Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

26: La traición no se perdona, ni se olvida

Esa noche...

Parque Avándaro.

Ya era de noche. El clima estaba un poco más frío, y el cielo seguía nublado. Andrés y Daniela estaban caminando y platicando en el parque Avándaro. Los dos se veían muy preocupados.

—Te juro que no puedo con la idea de que Carlos haya intentado aprovecharse de mi hermana, Daniela —dijo Andrés muy preocupado.

—Lo sé, Andrés —dijo Daniela preocupada—. Entiendo cómo te sientes, y más ahora que siempre supiste que Carlos era un sinvergüenza.

—Siempre supe que Carlos que era un asco de persona —dijo Andrés muy triste—. Pero nunca me imaginé que fuera capaz de llegar tan lejos contra mi hermana. Y lo peor de todo, es que me enteré de que abusó de Katia.

—¿Cómo que Carlos violó a Katia? —preguntó Daniela preocupada.

—Sí, Daniela —dijo Andrés muy preocupado y triste—. Estaba en mi habitación hacia mi tarea. Cuando de repente, escuché una plática que Melissa y Katia estaban teniendo en la sala. Y ahí me enteré de que Carlos violó a Katia.

—Dios mío, no puedo creer lo que me estás contando... —dijo Daniela muy preocupada.

—No sé cómo sentirme... —dijo Andrés muy triste—. Pero me pone muy triste saber que Carlos violó a Katia, y estuvo a punto de hacer lo mismo con mi hermana. Y no es por nada, pero parece que a Adriano le gusta hacerme sufrir a través de Carlos.

—¿Estás seguro? —preguntó Daniela preocupada.

—Sí, Daniela... —dijo Andrés triste—. El día que tú terminaste con Adriano, él juró hacerme la vida imposible. Y ahora veo que está cumpliendo su palabra. No sólo llegando al punto de intentar matarme, sino además, haciendo que Carlos intentara aprovecharse de mi hermana.

—Dios bendito... —dijo Daniela consternada—. ¿Hasta cuándo vamos a poder vivir en paz? ¿Cuándo va a terminar la maldad de Adriano?

—No lo sé, pero te aseguro que esto no será para siempre —dijo Andrés tranquilo—. Todo tiene fecha de caducidad. Y la maldad de Adriano es una de esas cosas.

—Dios te oiga, Andrés. Porque yo ya no sé si pueda seguir soportando esto... —dijo Daniela preocupada.

Andrés y Daniela estaban sumamente tristes por la violación que había sufrido Katia a manos de Carlos. Y deseaban que esa tormenta pasara tarde o temprano.

De repente, el celular de Andrés sonó. Él lo sacó del bolsillo derecho de su pantalón y lo revisó. Luciano le había mandado un mensaje.

Luciano
Necesito que vengas a mi casa ahora mismo. Es urgente.

Daniela se preocupó.

—¿Está todo bien, Andrés? —preguntó.

—No, es que Luciano dice que quiere verme —dijo Andrés preocupado.

Andrés quería ir a casa de los Arévalo para hablar con Luciano, quería saber de qué quería hablar.

***

Más tarde...

Casa de los Lazcano.

Roberta estaba en la sala de la casa, sentada en la mesa y cenando. Estaba cenando una hamburguesa con queso, acompañada de un plato de papas fritas y un refresco de cola. Antes de tomar su hamburguesa para darle el primer mordisco, Alan entró a la casa como Pedro por su casa, y luego se acercó a Roberta para encararla.

—¡Roberta! —gritó furioso—. ¡Al fin nos volvemos a ver las caras desde el día que me golepaste!

Roberta puso su hamburguesa de vuelta en el plato y volteó a Alan para mirarlo de reojo.

—¿Qué vergas te pasa, pendejo? —preguntó muy enojada, y se levantó de la mesa—. ¿Quién chigados te crees que eres para venir a mi casa e interrumpir mi cena?

—¡Ahora mismo te voy a cobrar lo que me hiciste el otro día! —gritó Alan enojado—. ¡Tú y Adriano van a pagar por lo que nos hicieron a mí y a mi hermano!

—¿Eres pendejo o te haces? —preguntó Roberta burlona—. ¿No te sabes otra amenaza, machito?

