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Capitulo 3 "las cosas de Parda"

En el momento en el que Safina se dio cuenta de lo que acababa de suceder, sintió como se comenzaba a calentar. Aquello era cien por ciento terrible. Obviamente Daniel lo notó, porque se veía que estaba muy apenado y rojo, aunque fingía no haberlo visto.

Pero Safina no iba a permitir que nadie se enterara. Y entonces, profirió un largo y agudo grito. No tan impactante como para considerarse un grito rompe vidrio. Ese era un grito destructivo, que causaba un impacta, que caía de golpe. Pero aquel era distinto. Este no era un grito destructivo, sino uno sedante. Tan agudo que lograba hipnotizar a todos.

Hasta que caían inconscientes al suelo. Ella sabía que era peligroso, pues en una ocasión, se enteró una actriz, que como ella, había utilizado aquel grito, pero para calmar a la multitud. Todos los presentes cayeron al suelo. Y algunos no se volvieron a levantar. Safina no acostumbraba a utilizar aquel grito, pues sabía que sería muy peligroso. Pero según ella, este era un caso de emergencia. Y ella tenía un plan.

Todo mundo a su alrededor se había quedado dormido ( hay que admitirlo, Safina es una maestra del sonidos de la voz ). O casi todos. Aunque ella no lo noto, un par de ojos marrones, le acechaban desde un lugar profundo de dentro del bosque.

Safina comenzó a ir a las cabañas con esperanza de que subiría lo bastante rápido, como para cambiarse de playera y luego volver a bajar y echarse al suelo, así no sospecharían de ella. Pero aquello no era lo correcto. Los ojos marrones lo sabían más que nadie. Lastimar a alguien para salvar tu pellejo, no era lo correcto, ni tampoco lo que uno debe de hacer en esos casos. Si te equivocaste, debes aceptarlo y resolverlo, pero no lastimar a los demás. Ese es un acto muy egoísta. Y eso no lo giba permitir.

Safina había comenzado a subir la cuesta, cuando oyó algo que la dejo paralizada. Era un aullido de lobo. No era el hecho de que fuera un lobo, pudiera haber sido el rugido de un león o el maullido de un gato. El problema radicaba en que un sonido intenso, era lo único que se necesitaba para que todos despertaran. Y ella la única despierta, y por lo tanto, la única que podría ser culpada.

Salió corriendo. Necesitaba llegar a donde estaba Daniel para que no sospecharan porque había aparecido en otro lugar. Lo logró, pero claro que no había resuelto el problema principal, y no podía volver a usar su grito. Sería demasiado riesgoso.

Y cuando vio que Daniel se despertaba y la veía comenzó a gritar. El peor error de su vida, pues ahora todo mundo la veía a ella y solo a ella. Cuando las instructoras se dieron cuenta, corrieron hacia ella con una toalla. Ese era definitivamente el peor día de la historia. La llevaron de regreso a su cabaña y le permitieron quedarse en ella, pues imaginaban lo mal que se debía de sentir.

Aunque la situación no era de lo mejor y ella estaba muy avergonzada, tal vez no era tan malo, después de todo, no tendría que salir afuera. De todos modos estaba molesta con dos personas: con el lobo, quien con su aullido, lo había arruinado todo ( bueno, no era una persona, pero ella seguía enojada con el ) y con Parda. Si a Safina algo le molestaba, era que los demás tuvieran razón y ella no.

Aunque sabía que no podía hacer nada respecto al lobo, pero quizás hubiera alguna manera de vengarse de Parda. Sabía que no había hecho nada, pero de todos modos quería desquitarse de alguna manera. Busco entre sus cosas y vio la caja de madera. Estaba cerrada con llave, así que por lo tanto pensó que debía contener algo que no quería que nadie viera. Eso era exactamente lo que Safina buscaba.

Claro que todavía había un pequeño problema. La caja, como ya lo habíamos dicho antes, estaba cerrada. La chapa era de madera, por lo que Safina supuso que la llave lo sería también. Tras buscar entre sus cosas, noto que no estaba. Se sentía tan molesta, que se echó al suelo. Pero cuando vio debajo de la cama de Parda, noto que en el piso de madera, había un hoyo. Y dentro del hoyo, estaba la llave. Sin duda era un buen escondite, pero no era suficiente.

Safina abrió la caja. Aunque no tenía muchas expectativas de lo pudiera tener esa chica, se sintió decepcionada. En la caja no había más que un collar y unas cuántas fotos. Pero una vez que se fijó, aquello era mucho más inusual de lo esperado. Pues esos no eran objetos ordinarios.

Cuando vio el collar al principio, creyó que el colgante era una roca, pero luego noto que era demasiado liso y ligero para ser eso. Después pensó que era una concha, pero de ser eso, no sería tan pesado, su forma también era inusual. Safina hubiera jurado que había visto aquello en alguna otra parte. Y de pronto lo recordó. AQUELLO ERA EL HUESO DE UN ANIMAL.

Recordaba que en una ocasión, la maestra de biología había traído varios huesos de animales, para explicar la clase, y la estructura ósea de los animales. Safina se asusto con la posibilidad de que Parda hubiera matado al animal, aunque no tenía ni la más remota idea de que hacía Parda con un hueso de animal. De todos modos le dio un escalofrío y pensó que mejor sería dejar aquella situación aparta y seguir con las fotos.

Solo eran dos, pero la sorprenderían también. En la primera, estaba Parda sentada entre dos lobos. Esto impresionó mucho a Safina, los lobos no se veían con la intención de atacarla, ni ella de huir. Y ora cosa, Parda los estaba abrazando. A la conclusión a la que llegó, era que esta era una foto que le habían tomado en algún zoológico en el que tenían animales domados, para tomar fotos, aunque no quedó del todo satisfecha. La otra foto era de solo un lobo, que a todas luces estaba aullándole a la luna. En ese momento fue cuando la cordura abandono a Safina. Ahora definitivamente no entendía pero nada de nada.

Mientras le daba vueltas a su cabeza, oyó el crujido de una rama. Era Parda, quien había vuelto. Safina dejo las cosas rápidamente donde estaban para rápidamente echarse a su cama y ver al techo, como si hubiera estado pensativa un buen rato. Lo hizo justo a tiempo, pues en ese momento la puerta se abría y Parda entraba a la cabaña, sin sospechar que Safina había hecho mucho más daño del que ella creía, tampoco sabía que Safina se acercaba sigilosamente a su secreto.

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