Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo veintiocho

Capilla Saint Lucas, en las afueras de Londres

FINNIEL


Había visto como la querubín se despedía de Ana y de su esposo. Aún le resultaba increíble que esa joven frágil y tímida fuera la elegida del Padre para ser portadora de su mensaje. Pero no podía negar que había un cierto fuego encendido en su mirada, uno compuesto de decisión y fe en partes iguales.

Era una mañana lluviosa, Finniel sentía las gotas resbalando por su rostro, pues estaba afuera de la iglesia, apoyado en su pared frontal, esperando que Lilly-Naiel saliera por el hueco de la puerta.

Cuando la vio cruzar se acercó a ella.

—¿Vas a buscarla, no es verdad? —le preguntó. En su propia voz oyó un dejo de ansiedad.

Los ojos café de Lilly-Naiel lo miraron con calidez. Llevaba una bolsa plástica en la cabeza para guarnecerse de la lluvia. Le pareció tierna.

—Sí, debo encontrarla cuanto antes —le respondió ella.

—Muy bien. Su foto va a ayudarte. Se la había dado hace mucho a Melezel, cuando no cesaba de preguntarme por su apariencia. Decía que quería conocer a la humana que conquistó el corazón de un ángel.

Él la tiene desde entonces.

Finniel no pudo evitar sonreír ante esa remembranza.

—Qué suerte que haya sido así —sentenció Lilly-Naiel—. Me será de mucha ayuda para reconocerla. Sabes, conforme continúa esta búsqueda, siento que en mí crece cierta conexión con ella.

—Es porque la has hecho tu misión —le explicó Finniel—, cuanto más tiempo pases buscándola e intuyéndola, más férrea se hará. Sé que lo entiendes en parte porque eres una cuidadora. Yo como guardián, te entiendo a la perfección. Es como si no pudieras pensar en otra cosa.

Ella asintió.

—Lilly-Naiel —continuó él—, ¿crees que puedas enviarle un mensaje de mi parte?

—Sí, claro.

—Podrías decirle... que la amo mucho —le dijo. Sintió vibrar su voz por la emoción—. Y que haré lo necesario para verla de nuevo libre y feliz.

Lilly-Naiel amplió su sonrisa. Un ligero brillo iluminó sus ojos.

—Será lo primero que le diga, después de entregarle el rollo —le prometió.

—Gracias.

La querubín sacó de su rígido traje la foto de Ziloe. La observó pensativa mientras él hacía lo mismo con ella.

—Me dijo Melezel que tú la tomaste, ¿recuerdas ese día?

La pregunta lo tomó por sorpresa. Al parecer Lilly-Naiel era una chica romántica.

—Lo recuerdo muy bien —comenzó, sus pensamientos volaron hacia ese momento en sus recuerdos—. Eran los ochenta, tuve que ahorrar mucho para comprar esa cámara, era profesional, de las mejores en esa época. No sé cuánto sabes de nuestra historia...

—Ana tuvo la gentileza de contarme bastante —reveló ella con una risita.

Finniel se rio un poco.

—Bien. Como siempre me costó enamorarla, o quizás era porque yo no me conformaba con lo habitual, cada vez quise que fuera especial. Pues, esa vez lo fue.

»Una tarde hermosa de verano la invité a la playa. Llevábamos tres meses de novios, trabajábamos en el mismo banco. Aunque nuestro romance era reciente, ya hacíamos planes a futuro. Donde viviríamos al casarnos, cuántos hijos tendríamos, un perro o un gato. Todo era perfecto.

»Volviendo al tema central; caminábamos por la playa tomados de la mano. Llevaba mi cámara colgada al cuello y una sonrisa tonta que no se me iba con nada. Como paseábamos por la orilla las olas llegaron hasta sus pies descalzos y ella comenzó a reír. Soltándome se adentró solo un poco mientras chapoteaba. Su imagen debajo del sol, con sus rayos dándole reflejos a sus ojos y matices dorados a su cabello...—Finniel se detuvo para suspirar—. He visto la gloria como tú, Lilly-Naiel, pero ni aun ella se comparaba a su imagen. Con manos ansiosas tomé mi cámara para retratarla, de lo emocionado que estaba casi se me cae al agua. Le tomé un par sin que se diera cuenta, riendo, saltando, recogiendo una caracola... tan bella.

»Su risa cimbraba en mi pecho mientras la fotografiaba. Cuando lo notó empezó a hacer gestos graciosos que me hicieron reír detrás del lente; me soplaba un beso o me guiñaba un ojo, hasta me salpicó agua, intentado eso se resbaló y cayó sentada en la arena mojada. No podía parar de reírme, y ella me miraba un poco enfadada. Fue en ese preciso momento cuando la encontré, encontré esa esencia suya que quería plasmar. Tenía el cabello un poco desordenado, las mejillas ruborizadas y algo de arena en el mentón. Hice click en esa expresión que aún guardo en mis retinas y en mi corazón. Es esa foto que sostienes ahora.

La emoción lo embargó por un instante y no pudo continuar.

Hizo su mirada huidiza.

—No sé cómo sé esto —empezó Lilly-Naiel—. Sé que es más que lo poco que me contaron de ella. Creo que es esa conexión de la que te hablé. Finniel, ella está un tanto perdida, no sabe en verdad quién es ni lo que siente. Si vas a amarla, amala así, no perfecta dentro de esos mundos que creaste para ella, sino al contrario, algo rota por sus experiencias amargas, un poco triste por las decepciones que vivió y también ansiosa por los miedos que guarda dentro de sí. Ama a la Ziloe real, a la que ha pasado por mucho, sin comprender por qué, ¿crees que puedas?,¿podrás amar a la verdadera Ziloe?

Finniel la miró profundamente tocado por su descripción. Meditó en ella, y luego asintió un par de veces.

—Podré —aseguró, Lilly-Naiel se acercó y besó su mejilla.

Después de desearle lo mejor en la próxima batalla, Lilly-Naiel se fue dando saltitos de charco en charco.

Un par de horas más tarde, pasado ya el mediodía. Finniel descendía con los demás ángeles que habían estado con él en la capilla. A su vez, otras huestes se acercaban y otras ya estaban esperándolos.

El Neguev, uno de los desiertos más grandes del mundo era el sitio de reunión de aquella defensiva.

Finniel se colocó al lado de Uriel en el frente. Eran muchos, pero no sabía si los suficientes. La comunicación con los cielos seguía cerrada, por eso con los que había debería bastar, no habría refuerzos. Él respiró profundo. Era casi palpable la tensión. Por un momento observó a Uriel, el único arcángel celestial en la tierra. Él era valiente, fuerte y muy disciplinado, pero había cierta suavidad inherente a su carácter, que sembraba dudas en Finniel sobre si sería el más idóneo para esta colosal empresa. Rogaba al Padre que sí, aunque no sabía si podía escucharlo.

Del otro lado tenía a Melezel, a Naciel, y a Kiel. Armados, restablecidos y esperando. Sus brillantes armaduras plateadas refulgían bajo el inclemente sol, iguales a las del resto del Ejército, menos a una, la de Hariel. A Pilly-Kabiel, la otra caída, le habían facilitado una color plata, pero Hariel ya tenía una, negra como la obsidiana, y esto lo señalaba como un lobo entre ovejas, distinto y peligroso. La mayoría había votado en aceptación al pedido de Hariel, reconocían su habilidad y poderío; él también, pero así como aceptaba ese hecho, también las dificultades que podría acarrear.

Finniel no pudo evitar hacer una mueca de molestia al observarlos, estaban del otro lado de Uriel conversando muy animados.

—¿Crees que nos traicionen? —le preguntó Melezel, seguramente al advertir su gesto—, ¿que hayan ideado esto para atacarnos desde adentro?

Él no podría decir que estaba ciento por ciento seguro de que ellos tramaban alguna ardid, pero definitivamente algo no olía bien en esa súbita decisión de aliarse a su causa.

—No confío en ellos —respondió. Eso lo tenía claro—. No entiendo como Uriel puede, aunque no puedo negar que son aliados muy fuertes, si es que en verdad lo son.

De soslayo vio a Melezel asentir. Finniel deseaba que el tiempo transcurriera veloz para que las trompetas sonaran y ellos pudieran pasar a la acción. El mundo al que habían sido comisionados estaba al borde de la destrucción, debían salir victoriosos, ellos eran su última esperanza.



Desierto del Neguev, Israel

PILLY-KABIEL

—¿Qué crees que esperan? —Le preguntó Pilly-Kabiel a Hariel, quien como siempre estaba a su lado.

El calor atroz que amenazaba con derretirlos debajo de esos rayos calcinantes la tenía inquieta, impaciente y sudorosa. Lo último la desesperaba.

«Solo a estos angelitos puede ocurrírseles venir a semejante lugaren pleno mediodía, no hay nada que hacer, son idiotas».

