Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

11: Es necesario darle al enemigo donde más le duele

Días después...

21 de agosto de 2023

Facultad de Artes Visuales.

Era un nuevo día. Clima calido, cielo despejado.

Andrés estaba en la facultad con Melissa, en un salón de clases. Ambos estaban sentados en bancas.

Estos eran sus atuendos:

Andrés: Playera roja de mangas cortas, pantalón de mezclilla negro, zapatos tenis blancos, mochila negra.

Melissa: Blusa blanca de mangas cortas, pantalón de mezclilla beige, zapatos tenis blancos, mochila gris.

—Ya han pasado casi dos semanas, y no sabemos nada de Osvaldo —dijo Melissa angustiada.

—Lo sé, y todavía no aparece —dijo Andrés triste—. No me imagino cómo se siente Katia...

—Ni me lo digas, me dijo que se siente muy mal por lo que pasó —dijo Melissa triste.

De repente, Daniela apareció. Usaba una blusa celeste de mangas cortas, pantalón azul y zapatos tenis blancos. Llevaba su mochila blanca en su espalda. Se acercó a los dos chicos y se sentó con ellos para hablar.

—Hola, chicos —dijo sonriendo.

—Hola —dijeron Andrés y Melissa al mismo tiempo.

—¿Todavía no saben nada de Osvaldo? —preguntó Daniela angustiada.

—No, Daniela... —dijo Melissa muy preocupada y triste—. Ya pasaron casi dos semanas, y todo sigue igual.

—Qué horror... —dijo Daniela triste—. Todavía no puedo creer que todo esto siga igual.

—Sí, todo va de mal en peor... —dijo Andrés triste—. Tengo miedo de que le haya pasado algo...

—Yo también, chicos... —dijo Daniela preocupada—. Sólo puedo desear que toda esta pesadilla termine, y que Osvaldo aparezca sano y salvo.

—Lo sé, yo también quiero eso... —dijo Melissa—. Sólo quiero que Osvaldo aparezca con vida...

Los tres chicos estaban sumamente preocupados por lo que estaba pasando. Luciano estaba afuera del salón de clases, pero no se atrevía a entrar. Usaba una playera gris de mangas cortas, pantalón negro y zapatos tenis blancos. Llevaba una mochila gris en su espalda.

—Si les digo lo que pasó, me van a odiar... —dijo angustiado—. Y Adriano va a querer tomar venganza...

Luciano se veía muy triste después de lo que había pasado, y no se atrevía a enfrentar la realidad por temor a represalias. Decidió caminar hacia otro lugar para evitar

***

Más tarde...

Casa de los Villamizar.

Adriano estaba en su casa, exactamente en su oficina de trabajo, sentado en su escritorio y trabajando con una laptop. Usaba traje y zapatos negros, con una corbata azul.

De repente, alguien tocó la puerta.

—¡Adelante! —dijo Adriano.

Alguien abrió la puerta. Era Emiliano, quien usaba una playera roja de mangas cortas, pantalón deportivo negro y un par de zapatos tenis blancos.

—Hola, Adriano —dijo Emiliano.

—Hola, Emiliano. Adelante —dijo Adriano tranquilo.

Emiliano se acercó al escritorio y se sentó para hablar con Adriano.

—¿Así que todavía no sabes qué pasó con Osvaldo Ventura? —preguntó Emiliano curioso.

—No, todavía no lo sé —dijo Adriano con un poco de nerviosismo—. Hace días que no se sabe de él, pero ya lo están buscando por todas partes.

—Pues espero que así sea —dijo Emiliano un poco intranquilo—. Porque una amiga se está preocupando mucho por él. Y al parecer, ya está perdiendo la paciencia.

—Pues deberías decirle a esa amiga que no debería de preocuparse tanto por él —dijo Adriano un poco enojado—. Dile de mi parte que ya estamos buscando a Osvaldo por todas partes.

—Está bien... —dijo Emiliano un poco intranquilo.

—¿Por qué me estás viendo como si yo tuviera algo que ver con lo que le pasó a ese chico? —preguntó Adriano enojado.

—¡No te estoy viendo así! —dijo Emiliano asustado—. No creo que seas capaz de algo así.

—¿Me crees capaz de desaparecer forzadamente a un chico inocente? —preguntó Adriano enojado, se levantó del escritorio—. ¿Acaso me crees capaz de provocarle un dolor tan grande a una familia inocente?

—¡Claro que no, Adriano! ¡Eres mi amigo, y yo sé que nunca serías capaz de algo así! —dijo Emiliano asustado.

Adriano respiró profundamente y se sentó en el escritorio.

—Lo siento, Emiliano. es que he tenido unos días difíciles —dijo ya tranquilo—. Y ahora, con la desaparición de ese chico, siento que todo se está volviendo peor.

—Entiendo, Adriano. Creo que deberías tomar un descanso de tu trabajo —dijo Emiliano tranquilo—. Con tu permiso, voy a tomar algo.

—Está bien —dijo Adriano.

Emiliano se levantó del escritorio y salió del despacho de Adriano, Éste tomó su celular del escritorio y empezó a hacer una llamada.

—¿Carlos? —dijo tranquilo—. Sí, tienes un trabajo que hacer. Haz algo contra Katia Lazcano.

Terminó la llamada y puso su celular en el escritorio. Acto seguido, siguió trabajando. Tenía planes contra la familia Lazcano.

***

Más tarde...

Facultad de Economía.

Carlos estaba en la facultad, caminando tranquilamente. Usaba una playera azul de mangas cortas, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis blancos. Llevaba su mochila en su espalda.

—Es hora de empezar un nuevo día —dijo sonriendo.

Andrés apareció, y al ver a Carlos, enfureció y se le acercó. Le dio un puñetazo en la cara.

—¡Eres un maldito imbécil, Carlos! —gritó furioso.

Carlos estaba sangrando de la nariz por el puñetazo. Se recuperó y se enfrentó a Andrés.

—¿Qué te pasa, idiota? —gritó mientras empujaba a Matías.

—¡Anoche quisiste aprovecharte de Katia! —gritó Andrés enojado, mientras empujaba a Carlos—. ¡Me enteré de que querías violarla!

—¡Eso no es cierto! —gritó Carlos furioso—. ¡Fue Katia la que se me ofreció anoche!

—¡Mentira! —gritó Andrés enojado—. ¡Matías me contó lo que pasó anoche! ¡Por tu culpa, Katia vino muy asustada a casa!

—¡Pues yo no sé quién te contó esas mentiras! —gritó Carlos enojado—. ¡Pero yo no tuve nada que ver! ¡Solo advertí que Katia sería mía!

Andrés le dio otro puñetazo a Carlos en la cara.

—¡Escúchame bien, Carlos! —gritó enojado—. ¡No te le vuelvas a acercar a Katia! ¡Y tampoco vuelvas a molestarla! ¡Y aléjate de mi hermana, o te las verás conmigo!

Carlos se echó a reír.

—¿No entendiste lo que dije? —dijo burlón—. ¡Ayer le confesé a Matías que estaba enamorado de Katia! ¡Y le advertí que la iba a hacer mía a como diera lugar!

—¡Di lo que quieras, imbécil! —dijo Andrés enojado, mientras sometía a Carlos—. ¡Pero Osvaldo y yo vamos a proteger a Katia! ¡Y si vuelves a molestarla, te juro que te vas a arrepentir!

Andrés soltó a Carlos y se fue muy enojado a su salón de clases. Carlos por su parte, se fue muy enojado, también hacia su salón. Estaba frustrado por no poder hacer suya a Katia.

***

Más tarde...

Galerías Valle Oriente.

Renato y Santino estaban en Galerías Valle Oriente, en el área de restaurantes y sentados en una mesa. Estos eran sus atuendos:

Renato: Playera azul de mangas cortas, pantalón de mezclilla negro, zapatos tenis blancos.

Santino: Playera blanca de mangas cortas, pantalón de mezclilla gris, zapatos tenis negros.

—¿Es cierto que unos amigos tuyos están investigando acerca de la muerte de Sofía Martell? —preguntó Santino sorprendido.

—Sí, tengo un amigo que es policía —dijo Renato tranquilo—. Dice que alguien mató a esa chica años atrás.

—Así es. Pero se dice que se quitó la vida —dijo Santino preocupado—. Total, yo ya no sé qué creer.

—Pues, como ya te lo dije, unos amigos están investigando ese caso —dijo Renato tranquilo—. Pero todo apunta a que el responsable es un político que trabaja aquí, y que es cercano a Adriano Villamizar.

—¿Cercano a Adriano Villamizar? —preguntó Santino sorprendido.

—Sí, es que me dijo un amigo que sabe lo que pasó ese día que Sofía Martell murió —dijo Renato tranquilo.

—¿En serio? —preguntó Santino sorprendido.

—Sí, dicen que vio a una mujer diciéndole muchas palabrotas antes de matarla a balazos —dijo Renato, sorprendiendo más a Santino—. Dicen que la mujer que mató a Sofía es una boca de albañil. Digo, por el lenguaje que usa cuando está de mal humor.

—¿Boca de albañil? —preguntó Santino sorprendido—. ¿Acaso estás diciendo que es...?

—¿Roberta Lazcano? Sí —dijo Renato, dejando más sorprendido a Renato—. Roberta Lazcano podría ser la culpable de la muerte de esa chica.

—¿Acaso dices que Roberta podría ser la culpable de la muerte de Sofía? —preguntó Santino completamente sorprendido—. Oye, Roberta odia a los hombres. Pero no creo que sea tan mala con las mujeres.

—Pues no lo sé, Santino. Pero para mí, Roberta es sospechosa —dijo Renato serio—. Roberta podría ser la culpable de la muerte de Sofía.

Conforme pasaba el tiempo, las sospechas de Renato aumentaban. Él creía firmemente que Roberta era la culpable de la muerte de Sofía Martell.

***

Esa noche...

Casa de los Lazcano.

Ya era de noche. Katia estaba en la sala de su casa, sentada en el sofá y viendo el televisor. Usaba una blusa gris de mangas cortas, minishort negro y un par de zapatos tenis blancos.

De repente, Carlos entró a la casa. Usaba una playera blanca de mangas cortas, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis blancos. Katia se horrorizó al verlo y se levantó del sofá.

—¿Que estás haciendo aquí, Carlos? ¡Vete, por favor! —exclamó asustada.

—Vaya, parece que no aprendiste nada, Katia —dijo Carlos con un tono de voz siniestro mientras se acercaba a Katia—. Veo que Osvaldo ya no está contigo.

—¡Vete de aquí, o llamaré a la policía! —gritó Katia más asustada, mientras retrocedía—. ¡No me hagas daño, por favor!

—¡Vamos! Quiero aprovechar que Osvaldo no está aquí —dijo Carlos, mientras se acercaba más a Katia—. ¡Te advertí que te iba a hacer mía! ¡Y te lo voy a cumplir!

Katia trató de correr, pero Carlos logró alcanzarla y la sometió contra la pared.

—¡Suéltame, Carlos! ¡Suéltame ya! —gritó Katia asustada, mientras Carlos la seguía sometiendo.

—¡No hagas esto más difícil! —gritó Carlos y sometió a Katia contra el sofá, para después besarle el cuello a la fuerza.

—¡Suéltame, por favor! —gritó Katia asustada, mientras intentaba zafarse de Carlos—. ¡No me hagas daño, por favor!

Los esfuerzos de Katia eran inútiles. Carlos seguía besándola por la fuerza. La besaba en el cuello y le tocaba los senos bruscamente.

—¡Basta ya, Carlos! ¡Suéltame ya! —gritó Katia mientras intentaba zafarse de Carlos.

Carlos no le hizo caso a Katia. Le quitó su minishort y su ropa interior, para después bajarse su pantalón y ropa interior. Metió su pene erecto en la vagina de Katia, haciendo gritar a la joven.

—¡Basta ya, basta! —gritó Katia llorando.

Carlos empezó a darle varias embestidas a Katia, mientras la seguía besándola a la fuerza, y ella solo lloraba y gritaba de dolor, mientras intentaba zafarse de su verdugo. Todo este cruel acto duró cinco minutos.

Después de ese tiempo, Carlos sacó su pene de la vagina de Katia, la cual estaba sangrando. Después, el chico se puso su pantalón inmediatamente. Katia estaba acostada en el sofá, llorando después de haber sido violada.

—¡Tengo mucha suerte de saber que Osvaldo está muerto, Katia! —gritó Carlos burlón—. ¡Agradece que tuve compasión! ¡De lo contrario, te habría mandado al infierno con Osvaldo! ¡Si le dices a alguien de esto, estás muerta! ¿Te quedó claro?

Katia no respondió, seguía llorando y estaba en shock. Después de unos momentos, Carlos huyó de la casa como si nada hubiera pasado. Katia siguió llorando después del abuso que había sufrido.

***

Más tarde…

Parque de los Sauces.

Andrés y Daniela estaban en el parque de los Sauces, sentados en una banca y platicando. Andrés usaba una playera blanca de mangas cortas, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis blancos. Daniela usaba una blusa celeste de mangas cortas, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis blancos.

—¿Cómo te sientes con todo lo que ha pasado, Andrés? —preguntó Daniela amable.

—Muy mal, Daniela —dijo Andrés amable—. Aún no logro reponerme de este dolor.

—Lo sé, Andrés. De verdad que no es nada fácil perder a un ser querido —dijo Daniela triste.

—Lo peor de todo esto, es que no sé quién asesinó a mi padre a balazos —dijo Andrés triste—. Sólo sé que iba en una motocicleta roja.

—¿Nada de placas? ¿No sabes qué placas llevaba? —preguntó Daniela.

—No, Daniela. Nada —dijo Andrés triste.

—No sabes cómo me gustaría apoyarte —dijo Daniela triste—. Sólo puedo decirte que cuentas con todo mi apoyo. Bueno, aunque Adriano se enoje por eso. Pero no importa.

—Sabes que Adriano ya no es tu novio, Daniela —dijo Andrés tranquilamente—. Ya lo dejaste hace una semana, no tienes de qué preocuparte.

—Quién sabe —dijo Daniela tranquilamente—. Ya no le tengo miedo, ya sé cómo es realmente. Yo también tengo derecho a hacer amigos.

—Así se habla, Daniela —dijo Andrés amablemente—. Ya tienes que dejar atrás a Adriano, aunque eso tome tiempo. Y yo te voy a apoyar.

Alguien veía a Andrés y Daniela detrás de un árbol. Era Adriano, quien usaba una playera negra de mangas cortas, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis blancos. Estaba furioso al ver a Andrés hablando con Daniela.

—¡Maldito marginal! —susurró molesto—. Creí que te ibas a alejar de Daniela. Pero me doy cuenta de que cada vez están más cerca. Tengo que quitar a Andrés de mi camino, sea como sea.

Cansado de ver a Andrés y Daniela juntos, Adriano salió de su escondite y los enfrentó.

—Debí saber que estabas disfrutando de tus buenos momentos con Andrés, ¿no es así, Daniela? —susurró Adriano.

Andrés y Daniela miraron de reojo a Adriano y lo enfrentaron.

—¿Qué quieres, Adriano? ¡No tengo nada que hablar contigo! —exclamó Daniela molesta.

—¡No vas a dejarme tan fácilmente! —gritó Adriano enfurecido—. ¡Nunca voy a perdonarte que me hayas dejado por este marginal!

Andrés y Daniela se levantaron de la banca y enfrentaron a Adriano.

—¿A quién le dices marginal? —exclamó Andrés molesto.

—¡A ti, Andrés Abascal! —gritó Adriano furioso—. ¡Nunca voy a perdonarte que me hayas quitado a mi novia! ¡Yo disfrutaba de muchos momentos con ella, y ahora resulta que me quitaste un día para otro!

—¡Momentos que tú echaste a perder, después de que me engañaste, Adriano! —exclamó Daniela molesta—. ¡Yo te quería mucho, pero desde que me estabas engañando con Roberta, lo echaste todo a perder!

—¡Primero me cambias por este marginal, y ahora te das el lujo de echarme como si nada hubiera pasado! —gritó Adriano lleno de ira.

—¡Nada de esto estaría pasando si no me hubieras engañado con Roberta! —gritó Daniela molesta—. ¡Tú decidiste engañarme con esa chica y arruinar nuestra relación, así que vete y déjame en paz!

—¿Te has vuelto loca, Daniela? —exclamó Adriano.

—¡Ya la escuchaste, Adriano! —gritó Andrés—. ¡Deja en paz a Daniela, aléjate de ella!

Adriano miró de reojo a Andrés al saber que él estaba decidido a defender a Daniela.

—¿Quién te crees que eres, maldito marginal? —dijo Adriano burlón—. No contento con haberme separado de Daniela, ¿ahora resulta que la quieres defender?

—Le voy a defender de ti, Adriano —dijo Andrés enojado—. No voy a permitir que la sigas molestando. Porque aquí estaré para protegerla.

Adriano se quedo callado por unos segundos. Después, respiró profundamente antes de hablar y lanzó una sería advertencia.

—¡Muy pronto me vas a conocer, Daniela! —exclamó Adriano furioso—. ¡Muy pronto haré que te arrepientas de haberme dejado por este maldito marginal! ¡Te lo juro!

Volteó hacia Andrés después de unos segundos.

—Y tú, maldito marginal —dijo—. Haré que te arrepientas de haberme quitado lo que más amaba en la vida. Quizá no te mate, pero tarde o temprano, vas a desear que lo haga rápido, ¡y no poco a poco!

Después de esa acalorada discusión, Adriano se fue molesto del parque. Andrés y Daniela se quedaron molestos en el parque.

—¿Estás bien, Daniela? —preguntó Andrés ya tranquilo.

—Sí, Andrés. Estoy bien —susurró Daniela ya tranquila—. No pasa nada...

—Vaya, no puedo creer que Adriano Villamizar te diga molestando, aún después de que tú decidiste dejarlo —dijo Andrés molesto.

—Lo sé, Andrés. No quiere dejarnos en paz —dijo Daniela triste—. Lo peor de todo, es que me ha mandado varios mensajes, exigiéndome que vuelva con él, o que me atenga a las consecuencias.

—No deberías dejarte intimidar por él, Daniela —dijo Andrés tranquilo—. Fuiste tú quien decidió terminar con él. Y si él quiere hacerte algo, yo estaré aquí para defenderte.

—Muchas gracias, Andrés... —dijo Daniela mientras empezaba a sonreír lentamente—. Eres un buen amigo, en serio.

Los dos chicos estaban tranquilos, pero aún así, se quedaron molestos después de haber peleado con Adriano, por lo que decidieron irse del parque para no seguir perdiendo su tiempo.

***

Una hora más tarde...

Casa de los Villamizar.

Adriano estaba en su casa, con Carlos, en la sala. Carlos estaba sentado en el sofá, pero Adriano caminaba de un lado a otro.

—¿Así que viste a Andrés y a Daniela juntos? —preguntó Carlos un poco molesto.

—Sí, Carlos —dijo Adriano molesto, sin dejar de caminar de un lado a otro—. Aún no puedo creer que esos chicos se hayan vuelto más cercanos. El sólo verlos juntos me causa una jaqueca.

—Vamos, Adriano. No te pongas así. Debes relajarte un poco —dijo Carlos tranquilamente.

—No puedo hacerlo, sabiendo que Andrés está con Daniela, ni que ese maldito me la quitó de un día para otro. —dijo Adriano furioso, mientras seguía caminando de un lado a otro—. ¿Cómo puede Andrés dormir tranquilo después de lo que hizo?

—Sí que duerme tranquilo, Adriano —dijo Carlos—. Pero muy pronto verás cómo Daniela va a volver a tus brazos.

—Dios te oiga —dijo Adriano un poco más tranquilo, mientras se detenía—. Porque no quiero quedarme de brazos cruzados viendo cómo Andrés y Daniela se hacen más amigos.

Adriano se sentó en el sofá.

—Por cierto, ¿hiciste lo que te pedí? —preguntó tranquilo.

—Sí, Adriano —dijo Carlos serio—. Le destruí la vida a Katia, abusé sexualmente de ella. Le advertí que no se metiera conmigo, pero no me hizo caso.

—Exacto... —dijo Adriano tranquilo—. Ahora vamos a aprovechar nuestro poder. Vamos a someter a Matías, para que él y Katia no se atrevan a hacer nada contra nosotros. ¿Entiendes?

—Sí, para que no hablen de lo ocurrido... —dijo Carlos.

—Es necesario darle al enemigo donde más le duele —dijo Adriano.

Adriano había ordenado la violación de Katia, y quería dominarlos a ella y a su hermano para que no pudieran hacer nada al respecto.

¿Qué opinas del capitulo?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro