54. Sebastián.
Las semanas pasaban y la mejoría en Aiby se mostraba cada vez más, sin embargo, el agotamiento le ganaba la batalla, como ahora. Estaba dormida, ya había desayunado, pero estaba demasiado cansada como para seguir despierta.
Tenía pequeños moretones en sus brazos por las transfusiones que ha estado recibiendo en las últimas semanas, que, sin duda, fueron un excelente tratamiento. Si no me equivoco, el lunes inicia con los medicamentos.
El hecho de que Demián estuviera trabajando hombro con hombro conmigo me facilita las cosas, ya que solo asisto a las reuniones que son de suma importancia y así, puedo pasar la mayor parte del tiempo con Aibyleen.
Anne se fue a Australia cuando se percató de que su hija estaba lo suficientemente estable como para dejarme su cuidado completamente a mi poder. Estaba un poco reacia, no porque no confiase en mí, sino porque Aibyleen se ponía difícil de vez en cuando.
Aibyleen sabía a qué atenerse, conmigo no se ponía en plan mandona, al contrario, trataba de llevar la fiesta en paz.
El timbre sonó sacándome de mis pensamientos, creí que Aiby se despertaría, pero no. Me levanté y salí de la habitación con cuidado para ir a abrir la puerta.
-¡Hola! -exclamó Anggele con una sonrisa-. ¿Cómo está?
-Dormida -le digo-. Ven, pasa.
Ella empuja suavemente el coche de Derek al interior del departamento, que más que un cochecito, era un Transformer. Derek era la estampa de su madre, con ciertos rasgos de Demián que, de alguna manera, hacía que se apareciera a Aibyleen.
-Gracias por quedarse con él -dice, mirando a Derek que tiene los ojos abiertos y un chupete en la boca-. En serio no tenía con quién dejarlo, y una niñera no es una opción. Ya sabes, me da miedo.
-No te preocupes -le resto importancia-. Sé que Aibyleen se pondrá feliz teniendo a Derek con ella.
-Sí, necesita que le suban el ánimo -suspira-. Bueno, yo me voy. Mi cita con el doctor en veinte minutos y no quiero llegar tarde. Aquí está todo y Aiby sabe qué hacer -deja la pañalera en el sofá y se acerca su hijo-. Adiós, mi amor. Mamá vendrá más tarde, diviértete y pórtate bien.
-¿Qué se supone que hará? -me burlé de ella, quien bufó.
-Nos vemos después.
Me da un beso en la mejilla y se va, dejándome completamente solo con mi ahijado. ¿Quién lo creería? Tengo que velar por un niño que no es mío.
-¿Listo para animar a tu tía, campeón? -le pregunto como si me fuese a contestar. Sin embargo, nueve sus manitos de arriba abajo sin parar-. Tomaré eso como un sí.
Me inclino para quitarle los seguros y cargarlo entre mis brazos, Derek para tan solo tener un mes y tres semanas en un bebé bastante grande. Gracias a Dios nunca tuvo complicaciones por ser prematuro, al contrario, se ha desarrollado bastante bien.
Vuelvo a la habitación con Derek en mis brazos, en siento en la cama y acaricio el cabello rosado de Aibyleen.
-Oye, nena, despierta -paso mis dedos suavemente por su mejilla, su nariz se frunce cuando siente mis toques-. Abre los ojos, te tengo una sorpresa.
-Mmh, estoy cansada -refunfuña, removiéndose un poco.
-Y yo estoy seguro de que te encantará esta sorpresa -aseguro, ella sigue quejándose, pero abre los ojos.
-¿Qué es? -lanza un bostezo al aire.
-Tenemos un invitado especial.
Apenas las palabras salen de mi boca su cuerpo se pone recto, se sienta en la cama y ahoga un jadeo al ver a Derek.
-Mi pequeño -me lo quita de los brazos y lo estrecha contra su pecho-. Mi niñito bello, ¿qué haces aquí?
-Anggele tiene una cita médica, Demián está en la empresa y no tenían con quién dejarlo -informo, pasando los mechones sueltos que caen en su rostro.
-Oh, qué bueno que lo trajo -besuquea las mejillas rosadas de Mini Demián-. Lo extrañaba tanto.
Sonreí al darme cuenta de que había sido una excelente idea.
-¿Tienes hambre?
-¿Sabes cuántas veces me has preguntado lo mismo en todo el día? -se ríe, suelta un bufido y sacude la cabeza-. Cálmate, comeré más tarde. ¿Me ayudas?
Con mi ayuda se levanta de la cama, yendo hacia la sala conmigo siguiendo sus pasos. Va directamente al sofá y se deja caer sobre el mismo, hago acopio de sus acciones y paso mi brazo por sus hombros.
-Mañana es tu cumpleaños -le digo, ella sonríe y me mira.
-Mañana es tu cumpleaños -repite con entusiasmo.
¿Qué tan seguido puedes encontrar al amor de tu vida, y cumplir años el mismo día? Si no soy afortunado, entonces no sé qué soy.
Independientemente de nuestras personalidades, no teníamos casi nada en común, sin embargo, coincidir el primero de septiembre para celebrar el cumpleaños, parecía ser nuestro boleto de la buena suerte.
-¿Hay algo que quieras hacer? -le pregunto.
-No lo sé -se encoge de hombros mientras juega con las manitos de Derek-, no estoy de ánimos para una fiesta -suspira-. Brady me llamó ayer, está llevando el tema con discreción y me preguntó si quería hacer algo, le dije que no -frunció un poco el entrecejo-. Quiero quedarme aquí contigo.
-¿Estás segura? -acaricio su cabello, asiente con una sonrisa-. Sabes qué podemos hacer lo que tú quieras.
-Estoy segura, amor -se acerca para besar mis labios-. No quiero una fiesta, con que estemos juntos me sobra.
-Te amo -le digo y me regocijo cuando sus mejillas se sonrojan.
-Y yo a ti -dejo un beso en sus labios antes de que Derek comience a llorar y mi novia le de toda su atención-. ¿Qué pasa, bebé? Estamos aquí, estamos contigo -le quitó el chupete y Derek embozó una sonrisa demasiado tierna para su propio bien.
Aibyleen sonrió en grande y eso fue más que suficiente para tachar este momento como uno inolvidable.
[...]
Terminó de abotonar mi camisa escuchando a Aibyleen refunfuñar mientras se viste, o intenta hacerlo.
-En serio no es necesario que hagamos algo -sigue diciendo, saliendo del closet sin previo aviso, dejándome sin respiración.
Lleva un conjunto negro, un top de tirantes y una falda corta.
-¿Me veo bien? -dice, pero no me deja responder-. Sebastián, en serio, no quiero ir a ningún lado.
-Estás preciosa -me acerqué a ella, pasando los mechones rosados que se escapan de su coleta detrás de su oreja-, y no saldremos.
-Ah, ¿no? -ladea la cabeza-. ¿Entonces?
-Ya verás -le doy un golpecito en la nariz-. Deja de ser tan curiosa.
-Pero...
-Shhh -dejo un beso casto sobre sus labios-. Relájate.
-A veces no te soporto.
-Ambos sabemos que no es verdad -rodeé su cuerpo desde atrás cuando se acercó al espejo.
-¿Acaso no puedes vivir sin mí, McCain? -se burla, sacudo la cabeza y beso la parte trasera de su oreja.
-Sí, sí puedo vivir sin ti -aseguro, viendo cómo frunce el entrecejo un poco ante mis palabras-, pero no quiero. Tú eres mi vida completamente.
Sus mejillas se sonrojaron, se giró entre mis brazos y se puso de puntillas para alcanzar mis labios. Sus manos fueron a mi cuello y el beso que pretendía ser casto, se transformó a uno completamente pasional.
-Te extraño -jadea sobre mis labios cuando bajo mis manos a su cintura.
-Y yo ti -la besé otra vez, dándome la libertad de recorrer su cuerpo con mis manos unos segundos más.
Aibyleen era tan cálida, tan perfecta. Parecía estar hecha a mi medida cada parte suya encaja a la perfección entre mis manos.
La adoraba, era mi diosa, el amor de mi vida.
-¿Por qué están tocando el timbre? -lloriquea cuando el sonó se escucha por todo el departamento.
-Créeme, yo también me estoy arrepintiendo -besé sus labios pausadamente unos largos segundos más, hasta te pude controlar mis ganas de ella-. Es mejor que veamos quién es.
-Sebas... -la beso.
-Después -suelto una risa al ver su expresión-. Anda, no me pongas esa cara. Ven.
Tiré de ella suavemente ignorando todas sus quejas, parecía una niña, pero era de lo más adorable verla así.
-Abre la puerta -le digo.
-¿Y por qué yo?
-Porque sí, ve -le digo.
Gruñe entre dientes y va maldiciendo en voz baja hacia la puerta, pero se queda en blanco cuando ve a su hermano, su cuñada y su sobrino detrás de la misma.
-¡Feliz cumpleaños! -grita Anggele, abrazando a Aiby con todas sus fuerzas-. Ay, no saben lo emocionada que estoy -besa su mejilla y la suelta para correr hacia mí y abrazarme también-. Feliz cumpleaños para ti también.
-Gracias -es todo lo que digo, solo para molestarla.
Se ríe y se vuelve hacia Aibyleen.
-¡Les trajimos un montón de regalos! -dice ella emocionada-. Ah, y una pizza.
-¿Trajeron pizza? -dijo mi novia emocionada, tanto como para venir hacia mí con el bebé en brazos-. Amor, ¿puedo comer pizza? Hace un montón de tiempo no lo hago, por favor.
-Sí, tu madre y tu doctor dieron autorización -dio un pequeño salto en su lugar y se impulsó para besarme cortarme.
-Gracias -se aleja de nuevo para ir con Anggele.
Demián sacude la cabeza y con una sonrisa me da un corto abrazo.
-¿Qué se siente tener veintinueve? -no paso por alto la burla en su voz.
-No lo sé, dime qué se siente ser un vejestorio de treinta y tantos, ¿Mmh? -frunce el entrecejo y se encoge de hombros.
-¿Cómo la ves? -señala a su hermana.
-Está mejorando bastante -admito, caminando hacia la mesita de cristal en un rincón de la sala-. Aún se agota fácilmente, pero parece estar más activa que hace dos semanas.
-Gracias -acepta el trago que le doy-. Yo también la veo diferente.
-Los últimos exámenes han arrojado muy buenos resultados, su hemoglobina está subiendo, ahora solo falta el tratamiento para las plaquetas.
-Hablas como médico -dice el con una sonrisa.
Observo a Aibyleen sonreír con libertad, luciendo tan feliz y completamente hermosa.
¿Qué no haría por ella?
-Por ella sería un astronauta.
★★★
Aiby mejora y Sebastián nos enamora.
¿Quien quiere un Sebastián?
¡Cumplen años el mismo día!
Es que son tal para cual.
Se acerca el final, y no quiero. ¡Me niego!
¿Expectativas?
¿Que creen que pasará?
¡Voten y comenten mucho!
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