—¡Cállate! —gritó Alan, corrió hacia Roberta para someterla contra la pared—. ¡Cállate, o yo mismo te callo para siempre!

—¡Quítame tus pinches manos de encima, pinche machito! —gritó Roberta histérica, mientras Alan la seguía sometiendo.

—¿De verdad creíste que te ibas a salir con la tuya, Roberta Lazcano? —preguntó Alan enojado—. ¡Pues te equivocas! Te aseguro que te voy a destruir lenta y dolorosamente por lo que me hiciste. Ahora todos van a saber la clase de monstruo que eres, y lo que me hiciste.

—¡Pues me vale tres hectáreas de verga lo que hagas, culero! —dijo Roberta furiosa—. ¡Vamos, denúnciame por violación, hijo de tu puta madre! ¡Y yo aprovecho para denunciarte por agredir a una mujer! ¡Nadie te va a creer tus pinches cuentos, esos de que yo te violé, cabrón!

—A ver de qué cuero salen más correas —dijo Alan furioso.

—¡Chinga tu puta madre! —dijo Roberta enojada—. ¡Ahora resulta que a los pinches hombres los violan! Por favor, los hombres son tan pendejos, que ya no saben qué mamada inventar contra mujeres como yo. Pobre machito llorón, pobre cobarde.

Al oír las hirientes palabras de Roberta, Alan empezó a jalarla del cabello, haciéndola gritar. Acto seguido, la sometió contra la mesa.

—¡Te voy a destruir, Roberta! ¡Juro que te voy a destruir! —gritó histérico.

—¡Ya me hartaste, pinche machito! ¡Ya estoy harta! —gritó Roberta histérica.

Roberta le dio un cabezazo en la cara a Alan para zafarse y tratar de escapar. Corrió hacia la cocina, pero Alan tomó un florero de la mesa y siguió a Roberta, aún con su nariz sangrando. Roberta estaba hablando por su celular, se veía asustada.

—¡Por favor, ayúdame, Adriano! ¡Me están maltratando! —gritó asustada y llorando.

Alan quebró el florero en la cabeza de Roberta, ella cayó al suelo y soltó su celular, quedando inconsciente. Después, se agachó para recoger el celular de Roberta y revisarlo.

—No, Roberta. No te voy a matar, pero vas a desear que lo hubiera hecho... —dijo ya serio.

Revisó el celular y encontró un video. Decidió reproducirlo. Roberta estaba hablando frente a la cámara. Ella decía:

"No saben lo feliz que me pone haber matado a la pendeja de Sofía Martell. Sé que estoy en contra de los feminicidios, pero todo sea para lastimar a Adriano Villamizar. Pobre pendejo, nunca se va a enterar de que lo separé para siempre de su amada."

Alan quedó completamente estupefacto después de haber visto ese video. Y estaba decidido a vengarse de Roberta, sin importarle las consecuencias. Quería cobrarle muy caro lo que le había hecho días atrás.

***

Más tarde...

Casa de los Arévalo.

Luciano estaba en la sala, sentado en el sofá. Aún seugía dolido despueś del enfrentamiento que tuvo con Alan.

De repente, Andrés llegó a la casa y se acercó a hablar con él.

—¿Querías hablar conmigo, Luciano? —preguntó Andrés—. Me dijo tu hermana que Alan vino aquí para golpearte. ¿Se puede saber por qué?

—Mira, es que no sé cómo decírtelo, Andrés... —dijo Luciano, y se levantó del sofá—. Es que, es sobre los Ventura.

—¿Los Ventura? —preguntó Andrés sorprendido.

—Sí, es que Alan vino aquí para golpearme —dijo Luciano triste—. Y no es por la nada, ni por cosas así por el estilo. Es que, ¿recuerdas lo que pasó con Osvaldo Ventura?

—Sí, me dijeron que está desaparecido... —dijo Andrés serio.

—Pues no es así —dijo Luciano triste—. La verdad es que...

—¿Qué pasó con Osvaldo? —preguntó Andrés ya asustado.

—Osvaldo... está muerto... —dijo Luciano triste, dejando estupefacto a Andrés.

—¿Cómo que Osvaldo está muerto? —preguntó Andrés sorprendido y asustado.

—Sí. Mira, es que hace días, Adriano secuestró a Osvaldo y a su hermano —dijo Luciano triste y nervioso—. Nos llevó a un lugar muy apartado, no recuerdo cómo se llama. Pero ahí, vi con mis propios cómo Adriano le disparaba a Osvaldo en la cabeza. Y no sólo eso, vi cómo Roberta sodomizaba con un palo a Alan, mientras le gritaba muchas maldiciones. Y por si fuera poco, Adriano me obligó a enterrar el cadáver de Osvaldo.

—¿Qué estás diciendo, Luciano? —preguntó Andrés exaltado—. ¿Acaso tuviste algo que ver? ¡Dímelo!

Luciano respiró profundamente antes de responder.

—Sí, Andrés... —dijo triste y asustado—. Yo le di información personal sobre los Ventura a Adriano. Le dije dónde vivían, dónde estudiaban, entre muchas otras cosas. Yo fui el causante de todo esto. Y lo que es peor, le dije dónde vivías. Como consecuencia de ello, Adriano mandó matar a tu padre.

—¿Qué diablos...? —preguntó Andrés—. ¿Cómo que mi padre...? ¿Adriano mandó matar a mi padre?

—Sí, Andrés. Yo le di información a Adriano sobre tu familia —dijo Luciano triste.

Andrés se quedó sin palabras después de haber escuchado la confesión de Luciano. No hallaba qué decir, caminaba de un lado a otro mientras respiraba de forma agitada. Poco después se dirigió a Luciano, enfurecido.

—¡Eres un maldito traidor, Luciano! —gritó furioso, y le dio un puñetazo a Luciano en la cara—. ¿Cómo te atreviste a darle información personal a Adriano? ¡Ese miserable mató a Osvaldo, y mandó matar a mi padre! ¡Y Roberta sodomizó a Alan! ¡Todo eso fue tu culpa!

—¡Lo sé, Andrés! ¡Lo sé! —gritó Luciano triste, mientras se sostenía la nariz para detener el sangrado—. ¡Sé que me lo merezco! ¡Merezco todos los golpes del mundo! ¡Yo le di información personal sobre los Ventura a Adriano Villamizar!

—¿Cómo te atreviste a hacerle algo así a los Ventura? —gritó Andrés enojado—. ¡Tú sabías lo que había pasado con Osvlado y Alan, además de lo que pasó con mi padre! ¿Cómo pudiste quedarte callado?

—¡Es que Adriano me tenía amenazado con hacerle daño a mi familia si hablaba de esto! —dijo Luciano asustado—. ¡Tienes que creerme, por favor!

—¡No, no te creo! —gritó Andrés enojado—. ¡No debiste haberle dado información delicada a Adriano! ¿Cómo pudiste traicionarme de esta forma?

—Lo sé, Andrés. Lo sé. Sé que me lo merezco —dijo Luciano triste—. Sé que lo que hice estuvo mal. Causé la muerte de tu padre, y la de Osvaldo. No hay excusa...

—¡Lo que le hiciste a los Ventura es inaceptable! —gritó Andrés enojado—. ¡Hiciste que mataran a Osvaldo! Y en cuanto a Alan, ¿tú sabes el daño que le causaste? ¡Lo traumaron de por vida! ¡Ahora vive asustado por las represalias que Roberta pueda tomar! ¡Y por más que pasen los años, nunca volverá a ser el mismo!

—¡Lo sé, lo sé! —gritó Luciano triste—. ¡Todo fue mi culpa, lo acepto! ¡Acepto que le di información personal de los Ventura a Adriano! ¡Acepto que por mi culpa, Adriano mató a Osvaldo, y me obligó a cavar su tumba! ¡Y también acepto que Roberta sodomizó con un palo a Alan! ¡Acepto también que tu familia fue destruida por mi culpa!

—Ya toda la facultad se está enterando de lo que pasó, Luciano —dijo Andrés enojado—. Tendrás que aceptar las consecuencias de tu traición, sobre todo cuando Matías y Katia se enteren de lo que pasó con los Ventura.

—Entiendo, Andrés —dijo Luciano triste—. Te traicioné a ti y a todos mis amigos. Sé que lo que hice estuvo mal. Pero aquí estoy dando la cara, y estoy dispuesto a aceptar las consecuencias, en cuanto Adriano caiga.

