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Capitulo XIX.

Miguel se miró una vez mas en el espejo de su habitación. Respiraba con una nerviosismo emocionado que le hacia tardar más de lo debido en una tarea tan simple como abrochar su chaqueta roja y negra,la que usaba para ocasiones especiales¡Y cual más especial que está!...La que sería una cita con Luzbell...con Luzbell.

Sonrió a su propia imagen,no por considerarla tan bella,sino por notar en los ojos verdes que lo miraban, el brillo inigualable que da el amor.

-Bien Miguel,llegó la hora-se dijo dándose aliento,pues lo necesitaba,todas sus valores e impuestas reglas, serian rotas en el acto furtivo que la noche misma lo vería cometer. Prófugo y fugitivo en aras de la pasión,aventurero y loco siguiendo los pasos de su corazón.

Si,seria eso y mucho más,sería todo lo que esa querencia desbordante lo llevara a ser.

Con esta decisión plasmada en su mirada,salió sigilosamente de su habitación,recorriendo en silencio los pasillos desiertos,hasta llegar a uno de los últimos cuartos,aquel donde lo esperaba un arcángel en especial.Golpeo la puerta quedamente,y espero con las ansias a flor de piel.

Segundos pasaron para que esta se abriera y diera lugar a un ángel,pero no al que buscaba.

-Oh, tú-solo le dijo Emanuel,mientras lo observaba con sus ojos claros,con un evidente recelo.

-Si...¿Está Luzbell?-le respondio inquieto,no se imaginaba que él lo iba a atender.

-Se esta cambiando,hace horas que lo hace...Lo conoces,así es él-le respondió y luego se giro un poco y se dirigió a su compañero de cuarto-Ya llego,estas perfecto,ya sal,tengo sueño-.

-Gracias-murmuro tímidamente Miguel,al que la incomodidad no le dejaba estarse quieto.

-No lo hagas Miguel-le dijo Emanuel de improviso,y él sin terminar de entender su comentario,lo miro con consternación,una que el otro notó al continuar-Que no lo lastimes...Lo que le hiciste en el Templo fue terrible,no soportará otro golpe como ese,el es tan frágil como fuerte,no le rompas el corazón-.

Miguel, quien no tenia idea que Luzbell había compartido con su amigo intimo,lo sucedido días atrás,se mostró algo apenado al comienzo,pero incitado por la fortaleza tanto de su determinación como de sus sentimientos,se irguió en su postura y le dio su respuesta.

-Nunca,nunca lo volvería a lastimar,voy a protegerlo con mi vida misma y por lo que sentimos le haré frente a lo que sea-.

Emanuel solo asintió,mostrando en su bello rostro complacencia ante su efusiva afirmación.

Un minuto después el esperado arcángel se hacia presente en la puerta,dejando a Miguel absolutamente embelesado por la imagen completa.

-Te ves...tan hermoso,demasiado Luzbell,todo lo bello en el Universo debe estar muriendo de celos-le dijo dejando salir en palabras el cúmulo de emociones que su sola vista le provocaba.

Luzbell sonrió halagado,y le respondió con suavidad.

-Miguel,me harás ruborizar...Solo me puse lo primero que encontré-.

Por este comentario, Emanuel,detrás de él rodó los ojos y contuvo una risa,antes de advertirle.

-Cuídate Luzbell,no hagas locuras,y ven antes de que amanezca-.

El aludido se volteó y beso a su amigo en la mejilla antes de marcharse, y hacerle un ultimo comentario.

-Si,mamá,no te preocupes.

Poco después los dos iban juntos transitando los recovecos de la Zona alta,sin decirse palabra alguna, solo regalándose miradas de ansiosa expectación y de evidente afecto.

Al llegar a la salida,Miguel tomo una de las delicadas manos de su ángel, para ayudarlo a bajar las escalinatas,aunque esté no la necesitará,a él le encantaba ser así con él,sentía que merecía toda su atención y caballerosidad,y haciéndolo así, sintió que ese pequeño tacto guardaba una promesa romántica,una en la que piel con piel sería el enunciado.

Ya en el exterior, y aún tomado de su mano,Miguel abrió con su poder único, el portal que lo llevaría a su destino,y al verlo abierto,tomó a Luzbell de la cintura, más por gusto que por necesidad, y se dejo absorber por esa fuerza envolvente que los conducirá a ese lugar de escape secreto donde solo habían sido convidados los dos.

Lo primero que busco al estar al otro lado fue la mirada de Luzbbell, deseando encontrar en ella agrado y asombroso,pero encontró mucho más.Él sonreía cautivado por la belleza de ese planeta,mientras su enamorado lo hacia por la de él,que se le antojaba esa noche exquisita,como si este se hubiera vestido de sus miradas y se hubiera hermoseado con el sentir de su corazón.

