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20

Capítulo dedicado a mi abuelo.
Feliz cumpleaños🤍 05/23

A la mañana siguiente, los primeros rayos de sol se colaron por la ventana, llenando la habitación con una cálida luz dorada. El resplandor del amanecer iluminaba los paneles de madera gastada, creando patrones de luz y sombra que bailaban amistosamente en las paredes. Nos despertamos temprano, conscientes de la importancia de aprovechar cada hora de luz para el arduo viaje que nos esperaba. El aire de la mañana nos despejaba las mentes y nos llenaba de una renovada sensación de brío. Nos levantamos de nuestras camas, cada movimiento cargado de propósito mientras nos preparábamos para la marcha.

Sasha, ya se encontraba despierta y en plena actividad, nos esperaba en la cocina. Había preparado un desayuno sencillo, pero nutritivo para darnos fuerzas: avena con frutas secas y miel, acompañada de pan tostado y té caliente. Nos sentamos alrededor de la mesa una vez más, agradecidas por la comida y la hospitalidad de nuestra nueva aliada.

—Es importante que tengamos suficiente energía —nos expuso mientras servía el té—. No sabemos qué nos vamos a encontrar en el camino.

Después de desayunar, comenzamos a reunir nuestras pertenencias y a prepararnos para partir. Ella también tomó sus propias provisiones, añadiendo a su bolsa personal algunos frascos con pociones y ungüentos, así como una daga de hoja corta y afilada. Nos mostró uno de los mapas que tenía en el que había marcado detalladamente la ruta a seguir para llegar a Trolgrot sin ser detectadas por los esbirros del Sur.

—Seguir esta vía nos permitirá obviar las zonas más peligrosas —dijo, señalando los puntos clave en el mapa—. Será un trayecto largo, pero es nuestra mejor opción para llegar a nuestro destino sanas y salvas.

Nos miramos entre nosotras, asintiendo con determinación. Sabíamos que el viaje no sería fácil, pero también éramos conscientes de que no teníamos otra opción. La misión de salvar a Gwyndolin, a mi hermano y, en última instancia, a nosotros mismos, dependía de nuestra valentía y perseverancia.

Antes de salir, Sasha nos entregó unas capas de viaje, que al parecer había preparado. Las capas eran de un tejido resistente y cálido, ideal para protegernos del frío y las inclemencias del tiempo.

—Aquí tienen, chicas —nos entregó una a cada una —. Estas nos ayudarán a movernos con discreción y evitar las miradas curiosas.
Zelly y yo nos colocamos las capuchas sin problemas, pero cuando Sofía, intentó ponerse la suya, nos dimos cuenta de que era demasiado grande para ella. El hada, al ser considerablemente más pequeña que las demás, quedó prácticamente envuelta en la tela, pareciendo más una criatura atrapada que lista para el combate.

Sasha se rió suavemente al ver la situación.

—Lo siento, Sofía. No pensé en las diferencias de tamaño cuando las preparé —se inclinó y buscó en su bolsa de pociones. —. Pero no te preocupes, tengo justo lo que necesitamos.

Extrajo una pequeña botella con un líquido brillante y violeta.

—Esta es una poción de reducción. No te preocupes, solo afectará a la capucha —Sasha vertió cuidadosamente unas gotas sobre la capucha mientras pronunciaba un encantamiento en voz baja. Al instante, la tela comenzó a encogerse, acomodándose perfectamente al tamaño diminuto del hada.

—¡Gracias, Sasha! —Sofía sonrió agradecida, ajustándose la capucha.

Con todo listo, nos dirigimos a la puerta de la cabaña. El viento fresco de la mañana nos recibió mientras dábamos el primer paso hacia nuestro destino. La luz del sol, ahora más brillante, iluminaba nuestro camino, y aunque sabíamos que el viaje estaría lleno de desafíos, estábamos preparadas para enfrentarlos juntas.

La brisa matutina nos acariciaba el rostro y el canto de los pájaros acompañaba nuestros primeros pasos hacia la aventura. La intrepidez en nuestros corazones ardía con fuerza, alimentada por la certeza de que, sin importar lo que encontráramos en el camino, lucharíamos con todas nuestras fuerzas para alcanzar nuestro propósito. Salimos del lugar, listas para enfrentarnos a lo desconocido. Sin embargo, cuando miré hacia atrás, esperando ver la acogedora cabaña que nos había servido de refugio, me encontré con un paisaje asombroso.
La casa de Sasha empezaba a desvanecerse ante nuestros ojos, como si la madera y la piedra se disolvieran en el aire. Fue un espectáculo sorprendente y un tanto inquietante. Las paredes de la cabaña se transformaron en niebla, y luego en pequeñas motas de luz que se mezclaron con los rayos del sol, desapareciendo completamente en el entorno del bosque.

Las vetas de la madera se convirtieron en ramas, las piedras en hojas, y pronto no quedó rastro alguno del lugar donde habíamos pasado la noche. Era como si nunca hubiera existido, como si el bosque hubiera reclamado lo que siempre le perteneció. El proceso fue tan natural y fluido que me quedé sin aliento, maravillada por la magia que se había utilizado.
Donde antes estaba la cabaña, ahora solo había un pequeño lago, sus aguas cristalinas reflejando el cielo mañanero. Los bordes estaban adornados con juncos y flores silvestres, creando un cuadro de serenidad y belleza. El líquido era tan claro que podíamos ver pequeños peces nadando cerca de la orilla, y el sonido suave del agua lamiendo las piedras era tranquilizador.

Me volví hacia Sasha, buscando alguna explicación. Ella sonrió, leyendo la pregunta en mis ojos.

—Mi hogar tiene un encantamiento especial para asegurar que nadie pueda encontrarla fácilmente cuando estoy o no estoy cerca —explicó con suavidad—. Ahora que partimos, el bosque la ha reclamado temporalmente. Este lago es lo único que queda como testimonio de nuestra estancia.

Nos quedamos un momento en silencio, observando el lago y asimilando la magnitud de la magia de Sasha. No solo nos había dado refugio, sino que también había asegurado que no dejaríamos rastro, protegiéndonos de cualquier amenaza que pudiera rastrearnos.

—Es impresionante —solté con una voz llena de admiración—. No sabía que la magia podía ser tan... armoniosa.

Ella asintió, su mirada fija en el lago.

—Esta magia que realizo está profundamente conectado con la naturaleza. No es solo poder, sino también equilibrio y respeto por el mundo que nos rodea. Por eso, siempre que sea posible, trataremos de dejar el menor impacto posible.

Zelly y Sofía también observaban en silencio, comprendiendo que esta aventura no solo requería coraje y fuerza, sino también un profundo respeto por las fuerzas que no comprendíamos del todo.

Mientras avanzábamos, el sonido del lago quedó atrás, reemplazado por el susurro de la naturaleza y el crujir de las ramas bajo nuestros pies. El bosque se cerraba a nuestro alrededor, pero la luz del sol seguía iluminando a través de las hojas.

—El camino hacia Trolgrot es peligroso —advirtió la hechicera —. Hay muchas criaturas y trampas en el camino. Debemos estar alertas en todo momento.

Avanzamos con cautela, siguiendo el mapa que Sasha había trazado para nosotras. El aire estaba impregnado de un olor terroso y húmedo, y los sonidos de la fauna silvestre creaban una sinfonía natural a su alrededor.
A medida que avanzábamos, a Sasha se le ocurrió contarnos más sobre las leyendas de Gwyndolin y las criaturas que habitaban el reino. Sus historias mantenían la moral alta y la mente alerta, proporcionando tanto entretenimiento como información vital.

—Se dice que las cuevas de Trolgrot están protegidas por guardianes antiguos —explicó—. Trolls que han vivido allí por generaciones. Pero también hay rumores de que el dragón ha sido adorado por estos seres, y que podrían ayudarnos si demostramos ser dignas.

—¿Y cómo demostramos ser dignas? —pregunté, curiosa y un poco preocupada.

—Eso, querida Amber, es algo que solo descubriremos cuando lleguemos allí —respondió Sasha con una sonrisa enigmática—. Pero tengo la sensación de que nuestras intenciones serán suficientes. Estamos aquí para salvar a tu hermano y, con suerte, traer la paz a Gwyndolin.

El viaje continuó, el paisaje comenzó a cambiar gradualmente. Los árboles se volvieron menos densos, y el terreno más rocoso y árido. El aire se volvió más pesado y cargado de una energía oscura que hacía que la piel se les erizara.

—La magia negra de Akuma puede ser engañosa —hablo la hechicera —. No se confíen en lo que ven o escuchan. Confíen en su instinto.

De repente, al salir de una espesa arboleda, nos encontramos en la cima de una colina que ofrecía una vista impresionante. A lo lejos, en el horizonte, se erguía la oscura silueta de unas atalayas góticas, las cuales se alzaban como sombras amenazantes contra el cielo nublado, y un aura de misterio y peligro emanaba todo el alrededor.

Estamos en el sur de Gwyndolin.

El aire se volvió más frío y pesado, como si la misma presencia de la zona drenara la calidez del ambiente. Un escalofrío recorrió mi espalda al observar las torres altas y oscuras, cuyas ventanas parecían ojos vigilantes.

—Ahí está Drak’ula, imperio de los vampiros —señaló Sasha en voz baja hacia la ciudad con un gesto sombrío —. Es un lugar peligroso, incluso a la distancia. Debemos mantenernos fuera de su alcance y ser extremadamente cautelosas.

Nos quedamos un momento en silencio, asimilando la magnitud de lo que estábamos viendo.

—¿Tenemos que pasar por allí? —preguntó Zelly, con una mezcla de curiosidad y temor en su voz.

Sasha negó con la cabeza.

—No directamente. Pero el camino nos llevará cerca. Debemos estar alerta y evitar atraer la atención de los vampiros. Cualquier descuido podría ser fatal. Después de pasar por Drak’ula, tendremos que rodear por la izquierda One Eye, el territorio de los cíclopes. Es el único camino seguro para evitar Akuma y llegar a Trolgrot.

—¿Qué sabemos de los cíclopes? —preguntó Sofía, su pequeña figura temblando ligeramente bajo su capa ajustada.

—Son seres poderosos y agresivos —respondió Sasha—, pero también son menos astutos que los vampiros. Si somos cuidadosas y evitamos sus espacios principales, podemos pasar sin ser detectadas. El desafío será mantenernos fuera de sus caminos y encontrar una ruta segura a través de sus tierras.

El sol ya se alzaba más alto en el cielo, pero su luz parecía incapaz de penetrar la lobreguez que emanaba de Drak’ula, una sombra que prometía peligros y desafíos.

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