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9: Los hermanos mayores siempre se preocupan por sus hermanos menores

Días después...

10 de agosto de 2023.

Facultad de Artes Visuales.

Era un nuevo día en la ciudad. Clima cálido, cielo nublado.

Andrés estaba en la facultad. Usaba playera blanca de mangas cortas, pantalón de mezclilla azul, zapatos tenis blancos y una mochila negra en su espalda. Estaba caminando de un lado a otro, preocupado por la desaparición de Osvaldo.

—Dios mío, ¿cómo permitiste esto...? —dijo muy angustiado.

Melissa llegó a la facultad. Usaba una blusa gris de mangas cortas, pantalón de mezclilla azul, zapatos tenis blancos, y una mochila gris en su espalda. Andrés trató de detenerla.

—¿A dónde vas, Melissa? —preguntó Andrés.

—Con unos amigos, nada más —dijo Melissa tranquila.

—¡No me digas que vas a ir con Carlos! ¿O sí? —preguntó Andrés un poco enojado.

—¿Qué tiene de malo que Carlos y yo seamos amigos? —preguntó Melissa sorprendida.

—¡Que Carlos es igual de sinvergüenza que Adriano! ¿No te das cuenta? —preguntó Andrés alterado.

—¿Y qué si me junto con él, Andrés? —preguntó Melissa enojada—. ¡Yo no te digo nada cuando te estás juntando con Daniela!

—¡No, porque Carlos es distinto a Daniela! —exclamó Andrés molesto.

—¡Ni siquiera lo conoces! —dijo Melisa enojada.

—¿Neta? No necesito conocerlo, es igual de idiota que Adriano —dijo Andrés más enojado.

—¿Por qué te molesta cuando estoy con Carlos? —preguntó Melissa aún enojada—. ¿Acaso estás celoso?

—No, no es que esté celoso —dijo Andrés un poco más tranquilo—. Es que sabes que no soporto verte cerca de los Villamizar. ¡Ya sabes cómo son!

—¡Pues a mí no me importa lo que digan! —gritó Melissa enojada—. ¡Yo puedo tener los amigos que se me dé la gana! ¡No puede ser que tú y mamá me estén reclamando por esto!

—¡Se supone que ya eres mayor de edad! —dijo Andrés enojado—. ¡Deberias elegir mejor tus amistades! ¡No puedo creer que seas tan idiota al juntarte con un idiota como Carlos!

Furiosa por las palabras que había escuchado, Melissa le dio una cachetada a Andrés en la mejilla izquierda.

—¡Ni tú ni nadie me van a decir cómo escoger mejor mis amistades! ¿Oíste? —dijo furiosa.

Acto seguido, Melissa se fue a su salón de clases, mientras que Andrés se quedaba solo. Se sentó en el suelo, y se sobaba la mejilla izquierda.

***

Más tarde...

Parque Murazano.

Santino estaba en el parque Murazano, caminando y platicando con un chico.

Ese chico era guapo, tenía 20 años de edad. Era alto, delgado, de piel clara, ojos cafés y cabello corto castaño claro. Usaba una playera roja de mangas cortas, pantalón de mezclilla azul y zapatos tenis blancos. Santino usaba playera gris de tirantes, short deportivo negro y zapatos tenis negros.

—¿Sí sabes que te estás metiendo la soga al cuello con lo de Roberta Lazcano, Santino? —preguntó preocupado, el chico de rojo.

—Lo sé, Renato —dijo Santino tranquilo—. Sé que me estoy volviendo loco, pero como ya te lo dije, el que me busca me encuentra.

—¿Serías capaz de traicionar a Roberta? —preguntó Renato, el chico de rojo, preocupado.

—Sí... —dijo Santino serio—. Pero sólo si se le ocurre jugarme chueco. Que sepa que tengo pruebas muy fuertes en su contra. No me gustaría tener que sacarlas a la luz.

—Lo dices por el video que grabaste ayer... —dijo Renato preocupado.

—Sí, Renato. Vamos a sentarnos —dijo Santino, él y Renato se sentaron en una banca—. Ya te mostré el video. Y como te digo, si lo saco a la luz, la carrera política de Roberta se acabaría.

—¿Y por qué no lo muestras y haces viral? —preguntó Renato preocupado.

—Porque todavía no es tiempo. ¿No te lo he dicho? —dijo Santino un poco enojado—. Ya te lo he dicho: no pienso sacar a la luz a menos que a Roberta se le ocurra jugarme sucio.

—Ya lo sé, ya lo sé —dijo Renato—. Ya sé que quieres esperar a que Roberta se meta contigo para meterla a la cárcel y destruirle su carrera política. Pues espero que sepas lo que estás haciendo.

—Sé lo que hago, Renato. Lo sé... —dijo Santino tranquilo—. Pero por mis huevos que no voy a terminar tres metros bajo tierra.

Santino quería esperar el momento adecuado para sacar el video a la luz y destruir la carrera política de Roberta. Sólo el tiempo le diría cuál sería el momento adecuado.

***

Más tarde...

Parque Avándaro.

Andrés estaba caminando en el parque Avándaro. Quería olvidar la pelea que tuvo con Melissa en la facultad.

De repente, Emiliano llegó al parque. Portaba una playera gris de mangas largas, pantalón deportivo negro y un par de zapatos tenis blancos. Se acercó a Andrés y lo confrontó.

—¿Cómo te sientes después de haber alejado a Daniela de Adriano, Andrés? —preguntó burlón.

—¿Qué te importa, Emiliano? —dijo Andrés molesto—. Sabes que Adriano quiso engañar a tu hermana con otra chica. Yo no tuve nada que ver.

—Sí, pero tú se la quitaste —dijo Emiliano burlón—. Adriano quería regresar con ella para explicarle todo. Pero tú te entrometiste y se la quitaste como si nada.

—¿Cómo te atreves a acusarme de algo tan horrible? —preguntó Andrés molesto—. ¡Sabes que tu hermana y yo solo somos amigos! ¡Yo no se la quité Adriano, él decidió cambiarla por otra!

—¡No tenías derecho a meterte en su relación! —dijo Emiliano ya molesto—. Es obvio que terminaste de matar una relación, que de por sí ya estaba muerta. ¿Cómo te sientes al respecto?

—No te va a servir de nada culparme de algo que yo no hice —dijo Andrés molesto—. Y me siento tranquilo, porque sé que yo no le puse el cuerno, a diferencia de Adriano.

—Tú sabes que Adriano quiere a las dos —dijo Emiliano burlón—. Él quiere tanto a Daniela como a Roberta. Y ahora por tu culpa, se quedó como el perro de las dos tortas.

—¡Ya deja de justificarlo! —dijo Andrés molesto—. Te reitero que yo no tuve nada que ver con el fin de esa relación. Yo no hice que Daniela terminara con Adriano. Pero si tú quieres creer lo contrario, es tu problema.

Andrés quiso irse del parque, pero Emiliano lo detuvo.

—No es por nada, pero si no quieres problemas, te aconsejo que te alejes de mi hermana —dijo Emiliano molesto.

—Eso nunca, Emiliano —dijo Andrés molesto—. No voy a dejar a tu hermana a merced de Adriano. Y espero que tú hagas lo mismo.

—¡Te vas a alejar de mi hermana! —dijo Emiliano molesto—. ¡Aléjate de ella, o lo lamentarás!

—¡Tú eres el que va a lamentar haberle dejado a merced de un tipo como Adriano! —exclamó Andrés molesto—. Si eso es lo que quieres, es cosa tuya. Y ya me voy de aquí, ya me cansé de esta conversación.

—Vamos, admite de una vez que disfrutaste destruir ese noviazgo, roba novias —dijo Emiliano molesto.

—¡Déjame en paz, Emiliano! —gritó Andrés furioso—. ¡No estoy de humor para aguantar tus calumnias, y menos ahora que no estoy pasando por un buen momento!

Después de haber tenido esa discusión, Andrés se fue molesto del parque. Emiliano se quedó solo, y estaba muy enojado.

—No, no voy a dejar que separes a Daniela de Adriano... —dijo molesto.

Emiliano también decidió irse del parque para tratar de olvidar ese trago amargo.

***

Más tarde...

Casa de los Lazcano.

Adriano y Roberta estaban en la sala de la casa de los Lazcano, sentados en el sofá y platicando. Adriano portaba una playera gris de mangas cortas, pantalón deportivo negro y un par de zapatos tenis negros. Roberta portaba una blusa azul de tirantes, minishort negro y un par de zapatos tenis blancos.

Ninguno de los dos sabía que la puerta estaba abierta.

—¿Cómo estuvo tu día hoy, Adriano? —preguntó Roberta amablemente.

—Bien, todo tranquilo —dijo Adriano amablemente—. Todo salió muy bien.

—Me alegro, Adriano —dijo Roberta antes de darle un beso en los labios a Adriano—. Mis hermanos no están en casa, así que tenemos toda la tarde para nosotros.

—Me imagino que los dos están ocupados, Roberta —dijo Adriano tranquilo.

—Lo sé. Matías y Katia están en la facultad —dijo Roberta tranquila—. Sólo no me los quiero encontrar, en especial a Matías. Ese pendejo armaría un escándalo si nos viera juntos.

—Vamos, no nos va a ver juntos, Roberta —dijo Adriano antes de darle un beso en los labios a Roberta.

—No lo sé, Adriano... —dijo Roberta un poco intranquila—. El pendejo de Matías se la pasa culpándome por haberte separado de Daniela. Creía que Katia estaba de mi lado, pero al parecer me equivoqué. Yo sé que tú tenías a tu novia. Pero puedes tener a dos mujeres, Adriano.

—Vamos, Roberta. Todos sabemos que tú eres más mujer que Daniela —dijo Adriano sonriendo, antes de darle otro beso en los labios a Roberta—. Y no me da miedo decirte en tu cara que no eres una mujer para cualquiera. Solo eres para los más valientes.

—Lo sé, Adriano. No soy hembra de cualquiera, sólo tuya. Tuya, y sólo tuya —dijo Roberta sonriendo.

Adriano y Roberta siguieron platicando juntos, mientras que Matías y Katia los veían con asco desde la entrada principal. Matías portaba una playera blanca de mangas cortas, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis negros. Katia portaba una blusa a cuadros azul de mangas largas, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis blancos. Ambos llevaban sus mochilas grises en sus espaldas.

—¿Cómo puede Roberta estar tan tranquila después de lo que ella y Adriano le hicieron a Daniela? —preguntó Matías indignado.

—No sé, Matías. Pero yo no quiero estar ahí —dijo Katia molesta—. Mucho menos si Adriano está ahí. Míralos, están felices, como si nada.

—Tienes razón, Katia. Vámonos con unos amigos —dijo Matías.

—Sí, sirve que espero a que todo salga bien —dijo Katia molesta.

Matías y Katia ni siquiera entraron a la casa. Se fueron directamente a otro lugar, para no reunirse con Adriano y Roberta, quienes siguieron platicando y besándose.

***

Esa noche...

Casa de los Villamizar.

Ya era de noche. El clima permanecía cálido, pero el cielo seguía nublado.

Adriano y Emiliano estaban en la sala de la casa de los Villamizar, sentados en la mesa.

—¿Cómo que los hermanos de Roberta casi te descubren, Adriano? —preguntó Emiliano sorprendido.

—Sí, no sé cómo —dijo Adriano tranquilo—. A lo mejor es porque Roberta no cerró la puerta. Pero lo que pasa es que me da miedo de que Matías y Katia se enteren de que Roberta y yo somos amantes desde hace un año.

—¿Qué estás diciendo? —preguntó Emiliano enojado—. O sea que, ¿has estado con Roberta desde antes de salir con mi hermana?

—Lo siento, no sé qué decir —dijo Adriano nervioso—. Sé que lo que hice es injustificable. Pero es que disfruto estar con Roberta. Ella me vuelve loco, Emiliano. Te lo juro.

—¡Por supuesto que es injustificable! —dijo Emiliano enojado—. ¡Por eso es que mi hermana terminó contigo!

—¡Es que no puedo sacarme a Roberta de la cabeza! —dijo Adriano un poco triste—. Y sinceramente, me dolió mucho haber terminado con tu hermana.

