II. Primer día |Parte 1°
¿¡Sueño o realidad?!
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Varías personas se hicieron aún lado al escuchar al muchacho gritar que le dieran permiso. Algunos hicieron casos, otros se llevaron de manera tosca algún empujón del chico que se habría paso en la multitud y pedía disculpa a lo lejos. El joven de anaranjada melena tenía puesto el uniforme deportivo del instituto "Karakura"; camisa blanca con el cuello en uve de color azul marino, zapatillas deportivas de un azul oscuro y pantalones deportivos. Tenía la correa de la mochila puesta torpemente en el hombro, por lo que esta se corría cada vez que de manera veloz hacia un movimiento brusco al correr. En su mano derecha llevaba el celular y echaba analítico su castaña mirada sobre cada parte que pasaba.
Su intención era llegar lo más deprisa a su destino. Dio algunas vueltas siguiendo la ruta que marcaba el mapa mental que se había creado corriendo deprisa, esquivando a más personas. Un chico de cabello castaño se le unió en trayecto, andando a su par un tanto forzado.
― ¡Hola!― Le saludo con una sonrisa al tenerlo cerca expulsando un poco de aire por su boca. No se encontraba agotada, incluso su trote no era forzado y se mantenía a muy buen ritmo. Muy contrario al chico que hacia el esfuerzo por no flaquear. Keigo le miró con pequeñas lagrimitas en sus ojos por el esfuerzo de mantener el paso.
― ¡Ichiiiiiiigoooo! Llegaremos tarde, nos aniquilaraaaan― Lloriqueó, tropezando levemente con una piedra casi cayendo de lleno en el piso.
Orihime bajó la velocidad de su marcha. Cierto, que ella era Kurosaki-kun, en este sueño, concluyó al fin.
El portón del instituto se había cerrado justo cuando ellos dos pasaron. Orihime, suspiró aliviada. Este cuerpo en verdad que era resistente y eso fue muy oportuno para llegar a tiempo. Keigo que estaba de cuclillas tratando de recuperar el aire dando bocados como un pez fuera del agua.
― ¡Ichigo no me dejes solo!― Gritó viendo al pelinaranja ya lejos de él. Orihime giró al verle llegar. El pobre muchacho estaba agotado, tenía sudor en su frente y su respirar estaba acelerado.
― Esto ¿por qué no puedo?― Preguntó a penada, señalándose la nariz con un dedo, recordando que el muchacho no se alejaba a ella. Esa frase para Keigo fue como balde de agua fría ¿Qué clase de amigo era Kurosaki? que ahora hacia como sí no le importara su presencia (siempre lo hacía pero esta vez fue más directo). Asano rompió en llanto exagerado tapando de manera dramática sus ojos con el antebrazo, exclamando a pulmón abierto que Ichigo era el peor de los amigos, que incluso Mizuiro actuaba mejor que él.
Orihime no comprendió su reacción, moviendo su rostro en todas direcciones trataba de entender lo que el castaño murmuraba quedamente estando ahora agazapado, con nerviosismo- gracias a no sentirse muy cómoda con las miradas que algunos estudiantes le daban por los gritos del chico castaño - se acercó a Keigo.
―Ya, ya tranquilo. Disculpa Asano-kun ― El chico se calló por un momento. Espabiló sorprendido, ¿acaso había escuchado mal o en verdad Ichigo Kurosaki se había disculpado? Su ceñudo amigo, se mostraba apenado ante él y además le había dicho Asano-kun.
Orihime sonrió abiertamente notando que cesaron los reclamos.
Keigo retrocedió asustado ¡Ahora sí que estaba loco! El amargado de Ichigo, el gruñón y buscapleitos de Kurosaki había sonreído. Eso solo significaba una cosa ¡Era el fin del mundo!
Inoue rascó su mejilla sintiendo bajar por su mejilla una gotita de vergüenza, Asano en vez de calmarse aumentó su griterío. ¿Qué tipo de sueño lúcido era este? Que ni tenía control sobre él.
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Okey, lo admitía abiertamente sin vergüenza alguna ¡No tenía una remota idea de lo qué pasaba!
Al principio pensó que era algún tipo de ilusión o un sueño, más ahora las cosas tenían pinta a pesadilla, no cabía duda ante eso. Había intentado despertarse por todos los medios, desde pellizcarse con fuerza el brazo hasta probar sí con un golpe más fuerte podría levantarse para salir de ese extraña ilusión y nada. Tan sólo consiguió un fuerte golpe en la cabeza , un leve moretón y aun así seguía ahí en ese cuerpo.
Es que esto no le podía estar pasando a él .
Kurosaki suspiró hondo con la espalda recargada en la pared del cuarto con los ojos fijos en la gaveta de madera. ¡Le urgía conseguir algo de ropa! La toalla que sostenida con fuerza entre sus dedos podía resbalarse gracias a sus manos que empezaban a sudar y el temor que esta cayera y resbalara cosas de más le inundó. Debía conseguir ropa ¡ya!
Y todo gracias a la abuela de Inoue - que para su sorpresa y vergüenza- lo arrastró al baño, donde terminó siendo desprendido de la ropa de dormir que cargaba. Apenas notar eso, él había tragado en secó, obligado a su subconsciente y a sí mismo a no llevar la vista a otra parte que no fuera alfrente y arriba de él. Menos mal que fue un baño rápido. Más su "pequeño problema" no terminaba ahí.
Estaba en el cuerpo de Inoue, desnudo.
¡Era mucho para él!
― Por aquí debe estar― Habló entre dientes asperezados abriendo los cajones con afán, hurgando en busca de ropa. Uno tras otros fueron sacados mostrando la prenda que necesitaba, una gama tan variadas en colores y adornos. Rosa, rojo, morado, azul, blanca, figurillas de gatitos, donas, pequeños mounstritos de un solo ojo, fresas e incluso algo de encaje se hizo notar en el lugar. ― Sí esto es un sueño o en verdad sí está pasando, Inoue perdóname por ver tus bragas de esta manera― Se disculpó cerrando los ojos con fuerza, metiendo su mano y al tener la tela entre sus finos dedos la sacó de una vez.
Roja. La braga que tenía era de ese extravagante color con un estampado de gatito negro. Con el cuerpo esbelto de su amiga hizo malabares mientras la prenda subía entre sus piernas hasta llegar a su puesto. Listo, sonrió fanfarrón al tener cierta parte de su problema bajo control.
Ahora seguía el sujetador, bueno ¿qué tan difícil podría ser sí ya había logrado con éxito una de las dos prueba de fuego?
Pues se equivocó, la prenda se colgaba con orgullo entre sus manos como retándole al verlo fallar de nuevo. El objetivo, ponérsela sin andar de mirón. Tenía dos grandes obstáculos que se lo ponían difícil. Al tanteo Ichigo pasó los brazos entre los tirantes sintiendo las copas de brasier atrapar los dotes de su amiga- que ahora era suyos- entre ellos.
―Vamos tan sólo debo engancharlo― La posición no era la más cómoda, con los brazos llevado hacia su espalda trataba que las dos parte de la evilla se captarán entre sí. Ejerció fuerza y era como si la pieza se repelará.― Engánchate de una buena vez.
Para mala suerte de Ichigo, con todo su intento de ponerse el brasier, la toalla cayó al piso enredándosele en los pies, llevándose el cuerpo en movimiento al piso de bruces.
Sujetador 2. Kurosaki 0.
¡Ya no podía más! ¿Cómo le hacían las mujeres para ponerse esa prenda del demonio? Se sentó de piernas cruzada en el piso sobándose la frente con enojo. Él junto con Chad habían terminado con una pandilla de buscapleitos junto con el líder al hospital en un dos por tres. Esto no sería nada para él.
― ¿Crees que ya lo tienes ganada? Já, eso lo veremos― Le echó en cara al brasier de un lindo color salmón con encajes blanco a los bordes y un lazo en el medio.
― Orihime, niña, apúrate que se te hace tarde para el instituto― La voz cansada por el tiempo interrumpio en el cuarto mientras un Ichigo en cuerpo ajeno terminaba de subir la falda gris a la atura de la cadera ya vestida por completo.
Brasier 2. Kurosaki 1 10
¡Había logrado vestirse! Tal vez si miró de más pero qué se va hacer, no era su culpa ¿o sí?.
Ichigo corrió a un lado la puerta para dar con un pasillo, miró hacia los lado y sin más marchó para allá con apuro, solo quería salir lo más rápido de ahí. De alguna extraña manera se convenció de que si lograba realizar todo lo más antes posible, tal vez despertaría.
Pero, ahora que lo pensaba esto no podría ser un sueño. Si fuera así ¿por qué ser Inoue y no alguien más? ¿Por qué precisamente ella? Tendría que haber una explicación coherente que disipara sus dudas.
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― No deberías estar acá. La pequeña Momo ya se ha ido a la escuela, por lo que no tienes excusa para hacer acto de presencia en mi hogar. Debería marcharte ya―Habló la mujer de avanzada edad aparentemente no muy a gusto con alguien. Lo que era cierto, la anciana se encontraba en la cocina junto a un hombre alto de saco negro que no hacía más que escuchar sin quitar la sonrisa de su atractivo rostro.
―Oh, pero mi querida Kahoko tan sólo he venido personalmente a verte a ti. Hace mucho que no vengo para acá, no tienes por qué ser así conmigo. Hinamori-chan no me preocupa, está en buenas manos aunque...― El hombre bajó el tono de voz que sonaba con cinismo introduciendo una de su mano en el bolsillo de su pantalón de marca.
― ¿Aunque qué? a Momo no le ha faltado nada, ha tenido techo, ropa, comida y sobre todo amor. Todo lo justo para crecer en un hogar cálido. Cosa que tú con todo tu dinero no lograrías. Las personas no son un juguetes, ni Momo-chan una muñeca que va y viene de mano en mano ― La anciana encaró al hombre, aunque su voz sonaba calmada su ojos estaban coléricos. Dejando de lado la taza de té que hace unos minutos degustaba de lo más feliz.
― Quizás tengas razón, pero no he venido para acá por eso. Kahoko, espero que aceptes la propuesta que nuevamente ...― Antes de agregar más palabra la puerta se abrió de imprevisto entrando una joven pelinaranja de cabellos recogidos en una coleta alta con algunos mechones traviesos cayendo a los costado de su redondo rostro. Sin embargo, las horquillas turquesas que reposaban siempre a los costados de su cabeza parecían faltar. Los ojos grises estaban igual de idos que su mente que ni reparó en los dos pares de ojos sobre ella.
― Pero, si es la pequeña Orihime ― Eso bastó para que Ichigo saliera de su pensamiento y abriera los ojos de asombro al ver a ese hombre ahí.
― Aizen― Le reconoció apenas le vio. Los finos cabellos castaños peinados hacia atrás y los ojos astutos de color caoba se cerraron a medida que sonreía luego de haberle hablado.
Lo reconoció de inmediato. Claro que él sabía de quién se trataba. Sousuke Aizen fue profesor en el Instituto Karakura por un tiempo antes de ser uno de los políticos más polémicos del momento en Karakura en estos tiempos. Le caía de culo su presencia en ese lugar ¿Acaso eran cierto los rumores que lo unían a él y a la familia Inoue?
Kurosaki no fue muy amable al decir su nombre ni le interesaba saber que ese señor lo haya notado.
— Niña al fin sales de tu habitación, por un momento llegué a pensar que te había pasado algo— Kahoko llevó sus arrugados dedos hasta su cara con cansancio. Cuando su nieta se perdía en su mundo, el tiempo se le iba entre los dedos.
— Oiga, ¿qué hace ese hombre aquí?—Ichigo se cruzó de brazo señalando con un gesto de su cabeza a Aizen, sin importarle ser cortes al dirigirse a él.
— Sólo he venido a recordar viejos tiempo con Kahoko —La mujer tan sólo rodó los ojos al escucharle a él y a su nieta que había actuado de manera tan toscas. Seguro no habría tenido una buena noche.
— Ya, ya. Sosuke podrías llevar a mi nieta al instituto, con esto de quedarse dormida se le ha hecho tarde— Empujó a la muchacha suavemente con una mano mientras con la otra sostenía el bento que su nieta comería en el almuerzo.
— No es necesario puedo ir caminado— Se apresuró hablar sin ganas de ir con ese hombre a ninguna parte.
— Aunque corrieras jamás llegarías a tiempo. Vives demasiado lejos, déjame llevarte— Esta vez fue Aizen quien caballerosamente se ofreció. Vaya que no parecían los mismos que hablaban hace un instante atrás
— Eso está por verse — Ichigo habló retador con sus ojos centellantes en decisión, él no iría con ese hombre ni a la esquina. Tenía algo que no le agradaba, punto.
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Quería gritar de emoción, en verdad estaba en el cuerpo de Kurosaki-kun.
Acarició con una mano los cabellos naranjas del chico notando lo sedosos que era, ¡era tal cual como se lo imaginaba! Emitió un chillido feliz mientras volvía a jugar con las cortas hebras. Este sueño era de maravillas.
— ¡Te lo digo Mizuiro, Ichigo está actuando muy raro! ¡Tan sólo míralo! — Kojima hizo a un lado el celular para hacer lo que Keigo le pedía. Kurosaki no hacía más que portar una sonrisa tonta en sus labios mientras un aura feliz le rodeaba, eso conjunto a que usaba el uniforme que no correspondía para ese mismo día traía con los nervios de punta a Asano que temía por el estado mental del chico de cabello anaranjado.
— Para mi sigue como siempre— Obviamente no había prestado la más mínima atención a su amigo, y siguió enfocando toda su atención al aparato. — Ya relájate Keigo, ¿seguro que al que no le pasa nada es a ti? Estás muy paranoico.
— ¡A mí no pasa nada Mizuiro! — Chilló para ser ignorado.
El aula ya estaba casi llena, salvo por Kuchiki que estaba enferma los demás no tenían escusas para no estar. Pero ya que el profesor había tardado más de lo debido para llegar ya muchos se habían escapado de ahí.
— Kurosaki— Orihime levanto la vista y en efecto el chico que casi le dio un buen susto estaba frente de ella. — Espero que te hayas preparado para hoy. No puedes fallar, recuerda que también es mi nota la que se está jugando aquí— Ishida reacomodo su gafas para darse la vuelta y partir.
— Eh, ni siquiera me dio tiempo de saludar a Ishida-kun— Chad alzó una ceja si comprender la actitud de su amigo. — ¡Ishida-kun! ¿Podemos hablar? — Exclamó con emoción acercándose a gran velocidad a Uryu.
Los que quedaban en el aula observaron esa escena con asombro. ¿Desde cuándo Kurosaki era tan cercano al joven Ishida?
Más su asombró no quedó ahí. Cuando de la puerta entró alguien más de uno temía que fuera el profesor de turno, pero qué va, la hermosa idol hizo aparición más no como siempre acostumbraba. Tenía el cabello hecho un desastre en una coleta alta, el uniforme un caos sin embargo su pose bien machona y de poco amigos asusto a muchos.
— ¡Mi preciosa Hime al fin llega! — Antes de que la misma Tatsuki apartara a la pervertida peliroja de gafas de su mejor amiga, Chizuru se había desplomado al piso por el golpe del brazo alzado que dio en toda su cara.
— ¡Chizuru-chan! ¿estás bien? — Orihime socorrió a la joven de gafas, siguiendo así los pasmos de los pobres que estaban en el aula. Claro, ellos veían a un Ichigo Kurosaki en cada acción que Orihime hacía.
— Un golpe de mi Hime es una delicada caricia— Pronunció embelesada poniéndose en pie, para notar algo. Las manos que sujetaban su hombro al levantarle— Suéltame Kurosaki aleja tus sucias manos de mi— Sin embargo a pesar de lo dicho la acción no llegó a cumplirse.
El joven estaba hecho roca al igual que la chica de coleta naranja que apenas escucho su nombre giró a verle. Orihime retrocedió sorprendida, ¡Ese de ahí era su cuerpo! En cuanto a Ichigo reaccionó de otra manera. Las desordenadas cabelleras cubrieron sus orbes y antes de darse cuenta a procesar lo que pasaba, tomó del cuello de su camisa a su propio cuerpo antes de salir del aula a toda velocidad con un sorprendido chico.
— ¿Qué acaba de pasar? — Tatsuki gritó, recibiendo una negación de unos desorientados chicos.
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El asombro seguía presente en su ser. Apenas llegar a la azotea los finos dedos no soltaron la tela sino que la agarraban con más fuerza. Bajo los ojos amenazantes de color platinado y redondos. Era tan extraño ver su cuerpo así que se le hizo casi imposible reconocer esa expresión en sus facciones.
— ¿Quién eres y por qué rayos tienes mi cuerpo? — Sería su misma perturbación que un impulsó desesperado dijo eso.
— ¿Kurosaki-Kun? ¿E-eres tú? — Al escuchar eso, frenó el agarre hasta volverlo nulo. Sus brazos colgaban a los costados.
— ¿Inoue? — Preguntó y ella asintió. Por Dios sí era ella. La única persona que le podría creer lo que le pasaba estaba en su misma condición.
Continuara ....
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