13
El agua abrazó mis sentidos mientras avanzábamos hacia el reino submarino de Coral Azul. Las sombras danzaban a mi alrededor, y las burbujas de aire nos sostenían mientras las sirenas nos guiaban hacia el Palacio de las Profundidades.
—¿Dónde nos llevas exactamente? —preguntó Zelly, con una mezcla de asombro y angustia en su voz.
Las sirenas nadaban grácilmente a nuestro alrededor, y una respondió:
—Nos dirigimos al Palacio, donde reside nuestra reina.
—La reina posee un conocimiento profundo de los misterios del océano. Ella podría ayudarte a descubrir más sobre el significado detrás de tu visión —comentó Enny, la sirena de cabellos coralinos.
Asentí, sabiendo que la reina podría tener la clave para descifrar los detalles que tal vez yo no era capaz de notar.
—Allá arriba, cuando me estaba ahogando, tuve otra visión—expresé —. Espero que la reina pueda ofrecer alguna orientación sobre lo que vi. Necesito entender mejor dónde debo dirigirme para encontrar a mi hermano. Esta en problemas.
Mientras recordaba la visión que había experimentado, noté que Sofía, quien antes se encontraba inconsciente, comenzaba a recobrar la razón. Observé cómo sus ojos se abrían lentamente, reflejando confusión y sorpresa.
—¿Amber? ¿Dónde estamos ahora? —preguntó Sofía, buscando orientación en medio del entorno submarino.
Me encontré tratando de encontrar las palabras adecuadas para explicar lo que estábamos presenciando.
—Las sirenas nos han salvado y nos han traído a Coral Azul. Estamos en el reino oculto bajo las olas —respondí, señalando las estructuras de coral y las criaturas marinas que nos rodeaban.
Sofía parpadeó varias veces, tratando de comprender la situación mientras ponía sus manos curiosas en la burbuja que la rodeaba.
—Es increíble… y un poco confuso —murmuró, mirando a su alrededor con asombro.
En medio de nuestra conversación, la elfa intervino con una expresión de disculpa en su rostro.
—Lo siento mucho por lo que pasó, Amber. No era mi intención causar problemas —se disculpó Zelly, mirando a Sofía con un gesto de preocupación—. Y lamento mucho haber golpeado a Sofía. Fue un accidente.
Sofía sonrió con gentileza, comprendiendo la situación.
—Está bien, Zelly. Entiendo que fue un incidente. No te preocupes por eso —respondió Sofía con calma—. Estamos todos juntos en esto.
Las burbujas nos llevaron a través de un arco natural de coral, revelando un majestuoso castillo en el corazón de Coral Azul. La reina sirena nos esperaba en un trono de conchas iridiscentes, rodeada de criaturas marinas que la obedecían con reverencia.
Al acercarnos, sentí una mezcla de emoción y nerviosismo. La reina nos miró con ojos gentiles.
—Bienvenidas —dijo la reina con voz melodiosa.
—Madre, ¿puedes ayudarlas? —enuncia Eny.
—Vuestras preguntas serán respondidas, pero primero, permítanme contemplar a cada una de ustedes.
Las burbujas nos depositaron suavemente ante ella. Me sentí atareada por la presencia majestuosa de la reina y el ambiente solemne de su corte submarino. Era difícil imaginar que estábamos a punto de recibir respuestas cruciales para nuestra búsqueda.
Ella nos observó a cada una de nosotras con ojos penetrantes, como si estuviera leyendo nuestros corazones y nuestras intenciones. Zelly parecía ansiosa, jugueteando con sus manos mientras evitaba la mirada de la reina. Sofía, por otro lado, mantenía una expresión de asombro y curiosidad, sus ojos brillaban con una mezcla de emoción y cautela.
Eny se acercó al oído de su madre, probablemente explicando la situación, después de unos momentos de silencio, la reina habló de nuevo.
—Soy la reina Aila, guardiana de Coral Azul y sus habitantes, Amber —expuso, mirándome directamente —, las respuestas que buscas no son simples de obtener, pero creo tener algo para ayudar.
Bajó del trono y se puso delante de nosotras.
—Mi hijo, Olav, posee conocimientos sobre la quinta esencia. Aquí lo consideramos el vidente de las profundidades, y tal vez él puede revelar el lugar donde se encuentra tu hermano —continuó la reina.
Zelly permaneció en silencio, mostrando su respeto mientras escuchaba atentamente a la reina. Sofía parecía asustada por las palabras de Aila.
—Oh, no te preocupes, no es el tipo de magia que piensas a la que me refiero, esta que usamos fue permitida no hace mucho tiempo —menciona para calmar al hada —. Ahora, permítanme llevarlas ante mi hijo para que puedan obtener las respuestas que buscan.
Con un gesto elegante, la reina nos indicó que la siguiéramos. Las burbujas nos guiaron hacia las profundidades del palacio submarino, donde el hijo mayor de la reina, Olav Malcom, aguarda en su santuario de cristal.
Mientras nadábamos por los pasillos de coral arqueados y descendíamos por las escaleras naturales formadas por caracoles y arena compacta, el santuario del vidente sireno se reveló ante nosotros. La luz del sol filtrada por el agua creaba destellos dorados en el suelo de arena blanca, llenando el espacio con una atmósfera mágica y tranquila.
Al entrar, sentí una calma profunda envolverme. Las paredes estaban decoradas con algas brillantes y caparazones dispuestos en patrones intrincados. El aroma a algas y flores marinas impregnaba a través de mi burbuja, creando una sensación fresca y revitalizante.
En el centro se alzaba un altar tallado en coral, adornado con cristales de mar resplandecientes y corazas iridiscentes. Sobre el altar, muchos frascos de vidrio y sustancias fantásticas.
Me sentí cautivada por la belleza y la serenidad del lugar. Al fondo, una colgadura de burbujas formaba una especie de cortina iridiscente que separaba el espacio interior de las aguas más profundas.
La atmósfera tranquila y sagrada del santuario invitaba a la contemplación y al respeto por los secretos del océano.
—Olav, estas visitantes buscan respuestas sobre el paradero de un ser querido —mencionó Aila, con voz tranquila.
El sireno afirmó, sus labios curvándose en una sonrisa reservada.
—Dejen que mi magia las guíe hacia la verdad, acérquense.
Cerró los ojos y comenzó a murmurar palabras en lo que parecía ser un antiguo idioma. Una bruma iridiscente se extendió por el santuario, y en la superficie de una bola de cristal que flotaba frente a él, apareció una imagen distorsionada.
—Aquí está... —enunció con solemnidad.
Zelly, Sofía y yo nos inclinamos hacia adelante, observando con atención. Sin embargo, antes de que la imagen se aclarara por completo, una oscuridad repentina envolvió el santuario. La visión se distorsionó aún más, y en lugar de la figura de Carlos, surgieron imágenes aterradoras de criaturas demoníacas y sombras retorcidas.
—¡No puede ser! —exclamó Olav, claramente perturbado por la dificultad —. Algo está interfiriendo con mi encanto.
La reina frunció el ceño, mostrando preocupación en sus ojos.
—¿Qué está sucediendo? ¿Quién podría obstruir tu magia? —indagó Enhora.
El vidente luchaba contra las fuerzas misteriosas que amenazaban con distorsionar su poder, sus ojos se volteaban en su cabeza, reflejando el esfuerzo mientras intentaba resistir. Sacudió la cabeza combatiendo una fuerza que interfería con su claridad mental. Destellos de luz mágica de dos colores distintos danzaban a su alrededor, manifestando una lucha interna entre su voluntad y la influencia oscura.
—Es un tipo de magia maligna, son seres infernales... No quieren que los observemos.
Todos en la sala intercambiamos miradas preocupadas mientras las sombras continuaban oscureciendo el santuario. Las criaturas demoníacas parecían acechar desde el borde de la visión distorsionada.
Un tono de risa sombría llenó el ambiente, creando una sensación inquietante que nos mantuvo en vilo, esperando lo que sucedería a continuación.
—Tenemos que descubrir quién está detrás de esto y proteger nuestro reino —declaró la reina con osadía.
—Y también necesitamos encontrar otra manera de descubrir el paradero de Carlos.
Ahora era innegable que mi hermano se encontraba en una situación sumamente preocupante, enfrentando problemas que parecían graves y urgentes.
La tensión era palpable mientras nos preparábamos para enfrentarnos a las fuerzas oscuras que amenazaban con desviar nuestro camino hacia la verdad.
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