—Así es —dijo Emiliano enojado—. Desde que mi hermana descubrió besándote con Roberta, decidió terminar contigo.

—Lo sé. Y ahora la dejé a merced de Andrés Abascal —dijo Adriano triste.

—¿No te das cuenta? —dijo Emiliano enojado—. ¡Mi hermana te va a odiar si se llega a enterar de que eres amante de Roberta desde hace un año! ¡Y que la has estado engañando, incluso antes de empezar una relación con ella!

—¡No! —gritó Adriano asustado—. ¡No me gustaría que Daniela se enterara de que estoy con Roberta desde hace un año!

—¡Entonces haz lo que esté a tu disposición, para evitar que mi hermana caiga en las manos de Andrés! —dijo Emiliano enojado—. Aún si tienes que terminar tu amorío con Roberta!

—Quién sabe, Emiliano. Nunca se sabe... —dijo Adriano más tranquilo.

Adriano se sentía muy triste después de haber terminado su relación con Daniela, pero tenía miedo de que alguien más supiera que tenía una relación con Roberta desde hace mucho tiempo.

***

Más tarde...

Parque Avándaro.

Melissa y Carlos estaban en el parque Avándaro, sentados en una banca y platicando.

—Cielos, todavía no puedo creer que Andrés te haya faltado al respeto de esa forma —dijo Carlos indignado.

—Sí, lo sé... —dijo Melissa un poco enojada—. Pero yo tuve que darle una cachetada. No tenía por qué haberme insultado de esa forma.

—Lo sé —dijo Carlos—. Sé que lo que dijiste en ese momento no era correcto, pero era necesario. Aunque Andrés sea tu hermano, no puedes dejar que te ofenda.

—Así es, Carlos —dijo Melissa un poco más tranquila—. Es que no entiende la amistad que tenemos tú y yo. Hoy nos peleamos dos veces en el día. No entiendo por qué se puso así últimamente.

—Quizá es por lo de tu padre —dijo Carlos tranquilo—. Tal vez aún siga dolido por lo de tu padre.

—Sí, pero eso no es razón para insultarme —dijo Melissa tranquila—. No podía tolerar que me ofendiera, tuve que ponerle un alto. De verdad que no es fácil vivir con el duelo.

—Nadie dijo que fuera fácil, Melissa —dijo Carlos tranquilo—. No puedes quitarte este dolor de encima, sólo aprendes a vivir con él.

—Tienes razón, Carlos —dijo Melissa.

—Por cierto, ¿todavía no se sabe nada de Osvaldo Ventura? —preguntó Carlos preocupado.

—No, todavía no... —dijo Melissa triste.

—Dios mío, qué horror... —dijo Carlos triste—. Sólo espero que todo salga bien.

—Si, yo también —dijo Melissa triste.

Los dos chicos siguieron platicando, se levantaron de la banca y empezaron a caminar por el parque.

***

Más tarde...

Parque de los Sauces.

Andrés y Daniela estaban en el parque de los Sauces, sentados en una banca. Daniela portaba una blusa beige de tirantes, minifalda de mezclilla azul y un par de zapatos tenis blancos.

—Sinceramente, este ha sido uno de los peores días de mi vida —dijo Andrés un poco enojado.

—Lo sé, Andrés. Sé cómo te sientes, y lo siento mucho —dijo Daniela un poco triste.

—Es que Emiliano me reclamó por lo que pasó —dijo Andrés triste—. Cree que yo tengo la culpa de que tú rompieras con Adriano. Y encima de todo, mi hermana se está juntando con Carlos, hermano del mencionado Adriano.

—Sé como la estás pasando, Andrés —dijo Daniela triste—. Supe que te peleaste con Melissa. ¿Qué pasó?

—Es que estuvimos peleando por la tarde —dijo Andrés triste—. Me ganó la ira. La insulté fuertemente, y me dio una cachetada. Siento que me pasé de la raya.

—Efectivamente —dijo Daniela tranquila—. Yo sé que Carlos es un sinvergüenza, pero tú no debiste haber insultado a tu hermana. No deberías haberla ofendido.

—Lo sé, Daniela. Soy un idiota... —dijo Andrés triste.

—Vamos, Andrés. Tienes que hablar con tu hermana y disculparte con ella —dijo Daniela tranquila—. Sé que ustedes dos aún la siguen pasando mal por lo de su padre. Pero te aconsejo que hables con ella, y le expliques esas razones por las que hiciste lo que hiciste.

Andrés respiró profundamente antes de decir algo.

—Sí, tienes razón, Daniela... —dijo tranquilo—. Necesito buscar a mi hermana para hablar con ella y disculparme por mi actitud. Pero está tan enojada conmigo, que ni siquiera me contesta un mensaje.

—Vamos, Andrés. Ya se le pasará —dijo Daniela tranquila—. Ya querrá hablar contigo después.

—Eso espero... —dijo Andrés triste.

Andrés se sentía muy triste después de haberse peleado con Melissa, y deseaba hablar con ella para pedirle perdón por su actitud.

***

Más tarde...

Parque del Gusanito.

Melissa, Alan y Alessia estaban en el parque del Gusanito. Caminaban tranquilamente para terminar su día. Melissa portaba una blusa blanca de tirantes, minishort negro y un par de zapatos tenis blancos. Alan portaba una playera gris de tirantes, short deportivo negro y un par de zapatos tenis negros. Alessia portaba una blusa gris de tirantes, minishort de mezclilla azul y un par de zapatos tenis blancos.

—¿No crees que deberías hablar con Andrés, Melissa? —preguntó Alessia preocupada.

—No lo sé, Alessia... —dijo Melissa un poco triste—. Es que yo quiero mucho a mi hermano, sé que él me protege. Pero la verdad, es que no sé qué le vio de malo a Carlos.

—Vamos, Melissa —dijo Alan tranquilo—. A lo mejor es porque Carlos es hermano del sinvergüenza de Adriano Villamizar.

—A lo mejor, Alan... —dijo Alessia.

—Supe que le diste una cachetada a tu hermano, Melissa... —dijo Alan.

—Sí, es que me ofendió cuando le dije que me juntaría con Carlos —dijo Melissa triste—. Pero yo no debí haberlo golpeado.

—Tranquila, ya verás que todo esto se va a solucionar tarde o temprano... —dijo Alessia.

—Hablando de Adriano, ayer mi hermano y yo lo enfrentamos —dijo Alan preocupado.

—Me imagino que no te fue nada bien, Alan —dijo Melissa.

—Sí. Muy mal —dijo Alan.

—Pero Andrés no debería ser tan desconfiado —dijo Alessia tranquila—. A lo mejor Carlos podría ser diferente a Adriano. Sinceramente, no creo que sea una mala persona.

—Lo sé, Alessia. No conozco a Carlos —dijo Alan—. Pero en lo personal, no sé si sea igual de sinvergüenza que Adriano.

—Lo sé. Adriano culpa a mi hermano de su ruptura con Daniela —dijo Melissa preocupada—. Y lo que es peor: el hermano de Daniela también se la pasa culpando a mi hermano de lo que pasó.

—Qué mal que Emiliano piense así —dijo Alessia preocupada—. Parece que no sabe cómo pasaron las cosas en realidad.

—No, sí lo sabe —dijo Alan—. Pero se hace como que no sabe, está claro que está del lado de Adriano.

—Sólo unos cuantos sabemos lo que en realidad pasó —dijo Melissa preocupada—. Adriano la engañó con Roberta Lazcano.

—Y para ser sincera, no se ve que esté arrepentido —dijo Alessia—. Más bien, parece que disfruta estar con Roberta.

—Pobre Daniela. No me imagino cómo se ha de sentir... —dijo Melissa un poco triste—. En fin, sólo espero tratar de calmarme. Quiero limar asperezas con Andrés.

—Espero que puedas hacerlo —dijo Alessia—. Los hermanos mayores siempre se preocupan por sus hermanos menores.

—Sí, lo sé... —dijo Melissa triste.

Los tres chicos siguieron caminando mientras platicaban. Melissa quería tratar de arreglar sus diferencias con Andrés, debido a la amistad que ella había forjado con Carlos.

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