Arrepentimiento en el armario.
Narrador omnisciente.
Calem se encontraba de regreso a la oficina, todavía frotando sus ojos para eliminar cualquier rastro de lágrimas, no se sentía listo para pedirle disculpas a su jefe por no asistir a la reunión.
Pero levantó la cabeza, encontrándose con la mirada confundida de sus compañeros hacia él.
—¿No deberías estar en la reunión con los jefes de relaciones públicas? —preguntó Clara y el color desapareció del rostro del joven.
—Duró más de lo previsto... ¿Saliste antes? —cuestionó Camila, Toby levantó ambas cejas curioso y Tamara acomodó sus gafas todavía con unos papeles en su mano.
«¡Creí que ya había acabado!» pensó en pánico, miró su móvil descubriendo el mensaje que le envió con anterioridad su jefe y Samantha indicándole en qué sala de reuniones estarían.
Se giró sobre su talón hacia el pasillo por dónde vino y prácticamente corrió el trayecto al ascensor y la sala de juntas correcta, exigiéndole demasiado a su agotado cuerpo.
Se le hacía eterno el minuto que tardaron las puertas del mecanismo en abrirse y ya frente a la sala pudo ver a través del cristal cómo todos dentro ya se habían ido, a excepción de Samantha Fox que continuaba dentro acomodando unos papeles que recogió de esa gran mesa...
En realidad ella solo estaba haciendo tiempo, ya que no podía irse tranquilamente porque su jefe, el señor Vaughan, estaba frente a la salida siendo regañando por nada más y nada menos que el temible CEO de la empresa.
Parecían estar discutiendo de algo importante y grave, por lo que no quería siquera pasar por su lado y ella prefirió hasta limpiar los cristales antes que interponerse entre esos dos y su aura tan atemorizante.
Cuando el CEO divisó a Calem frunció sus cejas en una leve interrogativa y con esa misma postura de superioridad le dijo una última cosa en el oído a Vaughan, haciendo a éste apretar los puños.
Christopher caminó imponente pasando por el costado del menor frente al ascensor y no podía procesar el hecho de que ayer mismo había jalado la corbata de alguien que parecía cargar el infierno sobre sus hombros.
Tan frío que incluso el aire a su alrededor se sentía congelarse y Calem infló su pecho, porque podía ser intimidante, pero él no iba a acobardarse.
Una vez que las puertas del ascensor se cerraron, liberó el aire contenido en sus pulmones y sus ojos se encontraron con los de su tan adorado jefe.
Caminó rápido hasta Vaughan, ignorando todo tipo de dolor, con una mirada culpable por haberle fallado y sintiéndose el responsable de lo que sea que haya salido mal en esa junta.
—S-Señor, lo siento, tuve un inconveniente y... —se disculpó y por primera vez vio una peculiar expresión en ese armonioso rostro: enojo y frustración.
No sabía si era dirigido a él, a la situación, al hermano mayor de Stefan o algo externo, pero estaba ahí.
Cuando esos pacíficos ojos cargados de negatividad lo observaron, parecía escudriñar en su interior y ahondar en todo lo malo que había sucedido minutos atrás con su colega sexual.
—No era tu obligación asistir... —habló neutral, deseando que Calem no distinguiera lo rota que salió su voz al final de la oración, carraspeando la garganta y frunciendo sus cejas antes de tomar el puente de su nariz en un vano intento por calmarse.
«Ellos son mis empleados, mis problemas personales no pueden afectarme al punto de interferir en mi desempeño laboral. El maldito de Diederich tiene razón: mis empleados dependen de mí, si sigo así, tendré que ceder...» pensaba el mayor con su entrecejo fruncido.
Se sentía acorralado, desde todos los ángulos.
«Si no logro recomponerme, no tendré opción más que pedir días libres... Pero eso le daría la razón a ellos, admitiendo que no puedo sobrellevar la situación en sí... No puedo flaquear ahora. Ella depende de mí, no puedo darme el lujo de ceder ante mi inminente fracaso en la corte, no puedo perderla» la mente de Vaughan era un verdadero caos mientras su exterior solo lo mostraba levemente frustrado al presionar sus labios de manera bastante atractiva.
Si algo sabía hacer majestuosamente bien Gin Vaughan, era no mezclar su vida privada con el trabajo... y ahora estaba fracasando en ello, sin poder sacar de su mente el hecho de que podría perder a la persona más importante en su vida.
No lograba desconectar su "yo personal", de su "yo laboral" y tomó varias respiraciones profundas.
—Señor... —susurró Calem, desconcertado por la atípica postura y mirada en su jefe.
—Fue mejor que no estuvieras allí —finalizó mordaz y apartó sus pupilas, haciendo una mueca de resignación con sus labios.
Ahora Calem no solo estaba agotado físicamente, sino que en cuestión de pocas horas ya no tenía reservas de fuerza mental y casi rompe en llanto, afortunadamente logró retener su angustia dentro de su pecho.
Los problemas en la vida de Vaughan tampoco cesaban y ahora su fallo en la junta fue la gota que por poco no rebasó el vaso.
Acalló el desastre en su interior y procuró no exteriorizarlo. Podría solucionarlo solo, como hizo hasta ahora, desde que lo echaron de su propia casa juró no confiar en las personas que prometían quererlo.
Bastaba que cometiera un error o hiciera algo que desaprobasen los mismos que "lo amaban", para que dejasen de hacerlo.
Con Calem, sentía que su admiración también pendía de un hilo y que si se mostraba quebrantado por la situación, lo decepcionaría. Agradeció que no lo viera fracasando en la reunión, pero seguía abrumado.
Así que le ordenó regresar a sus deberes diarios sin más, cerró sus ojos unos segundos, como si todo lo malo dentro de su mente no pudiera escapar al cerrar con fuerza los párpados y seguido a ese breve silencio, llamó a Fox. Ella se acercó veloz y hablaron sobre detalles que debían mejorar para la próxima.
Calem se sintió excluido, no conocía la vida de su jefe y por ello no podía así adivinar cómo se estaba sintiendo exactamente. Qué le estaba pasando. Se sintió de nuevo dejado de lado, como si realmente no tuviese valor en la vida de nadie en ese gran edificio.
Pero eso era consecuencia de sus propios actos.
Deseó no haber bajado la guardia y sido tan familiar con los demás. Ellos eran solo colegas. Todos eran desconocidos y así debía haber seguido, porque relacionarse con otros solo los termina hiriendo a ambos y no podía controlar la repercusión de sus acciones en otros.
Si hubiese asistido a la reunión, quizá Vaughan estaría sonriendo ahora, tal vez no se vería tan agotado, cansado y al límite de su habitual estabilidad.
Quizá arruinó todo, otra vez.
Su cuerpo y mente estaban en un limbo tan delicado que parecía estar fuera de sí, sin brillo en sus ojos, excesivamente sombrío al punto de asustar a sus colegas que decidieron no acercarse luego de recibir como respuesta a sus preguntas un "estoy bien" desapegado a la realidad.
No estaba siendo él mismo, mucho menos siendo productivo, simplemente estaba allí.
—Dagger —la voz de Vaughan lo estremeció y levantó la mirada de su cubículo hacia esos aparentemente imperturbables orbes.
Lo analizaba en silencio, tratando de entender qué había pasado con su tan preciado trabajador, ese inusual y esforzado chico que siempre le regalaba sonrisas.
Pero no consiguió averiguar la raíz del dolor en su mirada vacía, solo comprendió que necesitaba un descanso obligatorio y que Calem no lo tomaría por propia voluntad.
—Mañana no asistas a la oficina.
Los párpados del menor se abrieron e ignorando el punzante dolor se reincorporó, quedando frente a frente al rostro de Vaughan. A pesar de ser mucho más alto, al estarlo viendo hacia abajo, quedaron cara a cara por el abrupto levantamiento de Calem.
—N-No... —susurró presionando sus puños a sus costados.
—Pasado mañana tampoco.
—Eso retrasaría a los demás, no es necesario, no es...
—Calem —lo nombró preocupado, casi elevando su mano hacia su mejilla para apaciguar su preocupación, pero la retuvo en su sitio, inerte a su costado.
—¡Yo puedo hacerlo! —exigió con lágrimas en sus ojos y Vaughan sintió una punzada en su pecho, inflando su tórax con aire y poniéndose firme finalmente:
—Es una orden.
Había sido rudo y tajante por primera vez con él, siempre se sincronizaban y entendían a la perfección en el trabajo, pero ahora ambos estaban siendo sobrepasados por sus problemas personales y Vaughan no iba a permitir que sus propias dificultades afectaran sus trabajos.
Creyó que Calem lo odiaría por hacerle esto, conociendo su adicción al trabajo, se ganaría su repudio por obligarlo a descansar.
Pero esto era cuestión de la salud de ese jóven y ser querido por él no era una prioridad por encima de su bienestar, porque eso significa realmente querer a alguien: pensar primero en su salud, antes que en el horrible nudo que le provocó la expresión de Calem.
"Pensé que me entendías, me traicionaste" decía esa dolida y tajante mirada color miel.
Prefería ser odiado por él y saber que descansaría, que ser amado por Calem mientras lo veía desmoronarse sin hacer nada al respecto.
Protegería a sus empleados. Protegería a todos. Él podía con todo. No debía rendirse.
Finalmente llegó a su departamento, después de caminar tortuosas e interminables cuadras. Con ardor y dolor en gran parte de su organismo, llegó.
Cruzó el umbral, estaba en casa, aunque varias veces creyó que se desmayaría antes de conseguirlo, pero lo hizo, derrumbándose nomás pasar la entrada.
Anpan era cuidado en la vivienda de su vecino, ni siquiera un alma lo recibió al llegar y en parte agradeció que así fuera, ya que no quería preocupar a su mascota tampoco.
Harto, devastado de tantas formas que no quería pensar en nada, sin poder siquiera entender qué había sucedido en un día tan largo.
Simplemente se quedó ahí, en el suelo, siendo patético.
De repente apareció en su mente un tonto impulso de pensar "necesito a mi hermano mayor, quiero llamarlo".
Mismo que se extinguió cuando abrió sus ojos y la realidad lo golpeó de nuevo: su hermano no contestaría. No como antes. Stefan tenía razón: su amado hermano no estaba para él hacía ya mucho tiempo.
Y ahora a la lista de pérdidas se sumaba la hermosa sonrisa de Stefan, a quien perdió a pesar de nunca haberlo tenido.
Todo consecuencia de sus propias acciones.
Actuar impulsivamente, experimentar un sin fin de emociones durante meses que trató de sepultar. De ahogar a través de las mentiras que se decía a sí mismo, afirmando que era suficiente con su relación de "colegas sexuales", que le bastaba. Que no era necesario arriesgarse a dar un paso primero.
Y cuando el momento de dar ese decisivo paso se presentó, fue de la peor manera: enojado, exhausto y confundido.
Y en este momento estaba el doble de herido, pensando en que por su culpa Stefan volvería a cerrarse emocionalmente. Se alejarían. Lo odiaría. Perdiendo lo que tanto atesoró durante meses.
Se encogió sobre sí mismo, con ambas manos en su rostro en un sollozo silencioso hasta ceder ante el sueño.
Stefan no corrió con mejor suerte, llegó a su gigantesca casa para hallarla deshabitada, exceptuando sus dos enormes perras que corrieron a él. Se sentó en el sillón sin siquiera cambiarse el traje del trabajo y con un pie se quitó el zapato izquierdo y seguido el derecho.
Soltó un largo suspiro entrecortado y ambas canes lo rodearon. Una se subió a su lado en el sofá y la otra sobre él, moviéndose en espera de una caricia, genuinamente alegres de ver a su amado amo.
Con el tiempo descubrió que Mila era mucho más cariñosa y torpe que Mali, que era en sí menos demostrativa. Pero incluso Mali se quedó a su lado, los animales sienten cuando algo no esta bien e intentaron solucionarlo.
Mila estaba sobre sus piernas, dejando lamidas en su mejilla y mano derecha, frotando su gran hocico contra él, queriendo consolarlo... en vano.
El único que podía consolar ese gran corazón hecho pedazos, era el mismo que había cortado el único tipo de relación que los unía esa misma mañana.
—¿Por qué no puedo superar esto? Pasó mucho tiempo, carajo... —decía en voz alta y casi apagada— ¡Mierda! Solo... me estanqué. Para otros es tan sencillo. Un puto beso... Pensé que finalmente podría ser normal en ese aspecto, pero cuando me lo pidió de repente, me di cuenta que no superé una mierda... Pensé que ya había regresado mi mente a la normalidad, que no temblaría... No puedo creer que lo eché a perder y dije tanta mierda.
Hablaba con ellas impulsado por el hecho de que no entendían sus palabras, solo necesitaba sacarlo de su pecho, decir en voz alta cómo se sentía, porque sus emociones lo estaban ahogando.
—Estoy tan cansado, de repente tengo tanto sueño.... —susurró, percibiendo cómo sus ojos se humedecían sin que pudiese detenerlos, cerrado ambos párpados y deslizando sus dedos allí en un intento por borrar las lágrimas que se acumulaban sin permitirles deslizarse por sus mejillas—. Es una mierda. Una puta mierda.
—¿Calem? ¿Por qué no contestas tu móvil? ¡Traje burritos de reencuentro! Semanas sin ver mi hermosa cara y no estás nada atento a... —vociferaba Joey mientras tocaba la puerta insistentemente, cuando de repente notó que estaba sin seguro— ... mi regreso.
Reinó la quietud, cosa que nunca era habitual con Anpan en casa y Calem viendo alguna serie o escuchando música mientras limpiaba.
—¿Qué es lo qué...? —murmuró en la oscuridad del lugar, viendo hacia abajo y casi chocando contra Calem hecho un ovillo en el suelo.
Su preocupación pasó de cinco a cien en cuestión de segundos, encendió las luces y lo giró por sus hombros, pensando lo peor.
—¡Calem! —lo llamó de un fuerte grito, el susodicho frunció sus hinchados ojos y la miró levemente.
—Joey.
—¡¿Estás bien?! Cielos, que susto, pensé que... —lo observó reincorporarse con dificultad— ¿Algo sucedió? ¿Te hicieron algo? —preguntó temiendo lo peor, ya sea que un delincuente común lo haya herido o un grupo de retrógradas lo hubiesen golpeado.
—No, nadie me hizo nada —contestó a secas y frotó su nuca, haciendo sonar su cuello.
—Oh... Bueno, eso es un alivio... —dijo no muy convencida.
Algo estaba mal.
—¿Por qué te ves así? Vamos, levántate —ordenó y él simplemente se apoyó contra la pared.
—No —negó contundente—. Hoy no tengo ganas de levantarme.
Joey frunció las cejas más que extrañada.
Conocía a su amigo, no hacía falta preguntar nada más.
Cerró la puerta, se recargó en la pared junto a Calem y deslizó su cuerpo hasta quedar sentada a su lado, mirando al frente.
—Lo arruinaste ¿Verdad? —El apretó los dientes y su labio inferior tembló al momento de asentir con la cabeza— Carajo.
Calem tomó uno de los burritos que continuaba entre los dedos de su amiga y lo llevó a su boca de manera monótona.
—El burrito de "reencuentro" ahora es oficialmente burrito de "ojalá me atragante y muera".
—¡Oye! No es para tanto, a ver ¿Qué pasó exactamente?
Él ni siquiera cambió su expresión facial, estaba en una especie de limbo mental, procesando los hechos lentamente.
—Lo que pasa es que no pude soportar el ritmo que teníamos ¿Entiendes? Me puse codicioso, empecé a querer más, a querer todo. A quererlo a él. Y estallé... hiriéndolo. Carajo, recordar su cara me hace doler el pecho.
Eso la dejó petrificada en su sitio, entendió de quién hablaba su amigo.
Según lo que oyó de ese sujeto por boca de Calem, eran excesivamente compatibles físicamente y se divertían juntos, pero como lo veía bien anímicamente, no pensó que algo fuese a salir mal.
—¿Lo besaste contra su voluntad? —preguntó incrédula, como si estuviera diciendo algo imposible y el rostro de Calem le confirmó que no era el caso.
—¡Claro que no! Dios, no, eso no... Pero dije cosas horribles, no sé qué es peor.
—Bueno, hacer algo sin consentimiento es peor que una pelea verbal, cálmate.
La angustia en su amigo la hizo tragar grueso antes de continuar indagando:
—Entonces... ¿Estallaste porque él no quería lo mismo que tú con respecto a su rara relación? ¿O es por otro motivo? No entiendo bien qué ocurrió en este tiempo que no estuve, pero parece que te importa de verdad y no solo físicamente... ¿Él piensa del mismo modo que tú?
El labio de Calem flaqueó y apretó los párpados cuando tomó una entrecortada bocanada de aire, tratando de no volver a derramar lágrimas por su rostro.
—No, no después de lo que dije —admitió con su voz quedada y claras ganas de romper en llanto—. Aunque dudo que antes sí lo considerara, porque no es capaz de quererme como merezco... —La miró fijamente al fin— ¿Realmente lo merezco?
Ella mostró una mirada dura ante ello.
—Jodidamente lo mereces. ¿Qué diablos pasa contigo, Calem? No eres así —aseveró tomándolo de sus hombros.
Al ver su rota expresión sin vida, sin siquiera mirarla a los ojos, solo un punto fijo en la habitación, entendió que esto de verdad lo había afectado, justo como aquella vez luego de que Marc despertara del coma.
—No importa los errores que cometas, no es una excusa para creer que no vales lo suficiente para merecer un amor bueno y sano ¿Dónde esta el Calem de siempre?
Él sopesó esas palabras, como si dudase por primera vez en su vida si él realmente valía la pena. Si era digno de ser amado después de haber lastimado a tantas personas que él amó a lo largo de su vida.
—Me comporté como un imbécil, de esos que uno quiere golpear cuando los escucha hablar —dijo apoyando su puño contra su frente al bajar la cabeza—. Le dije cosas horribles... él también lo hizo, estúpido animal. Pero... yo fui peor. No debí, nunca debí presionarlo... no a él. Le pedí que hiciera algo que le aterra por el simple hecho de necesitar seguridad emocional de su parte...
—¿Qué le hiciste concretamente?
—Le exigí que me besara, sabiendo que eso le es muy difícil... Como si no entendiera lo difícil que es afrontar nuestros miedos —ironizó con autodesprecio—. Incluso ahora ya adulto, en medio de mi crisis, deseé llamar a Marc, oír su voz consolándome ¿Entiendes mi punto? Yo lucho día a día contra mis traumas y problemas, e hipócritamente quise que él superara los suyos en una noche.
—¿Por qué tan de repente?
—Lo vi besar a alguien en el ascensor... Estaba agotado, ilusionado a más no poder con lo que creí que éramos en la mañana y no lo sé, todo dentro de mí hizo cortocircuito, fue como una bofetada de realidad, porque él no era mío para siquiera reprocharle.
Se vio hasta ofendida al imaginarlo besando a otra y Calem hizo una seña con su mano a modo de negación.
—No es lo que crees, creo, es decir, dijo que eso no fue un beso como tal... No entendí mucho su explicación, pero después se rio de mí y de mi enojo, un enojo que al parecer era irracional para él... Porque estaba siendo tan infantil y me odié a mí mismo por humillarme así por alguien más, por suplicarle una mínima muestra de afecto.
—Es que no es normal, alguien que "solo quiere follar" no te daría explicaciones... supongo. Ya ni sé hasta dónde llegaron con su acuerdo de colegas sexuales, ni los follamigos son tan íntimos.
Calem asintió y se encogió un poco sobre sí mismo, flexionando su pierna derecha hasta su pecho.
—Le pregunté si me quería, le supliqué que dijera algo, que me diera una señal para no sentir que era el único que realmente había perdido la cabeza de los dos con nuestra rara relación.
Ella apoyó su espalda contra la pared a su lado y lo miró de costado.
—¿Y él...?
—Se paralizó.
—¿Eh?
—No puedo describir su expresión, parecía un delincuente siendo interrogado por la policía de algún crímen que cometió. Como si quisieras irse, que me fuera, simplemente estar solo y negar la situación en sí... Pero yo ya no puedo hacer eso, porque tenerlo a medias es peor que no tenerlo. Me asfixia no poder sentir seguridad. Y por codicioso... me quede sin nada.
—No debes seguir culpándote, él es el problema, por darte tantas esperanzas con sus actitudes y después escudarse con su relación "únicamente física" como si estuvieras loco al querer algo serio. Al diablo, eso no es bueno si tú ya estás... así —dijo señalándolo con su dedo índice de arriba abajo.
La nuez de Adán de Calem subió cuando tragó y negó con la cabeza.
—No es responsabilidad de Stefan. Él fue claro y logró mantener su palabra de no enamorarse de mí, yo fui el que no pudo soportar hasta el final esa condición.
Eso la tomó por sorpresa.
—Cal, tú realmente estás...
—Confundí las cosas —la interrumpió sin dejarla continuar con su dolorosa afirmación—, cuando todo se volvió más personal, más íntimo... Incluso conocí a su mamá, esa mujer tan bella... —pensó en alto con una rota sonrisa—. Pero el problema fue eso mismo: confundí las cosas. No puedo obligarlo a corresponderme de la misma forma.
—¿Seguro que no siente nada?
Una ligera esperanza brilló e instantáneamente se apagó en la mirada del jóven.
—Pensé que me había enviado las señales correctas y que en algún momento me diría lo que significaba cada caricia desinteresada que me daba, sus sonrisas, las tardes viendo series y durmiendo abrazados... Pero no pasó.
Joey pensó en el sinfín de personalidades que ha conocido a lo algo de los años y entendió que a veces no se comprende del todo el comportamiento de los demás.
—Existe gente que puede ser así con otros y no sentir nada profundo... Siendo amables, atentos y amorosos, pero realmente no aman y solo pasan un buen rato... Sin responsabilidad afectiva. Lo he visto, pero pensé que este no era el caso, porque ese tipo no parece de esos que dan muestras de cariño al azar.
—Stefan no es así. Es de todo, menos romántico. Pero esta bien tal cual es ¿Sabes? Nunca miente, jamás... aunque a veces parecía querer decir cosas, me miraba como si... —suspiró y una lágrima escapó de su ojo derecho—. No, de nuevo estoy ilusionádome a mí mismo, me dijo muchas veces "no te ilusiones". Aunque era feliz a su lado, la inseguridad fue creciendo a medida que empecé a quererlo y temí decirlo. Arruinarlo. Herirlo.
—Él también te hirió. Deja de hablar como si no estuvieras hecho verga en el piso.
Él frunció sus labios con disgusto.
—Me herí solo. Tenía la esperanza de que naturalmente me diría que no pudo evitar sentir algo por mí como yo siento por él... pero no pasó. Y me aterraba ser el que arruinara nuestro acuerdo tan delicado. Y el miedo siempre estaba ahí porque una y otra vez nos repetimos que éramos solo sexo... No quiero algo así nunca más. No puedo reprimir lo que siento y fingir que no estalla en mi pecho.
—Me siento mal por incentivarte a hacer una locura como el sexo sin emociones, soy responsable en parte por esto —dijo Joey consternada y Calem apoyó su hombro contra su propio brazo, suspirando.
—Es mi culpa.
—Pero...
—De nadie más.
—¿Por qué regresas a esa conducta tan destructiva de cargar con todo por ti mismo? Años en terapia tirados a la basura.
—Porque soy un idiota. Mis acciones volvieron a alejar a las personas más importantes en mi vida, si te pierdo a ti ya no sabré qué hacer. Déjame cargar con todo. No soporto que se culpen y sufran, que me vean con tanta lástima y dolor... Lamento tanto esto... Perdóname.
Llevó ambas manos a su cabello y hundió su rostro entre sus rodillas.
—Calem —susurró acariciando su cabello, mirando hacia el techo con rastros de humedad—. Ser feliz es fácil, lo difícil es conservar esa felicidad. Pensé que estabas bien y no creí que estuvieras guardando tanto tus emociones, porque no eres así, no conmigo, no con la gente que te importa.
—Stefan me importa —soltó con cierta culpa ante esa afirmación, como si quererlo fuese una clase de pecado—. Y no pude ser honesto al respecto porque temía arruinar lo que teníamos.
Después de un triste silencio, en el que Calem intentó mantener su respiración regulada y no llorar, Joey soltó lo que había en su mente:
—Deberías empezar de cero.
—Empezar de cero...
Analizó esa posibilidad, todavía con un hueco en su pecho que parecía un agujero negro, devorando todo tipo de positivismo.
—No suena mal —sonrió débilmente— Hacerlo bien, esta vez en el orden correcto y...
—Pero no con Stefan —la afirmación de Joey le revolvió el estómago a Calem, como si lo que expresó su amiga fuese una especie de sacrilegio.
Pero entendió a qué se refería.
No quería verlo sufrir.
No de nuevo.
—Suficiente daño causé... comprendo.
—No me refería a eso, deja de tirarte abajo.
—Realmente hoy no tengo energías para esto... para nada.
—Bien, entiendo —suspiró y le sonrió dulcemente—. Es mi deber como amiga darte palmaditas en la espalda mientras te revuelcas en tu miseria hasta que recuperes tu energía.
Después de pocos minutos, Joey se levantó, prendió las luces y se encargó de asear el lugar, recoger a Anpan en el departamento del atractivo vecino y todo lo relacionado con lo cotidiano.
Horas después, dejó la comida caliente en la olla y se dispuso a irse.
—¿Por qué te vas?
—¿Como que "por qué"? Siempre me reprochas que no te dejo dormir si me quedo entre semana y mañana...
—Estoy suspendido.
Eso la dejó en shock, sujetándose de la pared como el meme de Snape cayéndose.
—Ya, tarada...
Ella continuaba sobre reaccionando, haciendo resoplar a Calem.
—Va, serían como unas vacaciones obligatorias, no sé cómo lo pondrá mi jefe en el expediente realmente ¿Carpeta médica? ¿Problemas de salud? Hoy me importa un carajo todo... Hasta tuve la osadía de mirar mal a mi ángel, Vaughan. Dios, soy un asco.
—Esto se salió de control —aseguró ella y llevó ambas manos a su cabeza.
Él rio con lentitud, denotando ironía con su garganta ronca.
—Te dije que tuve un día de mierda, como no he tenido en mucho, mucho tiempo.
Joey después de varios minutos viendo que Calem no planeaba siquiera pararse, soltó una duda que flotaba en su conciencia:
—Honestamente ¿Por qué aceptaste la primera vez?
Esa interrogante lo sorprendió. Entendió y rascó su nuca.
—Yo pensé... Ese día justo recibí una llamada de Marc y... yo no... —Respiró hondo y continuó—: no pensé, eso pasó. Me dije "suena interesante, hagámoslo" y lo dejé entrar en mi vida.
—Más bien en tu culo —bromeó y Calem rio con falsa indignación, seguido por una respiración entrecortada por el llanto reciente—. Eso me suena a tu yo arriesgado y aventurero de antes.
—Esto es un asco, porque significa que no pude cambiar a pesar de intentarlo tanto, de tener tanto miedo a arruinar todo, de reprimir mis ganas de vivir como antes, todo desperdiciado porque soy el mismo imbécil inmaduro.
—Hey —dijo en tono de reproche y tomó sus mejillas—. Primero que nada, antes eras muy irresponsable, no eres así ahora.
—Se lo dices al tipo suspendido del trabajo.
—Cállate, eso no tiene nada que ver. Además, eras más que imprudente y ahora piensas por lo menos, en serio que mejoraste mucho. Pero, eso no quiere decir que sea del todo bueno lo que haces, porque vivir experiencias nuevas y ser aventurero no era algo malo, la vida es una sola y tú parecías ser quien más la sabía disfrutar, pero actualmente solo vivías una rutina monótona sin nada nuevo que le diera emoción... Eso tampoco es bueno.
—Listo, no hago nada bien —exclamó desanimado y recibió un manotazo en la coronilla— ¡Auch!
Seguido ella vio de casualidad su cuello y descendió hasta dentro de su camisa holgada, percatándose de varias marcas demasiado visibles sobre la piel de su pecho.
