Capítulo 2
Alan
Hola me llamo Alan. He estudiado muy duro en el instituto y me he sacado la carrera de empresariales en la universidad de Madrid. La he sacado en menos tiempo de lo normal, ya que siempre se me dió demasiado bien las finanzas y el marketing en empresa. A día de hoy estoy casado pero no tengo hijos por el momento. Conocí a Clarisa en el instituto. La verdad que aún no sé lo que fue lo que hizo que se fijase en mí, porque yo fui un chico que no sobresaltaba en deportes ni en nada relacionado con eso. Lo único que se me daba bien, era hacer el periódico en el instituto y sacar buenas notas en todos mis exámenes. No era un chico muy popular, lo que me sorprendió que un buen día Clarisa se acercase a mi para pedirme una cita. Me quedé tan impresionado, que ese día, se me caía todo de las manos, incluso un helado que le compré con tanto esmero a mi acompañante y que fue a parar a mi pantalón, recién estrenado. Estaba más torpe de lo normal, lo que hizo que Clarisa se riera a carcajadas durante toda la cita. Una semana después, íbamos juntos al baile de fin de promoción y cada uno iría a una universidad diferente, pero estaríamos muy cerca, con lo que compartíamos piso durante el curso y de paso con el roce, nos íbamos enamorando cada vez más.
A día de hoy nos hemos comprado una casa con una pequeña herencia, que me quedó al morir mi madre. Está ubicada en una pequeña parcela con un pequeño jardín. Espero ver pronto niños correr por aquí, aunque Clarisa no está por la labor.
Hemos hablado varias veces de ese tema, pero no la hago entrar en razón, veremos más adelante.
Clarisa se ha decantado al final por la carrera de dibujo. La verdad que se le da especialmente bien, sobre todo el arte abstracto y de vez en cuando hace algún retrato por encargo. No es que venda mucho, pero se saca unos dinerillos, para ayudar en la economía doméstica y nos da para pagar algunas facturas.
Me estoy aproximando a nuestra casa. Tengo ganas de darme una ducha de agua caliente, después de estar tantas horas en la oficina. He fundado una pequeña empresa de publicidad con otro compañero de universidad, después de que nos hayamos encontrado. Clarisa al principio se mostró reticente a que invirtiera el resto que me quedaba del dinero de la herencia, en fundar esta empresa, pero después de ver que no entraba mucho dinero en casa, por fin accedió.
Entro en casa esperando encontrar a mi mujer, pero por lo visto aún no ha llegado. Seguro que ha tenido un momento de inspiración y se habrá quedado en algún lugar a acabar su lienzo. Me voy a dar una ducha y prepararé algo de cena sino aparece desde entonces la llamaré al móvil.
Después de darme mi ansiada ducha, miro lo que hay en la nevera, para prepararme algo de cenar, cuando siento las llaves moverse en la cerradura y asomarse Clarisa segundos después.
—Hola cariño¿Que tarde has llegado hoy no?—digo extrañado, ya que hace meses que no echaba tanto tiempo fuera hasta tan tarde.
—¿Que pasa?¿Te parece mal? Tengo que traer dinero a casa ¿O solo lo vas a traer tú?. ¡No seas machista!—dice colérica.
—Tranquila está bien. Solo quería saber si estabas bien. Me he preocupado al volver y no verte en casa. Perdona si te he ofendido—digo avergonzado.
—Voy a darme una ducha que estoy muerta. Preparas algo también para mí—dice dándose la vuelta, mientras se va quitando la camiseta.
Yo no puedo evitar, mirarle la espalda cuando se va yendo hacia la ducha y veo que tiene unas pequeñas marchas rojas muy finas en la espalda que hasta ahora no había visto. Me ha dejado tocado, después de la ducha se lo preguntaré.
Hago pasta con atún y poco de tomate y cuando sale de la ducha, veo que pone mala cara al ver lo que he preparado.
—¿Otra vez pasta?¿No sabes que los hidratos no se digieren bien de noche?. No ves que no nos da el dinero para apuntarme a un gimnasio. ¿Que quieres que engorde como alguna de las que salen en eses programas de la tele, que luego se tienen que operar para reducir su estómago? ¿ O quieres que renueve todo mi vestuario? Te recuerdo que últimamente no andamos bien de dinero—dice ella enfadada.
—Clarisa, no saques las cosas de contexto. Que comas pasta de vez en cuando para cenar, no hará que subas de peso, pero si tan preocupadas estás por tu físico no te preocupes que te preparo una ensalada con lo poco que queda en la nevera—digo ofuscado.
—Déjalo. Se me ha quitado el hambre. Me voy a dormir—dice ella ofendida.
—Espera un momento. ¿De qué son esas marcas que tienes en tu espalda?—pregunto intrigado.
—¿Qué marcas?—dice ella, intentando mirarse en el espejo mientras, se pone muy colorada.
—Esas que tienes ahí—digo mostrándose las para que las vea mejor.
—¡Ah, esas! Me he tropezado con el caballete y me he caído de espaldas—dice mirando hacia el suelo para luego refugiarse en nuestra habitación.
Yo me quedo mosqueado porque creo que me está mintiendo, pero lo dejo estar de momento, ya que de momento no me ha dado motivos para desconfiar de ella. Espero que sea una cosa sin importancia y cuando llegue el momento, ella me lo cuente sin yo pedirle que lo haga.
Acabo de cenar, recojo los platos para meterlos en el lavavajillas y cojo alguna ropa cómoda y una manta. Mañana ha cogeré la ropa para el trabajo, porque hoy dormiré en otra habitación. Cuando está tan enfadada, no hay quién razone con ella y no me gusta acostarme en nuestra cama, sabiendo que ella está enfadada. No me siento bien al hacerlo. Voy a dejarle su espacio y mañana cuando esté más tranquila, hablaremos. Espero que me cuente toda la verdad de lo ocurrido con su espalda y solo así quedaré más tranquilo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro