12
El cielo comenzaba a teñirse con los suaves tonos del amanecer mientras nos reuníamos alrededor de la tumba de Javaid. El ambiente estaba cargado de un silencio solemne mientras las sombras se disipaban lentamente, revelando a todos los presentes, tanto amigos como extraños. Entre ellos se encontraba Ingrid, la hermana mayor de Theodora, cuya presencia añadía una capa adicional de pesar al evento.
Susurré una palabra de gratitud hacia el anciano sabio que ahora descansaba bajo la tierra, aunque mis emociones eran una mezcla confusa de respeto y tristeza por lo que significaba su pérdida para los demás. Theo y yo compartimos miradas de tristeza mientras observamos cómo el sol se elevaba lentamente en el horizonte. Es difícil creer que Javaid ya no esté con nosotros, pero sé que su espíritu seguirá guiándonos en nuestro viaje.
—Mi abuelo era un pilar en nuestras vidas —dijo la centaura con voz temblorosa, sus palabras resonando con sinceridad—. Sus consejos y enseñanzas nos guiaron a todos en momentos de necesidad.
Asentí en silencio. Ingrid se unió al círculo con una expresión de profunda tristeza en su semblante.
—Nunca olvidaremos todo lo que hizo por nosotros —murmuró, sus palabras cargadas de aflicción.
Las lágrimas brillaban en los ojos de algunos de los presentes mientras participabamos en este momento de despedida. Aunque no compartía los mismos recuerdos que los demás, experimentaba la carga de la pérdida en el ambiente.
—Lamentamos haber ocultado la verdad antes, pero él lo había pedido para que su partida fuera discreta —agregó Theodora con voz entrecortada—. Ahora, finalmente, podemos despedirnos de él como se merece.
***
Después del funeral, nos preparamos para partir hacia Coral Azul, siguiendo el rastro de pistas que teníamos para encontrar a Carlos. Dado lo remota que era la cueva del abuelo de Theo, llegamos bastante rápido. La playa conocida como Coral Azul estaba justo frente a nosotros. Observé el paisaje con atención, recordando la visión que había tenido antes y tratando de discernir si este era el lugar al que estaba destinada a llegar.
—Esto fue lo que percibí en la visión, o al menos eso creo... —dudé por un segundo, compartiendo mis pensamientos con mis compañeras.
—Amber, Zelly, Sofía… Les deseo suerte en el viaje —Theo se acercó a mí, tomándome las manos y mirándome firmemente a los ojos—. Escúchenme bien, los lugares que visitarán de ahora en adelante son muy peligrosos, vayan con cuidado.
—Adiós Theo, gracias por todo —exclamó Sofía mientras nos abrazábamos en despedida.
Asentí, sintiendo un nudo en la garganta, y bajé la mirada a sus pies para ocultar mi preocupación.
Tan pronto como nos acercamos a la playa, pude sentir la exquisitez de la cálida arena a pesar de llevar calzado en mis pies. Subí un poco mis pantalones por instinto y suspiré al percibir el distinguido olor a mar. Comencé a diferenciar que el viento traía a mis fosas nasales un dulce aroma a flores, más específicamente, algo cercano a unas armerias marítimas.
Al acercarnos a la orilla, las sirenas nos recibieron con sonrisas cálidas, sus cuerpos relucientes brillando bajo el sol matutino. La brisa marina jugaba con sus cabellos y sus risas llenaban el aire, mientras una extraña sensación de inquietud me invadía, como si estuviera siendo observada por ojos invisibles. Decidí ignorarlo.
Miré hacia adelante y lo que parecía un destello de colores en el agua era en realidad un grupo de sirenas charlando entre las olas, sus cuerpos cambiando de azul oscuro a verde esmeralda y sus cabellos con colores de ensueño.
—¡Hola! —saludé, tratando de captar su atención—. Estamos aquí en busca de respuestas. Seguí una visión que me llevó hasta aquí. ¿Podrían ayudarnos?
Las sirenas intercambiaron miradas entre ellas, y una de ellas, con cabello del color del coral más celeste y una sonrisa radiante, se adelantó para responder.
—Soy Enhora, puedes llamarme Enny. Sabemos quiénes son y por qué están aquí, probablemente mi nombre te suene de la reunión en la Ciudad de los Elfos.
Me estaba acostumbrando a este tipo de bienvenidas.
—Pero cuéntanos más sobre tu visión. Tal vez podamos ayudarte de alguna manera.
Agradecida por su amabilidad, compartí más detalles sobre mi visión y mi necesidad de encontrar a mi hermano. Las sirenas escucharon atentamente, sus ojos centellaban con interés.
—Entonces... ¿Saben dónde está?
—No, es cierto que pasó un humano por aquí, pero no hicimos contacto con él porque estaba enfrascado en una batalla con un cíclope que extrañamente caminaba por aquí, junto con un elfo.
Al escuchar las palabras de la sirena, mi curiosidad se intensificó.
—¿Un humano y un elfo luchando contra un cíclope? —repetí, preocupada por la escena descrita.
La sirena asintió, su rostro reflejando una mezcla de preocupación y temor.
—Sí, fue un enfrentamiento peligroso. El chico salió ileso, pero el elfo resultó herido gravemente. No pudimos intervenir; los cíclopes son una amenaza que nos aterra profundamente.
Comprendí de inmediato la gravedad de la situación. Las sirenas, con su destreza en el agua, eran incapaces de enfrentarse a los cíclopes en tierra firme.
—¿Por qué les temen tanto? —pregunté, intrigada por el origen de su miedo.
La sirena suspiró, parecía estar recordando los tiempos pasados.
—Los cíclopes son criaturas feroces y poderosas. Hace no mucho tiempo, nuestra comunidad sufrió pérdidas devastadoras a manos de ellos. Desde entonces, evitarlos se convirtió en una regla fundamental para nuestra supervivencia. No le seguimos el rastro, pero sabemos que logró escapar.
—¿Pero entonces no saben dónde está? —exclamó Zelly. — ¿Y cómo rayos piensan ayudarnos entonces?
—¡Zelly!
—¡Sofía!
La tensión entre Zelly y Sofía se hizo evidente cuando la elfa expresó su frustración.
—¡Chicas, basta! —intervine, tratando de calmar los ánimos.
Pero antes de que pudiera decir algo más, Zelly alzó la mano para reclamar su regaño y golpeó accidentalmente a Sofía, haciéndola caer al mar. La corriente la arrastró rápidamente lejos de la costa.
En un movimiento fluido, Sofía desapareció de nuestra vista cuando el agua cubrió su cuerpo y fue llevada por la corriente. En un impulso de coraje y determinación, sin pensarlo mucho, me lancé tras ella.
Las olas me rodearon, creando un ambiente que oscilaba entre lo profundo y lo luminoso. Sin embargo, me sorprendió darme cuenta de que lo que parecía una simple orilla de playa resultó ser un lugar encantador abismalmente misterioso. Un antiguo templo submarino, iluminado por peces luminiscentes y adornado con tesoros perdidos en el fondo del mar.
Me sacudí bajo las aguas oscuras buscando a Sofía con la mirada, viéndola hundirse cada vez más. Nadé con todas mis fuerzas en mi intento de rescate, sintiendo una inmensa desesperación al ver cómo la distancia entre nosotras aumentaba peligrosamente.
Parece que todo está perdido.
Perdóname, Sofía…
Mientras luchaba por alcanzarla en las profundidades del mar, la presión del agua y la falta de oxígeno empezaron a afectarme. En ese instante de desesperación, el collar que llevaba puesto comenzó a brillar intensamente, y una visión se abrió paso en mi mente.
Vi a mi hermano, Carlos, en una escena borrosa pero vívida. Estaba siendo arrastrado por seres encapuchados, rodeado de hombres lobos que observaban con preocupación. Carlos parecía asustado y confundido, luchando por liberarse de sus captores.
Los hombres lobos, con sus ojos llenos de temor, no podían intervenir debido a la amenaza que representaban los encapuchados.
¿Quiénes eran? O más bien... ¿Qué eran?
La visión se desvaneció rápidamente justo cuando estaba a punto de rendirme en las profundidades por la falta de aire en mis pulmones, antes de desmayarme logré divisar la aparición de una intensa luz bajo mis pies, al fijarme más atentamente me di cuenta de que se trataba de Sofía. Quien estaba rodeada por un brillante resplandor azul.
Ella mantenía los ojos cerrados y parecía inconsciente, cuando de repente, todo cambió a mi alrededor. De un profundo y oscuro océano, emergimos a un sereno bosque con una alfombra de flores amarillas esparcidas por el suelo, cada una brillando como diminutas estrellas.
El bosque estaba impregnado del canto alegre y melódico de las aves, cada trino resonaba en el aire como pequeñas notas de una sinfonía natural. Este concierto improvisado llenaba el ambiente con una sensación de vida y armonía, mientras que a la vez me dejaba con una ligera perplejidad, como si las aves estuvieran compartiendo secretos entre ellas y yo fuera una espectadora involuntaria de su conversación musical. En medio de este entorno vivaz, me sentía bastante perdida por la súbita transición.
Sin previo aviso, justo delante de mí, sobre una hoja de arbusto, yacía Sofía dormida.
—Sofía, ¿dónde estamos? ¿En un bosque? Despierta, por favor.
Intenté mover al hada varias veces, sacudiéndola en su lugar, pero no reaccionaba. Me puse de pie y escudriñé el entorno en busca de una explicación coherente para lo que acababa de suceder. Con cada momento que pasaba en aquel lugar extraño, la realidad se volvía más vívida y surrealista, intensificando mi desconcierto y haciéndome cuestionar lo que veían mis sentidos.
Repentinamente, Sofía se despertó con un sobresalto y nos encontramos nuevamente en las profundidades del mar. Fue tan abrupto que sentí cómo la presión del agua aumentaba y las sombras del océano se cerraban a mi alrededor. Mis pulmones clamaban desesperadamente por aire, y me vi envuelta en una mezcla de pánico y confusión, sin comprender del todo lo que estaba ocurriendo.
El estar sumergida y atrapada bajo el agua me hacía sentir vulnerable e insegura, luchando por mantener la calma mientras buscaba desesperadamente una salida.
La situación se volvía cada vez más desesperada mientras sentía que estaba a punto de perder el conocimiento. Justo cuando parecía que todo estaba perdido, varias sirenas emergieron grácilmente de entre las aguas, formando una burbuja de aire a mi alrededor.
Zelly también estaba allí.
Este gesto amable no solo me proporcionó el aliento necesario para continuar, sino que también renovó mi esperanza en medio de la oscuridad del océano. Las sirenas, con sus cuerpos relucientes y ojos compasivos, me guiaron hacia el reino oculto bajo las olas, revelándome un mundo que nunca antes habría imaginado, ni siquiera en aquellos libros que leía, estaba lleno de misterios y maravillas.
Desde la superficie del mar, parece una isla vacía sin muchos rasgos distintivos, pero bajo las aguas cristalinas se revelaba el reino de Coral Azul, un paisaje que se transformaba en un espectáculo surrealista y encantador. Las estructuras de coral crecían como torres y pabellones, adornadas con colores vivos que brillaban con la luz filtrada del sol. Las formas caprichosas de los corales formaban arcos y pasillos submarinos, como una ciudad submarina de ensueño.
Las sirenas, con sus torsos humanos y colas de peces resplandecientes, nadaban grácilmente entre los corales. Sus cabellos ondeaban como algas coloridas, y reflejaban la sabiduría del mar.
Las "casas" de Coral Azul eran en realidad estructuras construidas con corales y conchas, fusionadas de manera natural con el entorno marino. Estos hogares submarinos exhibían una arquitectura única, con pasillos y habitaciones que se abrían hacia los jardines de anémonas y los arrecifes de coral. La vida marina jugueteaba alrededor de estas viviendas, creando una escena vibrante y animada bajo el agua.
Las sirenas nos guiaban en burbujas hacia el centro del reino.
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