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35. Aibyleen.

Por primera vez en la noche me tomé la libertad de observar la azotea que estaba hermosamente decorada para la ocasión, como cada año en víspera de año nuevo. Las horas siguieron pasando amenas, mamá y la tía Daniela estaban como locas, parecían dos adolescentes. Por otra parte, mi novio y los demás hombres de la familia se envolvieron en una conversación extensa sobre trabajo, trabajo y más trabajo.

Perdí de vista a Nathaly y lo agradecí bastante, no quería verla. Verla con mi ex -cosa que no me importa-, era extraño. No porque me sienta dolida por eso, solo que saber que ella, en vez de buscar a cualquier otra persona, quiso establecer una relación con Stuart.

Lo que sucedió entre nosotros fue pasado y es algo que, sinceramente, no quiero recordar. Pero, de alguna manera, me parece una total desfachatez de su parte.

Intentando ignorar aquellos pensamientos, me quedé junto con Anggele gran parte de la noche.

-No puedo creer que te vayas a casar con Demián -dije emocionada, observando el anillo de oro en su dedo.

-Yo tampoco -suspira, luciendo enamorada y soñadora-. Después de todos estos años y lo que pasamos juntos, creo que ambos no merecíamos una oportunidad para ser felices.

Sonreí, realmente estaba feliz por ella y por mi hermano, ellos eran la pareja ideal. No tenía dudas de que serían felices por siempre.

-Estoy embarazada -soltó se pronto y yo me atraganté con el champagne.

Dejé la copa en la mesa y tomé una lenta respiración para alejar el picor en mi garganta. Dejé de toser y solté el aire por la boca.

-¡¿Qué?! -ella asintió, sonriendo un poco-. ¡¿Seré tía?!

-Si todo sale como esperamos, sí, serás tía -expresó.

-¡Ah! ¡No lo puedo creer! -me levanté de la silla para ir a abrazarla-. Eres la mejor de todas, me darás un hijo.

Ella soltó una carcajada y me abrazó fuerte antes de volver a su lugar y yo al mío.

-Vaya -estaba tan sorprendida que no sabía que decir-, habrá un bebé en la familia.

-Sí, yo también estoy aún sorprendida -se mordió el labio y soltó una risa después-. Demián está muy contento, creí que lo tomaría mal, pero veo que me equivoqué.

-¿Por qué debía tomarlo mal? Tendrá un hijo, es una dicha poder decir eso -musité, sonreí-. Estoy muy feliz por ustedes, de verdad.

-Gracias -apretó mi mano y después observó detrás de mí, cambiando su expresión a una totalmente seria-. Oh, oh. Eso no se ve bien.

-¿Qué? -me giré un poco y observé hacia la barra libre, Sebastián estaba sentado en una de las bancas con un trago en la mano, pero no estaba solo, Stuart parecía entretenido contándole quien sabe qué-. Mierda.

-Creo que deberías ir a ver -murmuró Anggele, y creo que tenía razón, ya que Sebas apretaba la mandíbula con fuerza, como cada vez que se enojaba.

Esto no es bueno.

-Veré que pasa -ella asintió y yo me puse de pie, caminando hacia mí novio.

Los nudillos de Sebastián se movían contra la barra de mármol constantemente, y supe casi de inmediato que estaba exasperado. Me apresuré a llegar a él y a saber qué estaba pasando, y a medida que me acercaba, alcancé a escuchar la voz de Stuart.

-Viene de familia, supongo -había dicho, pero no supe a lo que se refería.

-Hey, guapo -me acerqué a mi novio, quién sonrió en cuanto me vio-, ¿todo bien?

-Todo perfecto -musitó, besando mi mejilla.

Algo en sus ojos me decía que se estaba conteniendo, lo conocía y sus pupilas estaban demasiado dilatadas, demostrando el nivel de enojo que estaba almacenando en su interior. Acaricié su mejilla en un intento de atraer toda su atención a mí, pero no parecía funcionar.

