Posesividad en el armario
Narrador omnisciente.
—Me contestaste el puto mensaje diciendo que podía venir a tu casa a beber un rato y, ¿así es como te apareces? —Stefan estaba inexplicablemente enojado.
—Bajale a tu tono y no me mires como ama de casa decepcionada, solo salí a beber, nada de decirme promesiculo.
Nivel de furia del vikingo:
30%
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—Se dice "promiscuo", ebrio ridículo, pro-mis-cuo. Con un demonio. Fácil e ignorante, vaya partido.
—Ppff seh, como diga el cavernícola bola de esteroides —calló al recordar algo— Y, ¿qué haces aquí?
Nivel de furia del vikingo:
50%
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—¿Dónde putas tienes las orejas que no me oyes? Te dije, incluso contestaste mi mensaje horas atrás y te esperé para ver la serie, hice algo de comer y...
—Ohh eres tan lindo cuando quieres, en serio pareces mi esposa enojada —sonrió el borracho que cavaba su propia tumba.
Nivel máximo de furia del vikingo:
100%
██████████
—Te mataré, definitivamente, despídete del perro deforme y prepárate a ir al cielo de los idiotas que no saben cuándo callarse. —gruñó acortando la distancia.
Si solo eran colegas sexuales ¿Qué explicación tenía su creciente enojo? Estaba conciente que le gustaba Calem, pero ¿Tanto así? ¿Tanto como para hacer arder su pecho? La respuesta era obvia.
Pero él aceptó ser solo colegas y fue conveniente continuar siéndolo, incluso después de empezar a sentir más que atracción física, decidió seguir como hasta entonces y así no tener que confesar sus verdaderos sentimientos a Calem. Se quedó en el camino fácil y huyó de lo problemático, como siempre hacía.
Entonces ¿Con qué derecho se molestaría si Calem quería hacerlo con otro sujeto? Y no un extraño cualquiera, claro que no, no era nada menos que su Dios personificado, el maldito y "perfecto" señor Vaughan, como siempre parlotearba el menor.
Pero efectivamente Stefan se sentía herido por la situación y pensó «si iba a coger con otro imbécil ¿Qué puta necesidad de hacerlo en mi cara?»
De brazos cruzados se acercó al tambaleante chico y sin esfuerzo alguno lo tomó del brazo, dejándolo a un costado, para que así saliese de encima de aquél inconciente y ebrio hombre.
—Jodido androide descarado —gruñó.
—Shh, me asustaste apareciendo así recién, todavía estoy agitado —suspiró—. Y ya baja la voz —masculló de manera recriminatoria, susurrando fuerte, ya que no quería despertar a su jefe.
—Como si me importara, ¡Joder! Te estoy hablando y solo piensas en ese flacucho cara de muñeca de ahí. —Lo señaló despectivamente con su mano y más furibundo se acercó a Calem.
—Harás que me duela la cabeza si gritas más y te pegaré —amenazó arrastrando un poco las palabras por el alcohol— Que no lo despiertes te digo.
Stefan se inclinó hasta él de manera dominante y jaló de su pierna, provocando que quedara recostado en el suelo y su preciosa cara enrojecida por beber fue un duro golpe para el mayor. Pero verlo lindo fue el doble de frustrante ¿Quería mostrarle esa seductora expresión a su jefe también? ¿Lo prefería a él?
«Comparado a él yo no tengo oportunidad. Tengo demasiados defectos como para que me elija a mí. Pero en algo estoy muy seguro de que soy jodidamente bueno» dijo para sus adentros mientras relamía sus labios y desabrochaba el pantalón de Calem.
—¿Qué haces? —preguntó preocupado.
—Querías sexo ¿No? Por eso trajiste a este tipo —aseguró el mayor.
Calem contuvo un quejido cuando sintió una leve mordida en su cuello y sus manos se aferraron a los grandes hombros de Stefan.
—N-No ahh... Ya, Stefan, este no es e-el lugar...
—Entonces sí quieres hacerlo.
—Yo... Quizá... —musitó abiertamente.
Al oírlo decir aquello las cejas de Stefan se fruncieron.
—Pero no aquí —dijo esto último sin que Stefan le prestara atención.
—¿Esto significa que sí querías tener sexo y yo los interrumpí?
—¿Ah? —Calem no lo entendió bien, estaba muy concentrado viendo a su colega y su jefe a tan poca distancia y estando él mismo en una situación tan comprometedora frente a su sano jefe.
—Sigues preocupado por él. Sigues mirándolo a él... Jodidamente molesto —maldijo acariciando la entrepierna de Calem sobre la tela.
—O-Oye, eso es, ah... El alcohol es malo y hace que lo sienta tan profundo... Me vendré si tú... ¡Ah! —cubrió su propia boca cuando la gran mano de Stefan se coló por su ropa interior.
—¿No te satisfago? Es esta nuestra única relación y aún así me sustituyes sin pensarlo —siseó.
—Yo no hice tal cosa... —Se defendió con su mirada fija en el contrario.
—Cualquiera puede fácilmente besarte, el que sea puede amarte, porque es fácil si se trata de ti, demonios, pueden amarte de manera normal, sin miedo o restricciones. Pero yo... esto es lo único que sí puedo hacer por ti. Entonces ¿Por qué putos demonios tuviste que hacer esto? ¿Crees que complacerá tu lascivo cuerpo mejor que yo? —artuculó seriamente, con una mirada dolida y distante, como si le costara soltar letra por letra de su garganta.
Nunca era tan honesto. Mostrar su fragilidad era algo impensable. También creía que a nadie le importaría realmente si estaba bien o no, si estaba triste o dolido. Creció pensando que era innecesario exponer sus emociones y sentimientos a los demás.
Y ahí estaba, lo suficientemente herido como para desenterrar su vieja caja de sentimientos, un hombre a sus 35 años perdiendo la cabeza por un muchacho de menos de 27.
Peor aún, un campesino inexperto. Un jodidamente hermoso y excepcional chico con un tracero perfecto, sin una pierna, muchas metas, determinación y enormes ojos miel.
Mismo que lo miraba algo atontado por lo que bebió horas atrás, esta atípica charla y que involuntariamente estaba cayendo ante las caricias certeras de su colega sexual.
—Conozco cada punto dulce en tu cuerpo —afirmó deslizando sus dedos hasta el cuello de Calem y susurrando posesivamente en su oreja.
—Stefan...
—Incluso los lugares exactos que provocan que te retuerzas —continuó al hacer leves círculos con su pulgar en el miembro de Calem y éste contrajo el abdomen, acercando aún más su rostro al cuerpo de Stefan, mientras sentía su respiración cerca de su cuello—. Sé cuál posición prefieres. Que te gusta mirarme mientras lo hacemos. Lo mucho que disfrutas moviendo tus caderas al compás de mis embestidas. —La velocidad en su mano aumentó y Calem ahogó sus fuertes gemidos en el cuello del mayor y su cuerpo reaccionaba por sí solo.
De repente volvió en sí, un leve segundo de raciocinio y se separó un poco de ese cuerpo al cual prácticamente mordía mientras procuraba no gemir. Miró a su jefe, comprobó que siguiese durmiendo y su rostro fue guiado por la mano de Stefan hasta el suyo.
—No te atrevas a apartar la mirada. Mírame a mí. —ordenó dominante y descendió por el pecho de Calem, abriendo su camisa y besando su abdomen, hasta llegar a esa zona tan sensible que estimaba segundos atrás.
—N-No, claro que no. Esto es peligroso. Vayamos a la habitación... —Lo alejó de sí, pero sinceramente, a esas alturas, su propio cuerpo lo estaba traicionando.
Stefan sí sabía dónde tocar, qué hacer y cómo moverse para que Calem se ahogara en placer y estaba usando toda su habilidad para hacerle sentir a ese chico que lo quería para él.
—Nunca fui bueno compartiendo y no empezaré contigo, si soy tu esclusivo colega sexual, entonces sé el mío —dejó salir sin pensar e introdujo el miembro de Calem en su caliente cavidad bucal.
Este lado de Stefan era desconocido incluso para él mismo, hasta la fecha todos los encuentros sexuales, colegas, compañeros de trabajo o conocidos eran personas reemplazables, gente que no dejaba acercarse lo suficiente y ahora era él quien pedía a gritos acortar la distancia entre ambos.
—Pero, ¿si despierta? —preguntó agitado y entrecortado, cubriendo su boca al sollozar de excitación.
Stefan con una sonrisa triunfal deslizó su lengua desde la base hasta esa húmeda punta y miró altivamente a Calem.
—Quien sabe. Tal vez termine follándolo si él quiere —susurró y cuando estaba por retomar el vaivén en su cabeza sintió cómo era jalado del largo de su cabello.
—No puedes hacer eso. Jamás —ordenó implacable, con una seriedad atípica en Calem.
—¿Tanto lo amas? —preguntó sin emoción visible.
—Prometeme que nunca te le insinuarás a Vaughan y que jamás bajo ningún punto le harás lo que me haces a mí —pidió casi como un decreto.
Stefan no dijo nada en absoluto, no estaba satisfecho al no recibir una respuesta concreta a su pregunta y se negaba a darle paz a Calem respondiendo a su pregunta. Así de inmaduro era en ese tipo de asuntos, su orgullo le decía "si él no contestó, tú tampoco" y así con el doble de impulsividad continuó con su cometido.
Pero esta vez no solo consentía la parte delantera del agitado chico, sino que abrió más sus muslos, acarició insinuante esr lugar y sin piedad alguna comenzó a jugar con sus dedos en la entrada palpitante de Calem.
—Ahh... Ah, p-por todos los ahh... —entre gemidos y espasmos Calem no pudo resistir más y se vino, apartando al mayor justo a tiempo— Oh vaya es-es ah... Fue tan...
Esperó una respuesta de Stefan, hasta entonces solía hablar demasiado, molestarlo y hacerlo sonrojar a propósito una vez terminaban de hacerlo o cosas similares. Pero esta vez hubo un largo silencio.
Stefan se iguió, apoyó su espalda contra la pared, flexionó una pierna para reposar ahí su codo y llevar una mano a su boca. Miró a su costado al hombre intolerante al licor que seguía durmiendo y luego a Calem.
—No me respondiste ¿Te gusta? —preguntó tajante.
—¿Mi jefe? Seguro, lo adoro. —Lo miró con paciencia y calma mientras dormía.
El sinónimo más cercano a esa frase podía ser: una puñalada directo a su pecho de Stefan.
Se recompuso y aclaró su garganta.
—Hablo de gustar seriamente, retrasado mental, así como para no sé, follártelo, no dejar que otros lo cojan, demonios, ¿Te haría feliz que te la meta ese de ahí o no?
El rostro de Calem pareció perder el color y luego volverse únicamente rojo.
—¿Ehh! —se calló a sí mismo cuando notó que elevó la voz— No. Eso no. Claro que no.
—¿Lo besarías?
Aunque estaba conciente y razonable, ya que era resistente al alcohol y no había bebido suficiente para no estar en sus sentidos, las preguntas de Stefan confundían a Calem, porque ese hombre jamás era tan emocional.
Sin mencionar el reciente orgasmo que llevaba su mente a las nubes, dejando de sobre pensar cada respuesta que salía de su boca a tales preguntas:
—No quiero besar a Vaughan... —admitió.
—No te creo una mierda. Lo miras como si fuese un puto Dios.
—Obvio. —Su rostro no mostraba mentira alguna y Stefan apretó los dientes.
—¿Ves! Ya. Déjalo. Dejémoslo aquí. Que fastidio hablar de esta mierda. De todas formas no tiene nada que ver conmig... —Calem se sentó sobre Stefan, sin siquiera limpiarse, vestirse o acomodar el desorden que era su cabello.
—Quiero besarte a ti —soltó como una bomba en la cara de Stefan.
Eso quitó absolutamente todo el color de su rostro, una combinación entre impotencia, pánico y no saber qué hacer. Sabía que no podía darle eso que Calem quería, eso tan simple que a él le costaba tanto y el mundo parecía no darle valor. Aunque quisiera, sabía que su cuerpo no iba a cooperar y terminaría literalmente descompuesto.
—Si lo hago... —Estaba perdido, sin duda.
Un Stefan enamorado era malo para él mismo. Lo sabía, pero no podía hacer nada para evitarlo, le gustaba tanto ese campesino e increíble chico que estaba dispuesto a sentirse mal y experimentar nuevamente esa sensación que tanto lo asustaba
—Si te beso, ¿yo sería suficiente?
—No sé a qué te refieres —dijo pausadamente sin entender por qué el rostro de Stefan estaba cada vez más cerca del suyo.
Lo estaba a punto de besar, las manos de Stefan se tensaron, su estómago se revolvió y la expresión de esfuerzo que estaba haciendo para no sentir rechazo eran indiscutibles.
A pocos milímetros de lograr su objetivo y sin previo aviso, las nauseas ganaron y terminó vomitando... Para sorpresa de Stefan no fue él quien devolvió lo de su estómago sino Calem, que parecía a punto de morir con sus ojos llenos de lágrimas y cuerpo sin fuerzas.
—Oh cielos... Esto sigue siendo asfixiante. —pensó en alto con su pecho latiendo a mil por segundo y casi sonrió al ver que Calem estaba ebrio secando sus lágrimas y lloriqueando por haber vomitado.
Por un milisegundo creyó que él sería el que se desmayaría y gracias a este imprevisto el beso quedó en segundo plano.
—Al baño... —dijo avergonzado.
—¿Y yo debo llevarte? —Lo miró desde abajo con esos grandes ojos y supo que había ganado cuando con su camisa le limpió bruscamente la cara y lo tomó en brazos.
Stefan terminó también quitándole la prótesis y la ropa, hasta metiéndose en la ducha con él; quitándose un poco ese calor y extraña sinceridad que le había consumido anteriormente por los celos.
Cepillaron sus dientes, Calem secó su cabello con una toalla, Stefan así como vino al mundo buscó otra toalla para él con la que se secó tranquilamente; toda la imagen completa era como la de un matrimonio, cada uno sabía dónde estaban las cosas de la casa y se movían con naturalidad en la habitación.
Calem salió y regresó con su pijama que estaba extendido en la sala.
—¿Viste mi boxer?
—Emm, oh sí, lo metí a cesto, aquí dejaste unos la vez pasada cuando pasaste a cambiarte ¿Recuerdas? —dijo amablemente y se lo entregó, sin bajar la vista hacia esa gran virilidad.
Cada vez que lo veía sentía que era imposible que eso entrara en él y terminaba avergonzado sin razón.
—Oye, ven —Lo atrajo a la cama, lo hizo sentarse de espaldas a él y peinó el cabello de Stefan.
—Te dije que es jodidamente infantil que hagas esto —refunfuñó el mayor.
—Hacía lo mismo con mi hermano, es relajante peinar tu cabello, aunque es bastante corto, me gusta hacerlo.
—¿También hacías las demás cosas que hacemos con tu hermanito? Eso es muy del norte, asco. —Calem golpeó el hombro de Stefan y parecían haber vuelto a la normalidad.
—Oye, escuchar Stefan...
—Sigues algo ebrio.
—¿Cómo lo sabes?
—Cuando no lo estás me dices cavernícola o vikingo y no eres tan amable mientras te molesto. Como recién, me hubieras tirado de la cama con una patada en mi culo y echado al sofá si decía algo de tu innombrable hermano.
—Ohh... Vaya, no sé, no noté que hacía eso, o hago eso, es decir ¿Qué te estaba diciendo? ¡No puede ser! Olvidé lo que iba a decir.
—Pues tan importante ya ves que no era, culo de dios. —Calem jaló un poco su cabello— Ya me veo durmiendo en ese incómodo sofá.
—No se podría, porque Vaughan esta allá, lo tapé y coloqué los almohadones así no esta tan incómodo en el suelo.
—... —De nuevo esa sensación de irritación.
—Yo... yo no iba a tener sexo con él, hablo en serio, estaban festejando su ascenso y solo nos divertíamos todos los del piso.
Eso le trajo algo a la mente a Stefan, estuvo tan ocupado con su arriesgada nueva propuesta de trabajo que olvidó el ascenso de Calem.
—Joder, cierto ¿Cómo te fue con el puesto de gerente que querías? —La mirada perdida y sonrisa forzada de Calem llamó la atención de Stefan.
—Ah já, eso, verás e-es muy gracioso p-pero... —comenzó a reír mientras sus ojos se ponían cada vez más acuosos.
—¿Qué diablos?
Llevó ambas mangas a su rostro y empezó a secar desesperadamente sus mejillas.
—L-Lo siento. No es algo por lo que debería llorar. No es justo que me esté quejando. En un tiempo ya no me va a pesar tanto pero... —Dejó salir un fuerte llanto— ¡De verdad me he esforzado duro!
Stefan dio un leve brinco y no supo qué hacer o qué ocurría, Calem era muy fuerte, pocas veces llegaba a su punto máximo de estrés donde lloraba así. Pero sí llegaba a pasarle, acumulaba toda la tensión y simplemente lloraba en solitario.
—Incluso logré coordinar nuestros encuentros en mis horas de descanso y he traído trabajo a casa para no atrasarme en nada, hice todo, lo di todo con tantas ganas y no funcionó. Sé que ya habrá más oportunidades, p-pero lo deseaba. Sigue doliéndome, no quería que nadie me viera así, no quería preocuparlos, no quería que vieran lo estresado que estaba por no ser... suficiente.
Stefan no dijo nada, encendió el velador, apagó la luz de techo y se recostó.
Calem quedó en blanco, pensó «lo cansé, se aburrió de mis quejidos y lo fastidié. Después de todo Stefan odia todo lo sentimental y yo exploté en llanto» pero sus pensamientos se detuvieron en seco cuando fue jalado con rudeza de su brazo.
—¿Q-Qué?
—Si te tragas todo eventualmente terminas así, todo lloroso y con mocos. Tan poco sexy que estoy pensando iniciar el celibato y esa verga.
—¡Oye! —Calem rió entre llantos— Si serás idiota... —Sus lágrimas regresaron y nuevamente el hipido le impidió hablar—. Me intenté dar ánimos, pero ni siquiera podía llorar, sentía que no era un motivo válido para hacerlo y que era desagradecido al ponerme mal. Joey esta muy ocupada estos días, tú también y por eso no tenía a nadie que me...
—¿Que te consienta? —dijo casi amable— Puta madre ¿Asi de bajo caí como para mimar a un ojón adicto al trabajo?
—Todavía más bajo que eso, duermes con el ojón —contestó apoyando su frente en el pecho del mayor.
—No es raro que estés todo frustrado por lo que pasó, no solo te esfuerzas sino que todos ven el trabajo duro e impecable que haces —«no es que haya revisado su trabajo y actividad de la empresa por curiosidad»—. No eres un perdedor. Seguro hubo un motivo que escapa de tu posición, a veces es así en una gran corporación, existen conveniencias, contratos y cláusulas, si dejas que eso te detenga por tu puto culo que estaré decepcionado de ti.
—Yo no me rindo por cosas así —afirmó con su voz quebrada pero su espíritu fuerte como siempre.
—Ajam. —Pellizcó su mejilla.
—¡Auch! Tonto —sonrió al no devolverle el golpe, claramente todavía estaba un poco ebrio—. Solo necesito llorar la pérdida un momento, luego de eso dejará de doler, son cosas que pasan.
—Superaste que te quitaran parte de la pierna, no sé qué cosa no podrías superar, sinceramente. —Calem rió por lo bajo.
—Hoy ha sido el día que más me has elogiado en todos estos meses de conocernos ¿Acaso consumiste alguna droga? —Stefan apretó la cabeza de su colega y lo escuchó lloriquear por ello.
—Si tenías tantas ganas de que yo te haga llorar lo hubieras dicho, te pegaba directamente y evitabas tanta charla —masculló irónico y Calem todavía tenía la respiración agitada por haber llorado tanto.
—La próxima golpéame y fingiré que lloro por eso, herirá menos mi orgullo que admitir que estoy haciendo berrinches por no conseguir lo que quería —bromeó.
Seguido sintió la gran mano de Stefan recargarse en su cabeza, no le hacía mimos, pero por iniciativa propia la puso allí y eso ya era lindo de su parte.
Creyó que haber traído a Vaughan y el malentendido hirió el orgullo de Stefan y por eso había mostrado un lado más emocional que de costumbre y, en contra de su propia altivez, decidió aclarar lo ocurrido.
—No quería tener sexo con el señor Vaughan —habló luego de calmarse, llamando la atención del mayor.
—Solo estaba fastidiándote, me da igual.
—No. A mí no. Dijiste que lo harías con él si despertaba y eso me hizo enojar, por eso no quise responderte entonces. —Los músculos de Stefan se tensaron.
No quería oír a Calem admitir que amaba tanto a Vaughan que no podía pensar en compartirlo.
—No me siento inferior a nadie, pero... Él es perfecto, de verdad es un hombre tan increíble, si lo conocieras lo verías, es bueno, maduro, agradable, siempre se esfuerza... Si lo haces con Vaughan y, ¿te gusta más que hacerlo conmigo? ¿Te cae mejor que yo? Y si lo prefieres a él, dejaríamos de ser colegas sexuales. —Se sinceró sin más.
El corazón del pobre pareció dar un vuelco y gracias a que Calem continuaba con su rostro sobre el pecho de Stefan, no notó el color que tenía ahora la cara del mayor.
—Además es tan bueno, que si se enamora de ti... ¿Qué podría decirle? O sea, pobre de él, con un vikingo sexópata como tú de colega o... Quizá te guste tanto como para ser algo más y... —suspiró y Stefan estaba en un estado de shock.
¿Calem estaba conciente de cómo sonaba lo que decía o era tan idiota como para no notarlo?
—No tendré más opción que ver desde lejos como lo eliges y no podré estar cerca de ambos como normalmente hago y perdería esto, que aún sin ser muy ortodoxo me hace feliz y no quiero dárselo a nadie, ni a mi amado jefe. —Apretó sus manos en el pecho de Stefan— No sé qué parte de mi personalidad te hizo creer que me gustaría compartirte.
Desde el primer día este joven era todo un enigma, Stefan no vio venir ese nivel de posesividad en Calem, pero no le disgustaba en absoluto.
Y si lo pensaba fríamente era muy razonable, Calem era osado, aventurero y directo, no parecía de los que bajaban la cabeza, se sometían y dejaban que se llevaran lo que él quería para sí.
Luego de un largo silencio Calem creyó que Stefan ya se había dormido y soltó un ameno suspiro, sonriendo al final.
—Fue bueno que vinieras hoy... Aunque seas un idiota sin frenos a veces... Agradezco que estés aquí. Duerme bien —susurró lo último mientras bostezaba y frotaba su frente contra él.
«¡Cómo si eso fuera posible, enano hijo de tu puta madre! ¿¡Dices esa mierda sin remordimientos y te duermes!? Debería golpearlo, quiero golpearlo... No. A decir verdad quiero hacer otra cosa ahora mismo, todo tipo de cosas...»
Se separó un poco para ver su durmiente rostro, pero Calem se aferró más a él y rodó los ojos, rendido.
—Dormir en esta posición... sin siquiera haber tenido sexo... es tan... joder —maldecía entre dientes y despeinó su cabello—. Ser colegas sexuales es lo más similar a una pareja que he tenido ¿Me oyes? Si sigues haciendo estas jodidas cosas, voy a terminar hasta el cuello de jodido y no podré huir—Pero Calem ni se inmutó, dormía profunda y pacíficamente luego de haber llorado tanto.
Despertaron sin querer gracias a la alarma que Calem, la cual olvidó apagar, resonando a todo volumen a las 6:30 am.
—Dios, mi cabeza, voy a morir —murmuró buscando su prótesis y casi de manera automática y adormilado se la colocó.
De repente recordó gran parte de lo ocurrido la noche anterior y a su lado encontró a un desalineado, fuerte y atractivo hombre durmiendo en su cama. Respiró hondo para calmar un poco su mente, ya que si Stefan sabía lo sexy que se veía en ese momento se burlaría de Calem y no iba a darle ese gusto.
—Tú y tu puta alarma —refunfuñó entre dormido y llevó su mano hacia el trasero de Calem.
Éste dio un respingo del susto y apartó su mano.
—¿Era necesario, vikingo? —masculló entre dientes.
—Así mejora mi humor y empiezo el día apropiadamente, ese hermoso trasero, joder. ¿Qué tal un mañanero? —Le guiñó un ojo y Calem se levantó de la cama orgullosamente.
Todo parecía haber vuelto a la normalidad, cosa que a ambos los relajó e hizo sonreír internamente. La noche anterior fue extraña, intensa y de alguna forma muy íntima para hablar de ello.
—Nop, tú tienes que trabajar más tarde y además... ¡Vaughan! Oh cielos, lo olvidé.
—Para variar —murmuró sin interés e irritado Stefan.
—Voy a obviar ese comentario. —Entrecerró sus ojos e hizo una mueca.
Al momento que ambos fueron hacia la pequeña cocina descubrieron que Vaughan ya se había marchado.
—¿Seguro no esta en el baño? —preguntó Calem.
—Acabo de mear, cepillar mis dientes y lavarme la cara, si estaba ahí es preocupante lo invisible que se hizo de repente.
—¿Podrías dejar tu latente sarcasmo y vulgaridad de lado aunque sea por la mañana?
—Ammm, no. —Sonrió sarcástico y Calem le devolvió el gesto.
—Inmaduro anormal, ¿Habrá llegado bien? Cielos —Mordió su labio como acto reflejo de procuración.
—¿Que clase de psicópata se levanta en la madrugada luego de una borrachera, limpia y se va? Puto santurrón. —recapacitó y señaló el lugar.
—¡Joder! que horror esto es tan vergonzoso —Stefan fingió sorpresa oyéndolo insultar.
—Vomitaste por todo el lugar, algo así como la del exorcista bien asquerosamente por aquí y ahí —fijo simulando estar serio y Calem casi se desvanece.
—Esto es lo peor, seguro limpió creyendo que fue él o peor, lo hizo de pura amabilidad sin pedir nada a cambio como el benevolente jefe que es, oh cielos, es un ángel —articuló con la mirada ilusionada en dirección al cielo y ambas manos juntas.
—Ya dejó de molestarme y ahora me preocupas, fanático rarito. —Calem lo miró feo y su vista se guió a un papelito en la puerta.
—¡Ahhhh! ¡Stefan! ¿Lo viste? ¡Dijo mi nombre!
—Lo escribió, tarado.
Un segundo le dedicó una mala mirada y de nuevo volvió a ver el papel con ilusión.
—Me llamó Calem y no Dagger, oh por Dios hasta su letra es arte. Necesito un portaretratos, lo colgaré en la pared, justo aquí. —Hizo la forma de un marco con sus dedos pulgares e índices.
—Estas enfermo, busca ayuda, enano psicópata —sonrió malicioso— Hasta me dieron ganas de romper ese papel de mierda. —Así empezaron a forcejear y pelear tontamente.
Hasta que Calem desde el suelo y casi perdiendo la batalla mordió la parte interna de la pierna a Stefan.
—¡Joder! Eso duele, inútil tramposo sin honor, te enterraré esa prótesis en el... —Se quejó a punto de asesinar a un joven victorioso.
—¡Gané! —rió y lo terminó abrazando, luego de tirarse sobre éste.
—¿Qué haces? —Se quejó.
—Se llama abrazo, ¿No conocer abrazos, unga bunga? —imitó a un cavernícola.
—¿Hagámoslo? —inquirió con la vena de su cuello latente.
—¿Mmh? —Los ojitos de Calem se abrieron y cerraron incrédulos.
—Eres tan exasperante que me dieron ganas de hacerte llorar, y ¿qué mejor forma de hacerlo que mientras gimes y tiemblas mientras te penetro sin piedad alguna? —el rojo en la cara de Calem fue instantáneo.
—¡S-Stefan! Ni siquiera desayunamos... todavía... —Su respiración se entrecortó cuando esas grandes manos se adueñaron de su cadera.
Lo presionó lascivamente contra su cuerpo, levantó su barbilla y viéndolo con voracidad contestó.
—Buen provecho entonces —siseó a centímetros de sus labios.
¡Gracias por leer esta novela! Nunca voy a dejar de agradecerles por estar aquí hoy y compartir este momento :') *modo emotivo activado*
Gracias por la paciencia y cariño, los amo♥
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