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El amor es el fin último del hombre.

Éste es un pequeño songfic que como verán surgió de la canción de Sin Bandera " En ésta no" les recomiendo que mientras leen la escuchen, es hermosa, y si lo pnesamos de forma adecuada, esta puede ser la única alternativa que ellos tengan para realmente amarse en algún punto entre el tiempo, el ser y la existencia. Como buena budista, pienso que habrá más vidas después de ésta que vivimos y que los lastres que cargamos se van despejando día a día sacrificando un poco de lo que somos, ellos podrían estar sacrificando mucho más de lo que imaginamos sólo por llegar al nirvana donde por fin sean libres de toda pena o culpa.

Quizá por ahora no, pero quién sabe...

Como dice Buda:

"El amor es el fin último del hombre"

Link de la canción:


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Algunas personas suelen creer que tras la muerte de un ser humano hay un edén, un paraíso o un reencuentro con el creador de la vida, sin embargo lo cierto era que para él cuando la muerte te abraza no queda nada de un humano que pueda salvarse, nada físico al menos. Para él no existía una verdad contundente, sólo el presentimiento de que morir era el inicio de algo nuevo. De una existencia donde podías purgar las condenas de las malas acciones o disfrutar de la redención de todos aquellos sacrificios que en vida se tuvieron que hacer para llegar a ser feliz. La muerte era simplemente una oportunidad que se le brinda a todos sin importar la edad, la causa, o las circunstancias, el final de una vida siempre logra alcanzar a todo ser. Eran tantos los misterios que rodeaban la culminación de un cuerpo orgánico, que él prefería creer que dentro de cada quién existía un destino místico irreversible.

El suyo, su destino, su fin, su todo era el amor.

Porque él sabía que amaba, que lo hacía sin límite, y que a pesar de todo en ésta vida la prueba más fuerte de ese amor era vivir sin obtener del todo ese sentimiento de forma recíproca.

En ésta no,

No me toca ser el que te ama,

Ni nos toca hacer juntos la cama,

Ni ver cuerdas de reloj.

Parecía un castigo, una cruel bendición tener a la persona que motiva tu existencia siempre a tu lado sin tener permitido actuar como el corazón manda, era una tortura permanecer en el mismo mundo y tiempo sin poder tocarla, besarla, abrazarla ,amarla y disfrutarla. El suplicio se tornaba eterno cuando al mirarse en los ojos del otro, encontraban las diferencias que les hacían uno, ese parecido que odiaban y glorificaban a la vez. Podía ver el amor correspondido en los gestos de su hermano, sentía fuegos artificiales en sus entrañas con cada roce de sus pieles aunque fuera algo mínimo, ellos existían el uno para el otro, pero no existían entre sí para embeberse del contrario.

En ésta no,

No coinciden nuestros universos,

Ni podemos escribir un verso,

Que describa nuestro amor.

Sabía que intentar llegar más allá de lo permitido sería anular la oportunidad de despertar en el mundo una vez más con la posibilidad de encontrarse en el mismo plano existencial y por fin tomarse de las manos sin el miedo que corría sus cuerpos. Ellos habían tenido piel contra piel, se habían poseído de mil maneras distintas y de besos estaba cubierto el pecho de ambos. Cada uno más culpable que otro, cada caricia ardiente se marcaba como ese todo y nada que dejaban a su paso los desfiles de amor una sutura de la herida más profunda que cualquier humano hubiera sobrevivido. Se habían empapado con el vaho de sus alientos, el sudor recorrió lo seco de cada palmo de sus corazones enamorados. Todo se dio de forma tan natural, como si en algún punto del pasado en el que sus almas ya hubieran vivido el amor fuera quien les forjara.

Entre ambos el habría o hubiera no tenía cabida, todo existió y así como su parte física hiciera combustión con cada demostración de cálida pasión, su paz menguaba con culpa. Tantos años se engañaron con la poca importancia que le dieron al hecho innegable de la misma sangre en sus venas, que al final esto pesaba más que el sinsabor de alejarse de a poco con tal de no perturbar lo que esperaban, llegara en algún punto benevolente del destino.

En ésta no,

No nos toca caminar el mundo,

Ni viajar hasta lo más profundo,

De este cielo que se abrió.

Tom miraba a Bill con anhelo y con cientos de promesas escitas en sus ojos, cada acción era para saldar la deuda con la que la fatalidad les había encerrado en un laberinto eterno sin salida algún más que el final de cada uno para reiniciar de nuevo. También pensaba que seguramente en sus pasados ellos se habrían amado tanto que el camino a seguir por ambos en ésta "su existencia" era imposible verse separados. Algunas otras veces sus cavilaciones eran un tanto más sombrías y aterradoras, se imaginaba como la víctima de sus acciones pasadas, como si él o ambos hubieran cometido alguna clase de pecado que menguara sus oportunidades de amarse como sólo los amantes están permitidos.

