera, para que todos supieran mi nombre.

Soy imparable

Soy un Porsche sin frenos

Soy invencible

Sí, gano todos los juegos

Soy tan poderoso

No necesito pilas para jugar

Estoy tan confiado

Sí, soy imparable hoy

Imparable hoy

¿Recuerdan aquella niña rubia que lloraba porque era incomprendida? Bueno, esa niña, no es más que un recuerdo pasajero que ya no me atormenta.

Alguna vez me humillaron, me pisotearon y me hicieron sentí menos.

¿Ahora? Bueno, ahora soy yo quien tiene el mando de lo que soy y lo que quiero ser.

Primero se apaga el sol antes de que me apaguen a mí.

¿Quieren hablar de diosas?

Hablemos de Aibyleen Whittemore, entonces.

¡ESTRELLAS PARA LA REINA!

EN OTRAS NOTICIAS: ¡Se nos va, gente! otra historia se termina y yo no estoy lista para dejarlos ir.

Descansaré mañana y el viernes, y subiré el capítulo final junto con los epílogos el sábado.

¿Listos? Porque yo no.

Hoy llegué del médico un poco desanimada, y lo único que podía alegrarme el día son ustedes y sus comentarios.
Los amo.

¡Voten y comenten mucho!