Quiso ser osado,y lo abrazó por detrás,amoldándose a su estilizado cuerpo. mientras se apoyaba a medias en una de sus alas blancas.

-¿Te gusta mi amor-le susurro sintiéndolo estremecerse ante su aliento y su apretado abrazo.

-Lo amo....¿Donde estamos Miguel?-le preguntó él,meciéndolos suavemente a los dos,como si aquel paisaje escondiera una melodía secreta que solo él pudiera escuchar-

-Lo llamaré como tú si quieres...Lo bautizaré nuestro,pues somos los primeros enamorados en pisarlo...Se llama Tierra,es el planeta nuevo-le comento mientras aspiraba su aroma que le embriagaba los sentidos y encendía una llama creciente en su interior.

-Tierra...es muy bello...Muestrámelo-le propuso y luego se volteo encandilando a su amado,con su emocionada mirada celeste-

-Lo haré,te llevaré a el Jardín que esta mas adelante,que es increíblemente encantador...pero este paseo tiene un valor¿Estas dispuesto a pagar-le informo Miguel dejando bailar en su ojos a la travesura.

-Lo haré-le respondió su ángel,y levantó el mentón,acercándose mas a el-Cóbrate.

¡Y vaya que se cobraría!Pensó Miguel,y se apodero de esa boca rosa que le hacia perder la razón. Lo probó despacio, mientras lo estrechaba contra su cuerpo,deleitándose con la esencia celestial que contenía,el extracto de su desequilibrio total,la fuente de sus trastornos amorosos, que se daba a beber como sabiéndose dueña absoluta de su voluntad.

Dejaron que ese beso durara todo el tiempo que lo desearon en silencio,todo esas horas de anhelos callados y de deseos omitidos,por todo eso y más se extendió

-Muéstrame el jardín,y yo te mostrare lo que deseas ver-le susurro al oído Luzbell,dejando libres sus labios.

-Todo lo que deseo ver ya lo estoy viendo-le respondió Miguel en una verdad un tanto mentirosa.

Su amor le sonrió picarámente y así mismo le respondió.

-Oh no,claro que no-.

¿Para que alegar?...Luzbell era propietario de toda la verdad,el suspiraba por más.

Sin decir nada,y evocando en su mente ese más en todo su esplendor,lo asió a nueva cuenta de la mano,y se adentro con él hasta donde sabia se encontraba el Edén.

Era perfecto.Lo rodeaban manantiales cristalinos y danzantes,que se bañaban de la luz de la luna dejando ver en sus aguas el centelleo de esta.Distintos arboles frutales se alzaban a los lados,surcados por una hierba lozana y tersa.Flores de distintas clases,adornaban cada rincón del paraíso. Rosas rojas,blancas orquídeas,lirios amarillentos,tulipanes multicolores,que llenaban el mismo aire con su fragancia,mientras una brisa fresca las hacia danzar oscilando sus pétalos en la oscura mistícidad de la noche.

Y antes de que él se diera cuenta,ya Luzbell estaba hincado en medio de unas aromáticas violetas, aspirando su perfume mientras las acariciaba. Sonreía con tal encanto que Miguel no dudaba de que esta Luna que se erguía sobre ellos,descendería de su morada solo para contemplarlo...Él lo haría si fuera la luna,desecharía la gloria del firmamento para rendirle tributo tendido a sus pies.

Camino lento hacia él,encantándose a cada paso ante la escena que sus ojos le obsequiaban.

-Son hermosas¿No crees?-le pregunto Luzbell levantando a él su rostro.

Miguel se hinco y tomando una de esas violáceas florecillas,la colocó detrás de su oreja,para que esta se deleitara en esa porción de su tez a la cual él quería besar,para encontrarse en el dilema de descender a su delicado cuello o perderse en el perfume de sus cabellos blancos como la espuma de mar.

Las orbes celestes de su amor lo miraron con ingenua seducción,y luego sus labios mezcla de pálido y carmesí le robaron un beso pequeño.

-Ven conmigo-le dijo después,y él no se negó. Los no habían dejado de existir esa noche,habían quedado relegados al olvido,para traer los sí a la luz.

Lo siguió por entre las matas verdes y los pimpollos nacientes,y ahí Luzbell lo soltó y se acerco hasta uno de los arboles,y tomo de un fruto de un tono salmón, que se veía sabroso a la vista.

-¿A que sabrá?-le preguntó él mientras lo rosaba con los labios.

-Es un durazno..Y no lo se,nosotros no necesitamos comer,si lo hicieras se desvanecería al llegar a tu estomago...¿Vale la pena intentarlo por un deleite tan fugaz?-le respondió el líder angelical, al que la voz ya le temblaba al notar que haciendo caso omiso de sus palabras Luzbell lo mordía y unas gotas de su jugo humedecían su boca y descendían tortuosamente por su mentón.

-Me gusta-dijo su provocativo ángel degustándolo con goce.

Miguel aspiro profundo intentando contener ese arrebato de pasión que amenazaba con guiar su voluntad en pos de sus crecientes ansias.

Lo vio sonreír y caminar hasta otro,esta vez pequeño inundado de frutos violetas.De allí tomo uno y sujetándolo con una sonrisa traviesa se acerco a él,y con esté acaricio sus labios.

-Es una ciruela Luzbell-rió-¿Que quieres?-.

-Pruébalo...¿O acaso le temes a lo desconocido?-lo provocó.

Y él respondió a esto,tomándolo de su mano con la boca y comenzando a comerlo,cuando de improviso otra boca se le unió, haciendo aquel juego devastadoramente erótico,mientras el sabor dulzón y ácido se mezclaba entre sus lenguas al ritmo que estas se enredaban.

-Si es así,probaré cada fruto en el jardín-comento Miguel con una mirada tan cómplice como insinuante,a la que su ángel respondió con una pequeña risa antes de volverse a dirigir a la arboleda. Allí Miguel lo vio detenerse ante uno,y mirarlo con admiración,era más frondoso y alto que el resto,de un color olivo intenso y ramas muy gruesas.Notó también que este miraba cautivado una fruta blanca y de aterciopelada tersura que colgaba de el.

-Ese no Luzbell...Está prohibido-le advirtió,leyendo sus intenciones plasmadas en sus ojos al voltearse a verlo.

Al oírlo se giro por completo y se apoyo a lo largo de su altura en el tronco,y meciéndose suavemente,empezó un recorrido sinuoso con sus manos desde sus muslos y ascendiendo hacia arriba,como una parte del cuerpo de Miguel que ya parecía tener vida propia.

-Yo también estoy prohibido...¿Entonces no me probarás?-le pregunto mientras ejecutaba esa danza voluptuosa y sugerente que se parecía mas a una invitación,la mas osada que el otro ángel recibió,y una que creía no podría rechazar,pues ¿Que hambriento de días se niega a semejante banquete?No seria mas lógico saciarse de sus delicias sin dejar bocado sin probar,haciendo de ese sabroso ágape su ultima comida antes de que el verdugo lo viniera a buscar.

Y Miguel asintió,y no supo a qué,quizás a todo,a lo que Luzbell le ofreciera, o a lo que se imaginaba él.Su enamorado noto su asentir,y volteando su rostro de lado de esa forma que lo lograba enloquecer,empezó a desatar la túnica blanca que lo vestía, etérea y simple, como la misma tentación. Sus hombros fueron lo primero que le obsequio a su mirada,los cuales movía a el son de sus latidos que iban en aumento feroz,y luego se volteo bailando esa canción que lo recorría y dejando caer mas esa pieza de tela que en cuestión de minutos Miguel había aprendido a odiar.Su cintura se dejo ver,estrecha y ondeante,y un poco más luego,las montes de su redondeado trasero,los cuales le prometían dichas profanas,al mecerse delante de él.

Y la delicada vestidura cayo a sus pies,acompañada con su cordura y con su resto de control.

Se giro para que no se le perdiera detalle de su perfecta anatomía a sus ojos,que hacian de su piel una pagana epifanía en la que se quería perder.Y como aquella vez en Urón, sus manos lo llamaron extendiéndose tan danzarinas y traviesas como el dueño de su corazón,pero Miguel no se volteó para no caer,sino que viendo el precipicio de lujuria frente a sus ojos, se lanzo a el con un brioso ímpetu.

Desabrocho igual de torpemente que al ponérsela su chaqueta bicolor, a la cual le siguió su pantalón y la túnica mediana de su parte superior. Así se mostró, sin recato alguno,al que había enlazado su alma inmortal al delirio de la carne.

-¡Que lindo!...Ven Miguel-le llamo su ángel recorriendo cada centímetro de su desnudez con su mirada.

Miguel asi lo hizo, y al llegar a él,lo tomo de la nuca y unió sus labios una vez más,en un beso húmedo y sediento,mientras lo acorralaba contra la madera,y unía su cuerpo al de él,haciendo que los gemidos de ambos por la deliciosa fricción se ahogaran en la unión de sus bocas.

-Quiero más,pero no se que-le dijo sin aliento Luzbell,revelando su inocencia encubierta por la audacia de su proceder.

-Yo se algo...no mucho,pero te lo puedo enseñar-le sugirió Miguel a centímetros de su boca,mientras el afán de poseerlo le incendiaba la piel.

-Enséñame-le susurro su ángel revelando en sus ojos celeste cielo su necesidad.

-Ven-le dijo él,tomando su mano,y llevándolo hasta donde la hierba se veía mas densa y suave como un aceitunado colchón provisto por la naturaleza,estando allí,le indico con un delicado gesto que acompaño con su voz-Recuéstate.

Luzbell lo hizo despacio,sin dejar de mirar expectante, y a la vez ávido de conocer.

Y Miguel lo miró,y ya no hubo retroceso.Desnudo,entregado,anhelante,apetecible como el más sabroso manjar.Su piel nívea iluminada por las estrellas,su cabello blanco derramado sobre la hierba,sus ojos suplicantes por la debida instrucción,una que le daría él,quien sabia quizás solo un poco más,pero no por eso se acobardaría ,ya no más.

Con lentitud se recostó sobre él,sosteniendo  su peso en sus manos,mientras el tacto de la piel ajena lo hizo estremecer de la cabeza a los pies.

-S-se llama-a copula-tartamudeo,creyendo necesario explicarse en medio de aquella vorágine pasional-O acto sexual, así le dicen en los mundos donde lo practican para fecundar-.

Luzbell con la vista nublada por la anticipación y por el disfrute de su proximidad,asintió en respuesta.

-Nos hará uno...¿Quieres ser uno conmigo?-le pregunto para conocer si había en el otro completa seguridad,la que se confirmo con su respuesta.

-¿No lo somos ya?...Pero si en algo falta,muestrámelo...únenos más-.

Miguel lo observo con embeleso otra vez,así lo haría siempre,su mirada siempre lo iba a admirar.Luego lo beso para sellar el acuerdo,con una dulzura sin igual. Sus labios dejaron luego los suyos y se extraviaron en su piel,en cada porción de ella,adorándola con sus labios desde su grácil cuello, pasando por sus cintura y por el secreto de sus muslos,sintiendo como sus jadeos y gemidos le decían que lo estaba haciendo bien,que no se detuviera por nada,pues era necesario el proseguir para seguir existiendo, como el mismo respirar.

Dando muestra en su hombría de que no podría soportar más aquel sublime tormento,Miguel tomo sus muslos con delicadeza y encontró su lugar entre ellos,en el cual cabía con tal perfección,que creyó debía haberse creado así solo para él.

-Lo haré mi amor...Nos uniré-le murmuro con la voz y el pecho agitados por igual,dejándole otro dulce beso en los labios.

-Te pertenezco Miguel,hazlo-le respondió su ángel sin dudar.

Mirándolo a los ojos,Miguel se acoplo a él,y se dejo perder en su cuerpo con suavidad,adentrándose en su mas profundo secreto con innombrable placer.Lo vio tensarse y hacer una mueca de dolor al inicio,pero conquistado por sus besos y caricias,relajarse de a poco y disfrutar de su exquisita unión. El deseo le dio a Miguel los movimientos que hacian brotar de los labios de su amante su nombre una y otra vez,mientras el amor le dio la paciencia para esperar a que este se acostumbrará a su atrevida intromisión.

Sin ser consciente de nada más que no fuera al que amaba debajo de su cuerpo, mientras se sumergía de lleno en él,sucumbiendo a la tibia presión de su estrecho alojamiento,Miguel sintió venir la deseada liberación,uno que más que liberarlo, terminaría de hacerlo preso en aras de su corazón,pues sabiéndolo suyo por completo no había duda dentro suyo de que no lo volvería a perder.

Con un un último gemido culminante, el éxtasis los embargó a los dos,haciendo nacer de sus labios los sonidos que daban vida al amor en su completa consumación.

-Te amo tanto Luzbell,tanto mi amor-le dijo el intentando apaciguar a sus latidos tras la gloriosa experiencia

-Te amo tambien,esto fue hermoso...házmelo de nuevo-le respondió con una sonrisa plena de satisfacción.

-Esperaremos,muero por hacerte mío cien veces al día,pero tu cuerpo esta sensible y se debe recuperar-le contesto con serenidad.

-Uhmm-se quejó Luzbell con un mohín haciéndolo reír-Entonces a esto se le llama..¿Copular?.

Miguel respiro hondo y se dejo encandilar por su curiosa mirada celeste que le transmitía una devoción igual a la de él,y con el corazón rebosante de ella,él simplemente le respondió.

-No Luzbell...Esto es hacer el amor-.

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