-¿Aiby? -Stuart pronunció mi nombre, y aunque no quise mirarlo, respondí.

-¿Sí? -fue todo lo que dije.

-Espero no haya problema con el hecho de que esté saliendo con Nathaly -murmuró, mi ceño se frunció y fue entonces cuando me giré para enfrentarlo.

-¿Problema? -arqueé una ceja-. ¿Por qué debería haber un problema?

Sonrió, como si supiera algo que yo no.

-Vamos, no tienes que fingir -comunica, y yo estoy a un segundo de estrellar mi mano contra su maldita cara-, los dos sabemos que te molesta.

-¿Que me molesta qué? -di un paso hacia él.

-Basta -la mano de Sebastián tiró de mí abrigo, lo sentí ponerse de pie y poner su mano en mi abdomen-. Mira, no te conozco, pero es mejor que no busques problemas.

-No sé para qué la defiendes -murmuró, y pedí con todas mis fuerzas que no dijera nada que pudiera arruinarme el día, en serio que lo pedí-, es una zorra más del montón, después de todo.

Listo, lo dijo, ya no había marcha atrás.

-¡Jamás en tu maldita vida vas a encontrar a alguien como yo! -me dijo, tenía los ojos inyectados en sangre y las lágrimas caían como cascada por mis mejillas-. Estás loca. ¿Quién podría quererte?

Abrí mis ojos para alejar el recuerdo de mi mente y jadeé justo cuando sentí como Sebastián dejó de tocarme y avanzó hacia Stuart.

-No, Sebastián -logré tirar de su brazo justo antes de que lograra golpearlo, suficiente tenía ya con tenerle de frente.

-No sabes con quién carajos te estás metiendo -siseó mi novio, a unos cuantos centímetros del castaño-, así que te aconsejo que jamás en tu puta vida te vuelvas a acercar a ella, ¿me escuchaste?

-Ya basta -me puse delante de él, buscando sus ojos, pero estaba demasiado molesto como para prestarme atención-. Amor, mírame...

-¿Me estás amenazando?

-No necesito amenazarte...

-Para, por favor -puse mis manos en su pecho para que no avanzara más, me estaba entrando la desesperación y mis ojos se habían llenado de lágrimas-. Mi amor, basta ya...

-¿Qué es lo que pasa? -la voz de Demián había sido un soplo de aire fresco.

-Saca este tipo de aquí -espeté, observando a ese imbécil con odio, hice retroceder a Sebastián-. Vámonos -estaba reacio, pero tan terco como era, no lo iba a dejar aquí-. Sebastián.

Mi tono de voz sonó demandante, sus ojos grises se estancaron en los míos duros y molestos. Apretó la mandíbula otra vez y retrocedió, tomó mi mano y entonces fui capaz de hacerlo caminar en dirección contraria. Su mano temblaba, mi cuerpo estaba tenso.

No puedo creer que haya pasado esto.

-¿Qué sucede, cariño? -mi madre llegó a medio camino, entonces Sebastián soltó mi mano y siguió de largo hacia el ascensor.

Fruncí el ceño ante su gesto, totalmente confundida por su extraña actitud hacia mí, pero me concentré en mi madre.

-¿Qué hace Stuart aquí, mamá? -susurré hacia ella, suspiró y me miró con arrepentimiento.

-Cariño, sé que ustedes tuvieron algo y aunque no quieras contarme, también sé que fue algo malo -bajé la mirada y me pasé la mano por la frente-. Comenzó a salir con Nathaly hace como seis meses, no lo sé -terminó por decir-. Tu tío Vlad dice que no es nada serio, que es un capricho de Nathaly, ya sabes cómo es.

-Lo sé, mamá, lo sé perfectamente -escupí-. Sé que me odia por alguna extraña razón que no conozco y le encanta hacerme saber que siempre, aunque yo me esté superando, ella estará un paso antes que yo.

-Nena, ella es infantil, incluso su padre lo sabe -sus manos acariciaron mi cabello-. Siempre supe que Stuart no era el hombre para ti, y cuando él se alejó, fui la mujer más feliz del mundo -sacudí la cabeza ante su sonrisa malvada-. Deberías darle las gracias a Nathaly por quitarlo del camino, es más, ignora el hecho de que están aquí y están juntos.

Me removí inquieta y me dije a mi misma que debía hacerles caso a las palabras de mi madre, después de todo, ella siempre tenía razón.

¿Qué me importaba a mí el hecho de Stuart y Nathaly estuvieran junto? A la mierda los dos. Ninguno de ellos aportó nada bueno a mí vida, que se vayan al demonio.

-Por ahora -su voz me sacó de mis pensamientos-, deberías buscar a tu príncipe azul, al parecer estaba molesto.

-¿Por qué tiene que ser tan terco? -me sentía exasperada.

-Los hombres son tontos, hija -me sonríe-. Tu padre es el vivo ejemplo de ello.

-Ya me imagino -bufé.

-¿Crees que bajarán de nuevo? -me preguntó.

-No lo creo, sinceramente -suspiré.

-Bueno, feliz año nuevo -besó mi frente.

-Feliz año nuevo, mamita mía -besé su mejilla y fui directamente al elevador.

Mordí mi labio inferior y retorciendo mis dedos entre sí, esperé a que el ascensor bajara. Estaba asustada y ansiosa, no tenía idea de las atrocidades que le habrá dicho Stuart a Sebastián antes de que yo llegara.

Salí del elevador y caminé por el pasillo hasta llegar a la habitación, empujé la puerta que se encontraba entreabierta y supe que Sebastián la había dejado así porque sabía que yo no tenía llave.

Cuando entré lo vi de pie frente a la mesita de cristal que estaba en una esquina de la habitación mientras se servía un vaso de whisky, suspiré y cerré la puerta detrás de mí. Su rostro se giró un poco, pero en vez de mirarme, siguió con lo que estaba haciendo.

-¿No vas a hablarme? -cuestioné con voz calmada, y me llené de irá cuando mi pregunta se respondió sola-. ¿Sebastián?

Nada, y con el pasar de los segundos la rabia se convierte en miedo.

¿Y si le dijo algo?

Las manos me comenzaron a temblar y un nudo se instaló en mi garganta.

-Te habló de mí, ¿verdad? -susurré, estaba a un segundo de echarme a llorar. Me pasé las manos por el cabello y tragué con fuerza cuando lo vi girarse y caminar hasta el sofá que se encontraba en medio de la habitación. Se apoyó en el respaldo, aún de pie y cruzó sus brazos sobre su pecho-. Te dijo algo y por eso estás así.

Intenté adivinar, pero él parecía no querer hablarme. La sensación de ansiedad comenzó a recorrer mi cuerpo y las náuseas aparecieron, pero me mantuve firme todo lo que pude. Caminé hacia él despacio, atenta a cualquier signo de rechazo, puse mis manos en su pecho.

-¿Estás enojado conmigo? -pregunté aterrada, y él debió notarlo porque su entrecejo se frunció.

-No, no estoy enojado contigo -sujetó mi rostro entonces, secando una lágrima que no sabía que había derramado-. Preciosa, ¿qué...?

-¿Qué fue lo que te dijo? -susurro, dejando que la ansiedad se vaya de a poco.

No está molesto conmigo. No está molesto conmigo.

-No tiene caso hablar sobre eso -dejó de tocarme y volvió a parecer enojado, solo que ahora sé que su rabia no va dirigida a mí.

-Yo quiero saber.

-¿Por qué es tan importante?

Porque no quiero que pienses que estoy loca.

Estuve a un segundo de soltar aquello, pero solo opté por encogerme de hombros.

-Bueno, aparte de presumir que tuvo una relación contigo mucho antes que cualquier otra persona -apretó la mandíbula y se cruzó de brazos otra vez-, tuvo el descaro de decirme lo increíble que eres en la cama -abrí la boca totalmente indignada... ¡¿Por qué carajos había dicho eso?!-. Claro, eso último ya lo sabía, pero estoy completamente seguro que eres mejor conmigo.

Le di un golpe en el pecho por ser tan idiota.

-No puedo creerlo -me di un leve golpe en la frente.

-Lo que no se puede creer es que hayas estado con semejante hijo de puta -espetó, enfurecido en su totalidad.

Él tenía razón en cierta forma, ni siquiera yo sabía por qué había estado con ese idiota.

-Tenía diecisiete -comenté-, creí que el amor podía salvarme y sacarme del agujero negro en el que me había sumergido, y en aquel momento, Stuart parecía ser una buena opción -suspiré, bajé la mirada y me concentré en mis uñas-. Él era bueno conmigo, al principio, pero cuando todo comenzó a empeorar con respecto a mi salud, pareció ser feliz con mi sufrimiento.

>> Estaba estancada, no veía más allá de mis ojos, entonces me aferré a él como mi único salvavidas. Sin saber que, en realidad, él solo me estaba hundiendo. Me duele saber que era tan frágil en aquel entonces que soporté todos sus malos tratos, simplemente para que no me terminara. Eso me fue consumiendo de a poco, hasta el punto de creer que nadie más querría estar conmigo por todo lo que padecía.

Sacudí la cabeza y me negué rotundamente recordar aquellos años tan horribles, más si Stuart hacia parte de esos momentos tan desastrosos. Sequé la humedad de mis mejillas y sonreí hacia mi novio, pasé mis manos por su cuello y apoyé mi frente contra la suya.

-Cuando nuestra tóxica relación terminó, yo ya había comenzado a ver las cosas con más claridad y fue por eso que decidí salir de ese círculo vicioso que tenía con él -musité, cerré los ojos y suspiré-. Inicié mis terapias y elaboré una lista mental de todo lo que debía tener el chico ideal para mí -sonreí con picardía y observé sus ojos grises en cuanto abrí los míos-. Tenía un molde hecho a la medida, pero resulta que terminó siendo muy pequeño -acaricié sus mejillas cuando sus manos fueron a mi cintura-. Eres más perfecto de lo que esperé.

Me quitó los mechones rubios que caían sueltos sobre mi rostro, y acarició mi mejilla en el proceso.

-¿Sabes algo? -murmuró, negué-. Ese tipo, es un maldito imbécil que no supo apreciar lo que tenía en frente. Mírate, una mujer como tú, hermosa e inteligente, con una sonrisa preciosa y una mente tan sucia y pervertida -se ríe, haciéndome sonrojar y sonreír en medio de la presión que tenía en el pecho-. Con una risa fácil y cálida. Aunque me cueste admitirlo, eres el deseo de todo hombre, peach, en especial el mío -mi respiración se atascó en mi garganta, su mano se cerró alrededor de mi cuello y bajó su rostro aún más hacia el mío-. Lastimosamente para todos los demás, ahora eres mía y no te dejaré escapar jamás.

Sonreí ante su confesión, y abracé su cuello con mis brazos. Cerré los ojos y me dije mentalmente que no tenía que temerle a nada. Sebastián me quería, lo sabía, lo notaba. Estaba segura entre sus brazos, y solo pude besarlo para demostrarle que yo sentía lo mismo por él.

-Eres indispensable para mí -dije sobre sus labios, sujetando su perfecto rostro entre mis manos-. Mi vida no es la misma desde que me besaste aquel día en el estacionamiento del Marriott. Revolucionaste mi mundo, Sebastián McCain, y estoy segura de que te querré en mi vida para siempre.



¡Sin drama no soy nadie!

¿Qué les parece Stuart?

¿Y la prima Nathaly?

¡Sígamos con el maratón!

Comenten muchos "🍑" y "❤️" para continuar.

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