55. Aibyleen.
Sí, debía admitir que la idea de Sebastián de invitar a Demián junto con Anggele a cenar fue estupendo. Hacia bastante tiempo ya que no teníamos una noche así, y el que Derek estuviese con nosotros lo hacía aún más especial.
Nos despedimos a eso de las diez, Derek ya se había dormido y Anggele estaba un poco cansada. Mi hermano y ella no habían tenido suficiente descanso luego de un mes y dos semanas desde el parto. La pequeña copia de Demián no era más que un artista que se le daba bien cantar en horas de la madrugada.
Me encontraba descalza a la mitad de la sala cuando Sebastián se acercó a mí para besarme, sus brazos me recibieron gustosos cuando me apreté contra su pecho.
Dios, lo extrañaba tanto que dolía.
Las últimas semanas habíamos detenido completamente la actividad sexual entre nosotros, no porque no quisiéramos hacerlo, sino porque ni siquiera podía mantenerme en pie del cansancio que sentía.
—Gracias por lo de hoy —acaricié el cabello de su nuca con suavidad, mientras que sus dedos se arrastraban por mi cintura lentamente.
—No tienes que agradecerme nada —apoyó su frente contra mía—. Sabes que todo lo que hago es porque te amo.
—Yo también te amo —le aseguré mirándolo a los ojos.
Me reí cuando comenzó a sonar Perfect de Ed Sheeran en el reproductor, ya que lo había conectado a mi teléfono hace una media hora atrás. Sonaba muy bajo, pero alcanzábamos a oírla suavemente gracias al silencio del departamento.
—Recuerdo que tenía como dieciséis cuando salió esa canción —digo, moviéndome lentamente junto a él cuando comienza a balancearse de un lado al otro—. Todos la cantaban, yo estaba incluida en ese todos.
—Eras una fan loca, ¿o me equivoco? —sacudí la cabeza con una sonrisa.
—No, tenía un montón de posters en la pared de mi habitación —recuerdo aquellas épocas—. Una vez encontré una versión en español que me gustó más que la canción original.
—¿Sabes español? —me observó sorprendido.
—Tomé un curso en línea solo para aprenderme la canción —confieso sonrojada, pasando mis manos por su cuello.
—Necesito escuchar esa canción de tus labios, peach —dice, con sus ojos grises totalmente brillantes.
—Oh, no —enterré mi rostro en su cuello y negué—. Es vergonzoso.
—Nada en ti es vergonzoso —susurró en mi oído—. Además, no me has dado mi regalo de cumpleaños.
Me paralicé y salí de mi escondite para mirarlo a la cara.
—¿Y quieres eso?
—Sí —asintió decidido.
—Sebas...
—¿Por favor? —se ríe y mi corazón se acelera—. Quiero que mi preciosa novia me cante una canción en español.
—¿Y serás feliz con eso?
—Y seré feliz con eso, lo prometo —besó mi frente.
Lo miré como si tuviera cuatro ojos.
—¿Y qué me darás tú? —lo reté con la mirada—. ¿Le harás de stripper para mí?
—No, de stripper no —besó mis labios con suavidad hasta desplazarse hasta mi oreja, llevándose el lóbulo entre los dientes, enviando una corriente eléctrica por todo mi cuerpo hasta mi entrepierna—. Pero, si eres una buena novia, quizás te regale unos cuantos orgasmos, ¿qué dices?
Pegué un respingo, y la idea no me pareció tan mala después de todo.
—Okey —tragué en seco—. Pero tienes que jurarme que no te vas a burlar de mí.
—Jamás me burlaría de ti —me lo dijo directamente, y sus palabras tuvieron más peso del que deberían.
—Espera —me alejé de él y me acerqué a mi teléfono, busqué la canción en mi playlist y le subí un poquito al volumen por si se me olvidaba alguna parte. Me giré otra vez y caminé hacia él—. Baila conmigo.
—Soy todo tuyo —sus palabras me hicieron sonrojar.
Sus manos rodearon mi cintura y las mías su cuello, nos abrazamos hasta que mis labios quedaron a la altura de su oreja y comencé a tararear la canción en un tono de voz demasiado bajo.
Creo en tu amor, por mí
Sólo atrévete, y sígueme hasta el fin
Y ya te encontré, tan dulce tú te ves
Yo nunca pensé que fueras tú, lo que siempre esperé
Sus ojos buscaron los míos, no sabía si me estaba entendiendo, pero encontré algo en su mirada que me dejó helada.
Era amor, mucho amor.
Éramos niños buscando amor
Sin saber sentirlo
Pero ahora no renunciaré
Bésame lento, amor
Tengo tu corazón
El mío en tus manos ya está
Continué, apoyó su frente en la mía, sin dejar de verme, apretando sus manos con fuerza en mi cintura.
Bailaré
En la oscuridad, abrazándote
Descalzos al bailar
Nuestra favorita ya sonó
Y dices que te ves tan mal
Yo susurré y dije: eres tan bella, y la más perfecta, amor
Antes de que siquiera pudiera comprender lo que estaba pasando, sus labios ya estaban sobre los míos. Nos devoramos, nos apretamos, nos abrazamos. La desesperación se hizo presente. Sus manos quitaron mi top y las mías su camisa.
Nos desnudamos con desesperación y en menos de un parpadeo estábamos sobre la alfombra, él entre mis piernas y yo abrazándolo con fuerza. Nuestros ojos se encontraron, nuestros labios también.
Encontré una persona, más fuerte de lo que pensé
Mis sueños comparte, espero que nuestras vidas también
Encontré el amor, no solo para guardar secretos
Para soñar por nuestros hijos que vendrán
Tan jóvenes, pero en eterno amor
Luchando contra el dolor
Todo estará muy bien, lo sé
Enterré mis manos en su cabello cuando se introdujo en mi interior, lento y pausado, como la melodía de la música. Comenzó a repartir besos por mi rostro, y cada vez que rozaba mis labios, un te amo salía de los suyos.
Tú mano pediré
Soy tu hombre y tú mi mujer
El futuro en tus ojos ya puedo ver
Bailaré
En la oscuridad, abrazándote
Descalzos al bailar
Nuestra favorita ya sonó
Y dices que te ves tan mal
Yo susurré y dije: eres tan bella, y la más perfecta, amor
Rodeé su cintura con mis piernas, gemí en sus labios y cerré mis ojos cuando tocó aquel punto enloquecedor dentro de mí que robó una lágrima.
Pasé mis dedos por su espalda, susurré su nombre entre gemidos, me entregué a él como nunca antes y él se entregó a mí como si fuera la primera y última vez.
Bailaré
En la oscuridad, abrazándote
Descalzos al bailar
Nuestra favorita ya sonó
Tengo fe en nosotros dos
Eres un ángel, no merezco esto
Eres tan perfecto
No merezco esto
Somos tan perfectos, amor
Decir que toqué el cielo con las manos era un eufemismo, decir que las estrellas brillaron para nosotros era un descaro. Admitir que esto había sido el amor en toda su expresión, era limitarse a saber lo que realmente significa amar.
—Te amo —me dijo sin aliento.
Acaricié su alma, él besó mis lágrimas y las convirtió en sonrisas.
—Y yo te amo a ti.
¿Qué mejor manera de cerrar una promesa que con un beso de amor verdadero?
Este capítulo, gente: es y siempre será mi favorito.
¿Les gustó?
Díganme, porque les juro que me muero.
¡Voten y comenten mucho!
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