Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

19: Donde manda capitán, no manda marinero

Al día siguiente...

6 de septiembre de 2023.

Facultad de Artes Visuales.

Era un nuevo día. El clima estaba cálido, y el cielo estaba despejado.

Andrés estaba en la facultad de Artes Visuales, caminando tranquilamente mientras esperaba su próxima clase. Portaba una playera blanca de mangas cortas, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis blancos, además de llevar su mochila en su espalda.

De repente, se encontró con Emiliano, quien portaba una playera gris de mangas cortas, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis blancos. Emiliano se acercó a él y lo confrontó sin pensarlo.

—¿Qué haces aquí, Emiliano? —preguntó Andrés molesto—. Si vas a pedirme que me aleje de Daniela, no me interesa escucharte.

—Vaya, veo que sigues muy terco en querer seguir siendo amigo de mi hermana, ¿no es así? —preguntó Emiliano burlón—. Me acabo de enterar de que tú y ella son amigos de nuevo. Estás celebrando por todo lo alto el haber destruido ese noviazgo.

—No, no estoy festejando —dijo Andrés molesto—. Sabes que no le quité el novio a tu hermana. Todos sabemos lo que en realidad pasó.

—Ya lo sé, Andrés. Todos lo sabemos —dijo Emiliano burlón, mientras se acercaba lentamente hacia Andrés—. Sabemos que fuiste tú el que destruyó esa bonita relación. Todos sabemos la clase de persona que eres. No puedes negar lo que hiciste.

—Si vas a seguir molestándome con eso, mejor me voy de aquí —dijo Andrés molesto—. No estoy de humor para esto, mucho menos después de que perdí a mi padre hace más de un mes. Así que respeta mi dolor.

Emiliano soltó una pequeña risa y estrujó a Andrés del cuello, azotándolo contra un árbol.

—De una vez te lo advierto, Andrés —dijo molesto—. Adriano y yo te alejaremos de mi hermana por las buenas, o por las malas.

—¿Y qué me van a hacer? —preguntó Andrés molesto—. ¿De qué serían capaces ustedes dos?

Emiliano se echó a reír.

—¿No es obvio, Andrés? —preguntó burlón—. No pudimos alejarte de mi hermana por las buenas, así que mejor atente a las consecuencias. Ya estamos hartos de ti.

—¡Pues no te tengo miedo! —gritó Andrés enojado—. ¡No les tengo miedo, ni a ti ni a Adriano!

—Tómalo como quieras —dijo Emiliano burlón—. Porque Adriano y yo haremos todo lo posible para alejarte de Daniela. Ahora sí vas a pagar por lo que hiciste.

—¿Y qué le vas a decir a Adriano? —preguntó Andrés enojado—. ¡Vamos, dímelo! ¿Qué le vas a decir? ¿Vas a decirle que me busque por todas partes?

—No es necesario que le diga nada —dijo Emiliano enojado—. Pero de que ya lo hiciste enojar, ya lo hiciste enojar. Está furioso por lo que pasó ayer, y ahora va por ti. Así que por tu bien y por el bien de tu familia, te aconsejo que tengas cuidado.

—¡Pues dile a Adriano que no le tengo miedo! —dijo Andrés enojado—. ¡Dile de mi parte que haga lo que quiera, pero no me voy a alejar de tu hermana!

—Entiéndelo de una vez, Andrés. Sólo estoy tratando de protegerte de la furia de Adriano —dijo Emiliano ya preocupado—. Pero no entiendes razones, así que te toca atenerte las consecuencias.

—Hace tiempo que tu hermana dejó de querer a Adriano —dijo Andrés enojado—. Pero no puedes someterla a merced de Adriano para siempre. Piensa bien lo que estás haciendo, Emiliano.

—¡Sé muy bien lo que estoy haciendo! —dijo Emiliano enojado—. ¡Lo único que quiero es que tengas cuidado con Adriano! Y yo ya hice de mi parte al advertirte. Lo demás es cosa tuya.

Después de esa advertencia, Emiliano soltó a Andrés y decidió irse del salón. Andrés se quedó solo en el salón, molesto por las palabras de Emiliano.

—No, de verdad que estos dos están locos... —dijo enojado—. Ya sé de lo que son capaces, pero no pienso alejarme de Daniela.

Andrés estaba decidido a desafiar a Adriano. No le importaba sufrir las consecuencias, quería evitar que Daniela volviera con él.

***

Más tarde...

Casa de los Villamizar.

Adriano y Carlos estaban en el comedor de su casa, sentados en la mesa.

Adriano usaba un traje y zapatos negros, con una corbata azul. Carlos usaba una playera roja de mangas cortas, pantalón deportivo negro y un par de zapatos tenis blancos.

—Carlos, no me habías dicho que ya eres novio de Melissa —dijo Adriano sonriendo.

—Sí, Adriano. Ya somos novios —dijo Carlos sonriendo—. Andrés no sabe nada de esto, pero se va a ahogar en su propia bilis en cuanto se entere.

—Así es, hermano —dijo Adriano burlón—. A Andrés se le va a zafar un tornillo. Créeme que se va a poner como loco. Hará lo que sea para alejarte de su hermana, pero no le des el gusto.

—No, no lo haré... —dijo Carlos tranquilo—. Por cierto me acabo de enterar de que Andrés y Daniela ya son amigos de nuevo.

—Sí, no me lo recuerdes —dijo Adriano un poco enojado—. Justo ahora, estoy haciendo un plan para deshacerme de Andrés de una vez por todas. Le advertí que no se metiera conmigo, ahora se va a enterar de qué clase de monstruo soy.

—Vaya, parece que sí estás muy enojado —dijo Carlos un ocho asustado.

—¿Y cómo no lo voy a estar? —preguntó Adriano y se levantó de la mesa—. Le advertí a Andrés que no se volviera a acercar a Daniela. Le dije lo que le iba a hacer. Pero en el momento menos indicado, se le ocurre retarme. Ahora mismo le voy a demostrar que no debió meterse conmigo.

Adriano caminó hacia la sala de la casa. Carlos se levantó de la mesa y lo acompañó a la sala.

—Parece que hoy mismo te vas a deshacer de Andrés, ¿no es así? —preguntó Carlos.

—Sí, hoy mismo Andrés se va a morir —dijo Adriano serio—. Es la única forma en que no volverá a molestar a Daniela nunca más.

—¿Y cómo le vas a hacer? —preguntó Carlos.

—Simple... —dijo Adriano tranquilo—. Unos amigos y yo lo vamos a secuestrar. Y después, vamos a llevarlo a un lugar apartado. Lo único que quiero es darle una muerte lenta y dolorosa a ese tipo.

—Muy buena opción, Adriano —dijo Carlos sonriendo—. Eso le enseñará a no volver a meterse con los Villamizar.

Adriano estaba muy desesperado. Quería deshacerse de Andrés a como diera lugar, y estaba seguro que ese mismo día, cumpliría su objetivo.

***

Más tarde...

Casa de los Lazcano.

Matías había llegado a su casa, después de sus clases. Portaba una playera blanca de mangas cortas, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis blancos. Estaba en la habitación de Roberta, revisando algunas cosas. De repente, encontró un documento en el escritorio. Lo que estaba leyendo, lo mantenía perturbado.

—¿Sofía Martell? —preguntó sorprendido.

De repente, Roberta llegó a la habitación. Usaba un minivestido azul de tirantes y un par de zapatos negros. Llevaba un bolso negro en su mano derecha. Al ver a Matías, se le acercó y lo confrontó.

—¿Qué es lo que quieres, Roberta? —preguntó Matías ya enojado.

—¿Qué chingados estás haciendo en mi cuarto, pendejo? —dijo Roberta enojada, le arrebató el documento a Matías—. ¿Y qué estás haciendo con ese documento?

—Nada, solo estaba leyendo algunas cosas —dijo Matías enojado.

—¿Qué te crees, pendejo? —gritó Roberta enojada, y empujó a Matías—. ¿Quién chingados te crees que eres para venir a esculcar en mi cuarto?

—Ya te lo dije, sólo estaba leyendo algunas cosas —dijo Matías enojado—. Pero por la expresión de tu rostro, parece que estás ocultando algo.

—Yo no tengo nada que ocultar, cabrón. ¡Así que lárgate de mi cuarto! —dijo Roberta enojada.

—¿Qué es lo que no quieres que sepa? ¿Que conocías a Sofía Martell, la novia de Adriano Villamizar? —preguntó Matías enojado, horrorizando a Roberta.

—¿Qué chingados te importa ese nombre? —preguntó Roberta enojada.

—Pues, estaba leyendo una carta, y dice que alguien mató a esa chica hace años —dijo Matías, horrorizando más a Roberta—. Dime algo, ¿Tú tuviste algo que ver con la muerte de Sofía Martell?

Cegada por la ira, Roberta le dio una cachetada a Matías en la mejilla izquierda.

—¡Hijo de tu pinche madre! —gritó enojada—. ¿Quién te crees que eres para insinuar algo así?

Matías decidió calmarse, después de haber recibido la cachetada.

—Te juro que no voy a permitir que me vuelvas a poner un dedo encima —dijo enojado.

—¿Y qué vas a hacer, cabrón? —preguntó Roberta enojada.

—Si me vuelves a poner la mano encima, te juro que te la voy a regresar —dijo Matías.

—¡Hazlo, pendejo! —gritó Roberta enojada—. ¡Atrévete, y yo misma te voy a denunciar por agredir a una mujer! ¡Piénsalo bien, cabrón!

—Y tú piensa bien lo que vayas a hacer —dijo Matías enojado—. Porque la próxima vez, no me voy a dejar de ti. Vas a saber lo que soy capaz, no me importa que seas mi hermana.

—¡Pues haz lo que quieras, pendejo! —dijo Roberta enojada—. ¡Porque el día que me llegues a regresar un golpe, vas a desear que te mate con mis propias manos, cabrón!

—Hace tiempo que tus amenazas dejaron de asustarme, Roberta —dijo Matías enojado—. Puede que no pueda hacer nada contra ti.

—¡De una vez te recuerdo que yo soy la que manda en esta casa, pinche imbécil! —dijo Roberta enojada—. ¡Donde manda capitán, no manda marinero! ¡Así que lárgate de mi cuarto ahora mismo!

—Tal vez no tenga el mismo poder que tú. Quizá yo sea muy débil comparado contigo —dijo Matías enojado, y camino hacia la puerta de habitación para después voltear hacia Roberta—. Pero recuerda esto: si me llego a enterar de que tuviste algo que ver con la muerte de Sofía Martell, voy a buscar a Adriano para contarle todo. ¡Te va a odiar, te lo juro!

Matías se fue de la habitación de Roberta. Ella estaba furiosa, pero a la vez asustada, pues tenían miedo de que se descubriera si ella tuvo algo que ver con la muerte de Sofía Martell, una antigua novia de Adriano.

***

Más tarde...

Casa de los Montes de Oca.

Daniela estaba en la sala de su casa, portaba una blusa gris de mangas cortas, minishort negro y un par de zapatos tenis blancos.

Trataba de salir de su casa. Abrió la puerta para salir, pero Emiliano la sorprendió, él iba a entrar a su casa.

—No me digas que vas a ir con Andrés para pasar tiempo con él, ¿verdad? —preguntó Emiliano burlón, mientras entraba a la casa.

—¿A ti qué te importa, Emiliano? —preguntó Daniela molesta.

—Claro que me importa, Daniela. Acabo de verlo hace rato —dijo Emiliano burlón—. Sé que en estos momentos te vas a refugiar entre sus brazos.

—¡Ya te dije que no es así! —gritó Daniela enojada—. ¡Sólo quiero pasar tiempo con él, después de que nuestra amistad se rompió!

—Vamos, no te enojes —dijo Emiliano tranquilo—. Sólo quería decirte que no dejes solo a Andrés, quizá esté pasando por un momento tan difícil. Ya sabes, por lo de tu amistad con él.

—Eso ya lo sé —dijo Daniela molesta.

Daniela quiso salir de la casa, pero Emiliano decidió seguirla y la tomó del brazo derecho.

—¿Y por qué quieres verlo, hermanita? —preguntó Emiliano burlón—. ¿No se supone que ya no es tu amigo?

—Por si no lo sabes, Andrés y yo volvimos a ser amigos desde ayer —dijo Daniela, mientras se zafaba de Emiliano—. ¡Ahora suéltame!

—Bueno, si eso es lo que quieres, está bien —dijo Emiliano burlón—. Pero nunca te vas a sacar a Adriano de tu mente. Aunque podría ser, yo podría estar con Roberta, quizá sea más mujer que tú, por eso Adriano te cambió por ella.

Daniela le dio un puñetazo a Emiliano en el estómago, provocando que él se arrodillara lentamente.

—¡No vuelvas a ofenderme así, Emiliano! —dijo muy enojada—. ¡Puedo tolerar que seas amigo de Adriano, porque ustedes se conocen desde la infancia! ¡Pero si me llego a enterar de que tienes algo con Roberta, nunca te lo perdonaré! ¡Ahora déjame en paz!

Daniela se fue muy enojada de la casa. Emiliano se quedó en la casa, sosteniendo su abdomen, debido al golpe que recibió. Estaba furioso después de la discusión que había tenido con la joven.

—Crees que puedes sacar a Adriano de tu vida así como así, Daniela. Pero te equivocas —dijo muy enojado.

Decidió entrar a su casa para olvidar ese trago amargo que lo aquejaba.

***

Más tarde...

Parque de los Sauces.

Andrés estaba en el parque de los Sauces, caminando tranquilamente después de haber estado en la facultad de Artes Visuales.

Un Mercedes-benz CLA 200 blanco se detuvo en la calle, cerca de él. Una ventana se bajó, mostrando que era Adriano quien manejaba. Andrés volteó hacia él y se enojó inmediatamente.

—Hola, Andrés... —dijo Adriano burlón—. ¿Cómo has estado?

—¿Cómo quieres que esté, imbécil? —gritó Andrés muy enojado—. ¡No estoy de humor para que me molestes!

—Vamos, Andrés —dijo Adriano burlón—. Tú sabes que lamento mucho que hayas terminado tu amistad con Daniela, pero me molesta que la hayas retomado. Y ya sabes lo que va a pasar.

—Por supuesto que la retomé Adriano —dijo Andrés enojado—. Para que lo sepas, Daniela y yo no nos vamos a dejar intimidar por ti, ni por nadie.

—¿Sabes? Quería decirte algo importante... —dijo Adriano.

—¿Qué quieres? —preguntó Andrés enojado.

—Pues, no lo sé... —dijo Adriano burlón.

Un hombre de negro se acercó a Andrés desde atrás y lo sometió, Andrés trató de resistirse, pero ya no podía zafarse.

—¡Suéltame, por favor! —gritó Andrés—. ¡Déjame ir! ¡Déjame ir, por favor!

El hombre subió a Andrés al auto de Adriano por la fuerza. Adriano volteó hacia él para hablarle.

—Verás, como no quisiste alejarte de Daniela por las buenas, tendré que alejarte de ella por las malas —dijo Adriano serio.

—¿A dónde me llevas, Adriano? ¡Déjame bajarme de aquí en este instante! —gritó Andrés muy enojado.

—No, no te voy a bajar de aquí —dijo Adriano mientras ponía los seguros en las puertas, para que Andrés no pudiera salir—. ¡Hoy dejaré que te vayas, pero te vas derechito a la mierda! ¡Te he advertido muchas veces que no te metieras conmigo!

—¡No dejaré que te salgas con la tuya, te lo juro! —gritó Andrés muy enojado.

—Lo siento, Andrés. Pero hoy mismo te voy a alejar para siempre de Daniela —dijo Adriano burlón—. ¡No quisiste alejarte de ella, ahora atente a las consecuencias!

Adriano empezó a conducir hacia alguna parte en la que pudiera deshacerse de Andrés para siempre.

—¡De una vez te advierto que no voy a caer tan fácil, Adriano! —gritó Andrés muy enojado—. ¡Te juro que no te vas a salir con la tuya!

—¡Enójate todo lo que quieras, Andrés! —dijo Adriano burlón—. Nada podrá salvarte ahora. Hoy mismo me voy a encargar de que todos tus seres queridos lloren tu muerte.

—¡No estés tan seguro! —gritó Andrés.

—Claro que lo estoy, Andrés Abascal. Tú amistad con Daniela ya me tiene harto —dijo Adriano burlón—. Me encargaré de que tu muerte sea lenta y dolorosa. Una amistad morirá para siempre. ¡Y será la de ustedes!

Andrés no quería que Adriano se saliera con la suya, no sabía que su final estaba cerca.

***

Más tarde...

Parque Avándaro.

Luciano y Alessia estaban en el parque Avándaro, caminando y platicando.

Luciano usaba una playera blanca de mangas cortas, pantalón deportivo negro y un par de zapatos tenis blancos. Alessia usaba una blusa azul de mangas cortas, minishort negro y un par de zapatos tenis negros.

—¿Qué está pasando? ¡Andrés no me contesta las llamadas ni los mensajes! —dijo Luciano preocupado, mientras revisaba su celular.

—¿Cómo que Andrés no contesta? —dijo Alessia preocupada—. ¿Se encuentra bien?

—No lo sé, Alessia. Ni siquiera me ha contestado un mensaje —dijo Luciano preocupado—. No entiendo qué está pasando, pero su familia está muy preocupada.

—Lo sé, Luciano... —susurró Alessia muy preocupada—. No sabemos si le pasó algo malo, pero Melissa me acaba de llamar hace un momento. Tanto ella como su mamá están muy, pero muy preocupadas.

—Así es. Lo peor de todo es que no sabemos dónde está... —dijo Luciano muy preocupado—. Solo espero que esté bien, y que regrese a casa con bien.

—Yo también, hermano... —dijo Alessia muy preocupada.

De repente, Daniela apareció y se acercó a los hermanos Arévalo.

—Hola, chicos... —dijo preocupada—. ¿Aún no hay señal de Andrés?

—No, Daniela... —dijo Luciano muy preocupado—. Le he marcado muchas veces, pero no me contesta. Ni siquiera un simple mensaje.

—¿Cómo que no ha contestado? —preguntó Daniela preocupada—. ¡Yo también he estado marcando muchas veces, incluso le he enviado mensajes, para saber si se encuentra bien, o le pasó algo!

—Esperemos que no le haya pasado nada malo... —dijo Luciano preocupado—. Porque su mamá y su hermana están muy preocupadas. De hecho, en estos momentos han de estar muy desesperadas.

—¿Y cómo no van a estarlo, Luciano? Andrés está desaparecido desde hace horas, y nadie sabe dónde está —replicó Daniela preocupada.

—Sólo espero que no le haya pasado nada malo —dijo Alessia preocupada—. Con lo que pasó anoche.

—Supimos que Adriano los amenazó a ti y a él, Daniela... —dijo Luciano preocupado—. Dijo que él iba a sufrir las consecuencias.

—Lo sé, Luciano. Lamento no habértelo dicho antes —dijo Daniela preocupada—. Solo espero que Adriano no haya cumplido con su palabra.

—¡Más le vale a Adriano que no le haga nada a Andrés! —dijo Luciano ya enojado—. ¡Ya estamos hartos de que Adriano se siga saliendo con la suya!

—Lo sé, Luciano... —dijo Daniela preocupada—. No puedo con la idea de que Adriano se salga con la suya. ¡No sé de lo que sería capaz, si me llegara a enterar de que Adriano le hace algo a Andrés!

—Yo tampoco, Daniela... —dijo Luciano preocupado—. Solo espero que todo salga bien al final, y que un milagro ayude a nuestro amigo.

—Dios te oiga, Luciano. Dios te oiga... —dijo Daniela muy preocupada.

Los jóvenes estaban muy desesperados al saber que Andrés había desaparecido. Pero ninguno sabía que Adriano lo había secuestrado, y estaba dispuesto a quitarlo de su camino.

¿Qué opinas del capítulo?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro