
Honestidad en el armario.
Pov Calem.
—Había una vez, en un reino muy, muy lejano —Stefan golpeó con su rodilla mi pierna y reí— ¡Bueno! Hay que ponerle humor... —suspiré y miré el techo color ocre.
Stefan se veía serio y calmado, como pocas veces estaba.
—No fue algo fuera de lo común en estos casos, ¿Cómo comienza las tragedias en las películas? Supongo que con una narración seria y mucho drama, en este caso fue un día tan normal que nadie hubiese imaginado que la noche sería una pesadilla.
Acomodé mi almohada y respiré hondo, hacia mucho no hablaba sobre esto.
—Nada sorprendente, nada inédito o impresionante, fue de hecho lo más común en estos casos: un accidente. Uno que fue enteramente mi culpa, eso sí. Mi hermano tenía una motocicleta preciosa, no sé de modelos, pero era como la de las películas de motoqueros, gigante, negra y muy cool. Yo le pedía de vez en cuando usarla en nuestro terreno, nunca salí muy lejos porque no medía los límites, era un desastre. En serio lo era. Ese día le pedí que me llevara a una fiesta en la cuidad cercana al pueblo, iba a ser genial porque la hacen una vez al año e iba gente de todos lados. Pero me encapriché en conducir, quería llegar en esa genialidad de moto, tan joven e inmaduro.
Reí por mi propia idiotez.
—Finalmente cedió, no sin antes obligarme a usar su casco e iba a ir conmigo en el viaje de ida, para luego traer la moto y que yo no fuese a jugar a las carreras callejeras o cosas así, solía hacerlo también. Hice... demasiadas cosas estúpidas. Entonces, a mitad de camino por la carretera, lo oía pedirme inquieto que bajara la velocidad, pero eso solo me impulsaba a acelerar, siempre rompiendo los límites, como si eso fuese libertad, no era libertad, era idiotez. Era falta de madurez y conciencia. No pude saberlo en ese entonces, para mí era genial, la adrenalina corría por la sangre en mis venas, la misma sangre que regaba el pavimento minutos después. Al ir tan rápido y toparme con un pequeño bache, en vez de ser una simple sacudida como sería si fuese a la velocidad permitida, volamos.
Los ojos de Stefan se abrieron ligeramente y cerré los míos unos segundos, esta parte es la que deseé cambiar tantas veces.
—Literalmente vi como mi amado hermano salió prácticamente disparado de mi lado y aterrizó de una forma muy brusca en el suelo, creí que el simple impacto lo había matado, mientras ambos eramos arrastrados metros y metros de distancia por el suelo, uno cree que en un accidente el vehículo se detiene y ya, no, una moto a tanta velocidad se arrastra por la carretera. Él se golpeó al salir despedido del vehículo, pero yo quede atrapado entre la moto, el suelo y mi pierna, no podía quitarla de encima y mientras eramos arrastrados mi pantorrilla y pie eran destrozados por la fricción. Finamente al detenernos, yo bastante lejos que Marc, tuve que hacer una fuerza increíble para quitarme esa monstruosidad de encima y al lograrlo supe que no iba a poder pararme. Había tanta sangre, huesos y carne que no me atreví a ver demasiado tiempo. Solo até mi pierna con el cinturón, como vi en viejas películas, y me arrastré hacia Marc. Creo que fueron unos minutos hasta que lo alcancé, pero se sintió eterno, como un sueño donde no puedes correr y tu cuerpo pesa una tonelada. Mi preciado y adorado Marc... lleno de sangre, su rostro estaba empezando a hincharse y brotaba sangre de su ojo izquierdo, mucha, diablos muchísima —dije, con un nudo en la garganta—. Mis manos temblaban y sentí que me desmayaría, pero antes quería despertarlo, oír su voz, ver que respirara y si no era así solo... Morir. Cuando noté que respiraba perdí la conciencia.
Todavía recuerdo el olor a sangre, a asfalto, a gasolina de la moto a lo lejos, el viento frío de la noche en la carretera.
—Cuando desperté me sentía fatal, cada pedazo de mí dolía, contraer mi estómago dolía, abrir los ojos era insoportable y me fui acostumbrado lentamente a estar consiente. Tenía una intravenosa y seguramente podían darme algún calmante, eso pensé, no era la primera vez que estuve internado, me rompí varios huesos anteriormente.
El labio de Stefan se elevó un poco y sentí muchas ganas de abrazarlo, cuando hace pequeños gestos así se me hacen tiernos y atractivos. Regresé a la conversación una vez noté su curiosidad por mi pasado.
—Me sentía extraño, como si flotase, de nuevo como cuando estás en un sueño, pero esta vez relajado y confundido. Me removí un poco y un intenso dolor diferente a los demás atravesó mi pierna, al ver hacia abajo me llamó la atención la forma de las sábanas ¿Por qué se veía diferente a lo usual? ¿Qué era esto? Tiré de la tela hasta descubrir todo mi cuerpo y la sangre desapareció de mi rostro, sentí que caía de un precipicio, la sensación del paracaidismo pero sin el placer. Sin la pasión. Todo era terror.
Estiré mis manos hacia arriba y entrelacé mis dedos, luego los apoyé en mi estómago y continué relatando lo sucedido a Stefan:
—M-Mi... Perdí mi... ¡Joder! ¡Qué es esto? ¡No es verdad! ¡No es... —Me senté de golpe— ¡Marc! —¿Dónde estaba Marc? Si yo perdí una pierna y me veía mejor que él en ese entonces (por lo menos estaba conciente), entonces ¿Qué pasó con él? No tenía casco. Me dio su casco. ¿Maté a Marc?
Tuve un ataque de ansiedad y todas las alarmas de los aparatos sonaron, las enfermeras y doctores llegaron junto a mi familia e intentaron calmarme.
—¡Marc! ¿Dónde esta mi hermano mayor! ¡Marc! —No estaba razonando. Solo quería que todo fuese una pesadilla. Ayuda divina. Un milagro. Un trato con el más allá, algo que retrocediera hasta el momento exacto que toqué esa motocicleta.
—Marc esta vivo, ya calmate — me percaté después de minutos que me repitieron esa frase muchas veces y no los estaba oyendo por el pánico..
—Relajate, que estén vivos ya es un milagro...
—Mi... Pie. Mamá, mi pierna no... —sollocé y mi labio tembló.
—Oh Dios, mi bebé, mi pequeño pimpollo. —Mi madre rompió en llantos, igual que mi padre, el cual lo intentaba ocultar con su sombrero.
—Marc esta... —mi madre lo calló.
—¡No es momento! —dijo ella.
—¿De qué? —pregunté, todavía aturdido por la situación.
—No es nada cariño. —Ella sonrió falsamente y no pude aceptar sus mentiras.
—¡Díganme! Quiero ver a Marc, quiero verlo, necesito verlo. —Me emperré en eso y no iba a retroceder.
Gracias a una silla de ruedas llegué hasta él: Inmóvil. Inserte. Callado. Pálido. Con tubos en su boca, intravenosas, cables, indiscutiblemente estaba en un profundo coma.
—M-Marc... —Me acerqué y toqué su mano.
"Usa mi casco, es mi prioridad cuidarte, monstruito."
—Marc. —sollocé más fuerte.
"No importa qué pase, siempre serás mi hermanito pequeño"
—¡Marc! —el dolor en mi garganta se hizo presente y noté que había llorado desde que llegué a la habitación hasta ahora, dos horas después.
Muchos miraban con sus ojos lastimeros y nadie sabía qué hacer conmigo, que me aferraba al gran cuerpo de mi hermano.
—Vuelve conmigo. Necesito a mi hermano mayor ¿Quién va a cuidarme? ¿Con quién voy a pelear por el mejor tenedor? —hablaba sin sentido, solo quería morir al ver su rostro con tantos cortes y su cuerpo lleno de heridas— Perdóname. Perdóname por todo. Yo rompí tu reproductor de música hace tres años. Perdí tus auriculares. Dejé el corral abierto cuando te echaron la culpa a ti, rompí el jarrón de la abuela y le eché la culpa a tu gato. Perdóname. Perdón por todo. Prometo ser mejor. Hacer las cosas bien. Pensar antes de arriesgarme. Prometo ser mejor hermano, vuelve conmigo, no me dejes solo en este momento, abre tus ojos. Mírame y regáñame, gritame, extrañaré incluso eso si llegas a morir. Por favor no lo hagas. Por favor.
Así pasaron dos largos meses, donde cada día iba a ver a mi hermano luego de rehabilitación (que estaba cerca de terapia intensiva). Fue como aprender a caminar otra vez, al usar las muletas tenía la costumbre de querer apoyar mi pié y caía sin reparo. A veces era tan frustrante y doloroso. No duro mucho tiempo ese espejismo del miembro fantasma la verdad, a las pocas semanas dejé de pensar en "mis pies" y se convirtió en "mi pie".
En rehabilitación conocí a gente en situaciones similares, unos peores que otros, como la niña que sufrió quemaduras en el 50% del cuerpo, su madre la abandonó y la criaba una de sus tías. El chico de la amputación en su pierna completa, el hombre que quedó ciego en un accidente... Pero me impactó mucho una mujer vino a darnos una charla y ella no tenían un brazo y sufrió quemaduras graves en su costado y partes del cuello, su marido la quiso... asesinar.
Aún así su espíritu era tan fuerte que al hablar unos minutos realmente no importaba nada más, ni recordé que no tenía una extremidad, era tan luminosa, difícil de explicar, alguien que valía la pena conocer, una increíble mujer y eso me impulsó a agradecer el hecho de no haber muerto y querer esa chispa otra vez. Mis ganas de vivir, mis ganas de seguir.
Además, ¿qué hubiera pasado si moría y Marc despertaba para recibir esa noticia? Seguramente hubiese destruido nuestra familia.
Muchos de mis amigos vinieron a verme, al principio fue incómodo, porque todos actuaban diferentes conmigo, no sabían de qué hablarme, como si fuese una especie de víctima o frágil. Pero gracias a Joey me divertí, también me veía un poco raro al inicio y a veces lloraba o parecía que se contenía de hacerlo, finalmente rompió en llanto, yo igual y nuestra amistad creció ese día hasta hoy, ella es asombrosa, las enfermeras vivían regañándonos.
No iba a darme por vencido, menos cuando mi estado de ánimo influía tanto en mis seres amados, era fácil deprimirse cada mañana al despertar y no ver mi pie, tan fácil que parecía inevitable... pero nunca me gustó lo fácil. Un verdadero riesgo y reto era ser yo mismo de ahora en adelante, no permitir que mi cuerpo roto rompiese mi espíritu también. Por mi puta vida que no, el accidente se llevó mi pie pero no me mató, no se llevó lo que soy.
Fui a terapia y rehabilitación mucho tiempo, eso ayudó bastante, aunque había cosas que no pude tratar ya que solo hablaba de lo mucho que deseaba que Marc despertase.
Mejoré inesperadamente rápido, debía verme bien para cuando despertase Marc. Hacía ejercicio, intentaba comer adecuadamente, esforzarme y dormir también por él. Para que no se pusiera triste al verme.
Pero no podía hacerlo correctamente ya que cada noche era terror y pesadillas, pánico de despertar y que un médico me trajera una mala noticia. Terminaron medicándome y ahí conocí la medicina para dormir, finalmente luego de semanas lo conseguí por mí mismo.
A fin de cuentas siempre fui así, si lo intentaba mucho lo lograría, ese espíritu me mantuvo de pie, sin una maldita pierna o no yo estaría de pie.
Luego de eternos meses, regresar a casa sin él fue una tortura, dormía con la puerta de mi habitación abierta en dirección a la suya. Cuando niños siempre entraba a su habitación para hablar y le pedía que no la cerrase con llave para poder escabullirme y dormir juntos. Recuerdos que había olvidado al crecer y ahora eran un tesoro. Ver su habitación cerrada en señal de que él continuaba en el hospital, no estaba allí dentro, no me esperaba abriendo sus sábana con su dulce sonrisa y me contaba cuentos para dormir... me partía el alma. Quería ser un niño otra vez. Quería arreglarlo todo. Quería cambiar mi inmadurez, ser un niño no era una opción y debía dejar de ser tan caprichoso y poco sensato.
Una mañana inusualmente fría recibí una llamada, Marc finamente abrió sus ojos, prácticamente me teletransporté hasta el hospital, el viaje era algo largo y la ansiedad me comía vivo. Cuando llegué corrí con esas muletas hasta su habitación, nunca verán a un cojo tan rápido como había sido yo al recibir la noticia. Flash se me quedaba pendejo al lado. Estaba tan feliz que casi me tiré sobre él.
Su pacífica mirada y el alivio que sintió al verme me dieron mil años de vida. Aunque uno de sus ojos tenía una gran cicatriz y estaba cubierto por una gasa, su expresión era igual de cálida que siempre.
—Hola —susurré con una voz entrecortada y mi sonrisa de lado, conteniendo mis lágrimas.
—Pequeño desastre. —La suavidad en su voz me trajo paz, intensa paz.
Uno nunca, jamás, ni en sus más remotos pensamientos, se le ocurre imaginar que su hermano va a morir y cuando la situación te azota como el peor tornado de la tierra, no hay guías, no hay ayuda, no hay preparación, solo hay mucho miedo y arrepentimiento, queriendo que ese mismo insoportable y odioso hermano el cual nos robaba la merienda o nos acusaba con mamá, siempre este sano y salvo. Uno llega a ver lo mucho que los ama, la pesadez de la sangre y que oscura sería la vida sin esa persona cerca.
Su tranquilidad y cariño se reflejaron en esos ojos semiabiertos, los cuales notaron las muletas y con desconcierto fueron bajando hasta el suelo, donde esperaba claramente verme con un yeso o algo similar. Pero al no ver nada allí, al notar mi realidad quedó pálido, abriendo lenta pero significativamente sus párpados, llenándose de emociones tan negativas que creí morir en el reflejo de su mirada.
Subieron de nuevo a mis iris, con tanta culpa y pánico que no supe qué hacer, solo sonreír tratando de mostrarle que estaba bien, que verlo despertar era suficientemente bueno como para que quisiera vivir mil vidas más.
Pero pareció entrar en shock mientras sus ojos se llenaban de lágrimas y seguido se fueron hacia atrás, estaba teniendo un ataque y todo su cuerpo se movía violentamente mientras las máquinas resonaban en el lugar y los médicos lo socorrían.
Pasó mucho tiempo en coma, dijeron, la recuperación será difícil y larga, también dijeron. ¿Sabes qué olvidaron decirme? Cómo aceptar su rechazo, cómo aceptar que no quisiera verme, hablarme o siquiera lo vistase en el hospital.
En los ojos de mi hermano morí ese día, vi mi muerte en esos oscuros ojos y no pude revivirme sin importar cuánto lo intentara.
Desde entonces no puede mirarme directamente, cuando sostiene un poco su mirada no pasa de la parte superior de mi cuerpo y desaparece a los segundos. Las pocas veces que lo hace todo se vuelve negro en el ambiente, todo se oscurece y la penumbra lo consume.
Ese no era Marc. Yo sentía mi corazón igual, quizá más fuerte, pero él, él era diferente y no podía traerlo de vuelta.
El accidente destrozó más cosas en el interior de mi hermano que en mi exterior.
"No fue tu culpa, es mi culpa, todo fue mi culpa" no importaba cuanto lo repitiera él no dejaba de culparse a sí mismo, hasta ahora no cree en mí, solo me ve roto, me ve insuficiente e inválido.
Amaría que viese mi verdadero yo, que no me afecta como el supone la pérdida de mi pierna realmente, vivir sin ella es aceptable, no es fácil pero tampoco es tan difícil. Honestamente, preferiría perder ambas piernas completas con tal de recuperar nuestra relación familiar, nunca se lo dije porque creí que era obvio, pero... lo amaba tanto. Lo amo tanto. Más que mi hermano era mi mejor amigo, a quien yo corría por ayuda y ahora... somos extraños.
Al terminar de narrar esperé su reacción, pero Stefan no dijo nada en particular. Seguido se giró y me dio la espalda.
—Con un pasado tan osado esperaba que te la hubiese comido un tiburón, que aburrido —musitó con falsa desilusión.
Podría jurar que su voz se percibía suave y triste, por lo que toqué con la yema de mis dedos su ancha espalda, desde un hombro al otro, bajando en su columna y deteniéndome en su cadera.
—Concuerdo, podría haber sido más interesante —dije con tono burlón.
No entiendo qué siente, qué piensa sobre mi pasado o si hay lástima en su mirar. No quiere verme a los ojos, cosa que suele hacer cuando algo profundo y serio aparece en la conversación, toma esa fría distancia, intentando no entrometerse en nada que llegue a sus aparentemente inexistente corazón.
—De todas formas, no es algo que... te importe. —Mi corazón se oprimió en mi caja torácica— Siento que te conté un aburrido cuento para dormir —razoné, con mis ojos algo llorosos por recordar todo aquello.
Sorpresivamente puso su mano encima de la mía, que continuaba en su cadera, entrelazó nuestros dedos y presionó ligeramente.
—Sí importa —afirmó y quedé en blanco.
Mi corazón latió con fuerza al escucharlo decir esa simple frase, como si deseara fuertemente que a él le importara. Que yo le importara y no solo mi cuerpo, aunque sabía que no debía ser tan codicioso.
—Te oyes cansado —comenté, queriendo cambiar de tema.
El rumbo de la conversación estaba alterando mi inexperto corazón y cometería errores irreparables si me dejaba guiar por mi impulsividad, como en el pasado.
No quería perder a Stefan, nuestra rara relación, era muy importante para mí. Él era alguien que me negaba a dejar ir, quería continuar a su lado y mi posesividad y raros sentimientos no iban a arruinarlo.
—He dormido ocho horas la semana pasada, siete horas la anterior a esa y esta semana estando tan cerca de la fecha límite solo logré dormir menos de una hora por noche. —Lo tomé de su hombro y miré su rostro, con sus ojos cerrados.
—¿Por qué no lo dijiste cuando llegaste? Estuviste exigiéndole mucho a tu cuerpo y luego vienes y durante horas y horas me haces el... —carraspeé y tragué mi vergüenza— Lo hicimos muchas veces, estuviese todo brusco e insaciable ¿Cómo no colapsaste? —Lo interrogué, con el mismo tono que mi madre usaba conmigo cuando desobedecía y me sentí viejo.
—¿Me subestimas? —soltó con pura arrogancia y autoconfianza.
—Pues, veo que eres muy resistente, pero debiste decirme y te hubiese dejado dormir y mañana ya descansado...
—Luego de dos semanas sin sexo ni el puto apocalipsis impediría que te probara —aseveró con cierta sorna y noté el cansancio en su altiva voz.
Horas atrás se veía animado, inlcuso me invitó a festejar y beber en un bar cuando terminó nuestra jornada laboral, eso no era sexo, solo me invitó unos tragos, pudiendo ir a su casa a dormir. Luego le surgió un asunto importante, pero al parecer al terminar vino directamente a mi casa, ya que tenía la misma ropa que en la tarde.
Ahora que lo pensaba... Marketing luego de su increíble victoria les dieron el resto del día libre y por ello salieron antes que Relaciones públicas, ventas, contaduría y los demás pisos.
—¿Esperaste por mí? —dije sin querer en voz alta.
—Ya duérmete, dejaré responder y te dejaré paraloteando solo —gruñó y se removió, pero no soltó mi mano y sentí un calor muy agradable en mi pecho.
—¿Mañana tienes trabajo temprano? —Stefan contestó con un ruido de su garganta a modo de negación.
—Terminé absolutamente todo hoy para que no me fastidiaran con ir mañana y poder dormir cuanto quisiera —manifestó antes de bostezar.
Guardé silencio y miré un momento su espalda, gracias a la tenue luz que entraba pot la ventana. Creí que ya se había dormido al no ver ningún movimiento de su parte y respiré hondo.
—Stefan... ¿Fue incómodo que te contara sobre mi pasado? ¿Estuve fuera de lugar? —pregunté algo inquieto, no quería hablar de cosas tan íntimas para no arruinar nuestro contrato de colegas sexuales, pero tampoco quería dormir sin saber su respuesta.
Supuse le ganó el cansancio y suspiré desanimado. Todo desánimo despareció cuando presionó mi mano y la llevó a su pecho, prácticamente arrastrando mi cuerpo hasta su gigantesca espalda y acortando toda distancia.
Su corazón latía con fuerza en su pecho al igual que el mío, acaricié su piel con mi rostro y dejé un beso justo en medio de sus omóplatos.
Esta espalda me daba una sensación inexplicable de confort y otro conjunto de emociones intensas y desconocidas.
Sonreí sobre su piel y le deseé en silencio una buena y reparadora noche de sueño, aferrándome a él con mi mano sujeta a la suya en su pecho.
Este sentimiento era algo que quería atesorar, pasara lo que pasara de ahora en adelante.
Narrador omnisciente.
Ambos se encontraban cómodos entre los brazos del contrario, tanto que durmieron hasta el medio día, demasiados confortados y tranquilos como para querer salir de esa rota y vieja cama, misma que parecía su pedazo de cielo en la tierra esa mañana.
Finalmente el hambre fue más fuerte que ellos y entre cortas charlas bajo las sábanas fueron despertando.
—¿En serio no vas a hacer nada con eso de babear al dormir? Soñé que estaba en el Titanic —bromeó, rascó su hombro y Calem fingió ignorancia.
Stefan jugaba con eso de vez en cuando y hasta el mismo Calem ya estaba dudando si creerle o no.
—Tú hablas dormido a veces, hasta pensé en llamar un cura para que te exorcice —Stefan rió bajo.
—Tu gusto por las cosas paranormales es aterrador, a este paso siento que realmente va a aparecer algo en esta casa en ruinas. —Los ojos de Calem brillaron de manera aprobatoria y Stefan no pudo contener su risa— Joder, estás loco.
—No es así, a muchos les gustan estas cosas, inlcuso estoy en un grupo de internet donde siempre pasan fotos paranormales y hablamos de teorías de... —Calem notó que se había dejado llevar, exponiendo partes de él que no muchos conocían y algo vergonzosas.
Stefan por su parte estaba apoyado sobre su mano y a su vez su codo en la almohada, oyendo atentamente a su colega emocionado.
—Esa gente rara es la que termina matando gatos en los bosques y posteriormente cometiendo asesinatos —comentó y Calem palideció, tomó su móvil y le mostró el grupo.
—T-Te equivocas, mira. —Le enseñó conversaciones e imágenes que intercambiaba con estas personas.
Eran un grupo de personas algo asociales, pero muy amables y agradables, algunos un poco góticos y extraños, es verdad, pero resultaban solo ser personas con gustos por las historias paranormales, película de terror, leyendas, ovnis, extraterrestres y demás temas que a Calem me llamaban la atención, gustándole mucho cuando hablaban sobre espíritus y fantasmas.
No parecían un riesgo o culto, sino más como unos niños divirtiéndose lejos de la sociedad de manera online y Stefan se asombró de los gustos de su colega.
De repente alejó su móvil de la vista de Stefan y lo bloqueó repentinamente.
—¿Te mandaron porno o qué? —ironizó.
—Te burlarás, porque me gustan los fantasmas y cosas así —supuso, acertadamente.
—Por supuesto. —Calem hizo una atípica mueca algo infanti y Stefan ladeó su rostro, enternecido por ese gesto— ¿No vas a contarme más?
Levantó el rostro y a pesar de saber que Stefan lo molestaría con aquello, sus ojos mostraban verdadero interés por saber más sobre sus gustos, aunque no los compartieran ya que a Stefan no le llamaba la atención ese tipo de temas, aún así quería oír lo que fuese que Calem quisiera contar sobre sí mismo, le gustaba ver su expresión alegre hablando de algo que le apasionaba.
—¿Hay algo que te guste y no muchos lo sepan? —preguntó finalmente Calem, tenía la breve sensación de que Stefan no se cerraría como solía hacer gran parte del tiempo y para suerte de ambos esa mañana el mayor estaba con su guardia baja.
—Los cuentos —dijo casi en un murmullo.
—¿Como los de princesas, dragones, clásicos y demás? —inquirió Calem sin un ápice de burla en su voz, realmente tenía interés.
—Es estúpido, algo que me gustaba de niño y mi puto hermano me jodía por ello, aunque mi madre era muy dulce al respecto —recordó, al hablar utilizó un tono de voz suave, triste y lejano. Acaparando la atención absoluta de su compañero.
—Bueno, a mí me gustaba Glee de adolescente —confesó Calem y Stefan regresó a la tierra con una expresión de asco.
—Eso ya es puto mal gusto. —Al terminar su frase recibió un puñetazo en la pierna y seguido se lanzó sobre su agresor, aplastándolo.
Pasaron muchos minutos, entre risas y burlas se levantaron, Calem se colocó la prótesis y una bata, Stefan peinó su cabello hacia atrás sin mucha energía y bostezó. Ambos se estiraron y sintieron el resultado de tener sexo por un tiempo muy prolongado sumado a la falta de sueño, riendo el uno del otro.
Calem vio el pequeño consolador todavía bajo la cama donde lo dejó la tarde anterior y lo pateó todavía más debajo, no planeaban necesitarlo en mucho tiempo.
Tampoco quería sacarlo de allí, lavarlo, secarlo y guardarlo apropiadamente frente a Stefan, solo de pensar en haber sido descubierto infraganti mientras se masturba ya le parecía suficiente humillación por una década.
Su rostro enrojeció por completo y el hombre de ojos voraces sonrió altanero, provocando que el menor le enseñara el dedo medio. Stefan formó un círculo con su dedo índice y su pulgar y atravesó con ese círculo el dedo medio de Calem.
—¿Pensando cosas sucias tan temprano? —siseó egocéntrico y Calem lo apartó de un empujón.
—Una palabra desubicada al respecto y prometo ver mucho porno gay, aprenderme el nombre de los actores más deseados y pensar en ellos y gemir únicamente sus nombres de ahora en adelante cuando esté tocándome. —Stefan tomó sus mejillas con una mano y presionó con fuerza.
—No te dejaré pensar en nadie más, tu cuerpo no va a olvidarme solo por puto porno barato ¿Te quedó claro? No va a pasar —gruñó tajante, Calem curvó una ceja, sorprendido y de alguna manera complacido por esa reacción que juraría parecían celos.
—Que arrogante —Quitó la mano de Stefan de su cara y pasó por su lado— ¿Café? —preguntó con tranquilidad.
—No puedo creer que tengas café, estaba acostumbrándome a venir y tomar tu horrendo té —contestó en busca de alguna prenda que haya dejado antes y vestirse con ropa más cómoda que su traje.
—Sacrifiqué mis amadas fresas con crema del mes por comprar café para ti, así que cierra la boca y agradece —admitió y encendió la caldera.
Stefan sonrió algo caliente en su pecho y respiró suavemente.
Cuando Calem hacía cosas pensando en él o lo incluía en su rutina de este modo, se sentía parte de la vida de ese chico, veía que le importaba de alguna manera, eso le aterraba y gustaba en partes casi iguales. Casi, porque últimamente la parte que estaba a gusto con Calem, crecía con más fuerza que el miedo y sus antiguos traumas.
—¿Qué revuelves de aquí allá? Eres tan grandote que en dos pasos ya recorriste la casa cuatro veces —ironizó Calem, con cierta diversión y curiosidad.
—Échame la culpa y no admitas que tu departamento es de tamaño lego, si viene alguien más debemos apilarlo sobre nosotros porque no estaríamos —exageraba de manera irónica y Calem rodó sus ojos.
— Si buscas a Anpan, debe estar durmiendo bajo la pila de ropa para lavar en la habitación, me atrasé un poco con el lavado esta semana.
—¿Dejé alguna camiseta por casualidad? Estoy hasta la verga de las camisas y en la silla con la ropa limpia encontré solo uno de mis bóxers —Calem asintió, se sentó en la silla frente a la mesita en la cocina y entrelazó sus dedos.
—Hay un cajón en mi estante, ahí guardé varias cosas que vas olvidando, aunque admito que los dos pares de medias que dejaste directamente los robé, uno esta en mí cajón sobre el tuyo y los otros me los puse ayer —Stefan rió oyendo la descarada vida delictiva de Calem y cuando reaccionó entendió que su colega sexual inlcuso había separado un cajón para él.
Había un pequeño lugar en ese departamento, con un espacio, para él. Se sentía inusualmente bienvenido y aceptado, como si parte de él quedara con Calem cuando regresa a su gran casa y ese pensamiento inusual lo abrumó un instante.
Caminó a la cocina pasando detrás de Calem, abrió el agua fría de repente y humedeció bruscamente su rostro unas tres veces, Calem lo miró sin entender y se encogió de hombros.
En ello el timbre sonó y Calem caminó tranquilamente hasta la puerta, creyó que era su agradable vecino para devolverle un tupper que le había prestado y por ello siquiera pensó en vestirse apropiadamente.
—Buenos dí... as —La sangre desapareció de su rostro al ver a esas dos personas de pie frente a la puerta de su departamento.
Stefan pasó por detrás de Calem en dirección a la habitación: semidesnudo, lleno de rasguños, chupetones y marcas, el indiscutible resultado de una apasionada noche de sexo. Calem por su parte tenía el cabello revoltoso, una bata que no cubría para nada sus chupetones y marcas, una típica escena mañanera de una apasionada pareja que pasaron la noche juntos.
Calem cerró fuertemente la puerta en la cara de esas personas, en shock y pánico, congelado girando hacia Stefan de manera robótica.
—Y yo que me creía un bastardo por no abrirles a los religiosos que tocan mi puerta y tu vas y se las avientas en la cara —soltó un anonadado Stefan, con asombro y una risa contenida.
—Por favor corta los cables de la plancha y electrocútame, mátame ahora —balbuceaba y tomó a Stefan de su antebrazo.
—¿Qué? ¿Quiénes eran? —Los golpes en la puerta provocaron un sobresalto en los hombros de Calem y su mirada parecía haber perdido el alma, se sentía con un pie en la tumba.
—Mis... M-Mis...
—¡Oye hijo, abre, no seas maleducado! —dijo un hombre.
—Te vieron, todo enorme, sexy y desnudo. Este es el fin, listo, retomo mi salto de la ventana de ayer.
—"Sexy" eh. —Calem zamarreó fuertemente a Stefan y éste solo rió al verlo tan desesperado.
—¿¡Eso es lo único que escuchaste pedazo de cavernícola descerebrado!? —gritó en voz baja—. Dios, en dos días ya llené el cupo de pasar las peores vergüenzas del resto de mi vida, no puede ser peor, no, no... —Miró a la puerta y empujó a Stefan a la habitación.
—No se qué clase de cara de Peter Parker me viste, pero no pienso salir por la ventana, voy a caerme a la verga y romperme el cuello —informó y Calem gruñó bajito.
—Esto me pasa por remover el pasado, los invoqué de alguna forma, castigado divino por andar de puto contigo, Dios mío —enloquecía mientras Stefan gozaba ver su lado desequilibrado, incluso decía insultos y maldiciones.
—¡Calem Dagger! —La madre gritó enojada.
—Ese acento... Pero vaya, no solo eres de un pueblo, eres un chico del jodido campo ¡No lo puedo creer! De campo eh... ¿Es cierto que se cogen ovejas?
—¡No! ¡Ehuug!
—¿Gallinas? —continuó fastidiándolo.
—¡Ya! ¡No quiero esas imágenes mentales en mi cabeza, ya cállate! —Movió sus manos en señal de asco.
—Bueno, bueno... —hubo un breve silencio— ¿Entonces... con algún primo?
—¡Stefan! —Frotó sus sienes—. Cállate y vístete apropiadamente, si sales de esa habitación compórtate —amenazó sin gracia alguna, cerrando la puerta de a habitación y caminando hacia la puerta principal.
Acomodó su bata y respirando hondo tomó el picaporte, al abrir una castaña y pequeña mujer lo miraba con sus brazos cruzados y moviendo su pie de arriba abajo contra el suelo.
—Yo no te crié así de irrespetuoso, la ciudad te hizo un maleducado —refunfuñaba con indignación, luego de que su hijo la dejase afuera de ese modo.
—Lo siento, mamá, no quise hacer eso. —Les ofreció entrar con su brazo y tomó el bolso de Diana, su madre.
Su padre, Claudio, pasó en silencio, eso no era raro, un hombre de pocas palabras, bastante calmado y sereno. Por otra parte Diana era todo lo contrario, más habladora y abierta, sociable y más efusiva al hablar.
Una vez dentro ambos miraron a ambos lados, claramente buscaban al enorme sujeto que vieron minutos atrás y su interés era indisimulable.
—Esta en la habitación —afirmó Calem, con un ligero temblor involuntario en su pierna.
—Oh, ejem, vaya, vinimos a visitarte un momento y no creímos interferir con tu novio —dijo Diana, casi codeando a su esposo, se notaba la rara emoción en su voz.
No era ni alegría extrema ni rechazo, sorpresa en su estado puro. Ellos creían que Calem nunca tendría tiempo suficiente para tener pareja, tampoco era muy interesado en esos asuntos de joven, de hecho él dijo que era gay a la corta edad de diez años, una noche familia mientras veían una película, salió del clóset luego de la escena del beso, al son de "me gustaría besar al chico, no a la chica".
Luego de eso hubo muchas charlas, largas y extensas charlas, poco a poco entendieron que Calem no estaba confundido o pasando una etapa, realmente le atraía el cuerpo masculino y no el femenino. Sin contar que su hermano mayor enfrentó a sus padres con él, apoyó y se sentó a su lado en cada conversación, oyendo, apoyando y acompañando a su valiente y decidido hermanito menor.
Para personas que vivían en un pueblo, donde todos se conocían y sus valores eran más tradicionales y anticuados, esto fue todo un shock.
Tanto así que Marc, siendo un adolescente, creyó que rechazarían a su hermano, amenazando a sus propios padres de dejar la casa e irse a vivir lejos con Calem si ellos no intentaban entender la situación y solo pensaban adoptar una postura ignorante que dañase al pequeño Calem.
Dos adultos tradicionales, leyendo en internet, entrando en foros, comprando revisitas, buscando películas y documentales sobre la comunidad LGBT+, eso fue un esfuerzo increíble, pero llegaron a entender un poco que no había de qué preocuparse.
Aunque sus mentes tenían un estereotipo algo rígido de cómo eran los chicos gays, con el tiempo olvidaron por completo eso, Calem no era para nada como supusieron sería, no todos por ser homosexuales tenían los mismos modismos o comportamientos.
Sin contar que no era un joven sexual, enamoradizo o con lívido al igual que sus hormonales compañeros de escuela, independiente de sus sexualidades, a Calem solo le gustaba la adrenalina y el desastre, siempre viviendo al límite.
Ahora, al verlo con un atractivo y musculoso hombre, creyeron instantáneamente que era su pareja y querían conocerlo.
Calem no deseaba mentirles, pero tampoco quería reforzar los estereotipos que sus padres podrían hacer de él como pensar que al ser gay era promiscuo, que muchos adultos ignorantes solían pensar. Pero tampoco podía explicar su atípica relación "únicamente sexual", como ellos se decían.
Como si estuviese coordinado, Stefan salió de la habitación con una sudadera negra y su leggings gris.
La cara de Calem era tan estupefacta que Stefan casi suelta una carcajada solo de verlo, pero decidió contenerse.
—Ohh, ejem —Diana aclaró su garganta y le extendió la mano a modo de saludo—. Mi nombre es Diana, soy la madre de Calem y él es mi marido, su padre.
—Y sí, ni modo que sea hijo del lechero —masculló siendo oído por Calem, que estaba a su costado y éste lo pisó con fuerza— ¡Hey!
—Lo siento, creí que vi una cucaracha rastrera y vulgar, mi error —rechinó sus dientes y ambos padres vieron extrañados al atípico par.
—¿Por qué no nos dijiste que tenías novio, Calem? —preguntó ella, con un tono de voz algo decaído.
El joven miró hacia la nada y tomó la mano de Stefan.
—Stefan es un hombre tímido —contestó rápido y seco, provocando que Stefan se atragantara con su propia saliva.
—Ya veo, ser gay también es difícil en la ciudad —pensó en alto Diana y su marido asintió algo preocupado por su hijo menor.
—¿Lo estás haciendo bien? —preguntó el hombre con calma y se sentó frente a la mesita de centro.
Calem les preparó una bebida a sus padres y se sentó junto al divertido y curioso Stefan, que parecía disfrutar el pánico de Calem y deseaba ver hasta dónde se extendería esta cómica situación.
Tomó con cierta inquietud su té, siendo seguido por la mirada de sus padres.
—Hijo... ¿Estás bien, verdad? —preguntó Diana y Calem asintió—. Nunca vas a visitarnos o a Marc. —Sus ojos perdieron el brillo escuchando ese nombre y Stefan dejó su taza sobre la mesa.
—El trabajo es muy demandante —afirmó Calem—. Intentaré ir en vacaciones —sonrió duramente y toda la situación comenzó a parecerle muy personal a Stefan, sabiendo que oiría cosas que no debería.
—Con permiso —Stefan desenvainó su abanico de buenos modales que solía usar en contratos o acuerdos formales al trabajar y se dispuso a irse.
—Puedes regresar a casa —comentó su madre y automáticamente el rostro de Stefan se giró en dirección a Calem, que no estaba sorprendido por la oferta—. Podemos ayudarte, no tienes que hacerlo todo solo y en un lugar como este. —Miró el viejo y destartalado departamento de Calem, con tristeza y esperanza que aceptase su ayuda.
—Madre... ya lo hablamos, no es un capricho, es lo que soy ahora, estoy bien por mi cuenta. —Su esposo tomó su mano y la preocupación era palpable en Diana.
—¿No te sobreesfuerzas, verdad? Nunca nos das malas noticias, nosotros somos tus padres, puedes contar con que estaremos ahí para ti. —Observó en dirección a la ventana e hizo una mueca— Un lugar tan ruidoso y con un aire tan pesado como el de la ciudad, ¿No extrañas el pueblo? Ciro te extraña —continuó.
—No es algo que quiera discutir hoy, no ahora, madre —La miró implacable y ella no se daba por vencida.
Creía que su hijo cada año tomaba más distancia de su familia y no quería perderlo o ser de esos padres que ni conocen a sus hijos, llegar y verlo en pareja le replanteó estar siendo padres muy lejanos e incompetentes.
Miró su pierna y notó que su prótesis era la misma que hace tantos años y ya estaba bastante gastada, frunciendo sus labios.
—Podemos ayudarte a conseguir la prótesis que deseas, no necesitas trabajar tan duro en esa demandante empresa, podemos... —Stefan la interrumpió, no pudo contenerse más.
—Calem es un miembro muy importante dentro de la compañía, no solo se esfuerza, él hace todo con excelencia, en tiempo y forma. No lo han visto en su trabajo, porque sino no querrían arrebatarle su preciado puesto en Sovereign, este chico ama estar allí y su independencia. No lo menosprecien solo porque quieren cuidarlo, él no es tan frágil como suponen —sentenció serio y con temple firme, volviéndolo sumamente atractivo con esa postura dominante y profesional.
Calem quedó estático y sorprendido, por un momento todo su cuerpo vibró por el aura tan fuerte e imponente que desprendía su colega.
Sus padres también quedaron unos segundos en silencio y asintieron lentamente.
—Ya veo, entonces lo estás dando todo de ti, eso habla bien de ti como hombre —habló su padre y miró a Stefan seriamente— ¿Trabajan juntos?
—En diferentes pisos —aclaró Calem y el hombre asintió.
—Parece bastante... maduro —respondió Claudio y Calem miró con incredulidad la maliciosa sonrisa de Stefan.
—Me imagino —murmuró y su madre vio en su dirección—. Claro, eso me enamoró —dijo y Stefan podía prácticamente saborear la ironía en su voz.
—¿Y a ti? ¿Qué te gusta de nuestro hijo? —inquirió la mujer, curiosa y emocionada, era su primer yerno y no sabía bien qué hacer o preguntar primero.
Stefan, reacio a hablar de sentimentalismos y temas personales, se encontraba en una mala situación, pero la mirada de Calem aparentemente pacífica le decía claramente "por favor no me dejes solo en este barco" y de pie junto al sillón rascó su nuca.
—S-Stefan es bastante tímido, mamá —masculló, queriendo cortar el interrogatorio y temiendo que la vulgar respuesta de Stefan fuese "su delicioso culo".
—Cielo es una pregunta súper simple, solo quiero saber qué es lo que más le gusta de ti —insistió dando un sorbo a su té.
—No es una pregunta simple —comentó rihido, como si se atoraran las palabras en su garganta—, porque son muchas cosas en realidad. —finalizó y miró de costado al joven en cuestión.
El rostro de Calem enrojeció de repente, creía saber que lo dijo para cubrir su mentira, pero sonó tan convincente que lo invadió el nerviosismo y froto sus manos sobre la bata.
Stefan caminó hasta la habitación y tras cerrar la puerta se sentó sobre la cama, sujetando su cabeza con ambas manos y respirando hondo. Por un momento casi expuso sus emociones y sintió pánico, escapando finalmente de la situación.
—Vaya, sí que es tímido —rió Diana, complacida—, pero es tan atractivo, como esos actores que veíamos en telenovelas, no, no, más que eso, como actores de Hollywood. —Lo felicitó con emoción y su padre negó varias veces con la cabeza.
—Ya, ma, que vergüenza. —Movió su mano en señal de que parase y rió avergonzado.
Stefan salió de la habitación cambiado y listo para huir, siendo acompañado por Calem hasta la puerta.
Sus padres lo despidieron con la mano y tenían sus ojos más que puestos sobre ellos dos, no disimulaban ni siquiera un poco la idea de ver el beso de despedida.
—Ejem, bueno, nos vemos —sentenció Calem y casi que lo empujó fuera del departamento, antes de cerrar la puerta Stefan se acercó a él y apoyó su gran mano en la mejilla del enrojecido joven.
—Me debes una muy grande por esto —susurró y acortó, aparentemente, toda distancia entre sus rostros.
Según la perspectiva de Diana y Claudio, ellos compartieron un romántico beso.
Obviamente eso no iba a suceder, Stefan había colocados los dedos de su otra mano sobre los labios de Calem antes de "besarlo" y cubrió la farsa con su otra mano sobre su mejilla. Milagrosamente funcionó, ambos padres parecían muy complacidos por la feliz y armoniosa vida en pareja de su hijo menor.
De ese modo Calem se sintió más tranquilo de no tener que involucrar a Stefan en más asuntos familiares y terminar espantándolo todavía más. Pero no pudo evadir las miles de preguntas que surgieron sobre su amorío, agradeciendo internamente que se centraran en eso y no en hablar de volver a su antigua casa o sobre Marc, temas que no le agradaba retomar.
El bello lunes llegó sin apuros y luego de un reparador fin de semana los trabajadores se encontraban con sus ánimos renovados.
Sobre todo dos en particular, encerrandos dentro de un pequeño armario a la hora del almuerzo.
—Tú no... Es decir ¿Continúas sin querer nada serio con alguien? —inquirió Calem.
Estuvo pensando en todo lo sucedido en su casa, cómo Stefan podía incluso caerle bien a los padres de los demás si lo intentaba. Entonces, con esa lógica en mente, dedujo aue si se lo proponía también podía cautivar el corazón de alguien y tener una relación seria si lo deseaba.
—Claro que no. Que pérdida de tiempo. —Al parecer no lo deseaba.
—Seguro te rechazaron y eso te hizo todo arisco. —El brillo en los ojos de Stefan se disipó a medida que miraba hacia la nada y Calem notó su error.
—No. Ese no fue el problema —confesó, con su voz áspera y cortante.
Calem lo notó al instante y quiso sacar a su enigmático colega de ese recuerdo tortuosos que parecía estarse repitiendo en su mente.
—Es porque vas muy rápido, como que impacta tu forma de "coquetear". —Cambió exitosamente el rumbo de la conversación y sonrió internamente al llamar la atención de Stefan.
—No intento coquetear, solo quiero sexo y así me lo dan. —El plan de Calem funcionó y suspiró aliviado internamente, hasta quería chocarse los cinco él mismo.
—Pero, si trataras... A ver ¿Cómo me seducirías? Imagina que ambos estamos en un bar. —Tomó una pose atípica a la usual y le sonrió falsamente, fingiendo ser alguien más.
—Esto es putamente tonto —susurró y Calem le pegó—. Ya, bien... —Seq acercó y humedeció sus labios.
—Hola —dijo el menor y lo miró hacia arriba.
—Hey ¿Quieres folla... —calló cuando Calem le pegó en el estómago— ¿¡Qué te pasa!?
—¡Sé sutil! Despacio, una charla civilizada, media hora aunque sea, hombre. Ve lento.
—Quizá soy... tal vez voy un poco rápido, puede ser —recapacitó, sin remordimiento alguno.
—¿"Un poco rápido"? Me pediste tener sexo a minutos de conocerme y por lo que veo es así con todos. Una bala va más lento que tú.
—Pero casi el 90% del tiempo aceptan —Lo miró de manera acusatoria, como si dijese "ejemplo número uno de que mi táctica es efectiva".
—Pero porque seguro tienen algún problema emocional. —Le enseñó el dedo medio—. O porque estás bueno, no cualquiera dejaría ir la oportunidad de tener sexo aunque sea una vez con alguien como tú. Eres como... ¿Un premio a presumir?
—¿Tratas de herirme? Porque no me interesa, yo no veo a la gente como trofeos, solo quiero tener sexo, descargar un poco, ya sabes, liberar.
—El sexo no existe solo por esa razón, es como la parte más insignificante del sexo —comentó ilusionado.
—Ay por favor, consejos sexuales de un virgen —dijo fastidiado.
—Ex —aclaró Calem.
—De todos modos no jodas, ya sé a dónde va esto, y no vayas a decir "amor" porque me reiré en tu cara.
—Conectarse... Es como el punto máximo de unión entre dos personas. —Unió sus manos y entrelazó sus dedos— Sentir su piel, el corazón agitado, su respiración, su deseo y todos esos sentimientos al límite... Y sí, el amor también, es la manera en la que te entregas por completo a alguien más.
—Eso es todavía peor.
—¿Qué?
—Puede que a algunos les guste la idea de "darle todo a otra persona", pero eso es estúpido, se nota que nunca los... —suspiró— Nadie inteligente haría algo así.
—El amor no se caracteriza por volver inteligente a las personas, precisamente. Pero, algún día me gustaría experimentar esa forma del sexo.
—Lo sabía, eres masoquista.
Stefan estaba celoso, molesto porque Calem quisiera experimentar con otro lo que a él le estallaba en su pecho y no podía expresar. Siquiera lo tomó como un "quizá", como algo hipotético, haciendo que Stefan comenzara a dudar si era por el contrato o si Calem realmente nunca sintió o sentiría algo real por él.
Si lo pensaba cuidadosamente, un vago recuerdo le trajo a su mente aquélla vez donde estaban viendo una película y Calem mencionó que jamás lo querría para una relación seria, decayendo todavía más su iniciativa de exponer sus emociones ante su colega.
—No se puede razonar con una bestia —rodó los ojos y algo dentro de Stefan hizo combustión, Calem no sabía de lo que habla y lo peligroso que era ese deseo ingenuo de "amor verdadero" que anhelaba.
—Eres un jodido infantil, contigo es con quien no se puede hablar, todo es color de rosas para ti, puto infantil de mierda.
Los interruptores de paciencia se apagaron en el cerebro de Calem y apretó la quijada.
—Mi vida no fue perfecta y color de rosas, no te sientas el único que la pasó mal o que tiene problemas más importantes por resolver solo porque alguien te dejó o algo así. —Se cruzó de brazos y los ojos de Stefan se oscurecieron hasta verse casi negros, dentro de ese pequeño armario.
—Dime, sabelotodo, ¿cuánto te hicieron mierda emocionalmente? No hablo de problemas familiares, sino de algo más intenso. ¿Cuándo en tu puta vida sentiste tanto por alguien que dejaste que te hiciera cualquier cosa? Saber que harías todo por un hijo de puta mentiroso que tomó tu confianza y la hizo añicos contra el suelo, sin importarle nada, hasta el punto de querer morir, repentinamente y sin aviso. ¿Cuándo deseaste desesperadamente nunca haber conocido a alguien porque recordarlo dolía como el infierno? No poder odiarlo a pesar de todo y sentirte utilizado, tan... miserable —estalló y llevó una mano a su rostro, calmándose como pudo.
Había perdido la cuenta de cuándo fue la última vez que había perdido la compostura así y su último recuerdo de algo así fue en el instituto, muchos años atrás.
—Eso es... —rió un poco desequilibrado— Es muy jodido, estoy muy jodido —admitió, despeinando su propio cabello y suspirando—. Olvida lo que dije.
Quiso irse y fue detenido con fuerza por Calem. Se acercó a pesar de verlo inquieto y acomodó su camisa, descendiendo por su pecho con suavidad, dejando un suave camino de caricias con sus manos, hasta retirarlas gentilmente de ese gran cuerpo.
—Lo siento, tienes razón, nunca experimenté algo así. Pero, por eso no me asusta hacerlo, antes de mi accidente no me daba miedo subirme a una motocicleta, a la mayoría no les asusta y no los culpo, pero yo ahora no puedo acercarme a una porque tiemblo sin parar —rió sin gracia—. Ya lo has dicho, ambos estamos algo jodidos. No quise ser tan desconsiderado, lo siento.
—No es tu culpa, no es como si supieras realmente lo que me pasa.
—Porque no te gusta hablar de ello —espetó con fuerza—, pero no por desinterés de mi parte, yo sí quiero saber, saberlo más... o todo. —Se animó a decir, con sus manos y ojos empuñandos.
Conocer una parte del corazón de Stefan, oírlo tan herido y expuesto, que fuese profundamente honesto en un estallido de emociones repentino, fue como un trago de agua luego de días en el desierto árido.
Una probada de lo que tanto deseaba Calem de manera inconciente: conocer realmente a Stefan, inlcuso las partes que odiaba de sí mismo.
—Sigue sin gustarme hablar de eso —contestó y nuevamente la enrome muralla apareció.
Pero Calem no iba a permitirlo y colocó una pequeña ventana antes de que se cerrara por completo.
—Esta bien, cuando quieras hacerlo estaré aquí, no me iré a ningún lado y esperaré, no necesitas presionarte, lo entiendo —finalizó, tomando la mano de Stefan.
Hubo un breve silencio y Calem sonrió con calma, esperanzado con ver la sonrisa de Stefan.
—Cuando estamos en los armarios siempre estás alegre, es porque soy genial y te hago inmensamente feliz aquí, así que no cuadra tu aura de desánimo en este lugar. —Movió sus manos a modo de exorcismo de las malas energías.
—Dentro de los armarios siempre vamos a follar ¿Quién estaría triste así? —ironizó y Calem le dedicó una mala mirada, haciéndolo reír sin querer.
Finalmente le regaló una sonrisa y el pecho de Calem se estremeció, percatándose que deseaba desesperadamente verlo bien.
—Neandertal —dijo divertido, casi separando en sílabas y guardó silencio encontrándose con una profunda mirada en Stefan.
—Sabes... mis peores momentos los he pasado dentro de espacios pequeños.
Calem ladeó su rostro, en busca de comprender qué quiso decir con eso.
—Ahí me escondía. Me alejaba de los demás. Destruí mis sueños dentro de pequeñas paredes. Pero ¿Sabes? No es... —Rascó su nuca—. No así desde que te conocí, es decir, aunque solo sea sexo es... el mejor sexo. Me siento bien. Todas las veces que estamos dentro de armarios, siempre que estás conmigo, se siente bien. Al parecer son ahora más experiencias buenas que malas dentro de lugares pequeños y... bueno, a lo que iba es... Joder. Que eso, que gracias por eso, supongo.
Calem saltó sobre Stefan y comenzó a dejar besos en su cuello y acariciarlo con su rostro.
—El primer día que te vi aquí dentro, pensé que solo eras una bestia sin sentido de la sutileza y un completo degenerado...
—¿Pretendes comenzar una pelea la puta vez que estoy siendo algo cordial? Enano hijo de...
—Alguien superficial —continuó—, como esas personas que caminan vacías por el mundo, que dejaron pudrir su mente ¿Entiendes a lo que refiero? Esa gente con la que no se puede tener una conversación real, confiar o hablar de algo profundo. Parecías vacío como persona, como si fueses un cascarón sin nada dentro... Jamás estuve más feliz de haberme equivocado. Hay tanto de ti. Tantas cosas, que es como si estallaras frente a mis ojos y todo en tu interior fuera intenso como tu forma de tener sexo.
Lo abrazó más fuerte y Stefan estaba atónito. Nadie le había dicho algo semejante a eso.
A excepción de su familia cercana, alejaba a cualquiera que mostrase interés, por eso no lo conocían lo suficiente como para ver lo profundo que era su frágil corazón. Lo hondo que había querido ocultar sus emociones, detrás de tanta hostilidad.
—Cada vez que hablas de ti me emociono tanto ¿Soy raro por eso, verdad? Es que me asombras, siento que es un privilegio conocerte y saber quien eres realmente, porque tu exterior es tan duro que no puedo creer cuando eres sincero. —Se irguió y colocó su mano en el centro del enorme pecho del mayor— ¿Por qué escondiste todo lo bueno en un lugar tan profundo y oscuro? Duele ¿No es así? —Stefan palideció e inmediatamente después un leve color carmesí tiñó su rostro.
Optó finalmente por no emitir sonido ante la sorpresa y quedó inmóvil por completo, todo su interior le gritaba que huyese ahí mismo, que se fuera y detuviera el desastre que se estaba avecinando.
Pero frunció su ceño repentinamente, estaba harto, cansado de sí mismo y de estar estancado en esa situación, no quería callarse y escapar más, no de Calem.
Ese joven había ido más allá de lo que debería, de lo que nadie debería, porque a Stefan le aterraba volver a sufrir. Saborear la traición y la angustia de primera mano. Pero algo dentro de sí estuvo creciendo durante cada pequeño momento vivido con Calem y no quería rendirse con él, con ellos.
La ventana que abrió Calem en las murallas de Stefan no sería fácil de cerrar y poco a poco comenzó a abrirse con él.
—Yo... —habló, cargando una atípica serenidad—. No sé cómo llevar relaciones normales con otros, es evidente, eso pasó porque durante mucho tiempo odié haber confiado en alguien ciegamente.
—Creo que entiendo a lo que te refieres, a veces la vida nos golpea tan duro que... se vuelve complicado lo que antes era simple.
Stefan abrió un poco sus ojos, notando la empatía y entendimiento en Calem, de nuevo se sintió tranquilo con él, animándose a continuar hablando, cansado de no poder confiar en nadie, estaba harto de esa soledad disfraza de libertad.
—Mantengo alejadas a las personas, rechazo y soy reacio a aceptar sus emociones y sentimientos, pero eso no quiere decir que no pueda verlos, lo hago. De la misma forma también puedo ver claramente mis sentimientos, aunque no quiera aceptarlos, sé lo que ocurre conmigo.
—No comprendo...
—Calem, ¿puedes ver tus propias mierdas emocionales? ¿Oyes lo que dices? ¿Acaso eres tan poco conciente de ti mismo o no sientes nada?
—¿Sentir qué? —Calem llevó una mano a su pecho y su rostro palideció ligeramente.
«Estoy bastante cabreado por no avanzar, creía que estaría bien como estábamos, pero me sabe a poco, necesito más y que yo lo diga... es difícil. Aún así estoy intentándolo, quiero saber qué piensa o quiere Calem, quiero oír qué siente, qué es lo que realmente desea de mí y que sea conciente de lo que dice.» pensó Stefan, con su corazón acelerado, intentando mantener la compostura y no ceder ante su deseo de mandar todo al diablo y no involucrarse tanto.
Pero ya era tarde, no había forma de estar más involucrado y metido hasta el cuello de lo que ya estaba, lo sabía, le temía a lo que podría pasar, pero ante cualquier duda algo en su interior decía claramente "Si es Calem, todo estará bien, de alguna forma conseguiremos hacerlo funcionar."
Stefan miró de manera tajante y decisiva a su compañero sexual, su expresión no daba lugar a dudas, a balbuceos o divagaciones, lo acorralaba sin la necesidad de mover un milímetro de su cuerpo, como era de esperarse de la imponente familia Diederich.
—Me siento... bien cuando estoy contigo, tenemos sexo o hablamos, así me siento —dijo, respondiendo de manera evasiva y poco concluyente la pregunta inicial.
Stefan se acercó más, tomó el cuello de Calem y subió hasta su barbilla, donde levantó su rostro hasta el suyo.
—¿"Bien" cómo? —continuó.
Calem respiró con dificultad, pero no retrocedió.
—Como tú, supongo ¿Te gusta estar conmigo? —Stefan levantó una ceja y Calem frunció las suyas—. Porque si estás intentando cortar nuestro acuerdo de esta manera ambigua y poco clara no te dejará hacerlo, tendrás que rechazarme fuerte y claro y tampoco me rendiré así de fácil. —Lo tomó de la camisa y se irguió.
Enfrentó sus decididos ojos miel con esas dos esmeraldas que brillaban con impaciencia.
Su actitud hizo sonreír a Stefan, una sincera y algo irritada sonrisa, fue derrotado antes de siquiera empezar a pelear. Cayó dura y locamente por ese enano aguerrido frente a sí. Tanto que no le importaba nada más, sus miedos parecían absurdos y superables con ver la cara decidida de Calem.
Su trauma era algo que no estaba listo para enfrentar, todavía se sentía lejos de poder besar a alguien, pero la idea de confiar en Calem no le desagradaba, de hecho no era algo que estuviste bajo su control a estas alturas, cuando Stefan se enamoraba, lo hacía sin medir consecuencias: ciegamente, sinceramente y peligrosamente.
Fijó su atención en el pequeño cuerpo de Calem, suavizando su mirada, para luego llenarse de lujuria.
Si no podía llegar a él a través de palabras, lo haría con su cuerpo, con cada milímetro de su piel.
El sexo fue intenso y lleno de emociones contenidas, el tacto de Stefan se sentía cada vez más personal, las caricias de Calem como si quisieran acaparar toda la atención de ese hombre.
Mientras más tiempo juntos compartían, más entendían que sus cuerpos sentían algo mucho más fuerte que simple deseo, un sentimiento que escapaba del control de ambos y les costaba ocultar de sí mismos.
Estando aún dentro de calem, luego del sexo, se quedaron abrazados sin ningún motivo. Stefan sentado sobre un pequeño mueble y calem sobre éste. Se acurrucó en su pecho y dejó pequeñas caricias, del mismo modo que Stefan hacía en esa pequeña espalda.
Cuando quiso levantarse Calem lo retuvo tomando su brazo.
—¿No quieres que salga? —inquirió complacido y asombrado.
—Si lo haces tu... Esto... Eso caerá en el piso.
—Mi semen.
—Sutileza —gruñó Calem por lo bajo.
—¿Aprobaste bióloga, androide? Se llama "semen", no "sutileza" —dijo, llevando una mano a la tensa entrada de Calem, la cual absorbía casi completamente su grueso miembro.
—No estoy de ánimo para tu sarcasmo infantil, no sé que ocurre conmigo me siento adormecido, pero ni tu vulgaridad hará que desaparezca esta sensación, fue tan bueno... —susurró esto último con rubor en sus mejillas.
—Te gusta que esté dentro de ti. Esta claro.
—Eso... Solo un poco...
El corazón de Stefan se detuvo por unos segundos y contuvo la respiración.
—Eres... todo un degenerado.
—T-Tú peor. No finjas que no te gusta.
—Me encanta. Jodidamente. —Lo abrazó con fuerza, ejerciendo presión también en su parte baja, contrajo sus músculos y eso provocó una gran presión alrededor del miembro de Stefan.
—Ahh... No te muevas t-tanto.
—Joder, me estoy poniendo duro otra vez —siseó, besando el cuello de Calem.
El joven estiró su cabeza hacia atrás, dándole paso a que hiciera lo que deseara. Últimamente parecía más deseoso que al inicio de su rara relación, como si ya no le bastase un pequeño y corto encuentro a la hora del descanso, unas pocas veces a la semana. Cada vez era más codicioso y egoísta con Stefan, lo quería más tiempo, más cerca, más suyo.
—Ya es hora. —En esta ocasión fue Stefan quién dijo esa frase.
No iba a interponerse entre él y sus deberes, porque ese chico amaba su trabajo y sabía que Calem se culparía a sí mismo si por sus deseos sexuales perdiera de vista sus responsabilidades o tuviese que hacer tiempo extra.
Por otra parte, Calem estaba demasiado cómodo entre sus brazos y no dio señales de querer moverse.
—Solo un poco más, todavía hay tiempo... —Lo apretó con sus pequeñas manos y el corazón de Stefan casi se detuvo.
Al pasar el tiempo, Calem respiró hondo en el cuello de Stefan, queriendo conservar un poco de ese esquisto aroma y su contrario notó ese sutil y adorable gesto.
Besó sin pensar su frente y Calem cerró sus ojos gustoso, inconcientemente adoraba ser consentido por ese hombre.
—Es muy poco, podrías ir a mi casa los fines de semana o al salir del trabajo ir yo a la tuya más seguido, para tener sexo como es debido —ofreció Stefan de manera casual.
Calem asintió y sonrió enternecido por ver la iniciativa de Stefan.
Finalmente llegó lo inevitable y tuvieron que tomar distancia. Por mucho que lo desearan, Calem no iba a arriesgar su trabajo, después de todo estamos hablando de él, un adicto a trabajar.
Stefan salió lentamente del interior de Calem y vió el líquido blanquecino escurrir por sus muslos.
—Ah-Ahm —gimió fruciendo sus labios y respiró hondo, tomando varias toallitas húmedas para limpiarse.
—Estas mierdas son geniales, necesito comprar una tonelada así puedo ensuciarte todo lo que quiera —advirtió viéndolo limpiarse y Calem rió por lo bajo.
A Stefan esa vista le pareció demasiado erótico, estaba a pocos centímetros con su cabello alborotado, acomodando delicadamente el cuello de su propia camisa, abotonado uno a uno cada botón de dicha prenda y ocultando las marcas de su encuentro bajo la tela.
Levantó la barbilla de Calem y guió su rostro hacia el suyo, casi tocando sus enrojecidos labios.
—N-No tan cerca —susurró Calem, como si estuviese conteniéndose a sí mismo para no acortar la distancia entre sus bocas.
—Aunque no te he besado ni una sola vez, tus labios están hinchados y enrojecidos —dijo con su voz ronca y altanera, tocando el labio inferior de Calem con su pulgar.
—Cuando creo que dejaré salir mucho mi voz, los muerdo, supongo que deben verse mal ahora.
—Los agrietaste y rasgaste —Presionó su dedo en esa zona y una mueca de dolor y enojo apareció en esa pacífica cara entre sus manos.
—Hijo de... —Stefan parecía tan concentrado y perdido viendo la boca de Calem, que todo el enojo del pequeño despareció gradualmente—. Debería usar bálsamos o algo...
Enrojeció hasta sus orejas en el instante que sintió algo húmedo en su adolorido labio. Stefan había deslizado su lengua por la zona que se veía más dañada y apetecible, deseaba curarlo y al mismo tiempo le consumían las ganas de ser él el causante de ese dolor en los labios de Calem, besarlo y morderlo hasta que le doliese de placer.
Pero luego de hacer un mínimo contacto con su lengua sobre ese suave lugar, creyó tener el coraje para besarlo, pero al pensar en hacerlo comenzó a experimentar las mismas malas sensaciones y pensamientos de siempre.
Sus músculos se tensaron, se irguió y tomó distancia como si de un leproso se tratase.
Calem estaba aturdido, estático, acelerado y con sus neuronas trabajado a toda marcha en un intento por entender lo sucedido. No daba crédito a esa iniciativa en Stefan y por un segundo sintió que sería besado por él.
—Oye y tú... ¿Cómo sigues con eso de encontrar pareja? —preguntó Stefan, distrayendo la atención de Calem hacia otro asunto.
—Pues, nada aún...
—Ya veo.
—Sigues con tu postura de nada de relaciones serias, pero... —Tomó aire, temiendo encontrarse con una de las impenetrables murallas de su colega— ¿Por qué no? —finalizó con coraje y poca fe—. Si quieres contarme, claro...
—"Por qué", dices...
Calem nunca prestó tanta atención a algo en su vida como a cada palabra que salía de la boca de Stefan en ese momento.
—En el caso de que sí quisiera y admitiera (cosa que no es así) pero si admitiera que deseo mucho pedirle a alguien que saliese conmigo... Yo no sería suficiente para esa persona, porque hay cosas que no puedo hacer y no puedo ofrecerle "todo de mí".
—¿Hablas de besar? —Stefan asintió desganado— Pues él o ella se lo perderá. —Calem enderezó su espalda, tomándolo por los hombros y mostrándole su mirada más decidida— Eres increíble y cualquiera que no lo vea por algo como "besar" puede irse a la mierda. Eres genial, bestia y todo.
—¿Tú lo harías? —preguntó de improvisto.
—¿Qué? —Cuestionó Calem, algo desalineado por el reciente encuentro.
—Salir conmigo. —El rostro de Calem quedó en blanco de repente.
—¡Stefan Diederich! —Un grito imponente y fuertes golpes en la puerta del armario sobresaltaron a ambos hombres dentro.
—Joder —maldijo Stefan y Calem clavó sus ojos en él, consternado.
—¡Sal en este instante! —La persona del otro lado sin duda sabía que estaban allí y no pensaba irse.
—¿Q-Quién es? —inquirió tiritando.
—Mi estúpido hermano —dijo Stefan con normalidad.
—Espera... ¡Qué?
Diez mil palabras ö
Ahora es cuando desaparezco por un mes, bye, la honestidad ante todo jajaja
Mis estudios me consumen el alma, pero soy feliz de poder compartir lo que escribo con ustedes, muchísimas gracias por leer, los amo♥
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