Capítulo 8 "mi manada"
Parda sentía como la sangre corría por sus venas. Sentía el viento en su cara, mientras veía al horizonte. Aspiro fuertemente y captó los olores del bosque. Olía los Pinos frescos y el olor de la tierra, detrás de todo lo demás, notó un olor lejano, pero actual.
Un aullido lejano la distrajo de sus pensamiento. Era Alex, quien le mandaba contestación a sus aullidos. Ella contestó a sus aullidos. A pesar de ser un animal ahora, aún era la misma y su aullido era el mismo. Eligio cuidadosamente los colores con los cuales pintaría el silencio. Cuando era lobo, sus aullidos demostraban furia y miedo, pues esos son los principios de su manada: o temes, o te temen.
Pero cuando Parda estaba cerca de Alex, sus aullidos no demostraban eso. Sus aullidos demostraban libertad de ser quien ella era con quien ella quisiera, paz de que ella no le temía a nada y ella cuidaría a los demás, y lo más importante, sus aullidos demostraban un profundo e intenso amor, pues nadie en este mundo, la había aceptado tal como ella era, sin juzgarla y ella no sentía por él solamente amistad. Ella sentía mucho más que eso.
Al otro lado de las colinas, una sonrisa se trazó en el rostro de Alex. Él conocía a Parda y sabía que cuando ella aullaba, era porque ella mostraba sus sentimientos. Y en todos los años en los que había estado con ella, jamás la había oído aullar así. Era un aullido lleno de algo que él no podía describir. Eso era exactamente lo que él sentía. En sus escuela, muchas chicas estaban enamoradas de el, pero él sabía que no era más que simple atracción. Pero con Parda era distinto. El estaba seguro de que le agradaba, pues siempre que le preguntaba, ella decía que amaba estar con el. Pero él no sentía solo amistad hacia ella. Cuando era pequeño, no tenía ningún amigo. Su mama lo llevó al campamento para que hiciera más amigos, y ahí fue donde conoció a Parda. Ella le enseñó a hacer amigos y a llevarse con los demás. Ella hizo que se hiciera amigo de Daniel, de hecho. Pero ella no era una simple amiga. Ella le enseñó que lo que importa no es lo que está en el físico, sino lo que está en el corazón. Y ella, en su corazón, había un hermoso tesoro.
Parda miraba las profundidades del bosque. Los había olido y pronto los vería. Tensó cada uno de sus músculos, lista para cualquier cosa. De pronto, desde la oscuridad del bosque, unos ojos amarillos de encendieron. Y poco a poco, se encendieron más luces en la oscuridad. Eran ellos. Su manada. Se acercaron lentamente a ella. Ella se irguió lo más derecha que pudo, mostrándose segura de sí misma. Ellos no podían saber que ella ocultaba a Safina, o la despedazarían. El macho más fuerte de ellos, el alfa se acercó y le dijo con voz sería y serena:
-Parda.
-Padre
-Escuchamos tu aullido.
-Lo sé.
-Qué significó?
-En qué sentido? Tengo derecho a aullar cuando me plazca.
-Sabes que no me refiero a eso.
-No, no lo sé.
-Tú nunca aúllas de esa manera.
-Y eso que tiene de malo?
-Parda, sabemos que ese aullido no era para nosotros.
-En eso tienes razón.
-Tú no puedes aullarle de esa manera a nadie.
-Y por qué no.
-Porque tú eres una alfa. Tú debes estar con otro de tu clase y de tu manada.
-No es mi culpa ser alfa.
-Tal vez no, pero tú eres de esta mandada. Para quien era?
-Nadie que tú conozcas.
-Que fue lo que dijiste?
-Lo que escuchaste.
-De que manada es?
-Como?
-Dinos su manada e iremos a despedazarlo.
-Por qué?
-Porque tú le estás siendo infiel a tu manada y te estás juntando con un lobo de otra manada.
-Yo no me estoy juntando con ningún lobo de ninguna otra manada.
-No nos mientas. Con estas?
-Si quieres puedes olfatearme y veras que no tengo el olor de nadie. No te oculto nada.
-De momento, estas impregnada con olor de humano, no encontraríamos nada.
-Yo no me estoy juntando con ningún lobo, ni de esta manada ni de ninguna otra.
-No me mientas, soy tu padre. Tú aullido estaba mostrando amor. Lo sé.
-Pues me temo que te estás quedando sordo. Yo no amo a ningún lobo.
-Entonces quien tiene tu corazón.
-Nadie lo tiene.
-Si ese es el caso, por qué no quieres casar con Colmillo Blanco. Él es el perfecto pretendiente. Alfa y de nuestra manada.
-Ya te lo dije. Por qué no amo a nadie.
-Piénsalo, pero estás advertida. Si te veo con otro lobo que no sea Colmillo Blanco, estas terminada.
-No le temo a tu amenaza. Yo jamás estaré con ningún lobo.
-Bien, estas advertida. Veámonos, dejémosla con sus propios pensamientos. Que reflexione si nos es leal o no.
Parda vio cómo su padre se alejaba con la manada. Por eso ella nunca podría estar con quien ella quisiera. Pero ella jamás sería aceptada como el alfa de la manada por ser humana, la única manera de lograr eso, era casándose con Colmillo Blanco. Pero ella no lo amaba. Todos en su manada la despreciaban por ser mitad humana. Eso no era su culpa y tampoco ella tenía la culpa de ser alfa.
Pero ella no se iba a dejar humillar tan fácilmente, ella iba a demostrar que era capaz de ser la alfa de la manada y ser fuerte sin tener que casarse con Colmillo Blanco. Porque en algo tenía razón. Ella no amaba a ningún lobo ni de su manada, ni de la de nadie. Parda amaba a Alex.
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