Expedición nocturna
La noche caía baldía sobre aquel bosque. En el cielo, un firmamento repleto de estrellas se mostraba brillante y esplendido.
De repente, uno de aquellos diminutos puntos brillantes comenzó a agrandarse. Poco a poco, la luz fue aumentando su tamaño hasta revelarse como una gran figura romboidal, tan grande como una casa. El descomunal objeto, del cual emanaba un intenso brillo blanquecino, sobrevoló el silencioso bosque, hasta hallar un claro, a donde descendió. Una vez posado en el suelo, el resplandor blanquecino que lo envolvía se apagó para revelar una nave de color gris opaco. Dos compuertas se abrieron a cada lado de la nave, emitiendo un sonido hermético y de su interior, surgieron cuatro figuras.
Estas misteriosas entidades tenían forma humanoide, sin embargo eran más altas que un ser humano normal, tenían seis dedos en cada mano y de su espalda, surgían extrañas protuberancias puntiagudas. Su cuerpo estaba recubierto de un traje, perfectamente sellado por todas partes, recubierto de placas metálicas que semejaban una armadura medieval y su cabeza la protegía un casco con una extraña prolongación que se curvaba hacia atrás.
Los extraños seres observaron el bosque a su alrededor. Caminaban de un lado a otro, registrando con sus miradas cada palmo del lugar. Uno de ellos se acerco a un árbol y con sus seis dígitos cogió una de sus hojas.
- Curiosa la proliferación de plantas de hoja ancha. La última vez que estuvimos, las de hoja estrecha eran la forma dominante.- Dijo con elocuencia.
Una de las criaturas se giró.
- Si, tienes razón.- Expresó clarividente.- Simalkas, ¿cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que vinimos?
El tal Simalkas abrió una pequeña rendija en su brazo, dando a una pantalla en apariencia oscura que empezó a tocar. De repente, extraños símbolos de color naranja aparecieron. El ser observó tan extraño lenguaje y contesto.
- 3500 ciclos siderales.
- ¿Tanto tiempo?- Preguntó estupefacto su interlocutor.
- Runkar, recuerda que estuvimos en sueño suspendido mientras cruzábamos el brazo interestelar de Arik-Tamak.- Le dijo el cuarto, que hasta ahora permaneció en silencio.
Siguieron en sus discusiones, mientras Thane , el investigador del árbol avanzó atraído por una potente señal. Una estridente luz hizo que el Argiliano avanzase por el tupido bosque, hasta que salió a una amplia llanura. Lo que tenia ante sus tres rasgados ojos que veían a través del visor de su casco le dejaron sin habla.
- ¡¡¡Venid aquí!!!- Gritó con fuerza.
Los otros tres dejaron atrás sus discusiones sobre prolongados periodos de tiempo y fueron con su amigo. Cuando llegaron, no creían lo que veían.
- Tienes razón, Barathas.- Comentó Runkar.- Ha pasado mucho tiempo.
Ante los alienígenas, se encontraban una inmensa ciudad, compuesta de grandes edificios repletos de luces que recordaban a las diminutas estrellas que se podían ver en el inmenso firmamento. Alrededor de esas grandes construcciones, vehículos provistos de cuatro ruedas, avanzaban en un crepitar de pitidos. Y por las aceras, seres bípedos de dos brazos y piernas, vestidos con ropajes de tela, caminaban centrados en sus idiosincrasias, sin ser conscientes de la presencia, a muchos metros de distancia de lso inesperados visitantes.
Thane se volvió para mirar a sus compañeros, quienes a pesar del casco, debían de tener autenticas caras de incredulidad puestas.
- No es posible.- Expresó Barathas.- Cuando nos marchamos, este mundo estaba gobernado por descomunales bestias recubiertas de plumas y escamas. Era un lugar salvaje regido por las primitivas leyes del cazador y la presa. Y ahora….
- Es un mundo gobernado por una civilización desconocida.- Apuntó Runkar.
- Eso explica la posible presencia de luces artificiales y de contaminantes en el aire.- Clarificó Simalkas.
Los alienígenas observaron tan inesperado espectáculo. Vieron en el aire volando una nave provista de largas aspas que cortaban el aire produciendo un filoso silbido.
- Eso significa que las grandes criaturas que dominaban este mundo debieron desaparecer para dar paso a estos seres.- Dijo Barathas.- Eso desbarata tu predicción continuista Thane. Tú afirmabas que esas criaturas gobernarían el mundo por muchos ciclos.
- Si, es posible que deba revisar mis teorías.- Apuntó el biólogo.
- Lástima, quise capturar a alguna para mostrársela al Alto Mando.- Se lamentó Runkar.
Simalkas tecleó en su brazo y del hombro salió un extraño soporte que sostenía una figura rectangular. De un orificio circular surgió una titilante luz azul claro que parpadeo varias veces.
- ¡¡¡Bien, ya sé de quienes son parientes!!!- Dijo excitado el técnico Argiliano.
Todos se le quedaron mirando, expectantes de que hablase. Este se quedó un poco en silencio, queriendo aprovechar toda la atención que ahora tenía. Pero finalmente, habló.
- Recordáis unas criaturas pequeñas y peludas que se ocultaban bajo la vegetación?- Contuvo la respiración un poco, como si quisiese crear expectación.- Pues bien, estos seres son sus descendientes.
- ¡¡¡No digas tonterías!!!- Argulló Runkar.- Esas alimañas eran formas de vida inferiores. No podrían haberse hecho con el control del mundo.
- Sí, pero tal vez pudieron aprovechar un mundo vacio de especies dominantes.- Le replicó Thane.- Es posible que las bestias escamosas desapareciesen y estos seres ocuparan sus nichos.
- ¿Y seguro son sus descendientes?- Preguntó Runkar intrigado.
- Si.- Afirmó Simalkas mientras miraba la imagen desde la pantalla desplegada en su brazo.- Comparten misma estructura ósea aunque poseen una postura diferente. El pelaje que recubre su piel es igual, aunque tiene menos sobre la piel. Incluso su dentadura es muy parecida.
Todos discutían sobre el tema, pero Thane fue el único que se alejo. Escuchó un sonido. Adentrándose en el bosque, buscaba el origen de ese ruido. Activó la visión nocturna de su visor y avanzó con mucho cuidado. Escucho algo. Alzó su cabeza y vio algo moviéndose entre los árboles. Acciono la visión termo gráfica, que seguía rastros de calor, y pudo detectar un punto rojo entre medias del frio azul oscuro que cubría todo. Una leve mueca de alegría se mostró en la cara de la criatura ante lo que vio.
El resto seguía en sus discusiones sobre quienes eran las criaturas que habían colonizado el mundo que ellos visitaron años atrás y que ahora, les parecía totalmente extraño.
- ¡¡¡Mirad lo que traigo!!!- Dijo excitado Zhane.
Todos se volvieron para ver lo que el biólogo traía. Sobre su brazo, tenia posado una criatura recubierta de una esponjosa capa de plumas. Sus ojos amarillos brillaban bajo la luz de la Luna y sus delgadas patas se encontraban posadas sobre la armadura del brazo, con sus afiladas garras recorriendo el curvado metal.
- ¿Qué clase de criatura es esta?- Preguntó sorprendido Barathas.
- El descendiente de los grandes monstruos que visionamos hace 3500 ciclos.- contesto Thane.
- Si claro.- Contestó sarcástico Runkar.
Simalkas se acercó a Thane y usó el escáner sobre la criatura. Un haz de luz azul la recorrió de arriba abajo, lo cual irritó un poco al animal, que agitó sus alas, con clara intención de huir.
- Tranquilo.- Le calmó Thane.
Tras finalizar, Simalkas revisó los datos y habló.
- Tiene razón.- Clarificó el alienígena.- Esta criatura presenta misma estructura interna, similar postura y los filamentos que recubren su cuerpo son iguales que los seres que vimos años atrás. Es descendiente directo.
Impresionados, observaron a la criatura por un pequeño rato, dejando Thane que se posase en el brazo de cada uno. Pero era hora de volver. Decidieron llevárselo, junto con algunas muestras de vegetación, insectos, microorganismos e imágenes de la gran ciudad. Todo para el Alto Mando, ávido de conocer más de planetas desconocidos.
Ya de vuelta en la nave, los Argilianos pudieron despojarse de sus trajes. Así, revelaron su autentico aspecto. De fina y lisa piel morada, su cabeza era alargada, con un morro picudo. Sus tres ojos se disponían, dos a cada lado de la cara y uno justo en el centro. Sus fosas nasales no eran más que dos simples agujeros y su boca estaba repleta de dientes afilados. Una cresta puntiaguda se desplegaba hacia atrás, abriéndose como un abanico, revelando tres largas y picudas espinas. Iguales a las tres que tenían en su espalda. La criatura alada y emplumada estaba dentro de una urna de cristal con el gas respirable para este ser, el oxigeno. Dentro de la nave Argiliana lo que había era nitrógeno, el gas que necesitaban los exploradores extraterrestres.
- Entonces, ¿las ordenes del Alto Mando siguen siendo las mismas?- Preguntó Thane inseguro a sus jefe Runkar.
- Así es.- Contestó este.- Llevamos muestras de las formas de vida de este mundo, y si los lideres lo ven viable, darán luz verde a la colonización.
- Pero y, ¿qué será de esta civilización?- Preguntó preocupado el biólogo.
- Son un obstáculo, así que ya sabes…
- ¡¡¡Por favor!!!- Interrumpió Barathas.- Otra misión de erradicación no.
- Barathas, si vuelves a interrumpirme informare a los líderes de tu actitud contraria y rebelde. Serás sancionado con 30 ciclos de represión intelectual.
- Esa civilización es avanzada. Creo que deberíamos de darles una oportunidad.
- Avanzados.- Interrumpió esta vez Simalkas.- Barathas, en la escala de desarrollo tecnológico ocupan un 3. Un 4 por poseer dispositivos de comunicación portátiles.
- ¿ Ser tan poco avanzados ya es motivo para su aniquilación?- Preguntó estupefacto Barathas.
- Recuerda los protocolos. Si no llegan al nivel 6 no podemos contactar con ellos.- Dijo el jefe.
Los tres Argilianos volvieron de nuevo a discutir. Thane puso en marcha los controles y la nave despego. En unos segundos, atravesó la atmosfera y puso rumbo al mundo de origen de estos.
Y así, la última esperanza de salvación de la raza humana se esfumó de la Tierra tan rápido como las estrellas que comenzaban a desaparecer del firmamento por la inminente llegada del Sol. Su destino, al igual que el de los antepasados del búho que los alienígenas llevaban consigo, estaba sellado.
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