Hariel la miró divertido antes de responder a sus preguntas. Era probable que fuera a causa de las caras que hacía mientras pensaba.

—Creo que esperan que pase la hora de adoración, Pilly, ¿ya no recuerdas nada?

La verdad es que se había olvidado de muchas cosas. Habían pasado milenios, ¿quién recordaría?

—No, no mucho —confesó—. Hariel, ¿sabes que me encantaría?—él negó—. Me gustaría ya no guerrear más. Un tiempo de paz, ¿me entiendes?, ¿no podemos irnos y ya?

Hariel la miró a los ojos con intensidad.

—Sería fantástico —admitió—. Pero aún tienen cautiva a Ziloe, y aún debo arrancarle la cabeza a Yasiel, así que lo siento, pero debemos dejar nuestra huida para después.

—Sí, venganza y Ziloe, mi jodida amiga bipolar, que seguro al ver que ahora eres mío te querrá volver a tener.

Su comentario lo hizo reír. En alguna otra vida debió ser payaso.

—Soy tuyo, Pilly-Kabiel, eso no cambiará.

—Te creo, pero entiende mis recelos —le pidió ella—, te he visto ser de... más de un centenar de mujeres. El significado de pertenencia para ti es lo que me tiene preocupada.

La primera reacción de Hariel fue la de ofenderse un poco, pero poco después se suavizó, debió haberse dado cuenta de que lo que ella decía tenía sentido.

—Eso es pasado —le dijo estirando el brazo para tomar su mano—.Tú eres mi presente y serás mi futuro, ya no tengo dudas, fuimos creados el uno para el otro, es solo que al Padre se le olvido decirlo.

Pilly-Kabiel rio un poco. Sus palabras tranquilizaron su revoltoso corazón.

—¿Sabes algo? Cuando terminemos con los pendientes, me gustaría irme a vivir contigo a alguna ciudad perdida, quizás en el sur, ¿qué te parece? —inquirió. Podía imaginárselo a la perfección.

La sonrisa de Hariel le dio a conocer que le gustaba la idea.

—¿Cómo sería eso? —le preguntó.

Ella se tomó un minuto para pensar en los detalles.

—Una cabaña, una cerca de un río, así cada día nos dormiríamos con el sonido del agua fluyendo. Debe ser en el bosque, donde no viva nadie más que nosotros, donde los petirrojos nos despierten con su canto y la brisa se cuele por las cortinas de nuestro cuarto. Tendremos un pueblito cerca, uno que visitaremos cada tanto para conocer personas nuevas y mezclarnos.

El frunció el ceño al final de su descripción.

—¿Mezclarnos?, tenemos alas Pilly, seguro van a notarlo.

—¿En serio?, y yo que pensaba que volaba porque tenía el don de la levitación —respondió con sarcasmo. A veces ella se preguntaba como Hariel la soportaba—. Las esconderíamos, como hicieron Gabriel y Miguel en Sodoma, pareceríamos una pareja común y corriente.

—Sí, esconder las alas y convertirnos en ermitaños —consideró él—, no suena nada mal, pero ¿no íbamos a ser mercenarios intergalácticos?

La charla se había vuelto tan absurda que a Pilly-Kabiel le dio risa. Amaba la forma en la que se complementaban, aún en las cosas absurdas.

—Sí —confirmó—, después. Somos eternos, tenemos tiempo suficiente para hacer las dos cosas. Escucha, yo me llamaría Pilar, es parecido a Pilly, pero más normal y menos complicado que PillyKabiel. Tú puedes seguir llamándote Hariel, porque es común y sencillo. Tendremos... animales, un perro, un gato, una vaca y un ganso. Son mis favoritos.

Hariel reía de la sarta de locuras que ella decía. Cuando terminó la contempló de esa manera tan suya.

—¿Estaríamos juntos para siempre, amándonos por toda la eternidad?

Su pregunta la descolocó, se le ruborizó hasta la raíz del cabello.

—Sí —solo pudo decir eso, ¿pero para qué más?

—Entonces eso es lo que haremos —dijo Hariel, y sus miradas de tan compenetradas se fusionaron como una, naciendo de ellas un color similar al tostado de la arena que pisaban sus botas.

Pilly-Kabiel estaba por acotar algo, cuando tres sombras aladas oscurecieron su visión.

Eran Lumiel, Qirel y Abdi-Xtiel que se mantenían suspendidos mirándolos desde lo alto.

La montaña había venido a Mahoma.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro