Intrusos en el armario.
Narrador omnisciente.
—Oh cielos ¿Por qué tu hermano esta aquí en la empresa? ¿Cómo sabe que... —hablaba Calem, en estado de shock, moviendo sus manos nerviosamente dentro del armario.
Su colega, por otra parte, parecía hasta divertido por su reacción.
—¿Tendremos tiempo para un cortito? —pensó en alto y recibió un golpe.
—Calla, calla, calla ¿Por qué un pariente tuyo está aquí? ¿Trabaja aquí?¿Es algún día especial de "trae a tu hermano al trabajo" o qué?
—Decídete, me callo o contesto. —Calem esta a punto de cometer un asesinato—. Ya, ya, es porque es el CEO de la empresa.
—Ah, con que es por eso... —Una Avalancha de información empezó a procesarse en el cerebro de Calem, como si mágicamente todas las piezas comenzaran a encajar— N-No puede ser... ¿Cuál es tu apellido?
—¿Lo olvidaste? Diederich.
—Pero ese no es... No puede ser.
Casi se desmaya el pobre hombre y Stefan río sin poder contenerse.
—Al inicio creí que jugabas con no saber mi posición en la compañía, ya sabes, es tan obvio, pero veo que era en serio.
Le dio leves palmaditas en sus mejillas ya que parecía haber muerto de pie allí mismo.
—¿Llamo a una ambulancia? —preguntó notando el estado catatónico de su erótico, pero casi difunto, colega.
—Si me obligas a abrir esta maldita puerta... —La potente voz de Cristopher no era un grito, pero sonaba tan grave y profunda que Calem se encogió entre las manos de Stefan.
—No salgas, por su humor esta es mejor que no lo veas así —aseveró Stefan y salió del armario, cerrando la puerta tras su espalda.
—¿Acaso perdiste la cabeza? No puedes constantemente escabullirte a fornicar en los armarios con empleados
—¿Cómo lo descubriste?
—No eres el único que le paga a Poe, ese saparrastroso hippie de seguridad.
—Se me hace que no sale de ese cubículo ni para dormir ¿Vive ahí? —divagaron un momento y Cristopher le dio un certero gancho en la boca del estómago a su desprevenido hermano.
Antes de que se irguiese completamente para enfrentar a Cristopher, éste habló:
—Papá esta furioso contigo, eres un imbécil y te advertí que fueses a hablar con él luego de lo que sucedió en marketing. —Limpió su mano luego del golpe y dando un paso atrás esquivó un derechazo asesino, que iba directo en su barbilla.
—Son insoportables, quieren hacer reuniones para cada pequeña mierda, dejen vivir. —Cristopher levantó una ceja y una risita llena de altivez escapó de sus cuidados labios.
—Ya van seis meses que no ve tu rostro, quizá te gusta ser perseguido por el viejo, que mimado eres —siseó despectivo y arrogante, enfureciendo a Stefan.
—¿Solo viniste a joderme el momento o qué putas quieres?
—Te perdiste la reunión con el viejo en la mañana, acabo de llegar de la empresa del norte, pero pasaba a advertirte que no tendrá más paciencia contigo y en cualquier momento vendrá a regañarte como el maldito irresponsable haragán que eres.
—Bien, si eso era todo ya lárgate —ordenó, a punto de regresar al armario.
—Hoy es su cumpleaños. —Las palabras de Cris detuvieron a Stefan y le sonrió socarrón.
—¿Y? No es como si pudiera olvidarlo, después de todo es algo anual —ironizó.
—Pero nunca vas a verla —siseó esto último y Stefan adoptó una pastura más erguida y desafiante.
—¿Te botó alguna de tus desdichadas parejas y por eso pretendes matar el tiempo fastidiándome? Detesto que me molestes tan temprano.
Cris lo escaneó, deteniéndose en el rostro de Stefan, viéndolo sobre su hombro y acomodando el cuello de su impecable camisa.
—Me repugna que te dejes esa semi barba, es poco higiénico y estético —sugirió, despectivo y hastiado.
—Hay diagnósticos para lo que tú tienes, busca ayuda, desquiciado —contestó Stefan, lleno de ironía.
Por un segundo, luego de aquello, recordó algo de su juventud:
"No te dejes crecer la braba, recién estamos en secundaria y ya te confundieron con un universitario dos veces. Además no me gustan para nada."
Cristopher, por costumbre, acomodó el botón en la manga de su camisa; viendo cómo los ojos de su hermano parecían vacíos. Sucedía algunas veces y no le asombró esa distancia emocional, después de todo era Stefan.
Su calculadora mirada se clavó en él y se halló sorprendido ante algo que dejó pasar últimamente: hacía meses Stefan no mostraba esa desoladora expresión.
No iba a admitirlo, pero siempre tuvo curiosidad por saber qué fue lo que cambió a Stefan en su adolescencia. Y ahora tenía intriga sobre qué estaba devolviéndole el brillo en los ojos a su hermano. Pero, como de costumbre, no iba a entrometerse, demasiadas responsabilidades tenía ya, como para agregar otra a su lista.
—Y sí, quería arruinar tu diversión. —comentó Cristopher, bajando a Stefan de su ensimismamiento y analizando su respiración ligeramente irregular.
La indignación se plantó en el atractivo rostro del menor y frunció sus labios.
—Deja de tirarte a empleados, solo debes pisar la empresa para trabajar, no es para follar —finalizó el mayor de los hermanos, sin darle tiempo a Stefan de contestar lo anterior.
Por un segundo recordó a Calem regañándolo y casi sonrió ante lo dicho por Cristopher. Ajustó su corbata y despeinó su propio cabello, gozando al despertar el trastorno obsesivo compulsivo del mayor y viéndolo, victorioso, como fruncía su entrecejo.
"Se queja de mí y a París (que es un carnívoro depredador compulsivo de empleados) se lo deja pasar" pensó Stefan al rodar los ojos.
—Yo no me meto con quiénes follan los demás, así que ustedes no se entrometan en mis putos asuntos.
Cristopher lo ignoró rotundamente y le dio la espalda mientras iba hacia al ascensor.
—Cumplí como hermano mayor con advertirte, mi buena obra del mes ya esta hecha —comentó irónico, ya dentro del ascensor—. Y es un hecho que no te entrometes entre mis conquistas y yo, confío que tu instinto de supervivencia no esta tan dañado como para joderle los planes a tu buen hermano mayor.
Levantó la barbilla y las puertas se cerraron lentamente mientras una letal y dominante sonrisa se formaba en su cara.
—Jodido cínico de mierda. —Movió su cuerpo como si un escalofrío se fuese de su organismo— Se va a morir solo... no, ni la muerte va a querer llevarse a un controlador narcisista como ese —dijo pensativo, girando su rostro en dirección al armario.
Lo abrió, viendo a un estático Calem dentro y éste siquiera reaccionó a la voz de Stefan.
—Cuando termine tu jornada te veo en la entrada, no hagas otros planes —ordenó Stefan y a paso tranquilo salió del armario.
—¿Qué significa todo esto? —balbuceaba Calem.
—Oye —Se contrajo por el tono fuerte y serio en la voz de Stefan—. Dime, tú... ¿Crees que debería afeitarme completamente?
El chico pestañeó varias veces, desconcertado por todo.
—¡Qué clase pregunta es esa? ¡Esto es algo importante!
El mayor apoyó su hombro en la pared del pasillo y miró fijamente a Calem, el cual parecía sufrir una especie de derrame cerebral.
Le dio la espalda para ir al ascensor y presionó el boton de su piso, en el momento que lad puertas estuvieron por cerrarse levantó la mirada, con ambas manos en sus bolsillos, encontrándose con un firme Calem de pié frente la puerta del armario.
El menor empuñó sus manos y alzó su voz segundos antes de perder el rostro de Stefan de vista.
—¡Sí me gusta! —gritó Calem y una asombrada sonrisa escapó de los codiciados labios de Stefan.
—Ese idiota... —susurró extrañamente feliz.
Al finalizar su turno, Calem tomó el ascensor, descendió hasta planta baja y se dirigió hasta las grandes puertas cristalinas de la entrada principal de la enorme empresa.
—Stefan —habló, viéndolo sentado en la banca frente al edificio.
—Androide —respondió Stefan con normalidad.
Calem se sentó a su lado y Stefan se levantó en ese momento.
—No vamos a quedarnos aquí, vamos.
—¿Vamos? Es decir, claro, vamos a otro lugar para hablar más tranquilos —recapacitó Calem.
—¿Hablar? —Stefan se vio confundido—. Vamos a visitar a mi madre.
—Oye, no entiendo, creí que ibas a aclarar lo sucedido hoy temprano... Espera ¿Qué? ¿Visitar a tu madre? —Stefan no le dio importancia a sus balbuceos y caminó en dirección al estacionamiento, siento seguido por Calem.
—Iré a verla y quería, ya sabes, si quieres venir también. Es injusto que me haya reído tanto con la intromisión de tus campesinos padres y tú estando tan lamentable —rió socarrón al recordarlo y Calem le dio un manotazo detrás de la rodilla.
—¡Imbécil! Pero, de todos modos. —Acomodó su camisa y miró hacia arriba a Stefan— ¿Por qué tan repentino?
—Hoy es su cumpleaños y tú sugeriste la idea de que la viera más seguido hace un tiempo.
Calem abrió sus ojos con asombro, notando que Stefan tomó en cuenta sua palabras a tal punto.
—Además, a donde vamos hay mucha naturaleza, quizá te guste, campesino. Si no quieres da igual —finalizó, entrando en su vehículo.
—¡N-No! Sí quiero —Calem prácticamente entró de un salto en el asiento del acompañante—. Ejem, es decir, me pone nervioso porque no sé qué dirá al verme de repente sin siquiera saber mi nombre ¿Llevaste algún amigo en su cumpleaños? Siento que voy a sobrar allí, pero de todos modos quiero conocerla, me da mucha curiosidad saber cómo será.
—Estás jodidamente nervioso, que patético —comentó burlesco y casi soltando una carcajada, guardando silencio gradualmente—. Nunca llevé a nadie, pero no va a molestarse, quizá esto la haga feliz.
—¿"Feliz" de qué? —cuestionó Calem.
—De que no esté tan solo —dijo sin percatarse del significado real detrás de esas palabras y cómo aceleraron el pulso de Calem.
—¿Es así de directa como tú o ella sí tiene sentido de la sutileza incorporado? —preguntó con sus mejillas algo clientes.
—Es grandiosa. Aunque también supongo que demasiado ingenua y soñadora. Cuando era niño, mi padre siempre tenía que estar cuidándola porque daba la impresión que era muy fácil de herir —sonrió con melancolía.
Su colega quedó impresionado viendo una expresión tan compasiva de su estoico compañero. Sin contar que nunca lo oyó decir cumplidos de nadie. Cada vez se conocían más el uno al otro y esa cercanía no hacía más que aumentar extrañas sensaciones en ambos.
«Stefan conoce a mis padres y ahora conoceré a su madre, esto se siente extrañamente cercano y formal ¿O es mi imaginación?» Pensó Calem, con sus manos inquietas por los nervios
De repente recordó algo al oír hablar sobre el padre de Stefan y gritó: "¡Oye, tú!" de repente, provocando un gran susto em Stefan y que frenara intuitivamente el auto.
—¡¿Quieres matarnos o qué mierda te sucede, anormal?! —exclamó irritado y agitado.
—¡Tu padre! De eso íbamos a hablar ¿Cómo puedes mentirme sobre ser hermano del jefe? No es gracioso.
—¿Mentir? Joder. Estás todo pendejo, pero si quieres te hago un dibujito a modo explicativo.
—¡Stefan Diederich! —Lo regañó y éste levantó una ceja.
—Siempre me pregunté por qué no decías nada de mi apellido o familia. Cuando solo teníamos sexo era lógico, pero luego de acordar ser comunicativos, en otras palabras ampliar nuestro acuerdo y cecarme el cerebro de tanto monologar, pero nunca te quejaste de mi posición ni me trataste diferente por mi obvia superioridad laboral.
—¿No estabas en contaduría?... Espera, no, ¿marketing?
—Lo estoy.
—Pero, pero, los jefes no tienen tu apellido. —Stefan lo miró, intrigado— ¿Entonces te apellidas Dieredir?
—¿Ese crees que es el apellido de los magnates dueños de Sovereign? Joder, por ser tan subnormal debería despedirte, enano disléxico —bromeó y Calem abrió su boca con indignación.
—¿Qué? Es decir, nah, estás bromeando. —Tomó su móvil y buscó en google información de la empresa.
Gracias a wikipedia obtuvo la información de inmediato y casi salta del auto al ver que efectivamente la familia soberana de Sovereign era Diederich.
—¿No crees que hay muchas cosas que debes explicarme? Necesitamos una larga charla. —Stefan se señaló a sí mismo y fingió incredulidad.
—Solo tengo otra posición laboral, de hecho con ver mi casa es bastante obvio ¿O qué pensabas?
—Tráfico de drogas —afirmó al instante y ambos rieron.
—Eso es culpa de tanta televisión —comentó con diversión.
—Oh vaya, esto es muy extraño, en serio... Aunque eso explica por qué no estás despedido teniendo un carácter horrible y ¡Ya veo! Por eso Marketing tiene un ambiente laboral espartano y competitivo, es muy tú —comentó con bastante asombro.
—Es el mejor puto piso, llorón de RR.PP —Se jactó.
—Oye... ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Creías que te juzgaría por tu posición o algo así? —preguntó jugando con sus dedos.
—No, lo último que hubiese pensado es que tú juzgarías a alguien así. —Calem levantó su vista con un brillo particular y Stefan continuó—: Es que era divertido ver cuán tarado podías ser y verte deducir a qué piso pertenecía, juro que nunca pensé que tardarías tantos meses en descubrir algo tan obvio, pobre cerebrito del tamaño de un testícul...
Hubiese terminado su insulto si Calem no le hubiese dado un fuerte puñetazo en medio de la pierna, donde estaba su músculo.
—Enano de mierda —gruñó, devolviéndole manotazos al azar mientras miraba al frente.
—Concéntrate en la carretera, vikingo subdesarrollado —balbuceaba insultos al azar, hasta que se detuvieron frente a una florería.
—Baja y compra un ramo de flores —Calem levantó una ceja.
—¿De repente te pusiste romántico? —Recibiendo un golpe en la frente por el dedo medio de Stefan— ¡Ouch!
—Para mi madre, ¿Sí escuchaste que cumpleaños, verdad, enano con memoria de pez?
—Sí oí. —Y salió del auto orgullosamente.
Stefan estaba esperándolo, hasta que notó que no le había dado el dinero para el ramo y bajó del vehículo.
Al entrar en la floreria Stefan vio a Calem, el cual era atendido por un sombrío, pero amable, hombre de cabello negro y un delantal del mismo color. Los colores vívidos de las flores desencajaban totalmente con su florista, de modo que resaltaba a su manera.
Calem al verlo por primera vez le pareció alguien extraño, pensamiento que se borró cuando le sonrió dulcemente, despertando en él una sensación de confianza instantánea y los ayudó pacientemente a elegir varias flores diferentes para armar un armonioso ramo.
—No creo que rosas sea lo que buscas especuló, al verlo tan indeciso frente a dicha flor, sin percatarse del gran hombre de pié en la entrada— Aquí, yo creo que estas peonías Gardenia y Mother's choise quedarías muy bien junto a tres Dalias y.... estas pequeñas blancas de aquí ¿Algo así? —Le señaló por encima de su hombro y Calem giró su rostro hacia el vendedor, alegre, ignorando la tan escasa distancia.
De no ser por el brazo de Stefan jalando del pequeño cuerpo de Calem, eso podría haberse convertido en un beso accidental.
—No te duró mucho eso de no besar a otros eh, androide de mierda —gruñó conteniendo su ira al presionar con fuerza la barbilla de Calem.
—¡N-No vi que estaba tan cerca! —Le dio un manotazo a Stefan y se dirigió al vendedor— Lo siento, estaba inmerso en la compra y casi lo coloqué en una situación incómoda —pidió disculpas y el hombre frente a él abrazó pacientemente la planilla que sostenía en sus brazos.
—Que lindos, por supuesto que estás disculpado, de hecho... —Miró a Stefan—. Tu fuerte y celoso novio evitó que sucediera cualquier tipo de malentendido, no tienen de qué preocuparse —Sonrió con amabilidad profesional y Calem negó con su cabeza.
—No, es decir, sí, gracias, pero no es mi novio —contestó con naturalidad y el florista se asombró.
Stefan sacó dinero de su billetera y dejó sobre la mesada suficientes dólares para comprar cinco ramos. Seguido salió del lugar sin decir absolutamente nada.
En ese instante el encargado de la floristería notó algo, miró a su pequeño cliente nuevamente y movió su rostro a modo de negación, no debía entrometerse en asuntos de sus clientes.
—Lamento haberlo malinterpretado —sonrió otra vez, pero en esta sonrisa podía verse empatía y resignación.
En menos de diez minutos armó un hermoso ramo, elegante y armonioso. Un emocionado Calem salió del lugar con un gran ramo en sus manos y se encontró con Stefan de pie frente a su vehículo, ligeramente apoyado en éste.
—Ten, "fuerte y celoso novio" —soltó todo aquello con un claro sarcasmo y se inclinó levemente para darle el ramo.
Stefan permanecía serio, como si su mente estuviese en otro lugar, y de hecho así era. Por un instante le irritó que esa última palabra no fuese más que una absurda broma para Calem. De todos modos, no iba a pensar en ello y sonrió altanero.
—Eres tan bajito que si te inclinas para ofrecerme el ramo puedes darme fácilmente una mamada, premio doble —ironizó, arrebatándole el ramo y arrojándolo en la parte trasera del auto.
—¡Idiota, vas a estropearlo! Las flores se tratan con cuidado y amor, dijo el vendedor. —Stefan acortó la distancia y miró fijamente a Calem.
—¿Ahora te van estas cosas como los rosas y cursilerías? —inquirió con un tono que desconcertó a Calem, creyendo que era sarcástico.
—No, digo, sí me gustan, pero no quiero que gasten dinero en eso. Nunca entendí por qué les gustaba tanto recibir flores, yo preferiría cosas que pudiera comer, como chocolates —rió al decir aquello, pero Stefan no lo hizo.
—Ya veo, quieres chocolates. Entiendo. —Tomó su brazo y entraron a la chocolatería a un lado de la floristería—. Elige el que quieras, rápido —ordenó impaciente y sin verlo a los ojos.
—¿Qué? ¿Yo? —Calem no comprendía y el atractivo hombre encargado de la tienda lo miró secamente.
—Buenas tardes ¿Qué se les ofrece? —inquirió cortésmente.
Las miradas sobre Calem fueron suficientes para presionarlo a elegir algo y Stefan sonrió internamente como niño caprichoso.
—Emh ¿Éste, esta bien? —dijo dubitativo, señalando un bombón bastante particular en forma de pétalo, que estaba solo, en una bandejita plateada dentro de un cristal.
—Es solo la muestra, muchacho, la caja es ésta de aquí. —Le enseñó una increíblemente elegante y sofisticada caja de madera con detalles tallados de extremo a extremo— Los chocolates de este producto son artesanales, hechos por mí inicialmente al estilo Cailler, originario de Suiza, donde estudié arduamente para conseguir mi propio estilo y recetas, logrando un sabor particular en cada creación. La caja es única en cada edición, al igual que su caja de roble, forrado por dentr...
—¡Me retracto! Pensé que era solo ese cosito y ya, por Dios, me duele la pobreza, ya capté.
—Niñito, si esta prácticamente en un altar, significa que es algo singular, sino estaría junto al resto en los estantes o vidrieras comunes —gruñó el vendedor, luchando contra su propio carácter.
—Ni loco, dame algo de un dólar, siento que mi salario de tres meses no llegaría a cubrir estos inalcanzables y bendecidos chocolates suizos. No los quiero, quizá si vuelvo a nacer, pero ahora no, gracias...
Stefan caminó hasta la caja, le entregó su tarjeta dorada a la chica encargada de la facturación y cuando Calem terminó su discurso de hombre de clase media, Stefan tomó la caja y prácticamente la estampó contra su pecho.
—Listo, vámonos.
—Tengan un buen día, vuelvan pronto. —Se despidió la jovencita y el encargado inclinó su cabeza unos centímetros a modo de despedida educada.
Calem sufrió una especie de embolia y su boca semiabierta lo hacía ver como un zombie.
—T-Tendré que vender mi riñón sano... Joder, no puede ser ¿Por qué hiciste eso? —exclamó y Stefan miró su reloj sin apuro.
—Los querías ¿No? Bueno, ahí están. Ahora cierra la boca. —Los ojos de Calem quedaron estáticos y subieron hasta el rostro de Stefan.
Éste se percató y sus miradas se encontraron. Los brazos de Calem se aferraron a la caja y sus mejillas enrojecieron, pero no apartó su vista ni un milímetro.
—Te ves jodidamente feliz por algo tan estúpido.
—No lo arruines —gruñó el pequeño joven—. Pero... sí, me hace feliz.
—Un chico de campo con gustos finos, puta sorpresa —dijo con calma.
—No. No es eso. —Poniéndose ligeramente de puntitas de pie apoyó su frente en el pecho de Stefan, sorprendiéndolo—. Nunca tuve alguien que me diese este tipo de cosas, es la primera vez que me hacen un regalo de este tipo, no lo quiero admitir, pero se siente tan romántico que me duele el estómago, de buena manera.
El nerviosismo fue contagioso en esa situación y Stefan tragó grueso.
—E-Estás... —Aclaró su garganta y retomó su oración—: Estás sobrepasando las cosas, es solo un estúpido obsequio al azar —finalizó Stefan.
—Es lo primero que me regalas. Que lo hicieras me hace extrañamente feliz, cielos, sueno a un virgen.
Por un segundo notó cómo el corazón de Stefan daba un vuelco y se aceleraba, ya que seguía apoyado contra él.
—Es porque eres un gnomo orgulloso y pobretón que seguramente rechazaría los obsequios o querría pagar a medias, prácticamente te obligué a aceptar ahora. Eres un puto fastidio —soltó aquello queriendo tomar distancia emocional, pero el "gnomo" no se lo iba a permitir.
—Gracias... esta vez lo aceptaré. Prometo atesorar mucho la hermosa caja y quizá te comparta un bombón de su interior, tal vez —susurró juguetón y cálido, con una agradable sensación en su interior.
Se incorporó y quiso separarse unos pasos, pero Stefan sujetó su mano sorpresivamente.
—Todavía tenemos tiempo —habló firme y el desconcertado Calem levantó una de sus cejas—. Podemos ir a comer algo antes de regresar al auto.
Los ojos de Calem brillaron de una forma increíble y Stefan soltó una carcajada.
—Ya, gordo holocausto de empanadas, podemos ir a un local extranjero de esos que te gustan. Vi un lugar donde hacen comidas típicas de Perú hace unos días —informó.
—Ajá, te anduviste acordando de tu buen colega degustador, eso es compromiso —bromeó Calem, metiendo la caja cuidadosamente en el vehículo y cerrando la puerta algo fuerte.
—Con cuidado, pendejo ¿Cuántas veces crees que planeo cambiar el auto? Me gusta éste.
—Lo siento, mi error —dijo, con una mínima culpa inocente en su voz.
Seguido entrelazó sus dedos con los de Stefan y su otra mano se posó sobre su brazo, viéndose como una genuina pareja. Una muy rara pareja, pero una en fin.
—¿Qué haces? —inquirió, reacio.
—Salimos de una florería, me regalaste chocolates y estamos por ir a comer, en otras palabras: esto es oficialmente nuestra segunda cita —sonrió enérgico.
Stefan, que generalmente estaba con la guardia alta, esta vez mostró una calidez y tranquilidad atípica en su rostro. Tanto así, que Calem se inhibió y no supo que decir.
—E-Esto ¿Stef... an? —dijo entrecortado y sin darse cuenta detonó un recuerdo del pasado de él, un fragmento de algo que creía muy enterrado ya.
Por un segundo la imagen de él tomando la mano de alguien atravesó su mente, con esa misma corta distancia en sus cuerpos y seguido lo vio sonreír.
Su mano presionaba cada vez con más fuerza y bajó de ese tortuoso pensamiento por un pequeño quejido adolorido.
Las facciones de Stefan habían cambiado drásticamente. Calem, sin comprender, tomó su corbata y tiró de ella, inclinándolo levemente y pudiendo colocar su mano en la frente de Stefan.
—¿Te sientes mal? No tienes fiebre, creo... —Mordió el interior de su labio inferior con preocupación y Stefan apretó los puños.
—No es nada —sentenció cortante y la mano del joven bajó a su mejilla.
—Quizá tu cavernícola personalidad agoniza cuando haces cosas lindas como estas —dicho comentario casi recompone a Stefan y provoca una sonrisa—, no te sobre exijas, mi sexy compañero sexual. —Calem sonrió, acariciando dulcemente el rostro de Stefan.
—Eres tan gay —bromeó, pero se dejó consentir, cosa que era un enorme avance en su tosca y distante personalidad.
—Me gusta tu barba —afirmó sin titubear—. Aunque admito que me da curiosidad cómo serías sin ella. Teniendo una cara como la tuya, es un desperdicio no poder ver tu rostro por completo... —Ladeó su rostro y asintió con la cabeza—. Pero tu barba es indiscutiblemente sexy, como un vikingo.
—Decídete.
—Con o sin barba, Stefan es Stefan. Y me gusta por completo Ste... —Mientras decía sin pensar eda arriesgada frase, la comisura del labio de Stefan se elevó y una sonrisa se dibujó en él... Pero quedó una fría línea recta de repente en su lugar.
Todavía con su mano en el rostro de su colega, pudo sentir cómo la sangre desaparecía de éste y el frío inundó su tacto. Creyó que lo que iba a decir lo afectó de mala manera y sintió pánico también.
Estaba muy equivocado, era lo que vio detrás de él lo que formó un nudo en la garganta de su fuerte acompañante. Como si durante todo el día hubiese tenido premoniciones y finalmente ese oscuro ser reapareciera, como un demonio invocado por los recuerdos de Stefan.
Minutos atrás no lo sabían, pero ese día en específico, el pacifico camino de Stefan y Calem se cruzaría con un hombre inesperado.
Éste, al verlos, hizo una mueca de disgusto, seguido por una muy poco natural sonrisa.
—No puedo creerlo, pero si es... —articuló, acercándose a ellos y terminó la oración frente al inusual par—: ¡Stef!
Un escalofrío recorrió la columna del recién nombrado y no se movió ni un centímetro, estaba en blanco.
—Esa voz... —Nuestro querido y gigantesco hombre tragó duro y siquiera pestañeó.
No podía ser verdad.
—Vaya, casi ni te reconozco. —El intruso rodeó a la pareja hasta quedar frente a ambos—. Todos sabíamos que ibas a ser todavía más grande, pero joder, estás enorme, mira esos brazos y espalda, todo un atleta.
Stefan continuaban con su silencio sepulcral, una mirada estaba vacía, realmente vacía. En esos momentos, solo deseaba estar alucinando.
—¿Stefan? —susurró Calem, sin comprender, ver así a Stefan lo tenía anonadado.
El hombre en cuestión era apuesto, ojos celestes, cabello castaño y arreglado, vistiendo ropa casual pero de buenas marcas, con una apariencia inofensiva y hasta agradable. Incluso su voz era serena y gracil, a juego con su apariencia en sí.
—Ohh, lo siento... —Guió su despectiva mirada hacia Calem—. No te vi, es que eres muy pequeño al lado de Stef —rió y le extendió la mano—. Me llamo Félix, ¿Y tú eres... —Antes de que Calem pudiese estrecharla, Stefan se interpuso en su camino y sujetó su muñeca, alejándolo del intruso.
Parecía la atmósfera de una gran bestia siendo acorralada por un despiadado cazador y Calem podía palpar el desagradable ambiente con cada poro de su piel.
—Ya nos vamos. —Miró al menor, aunque parecía no verlo realmente, su mente estaba en otro lugar— Muévete.
Calem en otra ocasión hubiese refutado por su mala manera, pero sabía que algo no estaba bien con esos dos y quería a toda costa irse de allí.
—¿Te pone celoso que tu novio me de la mano? No se me va a contagiar lo marica solo por eso, —Calem se detuvo en seco— siendo que tú siempre estabas pegado a mí y como ves sigo siendo bien hombre.
La mejor forma de describir la sutil manera que Calem giró su rostro en dirección a aquél hombre, sería como la niña poseída del exorcista.
—¿Qué dijiste? —alegó Calem, iracundo.
Se giró completamente hacia Félix y Stefan presionó su muñeca.
—Déjalo, si no vienes me iré sin ti —habló, con una voz seca y fría.
—¡No jodas! —Soltó su agarre—. ¿Tienes algún problema con que me gusten los tipos! —exclamó Calem, abriendo sus brazos y con una postura de buscapleitos que hacía años no dejaba salir.
—Pff ¿La mujercita de la relación me va a enfrentar? O no me digas ¿Tú se la metes a Stefan? —La ira de Calem era indescriptible, todo su pequeño cuerpo se sentía en llamas y quería romperle la boca a ese sujeto frente a él.
—¿Cuál es tu maldito problema? —contestó, a pocos pasos de Félix y éste le sonrió con sorna, como si se creyese mejor en todos los sentidos.
Su calmada postura no se inmutaba a pesar de estar diciendo cosas tan venenosas.
—La gente como tú me dan lástima. Son unos desviados. Uno ni siquiera puede tener un mejor amigo que éste ya te quiere chupar la verga. —Stefan se giró y lo miró con una hostilidad arrasadora.
—¿Qué? —Calem miró a Stefan y luego a Félix.
—¿O no fue así, "amigo"? Incluso le di la oportunidad de hacer su sueño realidad y salió corriendo, como ahora, una nenita.
—¡No jodas! —Se acercó, impulsado por la ira, pero al reaccionar que la distancia se acordaba, detuvo sus pasos.
Félix prácticamente resucitó todos malos recuerdos que Stefan había mantenido enterados por tantos años y era muy problemático el caos que emergía.
—Semejante mierda dices y lo único que hiciste fue ser un maldito hijo de puta —gruñó, irritado en su totalidad, con sus puños apretados y la barbilla en alto—. Te importó un carajo nuestra amistad y todo el tiempo que pasamos juntos. —Se defendió Stefan, imponente, aunque por dentro temía que al estar tan cerca de Félix volviese a experimentar ese intenso dolor en su pecho.
—Vaya, con que ahora si puedes levantar la voz —Lo miró varios segundos y Calem observó esa interacción con frustración—. Yo te veía como amigo y tú me querías cojer ¿No es así?
—No... No era así —aseveró, con su quijada apretada.
Stefan tenía un gran problema en su infancia: le era muy difícil defenderse de alguien a quien él quería. Por eso no pudo defenderse como haría usualmente con cualquier otro, le fue imposible lastimar a alguien a quien quería desmedidamente, pero fue muy fácil para esa persona herirlo a él.
—No has cambiado nada —sentenció Félix arrogante, buscando romper las defensas de Stefan, que mantenía en alto, escondiendo su devastación interna.
Mientras tanto, un segundo de racionalidad trajo a la mente de Calem una muy vieja conversación con su hermano:
"—Las personas agresivas suelen tener motivos por su comportamiento, nadie es una mierda porque sí, algúnos tienen solución, otros ya no... Pero todos sufren, y algunos lidian de mala forma con su dolor. Tú tienes dos opciones ante eso.
—¿Dos? —preguntó un joven Calem de no más de catorce años.
—Puedes encontrar o deducir ese motivo y así ayudarlos a cambiar. O, simplemente romperlos, contraatacar con su debilidad y que jamás vuelvan a molestarte.
—Eso es algo extremo, nadie se mete conmigo. —Mostró sus músculos con una sonrisa— Y es la primera vez que dices algo tan cruel, Marc...
—Porque así son muchas personas, Calem, crueles. Tú eres todo un caso y no creo que se metan contigo. —Revolvió el cabello de su hermanito—. Pero quiero asegurarme de que no dejarás que te intimiden, hay abusivos porque otros se lo permiten, porque otros creen merecerlo.
La mirada de su hermano era madura y seria, no iba a permitir que nadie dañara los que era más preciado para él.
—Tienes un cuerpo pequeño y los golpes duelen, pero lo que la gente dice suele doler más. No se los permitas. Si es necesario usa sus puntos débiles para detenerlos. Haz lo que sea necesario para que sepan que no te quedarás callado ante las injusticias que te impongan. Tú eres lo más importante para mí y no podré defenderte todo el tiempo."
Puntos débiles. Razones. Motivos. ¿Cómo hallarlos en tan poco tiempo y estando tan enojado? Debía calmarse y pensar con tranquilidad.
¿Por qué ese sujeto apareció y comenzó a atacarlos, si era amigo de Stefan? Calem recordó que Stefan dijo no tener amigos. Pero acaban de decir que Stefan no era solo su amigo. Algo pasó entre ellos.
¿Quizá rechazó a Stefan? No entendía la situación, porque no hablaban mucho del pasado de él, pero ¿Por qué quiere humillar a Stefan y... a Calem? ¿Por qué Félix lo miraba de esa forma tan repulsiva?
No. Al tener una prótesis Calem sabía bien lo que era el asco en el rostro de los demás, ese hombre le miraba con... no podía ser.
Calem casi rió en su mente, porque parecía imposible viniendo de este un asqueroso homofóbico, pero quizá, podría ser, ¿envidia?
—Jódete Fel... —Antes de que Stefan pudiese terminar su insulto, Calem sonrió y lo abrazó efusivamente.
—Cariño, no te alteres por este idiota. —Las cejas de los dos hombres se elevaron con desconcierto al oír a Calem
—¿Cari-qué? —Tal vez fue el asombro o el contacto con la piel de Calem, pero el corazón de Stefan se tranquilizó levemente y sus ojos recuperaron su ancla a tierra.
—¿No ves que tu amigo se siente celoso? Pobre, debe soñar que te lo follas como haces conmigo, es tan patético que siento lástima —siseó Calem, con una atípica pose, sin soltar a Stefan.
—¿Qué carajos? —dijeron ambos al unísono y sin querer se miraron.
Ahí Calem lo vio nuevamente, algo dentro de las falsas expresiones del tal Félix, había algo más. Miraba a Stefan de forma extraña, incluso adolorido.
Se separó del mayor y empujó a Félix, con un rostro aguerrido y molesto.
—No dejaré que tus resentimientos de clóset arruinen al mejor compañero sexual que existe. Porque no te das una idea de lo bueno que es cogiéndome.
No dejaba que Félix hablara o negara aquello, superponiendo su voz sobre éste.
—Oh cierto, tú jamás lo sabrás, homofóbico envidioso.
—¡Jodido asco! Ya quisieras que fuese un desviado como ustedes.
La ira y tensión no hacían más que aumentar en Felix, Stefan estaba anonadado y Calem no pensaba parar de agredir verbalmente al desgraciado que atormentó a Stefan de alguna forma en el pasado.
No se lo podía perdonar y no era común en él entrometerse en este tipo de conflictos, sin embargo esta era la primera vez que quería desesperadamente proteger a alguien e iba a decir lo que fuese necesario para cerrarle la boca a Félix.
—Lo veo, mueres por sentirlo, por estar mi lugar, porque él quiera realmente follarte. Es como un sexto sentido gay, ¿sabes? podemos oler a un puto reprimido a kilómetros... —Calem no alcanzó a cubrirse de un fuerte golpe que le propició Félix en su boca, el cual parecía estallar con sus ojos enrojecidos por el enojo y mostrando los dientes.
Era la primera vez que Stefan veía a Félix perder la compostura. Siempre se mostró tranquilo y arrogante, incluso cuando lo acorraló en el salón aquella vez, cuando no entendió que no era no, en el momento que no escuchó, inlcuso al burlarse de lo sucedido el día después.
Solo se volvió más distante y Stefan sentía que lo miraba de vez en cuando, pero jamás perdió la paciencia como ahora.
Calem se compuso y le dio un fuerte cabezaso, casi derribándolo por el impacto. Desafortunadamente retomó el equilibrio para devolver el golpe y arremetió contra el joven.
Éste pudo ver de frente el puño de Félix aproximarse a su rostro, pero otra mano todavía más grande arremetió contra la mano de Félix, antes de que pudiese acertar el golpe. Fue tan fuerte que Calem podría jurar que le rompió algún dedo por el impacto.
—Vuelve a tocarlo... —gruñó Stefan, detrás de Calem, tomando posesivamente a su colega sexual, mientras sus ojos parecían consumirse en su sombría cara— y no me contendré contigo.
Por alguna razón, viniendo de Stefan, eso no sonó como una amenaza, sino como una real advertencia.
—N-No jodas. —Tomó su adolorida mano, perplejo— Tú no puedes... Jamás podrías hacerme...
—Claro que sí —afirmó y seguido lo observó con la confianza que le contagió Calem, dándose cuenta que ya no sentía el dolor de antes, ese asfixiante y abrumador ardor en su pecho que lo carcomía anteriormente.
Sus sentimientos por ese hombre habían cambiado. Quizá todavía persistía el trauma que su cuerpo no podía olvidar, pero su corazón ya no le pertenecía a ese despiadado hombre.
—He cambiado, Félix. —Por primera vez, en mucho tiempo, su pecho no ardió al decir ese nombre.
Aún así, algo en la mirada de Félix trajo más recuerdos a Stefan y frunció sus cejas. Lo detestó durante años por lo que le hizo, pero viéndolo finalmente, otro sentimiento apareció: lástima.
Respiró hondo y enfrió un poco su mente, sentía rechazo, indiferencia y desinterés por ese extraño frente a sus ojos. Ya no era su mejor amigo, o su primer amor, ni su agresor, tampoco su enemigo, simplemente era... un desconocido.
—Yo no quería follarte —articuló el mayor, con una voz profunda—, quería salir contigo. Me gustabas. Joder, estaba endemoniadamente enamorado de ti. —Los ojos de Calem y Félix se abrieron, al igual que la boca de este último.
En su rostro se dibujó desconcierto y un atisbo de dolor se podía ver a través de sus orbes celetes.
—Pero... —continuó Stefan y sin vacilar miró a Calem— eso quedó en el pasado.
Félix bajó la cabeza y sus ojos se llenaron de lágrimas, sin razón. Bueno, si había razones, pero él estaba demasiado asustado de sí mismo como para admitir que en el fondo siempre amó a Stefan. Creyó, en su juventud, haber influenciado la sexualidad de Stefan ya que lo deseaba. Siempre que lo miraba lo deseaba.
Pero enterarse de que Stefan también podría ser gay lo asustó. Lo aterró, porque creía que ser así era una desviación, una enfermedad. Que tenía un problema en la mente y se lo había contagiado a su precioso y gran amigo.
Cuando lo acorraló en el salón de clases, esperaba que Stefan lo negara, rogaba que desmintiera el rumor de que estaba enamorado de él. Que no fuese cierto.
Si Stefan no era gay, entonces él tampoco y no tendría que enfrentar sus problemas internos. Pero la cara fuerte e indomable del mayor lo delató, ese chico sentía irrefrenables sentimientos por Félix, tanto que no podía contradecirlo o golpearlo para que se callara y alejara.
Por eso, el lado irracional y cobarde de Félix salió a la luz nuevamente, queriendo asustar a Stefan, pero no esperaba que le gustase tanto ese beso. Beso que a Stefan le rompió el corazón y a Félix le hizo temblar el suyo.
Al intimidar a Stefan forzándolo y asustándolo, hasta el punto en el que tuvo que empujar a su amigo y sus manos lejos de su cuerpo, y posteriormente escapar de ese salón; Félix cayó sobre sus piernas, de rodillas. Todo su cuerpo temblaba, en una mezcla de excitación, pánico y vergüenza.
¿Por qué le hizo eso a su amigo? ¿Por qué no podía aceptar lo que realmente le pasaba? Lo que les pasaba a ambos. Todas las tardes que se quedaban juntos, las miradas, los sonrojos, esas caricias accidentales que hacían arder su piel, las pijamadas y horas de platica interminable, los gestos y el latir de sus corazones erráticos.
¿Hasta dónde podía llevarlo el miedo? A destruirlo todo. A arrasar con todos esos pacíficos y atesorados momentos.
Aquello pasaba por su mente y se odiaba a sí mismo. Se odiaba y quería odiar a Stefan. Quizá él no era el enfermo y fue Stefan quien lo confundió, con esas sonrisas espontáneas, su exorbitante cuerpo, su inocencia al hablar sobre besos de amor, su brusquedad y esa particular forma de ser.
Eso se repitió durante años. Muchos, en realidad. Que no era su problema. Hasta que vio nuevamente a ese gran hombre, el cual creía haber dejado muy olvidado en su mente, acariciándose sonriente junto a un joven por la calle.
¿Cómo podía hacer aquello en público? Eso lo enojó. Eso se dijo a sí mismo, para no materializar lo que de verdad le pasaba y cómo ardía por dentro al pensar "¿Por qué yo no puedo ser feliz y esos desviados sí?"
Pero Stefan no era el problema y Félix volvió a confirmarlo, era él el que no podía aceptarse y solo sentía mucha agonía y desprecio propio cada día que pasaba.
Cada vez que recordaba ese beso robado, su miseria aumentaba, porque era la mejor y peor emoción que sintió en su vida. Besar a un hombre pesaba más que todas sus relaciones con mujeres y eso lo aterraba. Sin importar cuánto sexo tuviera con muejres e incluso después del matrimonio, seguía sin ser feliz. Arrastrando sentimientos tortuosos que no lo dejaban vivir.
—Vamonos o juro que te mandaré a la verga, igual que a este sujeto —Stefan parecía rechinar los dientes de la presión en su mandíbula, mientras apretaba el rostro de Calem con una mano, pero se sentía ligeramente como la bestia de siempre y eso le generó alivio al menor.
—Ouch, ya, suelta, policía help... —Se quejaba Calem y el mayor lo soltó despreocupado.
—Dramático. —La sonrisa de Stefan hacia su acompañante le trajo demasiados recuerdos a Félix, recuerdos que jamás volverían a repetirse luego de lo que le hizo a Stefan.
Llevó una de sus manos a su pecho, apartó la mirada y giró su rostro, dispuesto a irse de allí, pero el grito del pequeño lo hizo detenerse.
—¡Oye tú! —Exclamó Calem, todavía exasperado—. Que no te atrevas a afrontar tus problemas no te da el derecho de ser una mierda con los que sí lo hacen. Él es mío, no vuelvas a acercarte —dijo lo último con demasiada posesividad.
Stefan abrió ligeramente su boca y una fuerte sensación lo sacudió internamente.
—Si te vuelvo a ver y me jodes juro que golpearé tan fuerte que les dolerá hasta a tus ancestros. —Calem se giró hasta Stefan y tomó su mano—Ahora sí, vamonos.
—Wow, vaya, con eso de los ancestros creo que todavía estoy temblando, "cariño" —Se burló Stefan y recibió un golpe en el brazo.
—¡Cállate! ¡Tú eres el que sigue! —gruñó como un pequeño monstruito listo para atacar.
Recibir un dulce abrazo de Stefan sobre sus hombros mientras caminaban fue como un sedante directo en su cuello y se calmó.
Llegaron a un restaurante donde finalmente se detuvieron y respiraron tranquilamente. Luego pidieron unas bebidas y Stefan apoyó su rostro sobre sus brazos que estaban en la mesa. Se sintió tan abatido, alegre y expuesto a la vez, que solo intentó procesarlo.
—Diablos, eso fue tan extraño... —dijo Stefan y miró con culpa el labio roto de Calem.
Calem bajó la mirada hacia el mayor y notó lo serio que estaba. Su cara mostró mucho agradecimiento y cierto cariño y éste enrojeció sin querer.
—"E-Extraño" es decir poco —respondió Calem con ambas manos en su enrojecida cara— ¡Estaba tan nervioso, enojado y fuera de mí! Quería que cerrara la boca, pegarle o algo y ah, diablos, dije cosas tan ¿Divas? Es la primera vez que me pasa, es decir, nunca tuve este tipo de conflictos. Creo que vi ese tipo de peleas de amantes en reality shows baratos y esa información salió disparada en esta situación. Esos modismos se vieron tan antinaturales en mí, vas a burlarte toda la vida por mi actitud de loca pasiv...
Calló al ver nuevamente la mirada de Stefan. Por un segundo se preguntó "¿Siempre fue así de atractivo cuando sonreía de manera pacífica?"
O quizá esta era la primera vez que le mostraba ese tipo de sonrisas. Sea cual fuere el motivo, el corazón de Calem no paraba de latir irregularmente.
—Que puta situación de mierda... —escupió, ahora con una sonrisa incómoda.
—Sip, la verdad súper incómoda —admitió Calem y luego respiró con mucha confianza— Y bueno, ya pasó y de algún modo te conozco más.
Stefan hizo una expresión de asco.
—Tu optimismo me empieza a enfermar.
—Pero... no lo entiendo bien, porque siento que agarré una película empezada y son más suposiciones que verdades lo que sé —comentó y Stefan luego de un largo silencio suspiró.
—Era mi mejor amigo. Mi único amigo y yo... Joder. No sé. —Tomó aire sin ganas— Me enamoré de él.
—¿Y te rechazó cuando lo quisiste besar o algo así?
—No. Él se abalanzó sobre mí. De algún modo me mostró como era realmente, quiso joderme o reírse de mí, me besó y... —aclaró su garganta— no sé, me intentó masturbar y eso, lo empujé y nos dejamos de hablar. Resultó estar usándome por mi dinero, va, eso le dijo a los demás al día siguiente...
—Esto... Eso no fue una "broma pesada" o algo así, Stefan, abusó de ti.
El rostro del mayor se frunció e hizo una mueca con su labio.
—Pff ¿Qué? No, claro que no. Solo me tocó un poco, ni que me hubiese metido la verga o algo, ya déjalo.
—Stefan, mírame. —Lo hizo a regañadientes— ¿Le pediste que parara? Pero no hablo de esos juegos eróticos o ese "para" que suelo decir cuando... me excitas mucho. No. —susurró esto último y retomó su convicción y tono determinante—. Hablo de verdad, de cuando ves los ojos de la otra persona y es más que obvio que no desea que sigas ¿Le pediste que no lo hiciera?
Stefan recordó ese momento y tragó saliva, asintiendo con resignación.
—¿Se detuvo? —Cuando negó, Calem apretó sus puños— Aunque fuese algo como tocarte bajo el bóxer, sigue siendo un abuso —Stefan rodó los ojos en desacuerdo—. Si hubieses sido una chica y le hubieran metido la mano bajo las bragas mientras ella se niega, no dudarías que fue un abuso.
—Es diferente.
—¿Porque eres hombre? Que alguien se pase contigo o te haga algo, no te hace menos masculino o te vuelve menos de algún modo, odio ese mensaje que les dan implícitamente a los hombres como si ser abusado te volviese débil. Son cosas que suceden, seas del género que seas. En serio, si te hirió al punto de que ni siquiera puedes besar a alguien ahora, no puedes seguir negando que abusó de ti.
Stefan se irguió, no soportaba más esa postura tan deprimente que portaba e infló su pecho, marcándose sus fuertes músicos incluso con su traje puesto. Era imponente, altanero y recuperó su aire inalcanzable. Nuevamente quería distancia. Odiaba sentirse superado por la situación y no lo iba a permitir tan fácilmente. Calem había ido demasiado lejos antes, pero este tema era otro nivel para Stefan.
Sin previo aviso, sintió la mano de Calem sobre la suya y lo miró sobre su hombro por el contacto repentino.
—Que te compadezcas es contraproducente.
—No me compadezco, solo quiero verte bien. No te veo diferente o creo que valgas menos por haber pasado un muy malo y aterrador momento. Yo pasé una amputación y no me ves como alguien roto.
—Ya, solo cállate —dijo con un ligero rubor—. No debiste ver algo tan patético.
Calem frunció su hermoso entrecejo y esos ojos miel parecieron arder.
—Me viste drogado, inconciente, desnudo y a punto de ser abusado por un completo desconocido, y eso después de estrellar el auto contra un edificio por mí. Creo que esto no se acerca un milímetro a lo que tú viste e hiciste por ayudarme. Puedes contar conmigo, aunque sea vergonzoso, doloroso o imposible de afrontar, yo estaré ahí.
—¿Como esos acuerdos de honor de las mafias orientales? ¿Vida por vida, hasta devolver el favor? No gracias, no estás en compromiso de ningún tipo, hice lo que quise hacer y ya. No me debes nada. —Calem sonrió y Stefan elevó sus cejas.
—Lo sé. No siento que te debo algo a cambio, siento... otras cosas, pero no es culpa u honor.
Stefan abrió su boca a punto de hablar y acortó prácticamente toda distancia con los labios de su colega. Por un instante todo su interior gritaba "¿Qué sientes, entonces?".
Calem, a tan escasos milímetros de la prohibida boca de su colega, optó por no mover un solo músculo y mirar esos impenetrables ojos, mismos que parecían gritar una oración muy peligrosa. Como si lo desafiara con la mirada a confesar sus más oscuros sentimientos.
Stefan debió haberlo preguntado fuerte y claro; en vez de simplemente retomar su postura y beber un gran trago de café cortado. Abrir viejas heridas y arriesgarse podría significar una curación definitiva o una enorme secuela, por ello Stefan estaba asustado sobre cuál sería el resultado en su situación. Sentirse frágil y expuesto era agotador.
—Haz como quieras.
Luego de un largo silencio mientras terminaban sus respectivos cafés, Calem, que jugaba con los sobres de azúcar, finalmente recordó algo.
—¡Cierto! —Stefan dió un brinco en su butaca y codeó irritado a Calem.
—¿Qué te pasa? —cuestionó dubitativo.
—Si eres uno de los jefes, ¿eso quiere decir que tuviste que ver con lo de mi no-ascenso? —Stefan conectó sus neuronas y asintió firmemente, explicándole brevemente lo que pasó— En las películas es al revés, tirarse al jefe debe dar beneficios, no desventajas.
El tono irónico y divertido de Calem hizo reír fuerte a su gigantesco colega.
—Estas enfermo, campesino —dijo con cierta calma.
Le daba cierta paz que no solo no se enojara por lo sucedido, sino que no lo tratase de modo diferente por el patrimonio que poseía.
—Oye, oye, entonces eso de tener buen culo para escalar ¿Es verdad? —continuó con su tono burlón.
Ver a Stefan recomponerse por sus bromas lo animaban a seguir jugando, solo quería verlo sonreír.
—Vamos ¿Me darías un puestito alto y bien remunerado? —rió bajo, meneando un poco su cadera en un bobo bailecito que simulaba ser sexy.
—Si tu quieres —contestó a secas.
Calem le pegó en medio del pecho y la mesera que pasaba se asustó demasiado.
—Idiota, debías negarte ¡Eso no sería justo! ¿Alguna vez lo hiciste realmente?
—No, no aceptaría fracasados inmundos en mi compañía.
—Entonces... de los que ya trabajan ahí, ¿ascenderías a cualquiera que te lo pidiese a cambio de sexo?
Stefan se vio ligeramente ofendido por la pregunta.
—No a cualquiera —manifestó serio—. Solo a un enano que se lo merece realmente... siendo sincero, si subes de puesto (y por ende de piso) sería una excelente excusa para follarte más seguido. Pero tú nunca aceptarías algo así, jodida ironía que el único que puede ascender con favores resulta ser un orgulloso y maniático por el esfuerzo propio y eso ganar todo justamente. Tan especial el idiota... —pensó esto último en voz alta.
—¿Acabas de oírte? —preguntó Calem.
—¿Qué? ¿Ahora que diablos dije?
—Algo... muy lindo.
Calem sonrió y Stefan suspiró, cansado de su propia autocompasión y abrió esos verdosos ojos con determinación.
—Joder, hoy fue un día tan bueno y todo se fue a la mismísima mierda. No puedo dejar que termine así, ven, vamos, todavía tenemos un lugar al cual ir. —Tomó la mano de Calem, pagó y salió del restaurante.
—¿El restaurante peruano? —inquirió Calem ilusionado.
—A ver a mi madre, estoy seguro que te gustará el lugar, sobre todo si esta bajando el sol —afirmó, apartando pensamientos abrumadores de su mente.
Calem por otra parte se encontraba lleno de curiosidad, nervios y emoción. Sobre todo porque no tenía idea dónde lo llevaría Stefan y cómo sería realmente su inocente madre... pero lo averiguaría al cabo de pocos minutos.
Amores, esta vez fue súper difícil todo, mi vida es un desastrose y me disculpo por no poder darle el tiempo que me gustaría a escribir.
Poder hacerlo me da vida, aunque tarde, resulta ser lo único que me quita el estrés y las ganas de matarme jajajjs
Gracias por estar del otro lado, de verdad gracias por tanto y perdón por tan poco.
Los ama su esclava feliz♥
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