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Capitulo IV

capítulo 04

El sol iluminó las frías calles de Sicilia, que, viendo la ciudad de manera respectiva, era llamativa por la pobreza abundante y la riqueza de la mafia. Era fácil distinguir la mafia de la comunidad siciliana.

Mientras tanto, a tempranas horas de la mañana dialogaban en italiano un dúo de franceses y el jefe de Cosa Nostra, dentro de sus respectivas instalaciones.

- "Valden varía mucho con sus juguetes últimamente, no recuerdo que alguna vez haya traído un francés" - Mencionaba un chico pálido.

- "No parece un inversionista, se veía mas como un vagabundo con esos arrapos" - Dijo la mujer de velo.

-"Frederick, tranquilo, no creo que sea un peligro para el negocio, tu eres un francés de nacimiento, ¿lo recuerdas?" - Dijo Antonio sonriendo al muchacho pálido.

-"No me recuerdes las cosas obvias Paganini" - Dijo el chico mezquinamente.

-"Ohh vamos Frederick, sabes que yo también soy francesa, no te sientas avergonzado, Paganini y los italianos son solamente nuestros aliados" - Dijo la mujer del velo palpando las mejillas de Frederick.

-"Vera, no necesitas recordarme que no quieren ser amigos de la familia siciliana" - Dijo Antonio acomodando su traje y cabello, mirándose al espejo de la oficina.

-"No he escuchado de Valden desde que se fue, eso es raro en el"- Dijo Frederick tallando sus ojos con su guante.

-"Querido, el Sr. Valden no es alguien de quien preocuparse, es como un perro fiel y tonto"- Dijo la mujer del velo.

- "¿Sabes algo?, ese chico francés me recuerda a una rata, sé que oculta algo, no pudo haber llegado solo de visita a Italia" - dijo Frederick pensando en que escenario pudo haber llegado un chico como Luca a Sicilia.

- "Tenle paciencia Frederick, ya se sabrá si es que oculta algo"- Dijo la chica del velo acariciando la mejilla del hombre.

Meses después...

Las ratas se escuchaban en los callejones y el brillante sol golpeaba las paredes y ventanas de aquel distrito. Las paredes de los departamentos eran oscuras y opacas, y las cubrían capas de suciedad. No era un lugar donde habitara gente de dinero, solamente eran edificios donde vivían personas casuales, y aunque Valden no era precisamente alguien muy casual, tampoco era millonario para permitirse una casa grande. El inglés solamente buscaba tener un lugar donde dormir.

Balsa abrió los ojos al sentir los rayos de luz golpear sus parpados en aquel inhóspito lugar. Su mirada buscó instintivamente rastro de su antiguo hogar, pero no encontró nada hasta tomar conciencia que estaba en la casa del Sr. Valden, por lo que se puso de pie y comenzó a buscarlo. En la solitaria cocina encontró una nota: "vuelvo pronto", Balsa solamente sonrió un poco, era típico de Valden estar fuera.

Miró el techo donde solo había grietas viejas y pintura demacrada, convirtiéndolo en un escenario algo deprimente. El sofá era incomodo como una roca, pero tampoco era quien para dar una inconformidad sobre los muebles del Sr Valden. Dio un recorrido por todo el lugar, limpió la montaña de platos que tenía Edgar en su cocina, y limpió el polvo de los muebles. Cuando no hubo nada mas qué hacer, entró a la habitación de Valden, cual era bastante acogedora, pero tampoco una cama de realeza. Se tumbó sobre el suave colchón de la cama y cerró los ojos.

-"Frederick, las cosas no siempre salen como planeas" - Decía la mujer abrazando el brazo del hombre.

-"¿Sabes, Vera?, comienzo a creer que Paganini esta tendiéndonos algo" -Decía el hombre mientras tomaba con sus dos manos los guantes negros de Vera.

-"¿Quieres tener una reunión con el? - Dijo la mujer recostando la cabeza en su hombro.

-"Creo que al fin lo descifre, querida"- Dijo el hombre dando un pequeño beso en la mano de la mujer.

-"¿Que descifraste Frederick?, ¿lo que esta planeando Paganini? - Dijo Vera mirando al pálido hombre.

- "El chico, el juguete de Valden, creo que se quién es"- Afirmó Frederick mirando a los ojos almendra de Vera.

- "¿Sigues obsesionado con ese joven?" - Dijo la francesa poniéndose de pie y caminando hacia un pequeño estante de licores.

Edgar estaba rebuscando entre los cuerpos de uno de sus trabajos, había tenido una pequeña charla con el señor Paganini, quien le dio una pequeña tarea. No era un trabajo diurno, aunque en Sicilia casi no amanecía, siempre era un clima nublado y el lugar donde el charco de sangre se estaba formando, era una antigua fabrica de textiles con pequeños rayos de luz traspasando las ventanas rotas. En las viejas paredes habían agujeros, y solo habitaba el cumulo de polvo y las sombras de gente muerta.

Valden tomó las billeteras de los hombres que acaba de asesinar como siempre hacia, las vacío y las tiro a una pequeña tubería de cloaca cerca del lugar mientras pensaba algo que le dijo Paganini.

Mientras tanto, Balsa estaba hundido en sus pensamientos, escuchó un pequeño toqueteo en la puerta, como si alguien la quisiese forzar. Se puso de pie y espero cerca de la puerta, tomando escondite en el comedor. Cuando la puerta finalmente cedió, dio lugar a una figura, la cual una vez puso un pie dentro, Balsa supo que no se trataba de Valden. La figura comenzó a recorrer la sala de estar, dio un pequeño paseo y se asomó hacia dentro del dormitorio. Sus pasos eran lentos y cuidadosos, aunque el piso rechinaba un poco, cada paso se sentía como que pesaban toneladas en los tímpanos de Luca.
La figura revisó el baño y el resto del pasillo, y cuando finalmente no encontró a nadie, caminó hacia la puerta nuevamente, cerrando no sin antes de dar un último vistazo. Balsa dio un suspiro antes de levantarse rápidamente, chocando un hombro con un pequeño estante qué hizo sonar los platos ahora limpios. Un escalofrío le recorrió la piel ante el ruido, y cuando pensó que todo había acabado, escuchó la puerta abriéndose una vez más, oyendo nuevamente esas pisadas. Ahora Balsa no tuvo tiempo de esconderse, así que sólo le quedó correr hacía la figura y arrojar todo su cuerpo contra él, tirándolo al piso y reincorporándose rápidamente, viendo al hombre igualmente hacerlo. Luca sin pensarlo lo golpeó en el estómago, haciendo que vuelva a caer al piso indefenso, volviendo a apuñalarlo seguidamente. Entre todas aquellas golpizas, la figura logró tomar un arma de fuego que llevaba consigo, tratando de apuntar a Balsa y fallando en el intento cuando el francés lo forcejeó, dejando escapar varios disparos al aire y perforando el viejo techo del lugar.
En su violento forcejeo, Luca logró arrojar el arla lejos de ellos dos, aunque el hombre intentó apuñalarlo ahora con una navaja de bolsillo, generando un nuevo forcejeo que terminó en un corte en la mejilla de Balsa, y otros más en sus manos. Eso no detuvo la lucha, la cual dio fin cuando el francés logró quitarle la navaja de las manos, tomando la oportunidad de apuñar al hombre en el pecho y estómago, llegando en uno de los cortes al corazón, deteniendo instantáneamente la vida en su cuerpo y dejando una escena sangrienta en la entrada del departamento.

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