2: Tus acciones tienen consecuencias
Más tarde...
San Pedro Garza García.
Casa de los Villamizar.
Adriano vivía en la colonia San Patricio tercer sector, en una gran casa ubicada en la calle Margay, y marcada con el número 110. Se encontraba en su casa, después de haber peleado con Daniela y Andrés.
Estaba en la sala con un chico. El chico era guapo, de 20 años de edad. Era delgado y de alta estatura. Tenía piel clara, ojos color miel y cabello corto castaño claro, al igual que Adriano. Portaba una playera azul de mangas largas, pantalón deportivo negro y un par de zapatos tenis blancos.
—¡Maldición! ¡No puedo creer que Daniela haya terminado conmigo de esa forma! —dijo Adriano muy enojado.
—Me imagino que la estás pasando muy mal, Adriano —dijo el chico de azul, preocupado.
—Sí, Carlos —dijo Adriano ya triste, y se sentó en el sofá—. La estoy pasando muy mal. Parece que involucrarme con Roberta, fue un grave error.
Carlos se sentó en el sofá junto a Adriano.
—Así es, Adriano. Sobre todo porque tú y Roberta solo son amigos —dijo tranquilo—. No debiste haber engañado a Daniela de esa forma.
—Lo sé, Carlos... —dijo Adriano tranquilo—. Pero lo peor es que ví a Daniela en los brazos de Andrés, él me la quitó.
—¿En serio? ¿Ese tal Andrés te quitó a Daniela? —preguntó Carlos sorprendido.
—¡Sí, Carlos! —gritó Adriano muy enojado, haciendo temblar de miedo a Carlos—. ¡Andrés Abascal me la quitó, terminó por alejarme de ella! ¡Eso nunca se lo voy a perdonar!
—¿Qué piensas hacer al respecto? —preguntó Carlos curioso.
—No lo sé, pero haré que se arrepienta por lo que hizo —dijo Adriano enojado—. ¡Nadie se mete con Adriano Villamizar! ¡Y se lo voy a demostrar en carne viva!
—Parece que sí estás de mal humor después de todo —dijo Carlos tranquilo.
—¿Acaso quieres que esté de buen humor? —preguntó Adriano enojado, se levantó del sofá—. ¿Quieres que sonría como si nada hubiera pasado?
—No, no es eso, Adriano. Se ve que estás muy mal después de lo ocurrido —dijo Carlos tranquilo—. Porque Daniela te dejó por culpa de Andrés.
—Lo siento, es que siento que la cabeza me da vueltas —dijo Adriano ya tranquilo—. La cosa es que voy a hacer que Andrés se arrepienta de haberme quitado a Daniela. Te juro que le voy a dar en donde más le duele, lo voy a hacer agonizar antes de quitarlo de mi camino. Luciano ya me dio algo de información acerca de la familia de Andrés. Ahora sí estoy listo para darle donde más le duele.
Adriano estaba increíblemente furioso, después de su ruptura con Daniela. Estaba decidido a todo para recuperarla, incluso si tenía que quitar a Andrés de su camino.
***
Más tarde...
Parque Avándaro.
Daniela y Emiliano estaban caminando en el parque Avándaro, después de la pelea que ella tuvo con Adriano en Galerías Valle Oriente.
—¡De verdad que no puedo creer que Adriano me haya hecho eso, Emiliano! —exclamó Daniela frustrada, con lágrimas en los ojos—. ¡Yo lo apoyé en las buenas y en las malas, y ahora resulta que me paga engañándome con otra!
—Lo sé, Daniela... —dijo Emiliano tranquilo—. Sé cómo te sientes.
—¡Es que no sé cómo me pudo hacer esto! —exclamó Daniela mientras se secaba las lágrimas.
—Tú fuiste quien decidió irse a refugiarte en los brazos de ese tal Andrés Abascal —dijo Emiliano ya burlón—. Sinceramente, eso fue lo que afectó más a Adriano.
—¿De qué estás hablando? —preguntó Daniela ya sorprendida, mientras se secaba las lágrimas—. ¡Eso es mentira! ¡Andrés y yo sólo somos amigos! Encima, ¡tú viste con tus propios ojos cómo Adriano me engañaba con esa tal Roberta Lazcano!
—Pues qué mala suerte, Daniela... —dijo Emiliano burlón—. Porque muchos están hablando de cómo te fuiste a refugiar con Andrés Abascal, una vez que terminaste con Adriano.
—¡Mentira! —gritó Daniela enojada—. ¡Sabes perfectamente que Andrés y yo somos amigos! Además, ¡jamás me atrevería a refugiarme entre los brazos de alguien, poco tiempo después de haber dejado a mi novio!
—Mala suerte, Daniela. Eso te pasa por haber querido cambiar algo bueno por algo que no vale la pena —dijo Emiliano burlón—. Pero en fin, ojalá que lo estés buscando, valga más que lo que estás perdiendo.
—¡Fue Adriano quien decidió perderme! —dijo Daniela enojada—. Fue él quien decidió engañarme con esa tal Roberta. ¿Por qué me estás juzgando a mí, que soy tu hermana? ¿Por qué estás defendiendo a Adriano? ¡Ya deja de justificarlo!
—No lo estoy justificando. Sólo digo que no debiste haberlo dejado así como así —dijo Emiliano tranquilo—. Pero en fin, espero que sepas vivir con lo que pasó. Se te avecina una tormenta. Y muy fuerte.
—Pues estoy tranquila, porque yo no le puse el cuerno. Fue él quien decidió hacerlo —dijo Daniela enojada.
—Haz lo que quieras. Total, no es mi vida. Es tuya —dijo Emiliano burlón.
Después de esa charla, Emiliano decidió irse del parque, dejando sola a Daniela. Ella se quedó pensativa después de todo lo que había pasado.
***
Más tarde...
Casa de Andrés.
Andrés vivía en la colonia Lomas del Paseo, al sur de Monterrey, en una casa grande, ubicada en la calle Las Gardenias y marcada con el número 5480.
Estaba en la sala de la casa, sentado en el sofá blanco junto a una chica. Ella se veía linda, y tenía 18 años de edad. Era delgada y de mediana estatura. Su cabello era largo y castaño, además de tener ojos cafés y piel morena clara. Usaba una blusa azul de mangas cortas, pantalón deportivo negro y un par de zapatos tenis blancos.
Los dos chicos empezaron a platicar.
—¿Así que te reencontraste con esa tal Daniela Montes de Oca? —preguntó la chica.
—Sí, pero ya sabes que su ex se puso como loco al vernos, Melissa —dijo Andrés tranquilamente.
—Vaya, siento mucho que ese tal Adriano se ponga como loco, sólo porque eres el amigo de la infancia de Daniela —dijo Melissa preocupada.
—Sí, me acabo de echar un enemigo a la bolsa —dijo Andrés preocupado.
—Vamos, Andrés. No te dejes intimidar por Adriano —dijo Melissa tranquilamente—. No le tengas miedo..
—Lo sé, Melissa —dijo Andrés tranquilamente—. Todavía no lo conozco, pero ya sé qué clase de persona es. Además, Daniela me contó que la estaba engañando con otra chica. Lo peor de todo, es que él no lo acepta.
—Vaya, así que Adriano no acepta que la perdió —dijo Melissa.
—Sí, ni siquiera acepta su responsabilidad —dijo Andrés tranquilamente.
De repente, aparecieron los papás de los chicos, salieron de una de las habitaciones para hablar con ellos.
—Ya estamos listos, chicos —dijo el papá sonriendo.
—¡Qué bien, papá! —dijo Melissa sonriendo.
—Bueno, ¿qué estamos esperando? ¡Vámonos de una vez! —dijo la mamá sonriendo.
—Bueno, no se hable más —dijo Andrés sonriendo.
Los dos chicos se levantaron del sofá y acompañaron a sus papás. Toda la familia salió de la casa y se dirigió hacia la camioneta, una Honda Odyssey plateada. Todos entraron a la camioneta y se pusieron sus cinturones de seguridad. La mamá de Andrés empezó a manejar, la camioneta se fue de la casa.
Pero alguien estaba espiando la casa, escondido detrás de un auto Nissan Sentra blanco. Era Carlos, el hermano de Adriano. Salió de su escondite y sacó su celular del bolsillo derecho de su pantalón para hacer una llamada.
—Listo, hermano. Ya sé dónde vive la familia de Andrés —dijo tranquilamente.
—Bueno, ¿qué te parece? —dijo Adriano vía el micrófono superior del celular de Carlos—. Ya puedes venir a casa. Ya tenemos dónde darle a Andrés.
Carlos terminó la llamada y guardó su celular en el bolsillo derecho de su pantalón. Estaba claro que ya tenía cómo golpear a Andrés.
***
Mientras tanto...
Casa de los Montes de Oca.
Daniela y su familia vivían en la colonia Del Paseo, en la calle Paseo de los Sauces. Para ser exacto, en una casa marcada con el número 3705. Ella se encontraba llorando en su habitación, después de lo que le había pasado aquella tarde. Se encontraba sentada en su cama, y su mamá estaba ahí para ayudarla. Ambas estaban sentadas en la cama.
—Siento mucho que Adriano te haya engañado, hija —dijo la mamá consternada.
—Gracias, mamá... —sollozaba Daniela con tristeza—. No puedo creer que me haya engañado con Roberta Lazcano.
—Entiendo, hija. Sé que te duele —dijo la mamá—. Sé lo mal que la estás pasando. De verdad, no puedo creer que te haya engañado.
—Así es, mamá —dijo Daniela con tristeza—. Pero no sé qué me dolió más. Si el engaño de Adriano, o la indolencia de Emiliano. Porque él no hizo nada para defenderme, prefirió darle su lugar a Adriano, aún si él me puso los cuernos.
—Y sobre tu amigo de la infancia, Andrés Abascal... —dijo la mamá.
—¡A él le fue peor que a mí! —sollozó Daniela—. Sabes que él es mi mejor amigo, pero Adriano se lanzó contra él, creyendo que yo lo engañé. Cuando la verdad, es que él me había estado engañando con Roberta Lazcano.
—Dios mío, todavía que te engaña con otra chica, te engaña con esa tal Roberta Lazcano —dijo la mamá—. No me lo tomes a mal, pero me han dicho que esa mujer tiene una mala reputación.
—Lo sé, mamá —dijo Daniela triste—. Sé muy bien quién es esa tal Roberta Lazcano, y no necesité hablar con ella para saberlo.
—¿Y qué vas a hacer ahora, hija? —preguntó la mamá.
—No lo sé, mamá. Lo único que tengo que hacer ahora, es enfocarme en mi vida... —dijo Daniela con tristeza—. Quisiera volver a reconectar con Andrés, pero preferiría no hacerlo, no quiero causarle más problemas de los que ya le causé.
—Te entiendo, hija —dijo la mamá—. Si tú no quieres acercarte a Andrés, no lo hagas. Espera a que se calmen las aguas.
—Tienes razón, mamá —dijo Daniela—. No quiero que Adriano lastime a Andrés si me ve con él.
Daniela quería recuperarse de la ruptura que había sufrido, pero sabía que sólo el tiempo le podía ayudar a sanar las heridas.
***
Mientras tanto...
Parque Avándaro.
Adriano estaba caminando tranquilamente. Quería despejarse un rato después de haber terminado con Daniela momentos atrás.
—¡No sé cómo se atrevió Daniela a terminar conmigo! —exclamó furioso mientras caminaba—. Voy a hacer que Andrés se arrepienta de habérmela quitado. ¡Le voy a enseñar que nadie se mete con Adriano Villamizar!
Mientras caminaba, el joven se encontró con Osvaldo. Éste volteó hacia él, se le acercó y lo enfrentó.
—Vaya, miren a quién me encuentro —dijo Osvaldo burlón—. Al ilustre diputado local Adriano Villamizar.
—¿Qué es lo que quieres, Osvaldo? —preguntó Adriano enojado.
—¿Cómo puedes estar tan tranquilo, después de haber engañado a Daniela con mi cuñada? —preguntó Osvaldo furioso—. ¿Te das cuenta de que arruinaste una relación estable?
—¡Yo no he hecho nada malo! Te lo juro —dijo Adriano molesto—. Fue tu cuñada la que se me ofreció.
—¿Crees que te voy a creer eso, Adriano? —preguntó Osvaldo molesto—. ¡Tú y Roberta se burlaron de Daniela! Espero que disfrutes lo que hiciste, y no te olvides de que el karma existe.
—No existe el karma, yo no creo en esa estupidez —dijo Adriano burlón—. Por si no lo sabes, fue Andrés Abascal quién me separó de Daniela. Yo no tuve nada que ver, fue Andrés quien me quitó a mi novia.
—¿Aún consideras a Daniela como tu novia? No cabe duda de que estás loco —dijo Osvaldo burlón—. Y encima, te das el lujo de acusar a un inocente sin pruebas ni fundamentos. No fue Andrés quien te alejó de ella, fuiste tú.
—¡Por favor, Osvaldo! Tú ni siquiera estuviste ahí —dijo Adriano burlón.
De repente, un chico apareció. Era un chico lindo, de 18 años de edad. Era delgado y de mediana estatura, además de ser de piel clara, ojos azules y cabello corto castaño claro. Además, portaba una playera blanca de mangas cortas, pantalón deportivo negro y un par de zapatos tenis blancos. Se acercó a Osvaldo y quiso hablar con él.
—¿Está todo bien, Osvaldo? —preguntó el chico de blanco.
Osvaldo decidió proteger a Alan.
—Vaya, miren nada más —dijo Adriano mientras volteaba hacia el chico de blanco—. Tú debes ser Alan, el hermanito de Osvaldo.
—¡No lo hagas! ¡No te metas con mi hermano, Adriano! —exclamó Osvaldo furioso.
—Oh, vamos. No me voy a meter con él —dijo Adriano burlón—. Tú sabes que yo no me metería con tu hermanito. Claro, siempre y cuando le prometas a Roberta que te vas a alejar de su hermana Katia.
—¡Eso nunca! —gritó Osvaldo enojado—. ¡Pase lo que pase, no me voy a alejar de Katia! ¡No voy a terminar con ella, ni siquiera con chantajes!
—Bueno, si no quieres, no termines tu relación con ella —dijo Adriano burlón—. Sólo atente a las consecuencias.
Después de esa larga discusión, Adriano decidió irse del parque. Osvaldo y Alan (el chico de blanco) se quedaron en el lugar.
—Vámonos de aquí, Alan —dijo Osvaldo.
Los dos chicos decidieron irse del parque, para no seguir perdiendo su tiempo.
***
Esa noche…
Parque Lomas del Paseo.
Aprovechando que ya era de noche, Daniela estaba caminando en el parque Lomas del Paseo. Aún estaba molesta después de lo que le había pasado con Adriano.
—¿Por qué, Adriano? —preguntó triste—. ¿Por qué me hiciste esto si yo te amaba?
Seguía caminando tranquilamente, pero Roberta apareció y se le acercó para hablar con ella.
—Hola, Daniela —dijo tranquilamente, pero Daniela la miró de reojo—. ¿Cómo estás? Supe que terminaste con Adriano. Y de verdad lo siento mucho.
Cegada por la ira, Daniela le dio una cachetada a Roberta en su mejilla izquierda.
—¿Qué te pasa? ¿Por qué me pegas? ¡Esa cachetada debería ser para el pendejo de Andrés! —exclamó Roberta molesta.
—¡No puedo creer que hayas estado de ofrecida con el que era mi novio, Roberta Lazcano! —gritó Daniela enojada—. ¿Cómo te atreviste a hacerme esto?
—¿A quién le llamas ofrecida, Daniela? —preguntó Roberta molesta—. ¿No deberías reclamarle al pendejo de Andrés por haberte separado de Adriano?
—¿Y todavía te atreves a culpar a Andrés de lo sucedido? —gritó Daniela enojada—. ¡No me hagas reír! ¡Fueron ustedes quienes decidieron hacerme esto!
—¡Pues piensa lo que quieras, Daniela! —gritó Roberta enojada—. Porque sea como sea, el pendejo de Andrés fue quien te separó de Adriano.
—¡Ya cállate! —gritó Daniela enojada—. ¡No hables así de Andrés, maldita ofrecida! ¡Andrés no tuvo la culpa de nada, sólo quería ayudarme! En cambio, tú y Adriano fueron quienes decidieron burlarse de mí.
—¡No es cierto, ya deja de decir pendejadas! —gritó Roberta histérica.
—Pues piensa lo que quieras, pero ojalá puedas dormir tranquila, después de lo que hiciste —dijo Daniela enojada.
—¡Claro que voy a dormir tranquila, pendeja! —gritó Roberta histérica.
—Pues ojalá lo cumplas, gata roba novios! —dijo Daniela enojada.
Daniela se fue del parque después de haber discutido con Roberta. Ésta se quedó en el parque, pero no aceptaba sus errores.
—No, no soy ninguna roba novios… —dijo molesta.
Después de un largo rato, Roberta se fue a su casa, después de la discusión.
***
Más tarde…
Parque Avándaro.
Andrés estaba caminando tranquilamente en el parque, después de haber pasado un buen día con su familia. Estaba muy pensativo mientras caminaba.
—¿Cómo es posible que Adriano me esté culpando de algo que él hizo? —preguntó triste.
De repente, Adriano apareció en el parque y se acercó a Andrés y lo confrontó.
—Hola, Andrés —dijo burlón—. ¿Cómo te sientes después de haberme quitado a mi novia?
—Cierra la boca, Adriano —dijo Andrés molesto—. Hoy no tengo ganas de pelear.
Andrés quiso irse del parque, pero Adriano lo detuvo y lo enfrentó.
—¡De aquí no te vas hasta que yo lo decida! —dijo muy enojado—. ¡Tú sabes muy bien lo que me hiciste esta tarde, Andrés Abascal!
—¿Lo que yo te hice? ¡Más bien, querrás decir lo que tú le hiciste a Daniela! —gritó Andrés enojado—. ¡Tú fuiste quien te engañó a Daniela con esa tal Roberta Lazcano!
—¡Tú sabes que Roberta y yo nos llevamos mejor de lo que creíamos, Andrés! —gritó Adriano enojado—. ¡Además, tú fuiste quien me separó de Daniela! ¡Ella terminó conmigo por tu culpa!
—¡Claro que no, Adriano! —gritó Andrés enojado—. ¡Yo no te he quitado a Daniela! ¡Fue ella quien decidió terminar contigo, imbécil!
—¿De qué hablas? Lo de Roberta fue sólo un desliz —dijo Adriano burlón—. Claramente vi cómo Daniela caía rendida a tus pies. ¿Cómo te sientes al respecto?
—¡Cállate! ¡Deja de mentir! —gritó Andrés enojado.
De repente, Melissa llegó al parque y se acercó a los dos chicos, en especial a Andrés.
—¡Andrés, dónde estabas! —le dijo ella a Andrés, pero volteó a Adriano—. ¿Adriano Villamizar?
—El mismísimo Adriano VIllamizar —dijo Adriano burlón—. Un placer conocerte. Tú debes ser la hermana de Andrés…
—¡No, no te metas con mi hermana, Adriano! —gritó Andrés enojado—. ¡No voy a permitir que te metas con mi familia!
Adriano se acercó a Andrés y lo sometió del cuello, provocando que él no pudiera respirar. Esto asustó mucho a Melissa.
—Escúchame bien, Andrés Abascal —dijo enojado—. Nunca te voy a perdonar que me hayas separado de Daniela.
—¡Suelta a mi hermano, Adriano! —gritó Melissa desesperada—. ¡No le hagas daño!
—¡Cállate tú! —le gritó Adriano para después voltear hacia Andrés—. ¡Hiciste que Daniela me rompiera el corazón y que me dejara como si nada! ¡Ahora prepárate para sufrir las consecuencias!
—¡No te tengo miedo, Adriano! —exclamó Andrés enojado.
—¡Tus acciones tienen consecuencias, Andrés Abascal! —dijo Adriano enojado—.
¡Ya lo verás!
Poco después, Adriano soltó a Andrés y se fue caminando del parque. Melissa corrió hacia Andrés para auxiliarlo, Andrés respiraba con dificultad.
—¡Andrés! —gritó Melissa desesperada—. ¿Estás bien?
—Sí, estoy bien… —dijo Andrés mientras respiraba forzosamente.
—Dios mío, No puedo creer que ese tal Adriano nos haya amenazado… —susurró Melissa muy preocupada.
—Sí, Ahora nos echamos un nuevo enemigo a la bolsa. Y es Adriano Villamizar —dijo Andrés preocupado.
Andrés y Melissa estaban muy preocupados después de la fuerte amenaza que habían recibido por parte de Adriano. Sabían que las consecuencias iban a ser graves.
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