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19

Desenrolló el antiguo pergamino sobre la mesa de madera, gastada por el tiempo y el uso. Nosotras nos acercamos con curiosidad, observando cada detalle con ojos ávidos de conocimiento. La luz tenue de las velas y el resplandor de la luna que se filtraba por las ventanas conferían al ambiente un aire místico. Cada trazo de tinta en el pergamino parecía tener vida propia, los símbolos y las figuras dibujadas en él evocaban una sensación de arcaísmo y poder, llenando la habitación con una atmósfera cargada de misterio y expectación.

—Aquí, este pergamino contiene una leyenda que podría ser nuestra salvación —expuso la hechicera señalando el documento —. Habla de un dragón poderoso que duerme en las profundidades de Trolgrot, las cuevas de los trolls. Su poder es tan grande que puede superar las barreras mágicas de Akuma y mucho más.

Zelly, Sofía y yo echamos un vistazo con atención, tratando de asimilar la información.

El dragón en el manuscrito se mostraba majestuoso y poderoso, con escamas relucientes que reflejaban la luz de manera hipnótica. Su cuerpo imponente estaba adornado con líneas sinuosas que resaltaban su musculatura, transmitiendo una sensación de fuerza y gracia al mismo tiempo. Sus garras afiladas y sus colmillos sobresalían con amenazadora determinación, mientras que sus alas desplegadas parecían listas para elevarlo hacia los cielos. Sus ojos, profundos y penetrantes, reflejaban una inteligencia antigua y una determinación feroz.

A pesar de estar representado en un simple pergamino, la presencia del ser parecía trascender el papel, como si estuviera esperando pacientemente el momento adecuado para despertar y desatar su poder sobre el mundo.

—El dragón de Trolgrot… Fayre—murmuró Zelly, sus ojos brillaban con un atisbo de expectación —. ¿Cómo podemos despertarlo?

La elfa hechicera dirigió su dedo índice hacia un conjunto de símbolos que estaban escritos frente a nosotras, parecían representar un rito complejo.

—Despertar al dragón no será tarea fácil —advirtió —. Requiere un ritual antiguo que solo puede realizarse con Amber presente.

La mera idea de enfrentarme a un dragón me dejó temblando de emoción y miedo. Pero a la vez, saber que enfrentarlo significaba la más grande posibilidad de salvar a mi hermano, mis amigas y a Gwyndolin, me llenó de valor.


—¿Cómo llegaremos a Trolgrot? —cuestionó el hada —. Está un poco después de Akuma, es la esquina más alejada de Gwyndolin.

—Será un viaje extenso y peligroso —respondió —. Pero no tenemos otra opción. Debemos partir mañana al amanecer.

Zelly asintió.

—Entonces tenemos que estar preparadas —dijo —. No podemos permitirnos fallar.
Sasha me sonrió, admirando la valentía de las chicas. Hizo un gesto para que nos acercáramos todas a la mesa, donde había dispuesto algunos alimentos.

—Primero, comamos algo y descansemos —sugirió—. Necesitaremos todas nuestras fuerzas para mañana.
Nos sentamos alrededor de la mesa, agradecidas por la pausa. La cabaña, aunque modesta, ofrecía una calidez reconfortante que hacía tiempo no sentíamos. Sasha se movía con gracia y eficiencia, sirviendo un guiso humeante que llenaba la habitación con un aroma delicioso y hogareño. El estofado, hecho con ingredientes frescos y cuidadosamente seleccionados, despedía un vapor que parecía envolvernos en una burbuja de tranquilidad.

Acompañando el guiso, colocó sobre la mesa pan recién horneado. La corteza crujiente y dorada y la suave fragancia del trigo recién salido del horno nos hicieron olvidar momentáneamente nuestras preocupaciones. Cada mordisco era una delicia, un recordatorio de que todavía había placeres sencillos en el mundo, incluso en medio de la adversidad.

—Esto es justo lo que necesitábamos —zumbó Sofía, con una sonrisa de gratitud mientras tomaba un trozo de pan más grande que ella y lo mojaba en el guiso.

Para completar la comida, la hechicera nos sirvió una infusión de hierbas. La bebida, caliente y aromática, tenía un efecto instantáneo de calma y relajación. El sabor dócil y ligeramente apacible de las hierbas acariciaba nuestras gargantas, mientras el calor se extendía por nuestros cuerpos cansados, aliviando tensiones y preocupaciones. Cada sorbo parecía infundirnos una nueva energía.

—Esta bebida es maravillosa —comentó Zelly, cerrando los ojos mientras disfrutaba del momento de paz.

Sasha nos observaba con una sonrisa satisfecha, lucia feliz, era como si supiera que nos estaba ofreciendo un respiro en medio de tanta incertidumbre.

—Me alegra mucho que les guste —respondió—. Es una receta que aprendí de mi abuela. Las hierbas tienen propiedades curativas y relajantes. En momentos como este, necesitamos todas las fuerzas y la calma posible. Además, podría ayudarles a dormir mejor.

—Cuéntanos más sobre ti —indagué al escuchar la mención de su abuela —. ¿Cómo llegaste a conocer tanto sobre magia y hechicería?

Ella sonrió con cierta melancolía. Se recostó en su asiento, con la mirada perdida en el fuego crepitante de la chimenea.

—Mi historia es larga y complicada —empezó, su voz melódica llenaba la habitación —. Crecí en la Ciudad de los Elfos, donde la magia es parte de nuestra vida cotidiana. Desde pequeña, me sentí atraída por el misterio y el poder que rodea a la magia negra y la alquimia prohibida. Mis padres eran amigos de los respetados magos de las Cinco Familias, así que intentaron disuadirme de seguir ese camino oscuro, pero mi curiosidad era insaciable.

Un destello de tristeza cruzó por sus ojos mientras continuaba su relato.

—A medida que crecía, mi fascinación por las artes prohibidas se volvía más fuerte. Empecé a investigar por mi cuenta, buscando conocimientos ocultos en libros antiguos y reliquias olvidadas. Mis padres me advirtieron del peligro que representaba seguir este camino, decían que podía salir mal, que la magia negra tomaría el control, pero yo estaba decidida a descubrir la verdad, sin importar las consecuencias.

Suspiró profundamente.

—Finalmente, mis experimentos me llevaron demasiado lejos. Me encontré atrapada en una red de magia oscura y corrupción, y pronto me convertí en un paria entre mi propio pueblo. Mis padres, desesperados por salvarme de un peor destino por romper las reglas, me ayudaron a escapar de la Ciudad de los Elfos y me dejaron a mi suerte en el mundo exterior.

Una sombra de dolor cruzó por su rostro.

—Fue un momento oscuro en mi vida —continuó con voz entrecortada—. Pero también fue el comienzo de mi verdadero viaje. Aprendí a sobrevivir en un mundo hostil, a confiar en mis propias habilidades y a encontrar mi propio camino en la vida. Con el tiempo, descubrí que mi verdadera pasión no estaba en la magia oscura, sino en ayudar a los demás y usar mis habilidades para proteger a los inocentes de las fuerzas del Sur.

Una chispa de determinación brilló en los ojos de Sasha mientras hablaba.

—Desde entonces, he dedicado mi vida a luchar contra la oscuridad y a ayudar a aquellos que lo necesitan. No siempre ha sido fácil, pero cada desafío que he enfrentado me ha hecho más fuerte y más decidida que nunca a seguir adelante.

Terminó con una sonrisa serena, como si finalmente hubiera encontrado paz en su vida después de tanto sufrimiento. Su historia había dejado una profunda impresión en todas nosotras, recordándonos que, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay esperanza y una luz que guía nuestro camino.

—Debes haber pasado por mucho —comentó Sofia suavemente —. Pero tu conocimiento y artes son impresionantes. Nos has ayudado mucho ya.

—Gracias —contestó, con una tierna sonrisa —. Pero aún queda mucho por hacer.

***

Después de la comida, nos mostró la habitación donde podíamos descansar. Las chicas y yo nos instalamos, agradecidas por la comodidad y la seguridad que ofrecía el lugar. A pesar de la inquietud y el temor por lo que nos esperaba, el cansancio de los últimos días venció a mis amigas rápidamente.

La habitación estaba revestida con paneles de madera gastada, que exudaban un aire de rusticidad y calidez. La superficie de las paredes estaba marcada por vetas naturales y nudos, añadiendo carácter y textura al espacio. El tono cálido y terroso de los tablones contrastaba con la suavidad de la luz de la luna que destilaba a través de la ventana, creando un ambiente acogedor y tranquilo. Los muebles, también de madera, parecían hechos a mano y desgastados por el tiempo, pero bien cuidados y funcionales. El aroma natural impregnaba el aire, evocando la sensación de estar en armonía con la naturaleza.

Mientras me recostaba en la cama de la sencilla habitación que nos habían asignado, mis pensamientos se concentraban en Carlos y en la difícil tarea que teníamos por delante.

Con el agotamiento empezando a hacer efecto, me dejé llevar por el sueño, estando al tanto de que al despertar estaríamos listas para todo.

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