—De verdad que no puedo creer el dolor que le causaste a los Ventura, sobre todo a Alan —dijo Andrés ya triste—. Sólo espero que al menos puedas ayudarme a desenmascarar a Adriano. Pero la verdad, no sé si tú y yo podamos volver a ser amigos.

—Si ya no quieres ser mi amigo, está bien, Andrés —dijo Luciano triste—. Es lo que debo pagar por mi traición. Soy consciente de que Osvaldo murió por mi culpa, además de que yo provoqué que Roberta sodomizara a Alan.

—¡No puedo creer que te hayas aliado con Adriano para hacerle daño a los Ventura! —gritó Andrés enojado—. ¡Traicionaste a los Ventura! ¡Y lo peor de todo, es que también me traicionaste a mí! ¿Cómo pudiste vernos sufrir y fingir que no sabías?

—¡Te juro que sólo quería proteger a mi familia, Andrés! —gritó Luciano triste—. Pero me di cuenta de que no servía de nada más que para empeorar la situación.

—¡Hubieras tenido la confianza de hablar conmigo, Luciano! —gritó Andrés enojado—. Pero preferiste quedarte callado. ¿Sabes cuántas vidas destruyó tu silencio?

—Lo sé, Andrés. Lo sé —dijo Luciano triste—. Pero sé que ya es tarde para seguir ocultando todo esto. Pero si te hace sentir mejor, te ayudaré a hundir a Adriano VIllamizar y sus cómplices. Te lo prometo.

—¿Y cómo sé que esta vez no me vas a traicionar? —preguntó Andrés enojado.

—Pues no lo sé —dijo Luciano tranquilo—. Pero tenemos que conseguir pruebas de todo lo que pasó. Mañana mismo te diré el lugar en donde está enterrado el cadáver de Osvaldo Ventura. Y te aseguro que estoy dispuesto a aceptar las consecuencias. Ojalá podamos seguir siendo amigos, hermano.

—La verdad, no sé si tú y yo podamos seguir siendo amigos. No después de lo que hiciste —dijo Andrés ya triste—. La traición no se perdona, ni se olvida.

Andrés se fue de la casa de los Arévalo, dejando solo a Luciano. Él se sentó en el sofá y empezó a llorar desconsoladamente. Estaba claro que había perdido la amistad de Andrés, y no podía con la culpa de haberlo traicionado.

***

Más tarde...

Casa de los Villamizar.

Alan se dirigió a casa de Adriano, se encontró con él en la sala, frente a frente.

—Mira qué tenemos aquí —dijo Adriano burlón—. Supe que golpeaste a Roberta hace un momento. ¿Por qué?

—¡Porque esa maldita me violó! —gritó Alan furioso—. ¡Ella me sodomizó con un palo, después de que tú mataste a mi hermano!

—Claro, eso todos lo sabemos, Alan —dijo Adriano burlón—. Pero sabes lo que te va a pasar si esto sale a la luz.

—¡Pues ya no tengo miedo! —gritó Alan enojado—. ¡Me quitaron tanto, que hasta me quitaron el miedo!

—Por Dios, ya no sabes qué inventar para seguir desprestigiando a Roberta, ¿verdad? —dijo Adriano burlón—. Y aún si tuvieras la verdad en tus manos, no podrías hacer nada contra ella. Tiene dinero, contactos, es diputada y es intocable.

—Eso ya lo sé, Adriano —dijo Alan enojado—. Pero hay algo que tú no sabes.

—¿Cómo que hay algo que no sé, Alan? ¿Insinúas que no conozco a Roberta del todo? —preguntó Adriano, sacó una pistola negra del bolsillo derecho de su saco y le apuntó a Alan en la cabeza—. ¡Vamos, habla de una vez, imbécil! ¡Habla, o te reviento la cabeza!

—Bueno, si eso es lo que quieres... —dijo Alan decidido—. Tú amaste a una chica hace años, ¿no es así?

—¿Y eso a ti qué te importa? —preguntó Adriano enojado.

Alan se mantenía estoico y valiente ante Adriano, quien no dejaba de apuntarle con la pistola.

—Pues, supe que amaste a esa chica, se llamaba Sofía Martell —dijo Alan tranquilo—. Supe que la amabas mucho, que era tu alma gemela. Pero por favor, tienes que saber esto.

Adriano sometió a Alan contra la pared y siguió apuntándole con la pistola.

—¿Y qué sabes tú? —preguntó enojado.

—Mira, es que como ya sabes... —dijo Alan, y respiró profundamente—. Hace rato, tuve un fuerte enfrentamiento con ella. Nos peleamos a golpes, y le quebré un florero en la cabeza.

—¿Cómo? —preguntó Adriano sorprendido y enojado—. ¡Tú sabes que yo quiero mucho a Roberta! ¿Cómo te atreviste a agredirla? ¿Sí sabes que esto te puede costar la vida?

—Lo sé, lo sé —dijo Alan tranquilo—. Pero lo que no sabes, es que el culpable de la muerte de Sofía Martell, ha estado muy cerca de ti. Y no te has dado cuenta. Le quité su celular a Roberta y halĺé unas pruebas contundentes.

—A verlas... —dijo Adriano.

Adriano dejó de apuntarle a Alan con la pistola y la dejó caer al suelo. Alan sacó el celular de Roberta del bolsillo derecho de su pantalón, lo desbloqueó y se lo entregó a Adriano. Éste veía algunas fotos que mostraban a Roberta tomándose selfies cerca del cadáver de Sofía Martell, quedando horrorizado. Y encima, puso un video que mostraba la confesión de Roberta, mientras estaba en su casa. Ella decía:

"Me alegra haber separado a Adriano Villamizar de Sofía Martell. Pobre pendejo, no sabe lo que le pasó por haberse metido conmigo. En cuanto tuve la oportunidad, fui con Sofía para decirle sobre lo nuestro. Vi cómo Sofía lo mandaba a la verga, me hubiera gustado estar ahí para reírme de él. Me compadecí de él, pero a sus espaldas lo festejé. Finalmente, fui a buscar a esa chica para matarla. Adriano se puso como loco al enterarse de que Sofía se murió. Pobre pendejo, le demostré que ningún pinche hombre juega conmigo. Sólo lo usé para un rato, todos los pinches hombres son iguales. No hay más parecido a un macho que a otro macho. Los putos hombres que quieran burlarse de mí, piénsenlo bien. No vaya a ser que terminen como el pito chico de Adriano Villamizar, ¡ja ja ja ja!"

Adriano quedó completamente horrorizado después de ver la confesión de Roberta.

—Ya lo ves, Adriano —dijo Alan tranquilo—. Roberta odia a todos los hombres, incluyéndote a ti. Esa misándrica nunca te quiso, sólo te utilizó para separarte de Sofía Martell y matarla.

—No, no, no... ¡Esto no está pasando, esto no está pasando! —gritó Adriano histérico—. ¡No, no puede ser, no puede ser!

Arrojó el celular contra el suelo, enfureciendo aún más. Tomó y arrojó todos los objetos que encontraba a su alrededor, además de gritar como loco.

—¡Maldita seas, Roberta! —gritó histérico, siguió arrojando todo lo que encontraba—. ¡Mil veces maldita! ¡Tú mataste a Sofía Martell!

Siguió gritando y golpeando todo lo que encontraba. Su ira era incontenible, Alan lo veía todo. Pocos segundos después, Adriano se entristeció, y se arrodilló para empezar a llorar. Se sentía muy mal por lo que pasó.

—¡Sofía, mi amor! —gritó llorando y triste—. ¡Perdóname! ¡Perdóname, por favor!

Empezó a llorar desconsoladamente mientras seguía arrodillado, no podía soportar la traición de Roberta. Alan se le acercó para consolarlo.

—¡Gracias por abrirme los ojos, Alan! —gritó Adriano llorando—. ¡Ahora sé quién mató a Sofía Martell!

Adriano siguió llorando, y dejó de hacerlo momentos después.

—Haré que se arrepienta de lo que hizo, Alan —dijo enojado, haciendo temblar de miedo a Alan—. ¡Te lo juro!

Adriano estaba decidido a vengarse de Roberta por la muerte de Sofía Martell, sin importarle el precio que tuviera que pagar.

¿Qué opinas del capítulo?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro