Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

10: Hay cosas que nunca deben salir a la luz

Al día siguiente...

10 de agosto de 2023.

Casa de los Abascal.

Era un nuevo día en la ciudad. El clima estaba cálido, pero el cielo estaba nublado.

Andrés estaba en la cocina de la casa, preparando unos hotcakes con miel de Maple. Había hecho 6, puso 3 en cada plato (fueron dos platos de 3 hotcakes cada uno). Portaba una playera blanca de mangas cortas, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis blancos.

Melissa apareció y llegó a la cocina. Portaba una blusa azul a cuadros de mangas largas, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis negros. Se acercó a Andrés y platicó con él.

—Hola, Andrés —dijo un poco triste.

—Hola, Melissa... —dijo Andrés mientras le daba a Melissa un plato de hotcakes.

Los dos chicos tomaron unos tenedores y sus respectivos vasos de jugo de naranja. Ambos fueron a la sala y se sentaron en la mesa para desayunar.

—Oye, siento mucho haberte golpeado ayer —dijo Melissa un poco triste.

—No, Melissa. Tú perdóname a mí por haberte ofendido —dijo Andrés antes de tomar su tenedor y comer un poco de hotcakes—. Ayer no pude contener mi ira, y pasó lo que pasó.

—Te entiendo... —dijo Melissa tranquila, antes de tomar su tenedor y comer un poco de hotcakes y tomar un poco de jugo de naranja—. Es que no supimos controlar nuestro enojo. Y ahí están las consecuencias.

—Lo sé... —dijo Andrés un poco triste—. Sobre todo porque aún la estamos pasando mal por la muerte de nuestro padre. Y lo que es peor, mamá trabaja todo el día. Pero lo hace para darnos lo mejor.

—Yo entiendo a mamá, hermano —dijo Melissa, antes de comer un poco más de sus hotcakes—. Sólo espero que podamos librarnos de este dolor tan grande.

—No hay forma de librarnos de este dolor, Melissa. Simplemente tenemos que convivir con él —dijo Andrés, y comió un poco de sus hotcakes.

—Sólo espero que todo lo que está pasando, no afecte nuestra relación como hermanos —dijo Melissa, y comió un poco de sus hotcakes.

—Muy bien —dijo Andrés tranquilo—. No debemos dejar que nada ni nadie quiera dañar nuestra relación como hermanos.

—Lo sé —dijo Melissa tranquila.

Los chicos siguieron desayunando hotcakes, mientras esperaban para irse a sus respectivas facultades e iniciar sus clases. Estaba claro que ya se habían reconciliado.

***

Más tarde…

Casa de los Villamizar.

Adriano estaba en su casa, listo para comenzar su día. Portaba traje y zapatos negros, con una corbata roja.

—Bueno, es hora de comenzar el día —dijo sonriendo, mientras preparaba su maletín negro.

De repente, Carlos llegó a la sala de la casa. Portaba una playera roja de mangas cortas, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis blancos, además de su mochila en su espalda.

—¿Listo para ir a la escuela, Carlos? —preguntó Adriano.

—Sí, Adriano —dijo Carlos sonriendo—. No sabes cómo disfruté ver cómo Andrés se enojaba al ver que su hermana y yo somos amigos.

—Vaya, parece que quieres darle en donde más le duele, ¿no es así? —preguntó Adriano sonriendo.

—Sí —dijo Carlos con una sonrisa malévola—. Quiero hacer sufrir a Andrés, así como él te hizo sufrir cuando te quitó a Daniela.

—Una muerte lenta, pero dolorosa —dijo Adriano con una sonrisa malévola—. Es bueno saber que eres amigo de Melissa. Pero creo que también te gusta otra chica, ¿no es así?

—Sí, no sé cómo lo sabes, pero Katia me ha gustado desde hace mucho tiempo —dijo Carlos tranquilo—. Me molesta mucho ver que siga llorando por Osvaldo Ventura.

—Si a quien quieres es a Katia Lazcano, bien por ti —dijo Adriano tranquilo—. Sirve que aprovechas que Osvaldo Ventura está muerto.

—Lo sé, Adriano… —dijo Carlos tranquilo—. No sabes cómo me gustaría tener a Katia para mí. Y quiero aprovechar que Osvaldo está muerto.

—Todo a su tiempo, Carlos. Todo a su tiempo… —dijo Adriano—. Bueno, ya vámonos.

Los dos hermanos salieron de la casa y se dirigieron a sus destinos.

***

Más tarde...

Facultad de Artes Visuales.

Andrés ya estaba en la facultad, caminando tranquilamente hacia el baño. Traía su mochila gris en su espalda.

De repente, Adriano apareció en el baño. Se acercó a Andrés y lo enfrentó.

—Hola, Andrés. ¿Cómo te sientes después de haberme alejado de Daniela? —preguntó burlón—. ¿Ya hiciste el amor con ella?

—¿Qué es lo que quieres, Adriano? —le preguntó Andrés enojado—. ¡Hoy no estoy de humor! ¡Sabes que acabo de perder a mi padre!

—¡No sé cómo te atreviste a meterte conmigo, Andrés! —dijo Adriano furioso—. ¡Me quitaste a mi novia, y a eso no te lo voy a perdonar nunca!

—¡Yo no te quité a Daniela! —dijo Andrés furioso—. ¡Tú mismo la perdiste por enredarte con esa tal Roberta Lazcano!

—¡Sí! Yo quería reconciliarme con Daniela, pero tú ya no lo permitiste —dijo Adriano furioso—. Me quitaste lo que más quería, y te juro que lo vas a pagar muy caro.

—¡No le tengo miedo a tus amenazas! —gritó Andrés muy enojado—. ¡Puedes hacer lo que quieras, pero te aseguro que ni tú ni nadie me va a intimidar!

Adriano soltó una risa malévola.

—¿Crees que no soy un hombre de armas tomar? —preguntó Adriano ya serio.

—Tómalo como quieras —dijo Andrés serio.

Adriano soltó una pequeña risa. Acto seguido, tomó a Andrés de su playera y lo sometió contra la pared.

—¡Escúchame bien, pedazo de mierda! —le dijo muy enojado—. ¡Sabes que soy un diputado local, no sabes con quién te estás metiendo! ¡Puedes hacer lo que quieras, pero no te servirá de nada!

—¡A mí no me importa que seas un maldito diputado, Adriano! —dijo Andrés muy enojado—. ¡Te aseguro que no te vas a meter conmigo, ni con mi familia!

—¡Yo me meto con quien yo quiera, imbécil! —dijo Adriano furioso, mientras soltaba a Andrés—. ¡Te advertí que no te metieras conmigo! ¡Y ahora vas a sufrir las consecuencias!

—Crees que puedes salirte con la tuya, pero te equivocas —dijo Andrés enojado.

—¿Ah, sí? Pues ya veremos de qué cuero salen más correas —dijo Adriano furioso—. Te vas a arrepentir por haberme retado. Te metiste con quien no debías, y te lo voy a demostrar.

Después de esa discusión, Adriano se fue del baño. Y Luciano entró. Portaba una camisa a cuadros verde de mangas cortas, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis blancos, además de una mochila negra en su espalda. Se acercó a Andrés para ayudarlo.

—¿Estás bien, Andrés? —preguntó preocupado.

—Sí, Luciano. Tranquilo, estoy bien —dijo Andrés un poco más tranquilo.

—Caray, no pensé que Adriano se presentara aquí en la facultad —dijo Luciano preocupado.

—Pues ahora ya lo viste. Se puso como loco y me amenazó —dijo Andrés un poco molesto.

—No puedo creer que Adriano te amenace y se salga con la suya —dijo Luciano enojado—. ¿Quién se cree que es?

—Ya lo conoces, Luciano —dijo Andrés enojado—. Ese tipo es diputado local, no hay mucho que podamos hacer para enfrentarlo.

—Lo sé —dijo Luciano.

—Pero ya le advertí que no me voy a dejar de él —dijo Andrés ya serio—. Que haga lo que quiera, pero yo no le tengo miedo. No me voy a dejar intimidar por sus chantajes ni amenazas.

—Así se habla —dijo Luciano tranquilo—. Adriano cree que por ser diputado nos va a intimidar, pero pronto se dará cuenta de que no es así.

—Así es, Luciano —dijo Andrés tranquilo.

—Bueno, ¿nos vamos a clases? —preguntó Luciano.

—Claro —dijo Andrés ya tranquilo.

Luciano y Andrés salieron del baño y caminaron hacia su salón de clases. Andrés solo quería olvidarse del trago amargo que sufrió por culpa de Adriano.

***

Más tarde...

Facultad de Ciencias de la Comunicación.

Melissa y Carlos estaban en la facultad de Ciencias de la Comunicación, caminando hacia su salón de clases. Melissa portaba una blusa a cuadros roja de mangas largas, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis blancos. Carlos portaba una playera celeste de mangas cortas, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis blancos. Ambos llevaban sus mochilas grises en sus espaldas.

—¿Es cierto que tu hermano se enojó contigo? —preguntó Carlos preocupado.

—Sí, es que no le gusta la idea de que tú y yo somos amigos —dijo Melissa preocupada.

—Créeme. No está mal si tu hermano está celoso —dijo Carlos tranquilo.

—Sí, lo entiendo —dijo Melissa tranquila—. Es que sabe que tú eres hermano de Adriano Villamizar.

—Lo sé, Melissa —dijo Carlos tranquilo—. Daría lo que fuera por hacerle ver que yo no soy como mi hermano. Pero temo que eso no va a ser posible.

—Vamos, Carlos. Sólo ten paciencia —dijo Melissa sonriendo—. Piensas eso porque mi hermano todavía no te conoce. Pero espera a que lo conozcas, y te darás cuenta de que mi hermano es un buen amigo y buena persona.

—Dios te oiga —dijo Carlos tranquilo.

Los dos chicos lograron llegar a su salón de clases y se sentaron en unas bancas. Alan y Alessia aún no llegaban.

Hablando de Alan y Alessia, ambos estaban afuera del salón de clases, viendo a Melissa y Carlos hablando.

Estos eran los atuendos de Alan y Melissa:

Alan: Camisa a cuadros azul de mangas cortas, pantalón de mezclilla azul, zapatos tenis blancos, mochila gris.

Alessia: Blusa gris de mangas cortas, pantalón de mezclilla negro, zapatos tenis blancos, mochila gris.

—¿Acaso estás pensando lo mismo que yo, Alan? —preguntó Alessia sorprendida.

—Sí, son Melissa y Carlos —dijo Alan sorprendido.

—Oye, Melissa me confesó hace rato que ella y su hermano se reconciliaron —dijo Alessia mientras seguía viendo a Melissa y Carlos.

—Lo sé —dijo Alan—. No nos equivocamos al decir que Carlos es igual de sinvergüenza que Adriano.

—Lo mismo digo. Sólo espero que no vaya a lastimar a Melissa —dijo Alessia.

—Yo también —dijo Alan.

Alan y Alessia entraron a su salón de clases y se encontraron con Melissa y Carlos, se sentaron en unas bancas para platicar.

—Hola, chicos —dijo Alan sonriendo.

—Hola —dijo Alessia sonriendo.

—Hola, chicos —dijo Melissa sonriendo.

—Hola, Alan. Hola, Alessia —dijo Carlos sonriendo.

—Oye, supe que te reconciliaste con Andrés anoche —dijo Alan sonriendo.

—Sí, Alan. Andrés y yo pudimos dialogar tranquilamente —dijo Melissa sonriendo—. No fue tan fácil como creía, pero todo salió bien al final.

—Es bueno saber que todo salió bien —dijo Alessia sonriendo.

—Eso significa que tú y yo podemos ser amigos, Melissa —dijo Carlos sonriendo.

—Sí, Carlos —dijo Melissa sonriendo.

—Espero que todo salga bien —dijo Carlos.

Los cuatro chicos hablaban tranquilamente, aún si Alan sentía que no toleraba a Carlos.

***

Más tarde...

Facultad de Artes Visuales.

Andrés y Daniela estaban en la facultad de Artes Visuales, en su salón de clases y sentados en bancas. Daniela portaba una blusa azul de mangas cortas, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis blancos.

—¿Así que tú y Luciano se pelearon hace rato con Adriano, Andrés? —preguntó Daniela preocupada.

—Sí, Daniela... —dijo Andrés preocupado—. Y es que no nos ha dejado en paz desde que decidiste terminar con él.

—Sí, se la pasa molestándome —dijo Daniela un poco triste—. Parece que no le gustó que lo terminara después de saber que me engañaba con Roberta.

—Y parece que ninguno de los dos está arrepentido —dijo Andrés.

—Lo sé, Andrés... —dijo Daniela preocupada—. Lo peor de todo es que mi hermano cree que tú eres el responsable de eso. He tratado de razonar con él, pero es como si estuvieras hablando con una piedra.

—Entiendo. A mí también me pasa lo mismo —dijo Andrés preocupado—. De verdad que no es fácil hacer entrar en razón a Emiliano. Y cada vez que intento hablar con él, siempre terminamos peleando.

—No eres el único que piensa así —dijo Daniela un poco triste—. Mi mamá está de mi parte, pero parece ser que mi padre apoya un poco a Emiliano. Aunque en estos últimos días, parece cambiar de opinión.

—Espero que un día de estos, Emiliano entienda que yo no tuve nada que ver con lo que pasó —dijo Andrés un poco triste—. Porque todos sabemos lo que pasó en realidad. Fue Roberta Lazcano la responsable.

—A Roberta ni me la menciones, Andrés —dijo Daniela un poco triste—. Tú sabes que soy amiga de sus hermanos. Pero te juro que no puedo tolerarla a ella, después de lo que me hizo aquel día.

—Yo tampoco quiero tenerla frente a frente —dijo Andrés preocupado—. Sabes cómo es ella, siempre ha sido una malhablada que adora a Katia, pero desprecia a Matías.

—Eso ya no me sorprende —dijo Daniela—. Roberta siempre ha sido así con los hombres. Y no sé por qué.

—Lo sé. Pero hay un Dios que todo lo ve —dijo Andrés tranquilo—. Espero que a Roberta le caiga el karma muy pronto.

—Eso espero —dijo Daniela—. No quiero que Adriano y Roberta me hicieron no quede impune.

—Yo tampoco —dijo Andrés un poco triste—. Ya verás que esos dos van a pagar por lo que te hicieron.

Los chicos siguieron platicando tranquilamente, en lo que llegaba su profesor.

***

Esa noche...

Parque Lomas del Paseo.

Ya era de noche. Katia estaba caminando por el parque Lomas del Paseo, para terminar su día. De repente, Carlos llegó y se le acercó para hablarle.

—Hola, Katia —dijo Carlos amable.

—Hola, Carlos —dijo Katia amable.

—Oye, sé por lo que estás pasando en estos momentos —dijo Carlos tranquilo.

—Lo sé, es que aún me siento muy mal por la desaparición de Osvaldo —dijo Katia tranquila.

—Vamos, yo puedo hacerte compañía —dijo Carlos sonriendo.

—Mira, sabes que Osvaldo y yo somos novios —dijo Katia un poco enojada—. No quiero faltarle al respeto.

—¡Sabes que sólo haremos esto como amigos! —dijo Carlos, se acercó a Katia, quien se mostraba incómoda.

—¡No, ya te dije que no! —dijo Katia incómoda y enojada.

—¡Sabes que Osvaldo ya no está aquí, tranquila! —dijo Carlos y sometió a Katia para tratar de besarla.

—¡No, suéltame! —gritó Katia enojada, mientras trataba de zafarse de Carlos.

—¡Sólo quiero que seas mía, Katia! —gritó Carlos.

—¡Que no, ya te dije que no! —gritó Katia, mientras trataba de zafarse de Carlos.

Carlos intentó hacer suya a Katia por la fuerza, pero Matías llegó corriendo al lugar y corrió hacia los dos chicos. Matías usaba una playera blanca de nagas cortas, short deportivo negro y zapatos tenis blancos.

—¡Aléjate de Katia, maldito! —gritó enojado, y separó a Carlos de Katia, para darle a él un puñetazo en la cara.

Después de esto, Katia se acercó a Matías y lo abrazó.

—¿Qué te pasa, idiota? —gritó Carlos furioso, ya le estaba sangrando la nariz por el golpe.

—¡Vi cómo querías aprovecharte de Katia, Carlos! —gritó Matías furioso, mientras abrazaba a Katia. Empujó a Carlos furiosamente.

—¡Eres un hijo de perra, Matías! —gritó Carlos furioso, quiso pelearse con Matías—. ¡Todo estaba bien hasta que tú llegaste!

—¡Ya deja de mentir! —gritó Matías furioso—. ¡Sé que querías aprovecharte de Katia! ¡Pero te aseguro que no te vas a salir con la tuya!

Matías volvió a golpear a Carlos, pero Katia lo detuvo.

—¡Ya basta! —gritó asustada—. ¡No sigas, Matías! ¡Por favor!

—¡Te juro que te vas a arrepentir, imbécil! —le gritó Carlos furioso a Matías—. ¡Te juro que me voy a quedar con Katia algún día! —volteó hacia Katia—. ¡Y tú vas a ser mía Katia! ¡Te guste o no!

Después de ese zafarrancho, Carlos se fue furioso del parque, mientras que Matías abrazó a Katia para protegerla. Después, los dos se separaron.

—¿Estás bien, Katia? —preguntó Matías preocupado.

—Sí, tranquilo. ¡Ya no quiero estar aquí! ¡Quiero ir a casa! —sollozó Katia asustada.

Matías y Katia se fueron del parque, después de la pelea que habían tenido con Carlos. Katia seguía muy asustada por lo que había pasado.

***

Más tarde...

Parque Avándaro.

Luciano estaba en el parque Avándaro, sentado en una banca. Se sentía acorralado después de lo que había pasado aquel día. De repente, Adriano llegó al lugar y habló con él.

—Vaya, Luciano. Parece uqe no te sientes muy bien —dijo burlón—. ¿Cómo has estado?

Luciano miró de reojo a Adriano y lo enfrentó.

—¿Cómo quieres que esté, Adriano? —preguntó enojado—. ¿Cómo quieres que me sienta, después de lo que tú y Roberta le hicieron a los Ventura?

—Veo que no te aguantas las ganas de soltar la sopa, ¿no es así? —preguntó Adriano burlón.

—¡Te juro que ganas tú me falta de decirle a todo el mundo que eres un asesino! —gritó Luciano enojado—. ¡Ganas no me faltan de contarle a todo el mundo la clase de basura humana que eres!

Adriano se echó a reír.

—¿Y sabes lo que le puede pasar a ti y a toda tu familia si lo haces? —preguntó burlón—. Como ya te lo dije antes, tú y toda tu familia van a sufrir las consecuencias si te atreves a decir lo que pasó.

Luciano se levantó de la banca y enfrentó a Adriano.

—¡No te tengo miedo, Adriano! —gritó Luciano enojado.

—Si no me tienes miedo, ¿por qué no hablas de la muerte de Osvaldo, o de la muerte del padre de Andrés? —preguntó Adriano burlón—. Claro, tienes miedo de lo que le pase a tu familia. Pero sobre todo, tienes miedo de que tus amigos se enteren de que tuviste algo que ver con los crímenes.

Luciano no pudo decir palabra alguna.

—Se ve que eres un cobarde, Luciano —dijo Adriano burlón—. Por un lado, quieres proteger a tu familia. Pero por el otro, tienes miedo de que todos sepan que eres cómplice de las muertes del padre de Andrés y de Osvaldo Ventura, y de la violación de su hermanito Alan. Hay cosas que nunca deben salir a la luz, ¿entiendes?

—¡Adriano...! —dijo Luciano enojado.

—En fin, tú sabes lo que haces, querido Luciano —dijo Adriano burlón—. Será mejor que te lleves este secreto a la tumba. No olvides que lo tengo a ti y a toda tu familia en mis manos. De ti depende que estén a salvo.

—¡Basta ya! —gritó Luciano.

—De ti depende que tus secretos sigan guardados, Luciano —dijo Adriano burlón—. Porque Andrés te va a odiar para siempre si se llega a enterar de lo que pasó. ¿Entiendes?

Después de todo esto, Adriano se fue caminando del parque. Luciano se sentó la banca y empezó a llorar de impotencia. Tenía mucho miedo de que la verdad saliera a la luz.

¿Qué opinas del capítulo?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro