27
Cuando entré por la puerta de la torre, una sensación de antigüedad y misterio me envolvió. La penumbra densa apenas dejaba entrever los contornos de la sala, haciendo que cada detalle fuera difícil de distinguir. El suelo áspero crujía bajo mis pies con cada paso. Las paredes estaban cubiertas de musgo y enredaderas, la humedad del lugar impregnaba el aire con un olor terroso.
Podía diferenciar inscripciones talladas en las paredes, símbolos y runas cuyo significado desconocía.
El techo abovedado se alzaba sobre nosotros, con vigas de madera que crujían bajo el peso de los siglos. A cada lado de la sala, había estanterías de madera llenas de libros y pergaminos, muchos de ellos cubiertos de telarañas y polvo. Los muebles antiguos estaban dispersos por la sala, con mesas de madera oscura y sillas de respaldo alto, todas ellas mostrando signos de abandono y deterioro. Podía sentir la presencia de aquellos que habían pasado por aquí antes que nosotros, sus historias impresas en el ambiente.
Al levantar la vista, mi mirada se encontró con una escalera de caracol que se elevaba hacia las alturas en el centro de la habitación. Sus peldaños desgastados por el paso de innumerables generaciones. El pasamanos, adornado con intricados detalles, parecía invitar a explorar lo desconocido.
Una cadencia silenciosa llenaba el espacio con una sensación de solemnidad y anticipación. Me detuve por un momento, dejando que la atmósfera me envolviera por completo, preparándome mentalmente para el desafío que nos esperaba más arriba.
—Al parecer tenemos que subir —comenta Sasha.
La luz parpadeante de la antorcha de Brom apenas iluminaba los escalones estrechos y empinados mientras ascendíamos por la escalera de caracol. Cada paso resonaba en el silencio de la torre, creando un eco que se desvanecía en la oscuridad que nos rodeaba. Aunque traté de mantener la calma, el miedo se insinuaba en mi pecho, como una sombra acechante que amenazaba con envolverme por completo.
Mis dedos se aferraban con fuerza al pasamanos de piedra, buscando estabilidad en medio de la incertidumbre. El susurro del viento se colaba por las rendijas de la torre, trayendo consigo un murmullo ominoso que hacía que mi piel se erizara.
—¿Listos para esto? —preguntó Brom, su voz resonando en la tenebrosidad —. Los secretos del universo nos serán revelados si aprendemos a escuchar el silencio.
Asentí con valor, a pesar de sentir cómo mi corazón martilleaba en mi pecho. Sabía que no podíamos dar marcha atrás, que el éxito de nuestra misión pendía de un hilo y de lo que encontráramos al final de esta escalera.
—Estamos aquí por una razón, no vamos a rendirnos ahora.
Traté de tomar fuerzas mientras continuábamos subiendo, cada escalón acercándonos un poco más al corazón de la torre. No podía permitir que el miedo me dominara. Con cada paso que dábamos hacia adelante, me repetía a mí misma que éramos un equipo, que juntos éramos más fuertes. Y cuando por fin alcanzamos la cima de la escalera, nos enfrentamos a otro majestuoso portón de madera.
Frente a nosotros, un troll se alzaba en la oscuridad como una colosal figura de piedra y musgo. Su espalda encorvada y ojos pequeños contrastaban con un rostro rugoso y deformado. Uno de sus dientes estaba roto y una larga cicatriz surcaba su mejilla. Sus manos, enormes y carentes de delicadeza, sostenían con firmeza un hacha desgastada por el tiempo y el uso. A pesar de su aspecto formidable, emanaba una sensación de calma y serenidad, como si llevara siglos de experiencia en su posición de guardián de la torre.
—Bienvenidos... intrusos. Mi nombre es Alastor, soy el vigilante de este lugar —gruñó el guardián, nos observaba con una mezcla de curiosidad y hostilidad —. ¿Qué asuntos les traen a la morada de Fayre?
Brom dio un paso adelante, manteniendo la calma a pesar de la presión palpable en el aire.
—Hemos venido en busca del dragón —respondió, su voz firme y segura—. Tenemos asuntos urgentes que discutir con él.
—Fayre no recibe visitas, especialmente de forasteros como ustedes. ¿Qué les hace creer que tienen el derecho de perturbar su sueño?
—Oh, no te preocupes, no estamos aquí para una charla amistosa. Tenemos negocios que atender y no planeamos quedarnos mucho tiempo —Esmeralda intervino con su habitual sarcasmo, su tono goteando con desdén.
El guardián gruñó en respuesta, su postura endureciéndose aún más como si estuviera listo para atacar en cualquier momento.
Al parecer no le gustó el comentario de la vampira.
Nos miramos unos a otros, conscientes de la delicada situación en la que nos encontrábamos. Necesitábamos encontrar una manera de convencer al guardián de que nos permitiera acercarnos a Fayre, no podíamos a dejar que nada ni nadie se interpusiera en nuestro camino.
—Entendemos tus preocupaciones, pero nuestras intenciones son pacíficas. Solo queremos pedirle ayuda a Fayre para un asunto de suma importancia que afecta a todo nuestro mundo —expuse.
El guardián gruñó, su ceño fruncido aún más. Era evidente que no estaba convencido por nuestras palabras.
—Los humanos siempre tienen sus problemas, pero eso no significa que Fayre deba involucrarse en ellos. Él ha dormido durante siglos, protegido por nosotros, y no será perturbado por tus caprichos.
—Es el último dragón que queda desde la última guerra. Su poder podría ser nuestra única esperanza para evitar un desastre aún mayor —respondió Brom con calma, buscando encontrar un terreno común con el guardián.
El guardián troll frunció el ceño, sus arrugadas mejillas temblaban ligeramente bajo la luz parpadeante de las antorchas que iluminaban la sala.
—Los humanos son criaturas volátiles, siempre en busca de más poder y dominio. Fayre es nuestro tesoro más preciado, el último vestigio de una era olvidada —explicó el guardián —. Su despierte podría desencadenar conflictos y destrucción si no son dignos de ello.
—Si hay una oportunidad de usar su poder para proteger nuestro mundo, debemos tomarla —insistió Brom, con la esperanza de persuadir al guardián de la importancia de su causa.
El troll nos observó con atención, como si estuviera evaluando la sinceridad de nuestras palabras. Finalmente, después de un largo momento de silencio, asintió lentamente.
—Está bien, pero solo uno de ustedes puede pasar, y será aquel que demostrarle a Fayre valor verdadero y un corazón puro —declaró —. Solo tú, la de cabellos de fuego, solo tú puedes cruzar este umbral.
Con el peso de la responsabilidad sobre mis hombros, me sentí observada por los ojos penetrantes de Alastor. Su mirada me dijo todo lo que necesitaba saber, es mi turno de demostrar que era capaz de continuar yo sola. Era la única esperanza para Carlos y Gwyndolin, y estaba lista para enfrentar cualquier desafío que se interpusiera en mi camino.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro