IV. ¿ Acaso hay que cumplirlas?
IV. Las reglas fueron hechas para no ser cumplidas
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Regla 1. Sí alguien se dirige hacia ti por la persona al que le pertenece el cuerpo en donde estás ¡Debes responder sin importar las circunstancia! Recuerda: Eres ella.
El auto aparcó a unas cuantas cuadra de la casa amarilla de dos pisos. De él bajó un hombre de un distinguido traje oscuro cubierto por un saco marrón de grandes botones, sobre su cabeza un sombrero café cubriendo su revoltosa cabellera oscura. Las gafas oscuras cubrían los orbes ónix llenos de una diversión picará, una sonrisa socarrona pintada en los labios mientras rascaba débilmente su barbilla con un rastro de barba.
Por su vestimenta parecía aquellos detectives privados de los tiempos de antes, más su aptitud demasiado sospechosa parecía delatarle a leguas.
― Ya verán. ¡Sera una auténtica sorpresa! ― Risueño sus ojos se achinaron. Miró el reloj en su muñeca, ensanchado su sonrisa al pensar el cómo sorprendería a ciertas personitas ― Es temprano, así que la operación "sorpresa a los pollitos" ha iniciado.
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― ¿Estás segura? ¿Muy segura? ― La pequeña asintió con fuerza rodando sus grandes ojos oscuros exasperada, sus mofletes se inflaron, volviéndose carmesí la piel al aguantar la respiración un tanto ofendida, cruzó sus brazos a la altura del pecho, ante las insistencias de la anciana que no podía creerle.
La mujer de edad avanzada suspiró resignada para caminar con Momo muy cerca, siguiéndole los pasos. Kahoko se detuvo cuando corrió la puerta de madera a un lado, dando así a la entrada de la habitación femenina. Con calma sus ojos cansados escanearon la estancia, más los faros se detuvieron al divisar al cuerpo que de forma tosca descansaba de lo más profundo. Boca abajo los largos cabellos se esparramaban en todas las direcciones en el futon.
―Ves, te lo dije Oba-chan. Está dormida como roca, no se ha querido levanta― Desde el marco la menor habló. A partir de muy temprano en la mañana ella había intentado por todos los medios levanta a Orihime, sin embargo, la chica seguía bajo las manos de Morfeo dando señales de que volvería a levantarse tarde.
― Momo― Llamó sería, de inmediato toda la atención fue a parar sobre ella. ― Trae una jarra llena con agua de la nevera. Vamos a ver si con esto, de una vez por toda se despierta esta bella durmiente. Eso sí, que el agua esté bien fría―Sonrió sutil con dirección a la niña que no tardó en abrir sus ojos muy grande en sorpresa, para correr con apuro hasta la cocina con la emoción naciente de hacer una travesura.
― ¡Listo Oba-chan!―Como un torbellino apareció la pequeña trayendo el objeto en las manos. Kahoko llevó uno de sus dedos hasta sus labios en señal de guardar silencio. Momo rió bajito al notar lo fuerte que habló― Perdón. Ya está listo, Oba-chan―Susurró dejando las jarra bajo el cuidado de las arrugadas manos. Con suma atención no despegaba sus ojos a medida que los pasos de la anciana la acervan cada vez más a la joven dormida.
El líquido cayó con una calma que atormentaba en la parte baja de la espalda de la pelinaranja. Momo mordía sus dedos, expectante a la hora de la reacción de la muchacha dormida. Lo que no tardó en darse. Como un felino asustado no tardo en pararse. Movía las brazos a diversas direcciones sintiendo el frio estremecer su cuerpo.
Las risas brotaron al fin de la infante, que se carcajeaba con constancia sosteniendo con fuerza la barriga.
― ¿¡Que rayos pasa por sus mentes?! ¿Quién fue el de la idea?― Las sábanas fueron apretadas con furia e Ichigo miraba con marcado enojo a todas las direcciones. Un abanico cerrado fue golpeado con dureza en su cabeza.
― He sido yo. ― Con los ojos llorosos por el dolor frota la zona afectada. Kahoko tenía el abanico en sus manos portando una mirada cargada en seriedad― Es hora de que bajes y te vista. Creo que un baño no es necesario... Orihime necesito que sea rápido, niña― Se dio la vuelta saliendo de la habitación. Momo le sonrió reteniendo las carcajadas en sus finos labios, movió su mano saludado a la pelinaranja para ir de regreso a la cocina junto con Oba-chan.
― Mierda― Kurosaki entrecerró sus ojos con cansancio para abrirlos ver como el reloj en la pared marcaba lo temprano que era. Absolutamente temprano.
― ¡ORIHIME VEN YA!
Que más, tenía que vestirse lo más rápido posible sin la remota idea de lo qué esa mujer quería
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Regla 2: Actúa como la persona. Ó has el mínimo intento.
―¡Muy bien Ichinii!― Yuzu aplaudió con fulgor, muy feliz, cuando las temblorosas manos del pelinaranja colocó el huevo a freír en el sartén. Luego de lo de ocurrido ayer en la cocina, su bondadoso corazón le exigía a gritos arreglar la situación con su hermano. Por eso desde muy temprano en la mañana tenía planeado iniciar a su querido hermano en el mundo culinario, con lo más fácil que puede haber ¡Cocinar un huevo!
Karin miraba aburrida desde la barra del comedor bebiendo un poco de zumo de naranja , mientras Ichigo y Yuzu se abrazaban con frenética emoción. Vaya par, pensó a sus adentros.
― Ahora busca un plato, ya esto está lista―Orihime asintió con emoción. Estas chicas eran sumamente lindas, cada una a su manera de ser. Sonrió sutil al verles hablar tan amenamente cuando ya tenía el plato en sus manos.
― I-CHi-GO ¡Ataque sorpresa!―
Lo que pasó le tomo desprevenida. Un hombre de sacó saltaba desde la ventana que estaba frente el fregadero hasta donde ella estaba. En un rápido movimiento poniendo en práctica lo dictado por Tatsuki. Tomó el brazo del señor para girarlo sobre su propio cuerpo y finalmente que con su peso callera de lleno en el suelo, estampado su rostro en el piso.
― ¡Papá!― Yuzu corrió arrodillándose hasta el hombre de cabello oscuro que aún no se movía. Orihime tan sólo abrió los ojos como platos ante la exclamación para mover sus labios sin saber que decir.
― Si gritas a todo pulmón, ya no es sorpresa viejo― Karin se cruzó de brazos negando, por lo dicho por su progenitor. Sin remordimiento alguno camino sobre la espalda de un desparramado Isshin para dejar el vaso sobre el fregadero.
― ¿Papá?―La chica miró con sumo temor al hombre que seguía en el piso sin moverse. Por Kami-sama ¿qué había hecho? ¡Seguro habida matado al papá de Kurosaki-kun!
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Regla 3: Respeta la privacidad del otro, aunque estés en su cuerpo. ¡CUMPLELA SIN RECHINAR!
Yuzu y Karin habían marchado ya a la secundaria. Orihime haría lo mismo hasta el instituto, esta vez sí portando el uniforme correspondiente. Su mente no dejaba de repetir con constancia el recuerdo de un Isshin al borde las lágrimas por haberle llamado papá. Más su mente le jugo en contra trayendo un recuerdo que sonrojo sus pómulos y aceleró su pulso. ¡Ella no era ninguna pervertida! Pero la tentación de ver el cuerpo de adonis de Ichigo pudo más que ella y sus pensamientos puros. Había detallado por completo cada una de las marcadas facciones que se sabía de memoria en el durazno rostro del chico. Se atrevió a tocar gran parte del cuerpo del joven ¡Pero no mal piense, señores!
Inoue revolvió la melena naranja tratando de distraer su mente, se puso a recordar una canción y tarareando la melodía retomo su caminar.
Un auto blindado de vidrios ahumados seguía de cerca al chico pelinaranja que no parecía reparar en la presencia del vehículo no hasta que este frenó frente él.
El rechinar de las llantas atrajó por completo la atención de Orihime. Un hombre de traje negro con lentes, corpulento y calvo se bajó del asiento piloto.
― ¿Eres Ichigo Kurosaki?!― Su voz gruesa retumbó en los oídos de Orihime. La chica le miró con confusión frunciendo sus labios inclinó la cabeza un poco a la derecha.
― Eh... nop. Yo no soy Kurosaki-kun― Negó con un movimiento eufórico de su cabeza. El hombre le miró tras las gafas con una ceja alzada.
― ¿Me va a negar que usted no es este joven?― Sacó una fotografía donde un Ichigo desprevenido caminaba en medio de la calle.
― Bueno... si me parezco a él. Pero no soy yo― Se rió nerviosa para sentir como el cuerpo era tomado desde los hombros y empujado al interior del auto en menos de un segundo― ¡espere señor! Esto es un error― El hombre le ignoró y subió al auto. Genial, se sentía en medio de un secuestro exprés.
― ¡Ichigo, idiota! Compórtate. Agradece que Nii-sama y yo nos hemos compadecido de ti y te llevamos al instituto― Habló una chica menuda de piel melocotón, cabellos azabaches hasta el cuello con lindos ojos azules que le miraban molestos. Sentado a un lado de ella, un hombre semejante a la chica, pero unos cuantos años mayor y de cabellera más larga. Miraba con sus ojos fríos al Kurosaki como si fuera una cucaracha en sus finos zapatos de marca.
―Rukia-san ... ¿hola?― La chica marcó una sonrisa arrogante al escuchar el honorifico. Orihime le había reconocido apenas escucharla. Rukia Kuchiki estaba a su lado en el auto que avanzaba en las calles de Karakura.
El auto frenó frente un enorme edificio donde muchas personas entraban y salían con constancia. Byakuya se bajó de él sin agregar palabra alguna hacia el pelinaraja. Se despidió de su hermana que con delicadeza movía su mano como toda una señorita.
A penas arrancado el auto las cosas cambiaron.
― Oye Hikari detente aquí― Rukia inclino todo su cuerpo hacia la parte delantera del coche al momento de hacer la petición. El hombre no tardo en cumplirlo, aparcó el auto y de ahí bajo Rukia silbando. Con una paciencia agobiante abrió la cajuela del auto para sonreírle socarrona al chico dentro de él.
Sí era un secuestro, Orihime miró aterrada hacia donde esos dos estaban. Un chico alto, de cabellos rojizos y abundantes tatuajes salía del auto sobando con frecuencias sus adormitadas articulaciones.
― ¡Maldita enana! Cómo se te ocurre encerrarme ahí― Con una venita palpitante en su cien Renji esperaba respuesta de Rukia. ¡Había esta ahí 45 minutos! ¡45 miserables minutos que se le hicieron medio vida!
― ¿Qué querías Mandril? No pensé que Nii-sama quisiera venir conmigo el día de hoy. Agradece que viajaste más cómodo, Idiota― Los cabellos cortos se movieron con gracia al moverse el cuerpo en dirección al interior del auto. Renji le siguió unos segundos después, los ojos del chico se dilataron en asombro al denotar al joven pelinaranja.
― ¿Él sí puede venir adelante?― Reprochó a Rukia. La chica hizo a un lado su celular para mirarle aburrida.
―Ichigo me debe un muy grande favor, necesito que lo cumpla sí no quiere que su pequeño secreto se revele a alguien― Dio unas palmaditas al hombro de chico― ¿No es cierto, Ichigo?― Sonrió con marcada malicia.
Actúa como Kurosaki-kun, actúa como Kurosaki-kun ¡Actúa como él!
― Claro Rukia-san― Se dio un golpe mental luego de decir esas palabras. Aunque una incógnita crecía en ella, ¿cuál era ese tan afamado secreto del que Karin y Rukia hablaban? ¿Sería el mismo?
― Perfecto. Me duelen los pies, un buen masaje no vendría mal―Renji por un momento se compadeció del chico pelinaranja al pensar en las manos donde había caído. Más eso se lo buscó él mismo, por no poder confesar por sus propios medios sus sentimientos a la chica que le gusta.
―Idiota―Masculló al verle al tener el pie de Rukia entre sus manos. Sus ojos fueron a parar en la joven mujer. Él también era un Idiota, por seguir esperando la respuesta de esa chica que lo traía a sus pies
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Regla 4: ¡No le digas a nadie lo que pasa! Terminaras como loco
Los ojos iban y venían de la entrada del aula a la ventana con constancia. Era tarde e Inoue no daba señas de llegar. Unas pequeñas bolsas se marcaban bajo sus ojos y con inquietud movía sus pies en el piso.
― Ya es muy tarde. Inoue apúrate― Murmuró impaciente. Un par de ojos soñadores de un bonito color celeste, le miraban desde el umbral de la puerta. Finalmente , el dueño de ellos, un muchacho de cabellos castaños y lacios se atrevió a entrar. Parecía un poco más joven que la mayoría del salón, que giraron a verle momentáneamente , creando un aumento de nervios en el muchacho .
― I- inoue-sempai― Con inquietud el chico habló, sintiendo sus piernas temblar. Ichigo le miró sin emoción aparente, él muchacho se estremeció al tener la atención de su idola. Con las manos temblonas extendió dos paquetes a la joven muchacha― ¡Por favor acéptelos, son para usted! Sublime diosa ― Expresó con fuerza con las mejillas rojas. Abrió los ojos esperando la respuesta tan deseada.
―¿Eso es todo? Si es así ya te puedes ir― Sólo por ser cortes lo tomó. El muchacho haciendo una leve reverencia se marchó con rapidez con su corazón latiendo con fuerza.
No pasó mucho tiempo para que un desinteresado Ichigo con ciertos celos lanzara los paquetes contra el bote de basura, que en su interior tenía más dulce que una piñata. Incluso un hermoso oso de felpa se alzaba a un lado de la cesta.
¡¿Es enserio?! ¿Qué clase de Karma mal hecho era esto? Ichigo arrugó la fina cara cruzándose de brazos. Era como si la vida le estuvieran echando en cara que si no se ponía las pilas Inoue podría conocer un chico que robara su corazón.
¡Había recibido más de 6 confesiones amorosas y ni hablar de los regalos!
¿Por qué Inoue tardaba tanto? Necesitaba a la chica con urgencia, bufó por lo bajo.
― Inoue-san yo...
― ¡Que no soy Inoue! Idiota―
Habló sin pensar. Ante su descuido abrió los ojos como plato. Mierda. Tras las monturas de los lentes, unos ojos azul oscuro con cierto rastro de estupor, pusieron en alerta sus sentidos. Había metido la pata, quién lo manda ser tan cabeza dura. Ishida aclaró un poco su garganta con intención de refutar lo dicho.
¿Alguien que lo ayude?
― ¡Muy buenos días!―
― ¡ICHIGO!― El grito de Keigo, sólo significaba una cosa: Inoue había llegado al fin.
Continuará....
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