Pero al final la resolución era la misma...

En ésta no,

Nuestra historia nunca comenzó...

Bill esperaba, muchas veces con paciencia, ignorando los golpes que su historia sufría con cada día vivido, luchando por desligarse del frío que sentía lejos de los brazos que más de una vez le cobijara en promesas de infinitos y por siempres, de te amos llenos de silencios y de alegrías cubiertas de besos y susurros. Otras simplemente se dejaba llevar por la desesperación de no poder actuar como quisiera, tomaba los caminos más sencillos que de alguna forma terminaban por recordarle que por cada error contra su lógica y su razón, aquel amor por el que iniciaba todo podría demorar no una ni dos, quizá más vidas en el lapso de la muerte y el retorno culminante donde ellos pudieran simplemente estar.

Tal vez en otra vida

Pueda darte todo lo que siento ahora,

Tal vez en otra vida

Me toque en tu cuerpo contemplar la aurora,

Tal vez en otra vida seamos tú y yo,

Y cante nuestra piel con una misma voz,

Tal vez en otra vida

Beba de tu boca todas esas ansias,

Tal vez en otra vida

Este amor distante acorte las distancias,

Tal vez en otra vida se nos dé la luz,

Tal vez en otra vida seas primero tú,

En ésta vida no.

Ambos habían decidido seguir el ciclo natural de la vida, cada quien por un camino que a pesar de estar ligado al otro, no los llevaba de la mano por las laderas de la felicidad, se tenían sí, existían, sí, se amaban pero con cada paso que uno diera el otro marcaría aquello como un mal necesario sobre la pena que estrujaba su voluntad de algún día en algún lugar estar con el otro en la realidad de un mundo sin trabas.

En ésta no,

No nos toca decirnos te quiero,

Ni cuidar lo poco de dinero

Que ha quedado en el cajón.

En ésta no,

Aunque duela tanto aceptarlo,

Y me quede con ganas de dar

Lo que me quema el corazón.

En ésta no,

Nuestra historia nunca comenzó...

Se veían perdidos, se sentían lejanos, y dolía, dolía como jamás nada podría lastimarlos. Él con ella sirviendo a la obligación de la normalidad en la tierra, y su hermano sólo, acompañado de tantas personas que no llenaban ni una remota fracción de lo vacío de su corazón. Con cada beso dejado en el cuerpo ajeno, se recordaba que siempre después de la tormenta la calma llegaría. Cuando se veía a sí mismo tomando una mano que no era la de Bill, lloraba en silencio por la poca protección que sostenerse de una tabla de salvación le daba. Sonrisas falsas le apuñalaban en ese órgano que se empeñaba en no ser inmune al dolor.

Tal vez en otra vida

Pueda darte todo lo que siento ahora,

Tal vez en otra vida

Me toque en tu cuerpo contemplar la aurora,

Tal vez en otra vida seamos tú y yo,

Y cante nuestra piel con una misma voz,

Tal vez en otra vida

Beba de tu boca todas esas ansias,

Tal vez en otra vida

Este amor distante acorte las distancias,

Tal vez en otra vida se nos dé la luz,

Tal vez en otra vida seas primero tú,

En ésta vida no, de la distancia y la tragedia.

Mientras tanto, tras la cortina Bil se dejaba "amar" por quien le ofreciera un rápido y certero alivio a ese recuerdo de lo que fue y al deseo de lo que tal vez sería. No era un venganza, ni una revancha, era como su destino estaba planeado desde que aquella fracasada relación con su hermano vio el final al notar que no podían seguir así, arriesgando no sólo su integridad ante un mundo que ejerció un poder absoluto en ellos, también arriesgaba lo eterno de sus próximas vidas, ambos tuvieron miedo de verse tan mancillados dentro de la acción de amar. Consideraba que por cada uno de sus errores era castigado con ver a su hermano "feliz" con ella.

Por ahora nada importaba porque al final, en el recuento de sus días serían ellos quienes algún día fuera lejano o cercano verían la muerte no como el final de una historia de un amor trágico plagado de sufrimientos y penurias. Ellos verían a la muerte como el último dolor antes de poner fin a la distancia que los separaba de a poco. La muerte sería ese gran paso a la eternidad de un amor junto al otro y la gran verdad que como punto exquisito en el libro de sus vidas marcaría el inicio de un párrafo nuevo, lleno quizá de poesías dulces, de palabras ardientes y de versos únicos.

Mientras tanto ambos sabían que lo que se les negó sería el paso esencial el su próxima vida terrenal.

Tal vez en otra vida se nos dé la luz,

Tal vez en otra vida seas primero tú,

En ésta vida no.

u46

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