—¿Qué es lo que...? ¿Y esto? —aseguró inclinándose y abriendo el botón de su camisa por la fuerza con la que lo sujetó.
Calem guio sus pupilas a sí mismo y apretó los labios.
—Es lo de menos...
—¿Él te lo hizo? —inquirió inflando su fuerte pecho y contrayendo sus músculos, lista a cometer contra Stefan cualquier tipo de acto criminal castigable por la ley.
—Anoche fue una de las pocas veces que pensé que mi corazón estallaría de felicidad, justo como dices, me sentí más vivo que nunca... Así que me importa un carajo el dolor físico que siento ahora. No me hizo nada malo, fue todo lo contrario, estaba tan feliz, fue...
—Yo pensando que te chocó un auto y tú ahí toda perra desenjaulada soltando semejante confesión masoquista —le reprochó al soltarlo de repente y eso lo hizo reír.
—Él tampoco quedó intacto, no te preocupes que le devolví cada mordida y chupetón —dicho eso último recordó involuntariamente el momento exacto donde ocurrieron, sus sonrisas, esas manos que recorrían frenéticas y deseosas su cuerpo, las risas en medio de cada cambio de posición. Las bromas. Las cosquillas y caricias.
El cariño que creyó ver en sus pupilas.
—Estoy muy confundida, como la voz de la razón debo estar feliz de oírte decir que dejarás todo esto atrás de una vez, pero pensar en ti rindiendote es irreal para mí ¿En serio vas a rendirte? Así no eres tú.
—Pero lo que soy es un desastre. No puedo hacer las cosas bien.
—Te satanizas tanto por un simple error, ¿Recuerdas la pelea que tuve con mi mamá al terminar el instituto? Le dije de todo, hasta la insulté y sabes que jamás en mi vida le grité a mamá o falté al respeto.
—Le dijiste que era una madre de mierda y que se fuera corriendo atrás del pene de tu papá que es lo único que sabía hacer, se escuchaba hasta la entrada de tu casa —rememoró y ella lo miró mal.
—Ajá, no era necesario repetirlo, estuve ahí.
—Pero era una situación diferente, porque te guardaste tu enojo sin decirle absolutamente nada y cuando te quiso obligar a hacerte cargo del negocio familiar detonó esa enorme pelea.
—Después de eso pensé que nada sería igual, que me odiaría siempre. Y de hecho me costó meses madurar, comprender las cosas y sentarnos a hablar claramente... Mamá cometió errores y yo también, pero el problema fue que yo no hablaba de cómo me sentía y ella no era buena hablando tampoco. Finalmente entendió mis razones, yo las suyas y nos reconciliamos.
—Bueno, las mandadas a la mierda ya las dijimos con Stefan, solo falta la reconciliación ¿En las películas no tienen sexo de reconciliación y ya? Es que hablar y disculparse es tan complicado que prefiero quedar en silla de ruedas.
—Has escogido el camino de la invalidez —dijo con voz graciosa y soltó una carcajada.
Calem por poco rio, si no fuera porque no podía siquiera levantar la comisura de su labio voluntariamente, cansado hasta ese punto.
—Oye, nadie duele para siempre.
—¿A no? ¿Leíste el libro que te presté? "La canción de Aquiles" —advirtió y el rostro de Joey parecía el de un veterano recordando su tiempo de servicio en alguna cruel guerra.
—Uh, golpe bajo, eres enano porque estás más cerca del infierno ¡Ah, diablos! Esa herida nunca va a dejar de sangrar.
Él asintió con su cabeza y miró el burrito con una única mordida, maldiciendo que se le haya cerrado el estómago por la angustia.
—Aun así, ahora sabes lo que deberás hacer en tu futura relación: animarte a amar desde el inicio. No reprimir tus emociones. Cuando reprimes algo, ya sean emociones, gustos, sexualidades o angustias, es como meterlo en una olla de presión, cada vez más y más presión, hasta que finalmente explota. Eso no es sano para nadie, ni para ti, ni para los que te rodean. Así que empieza siendo sincero con lo que deseas desde ya.
—¿Qué deseo?
—Ujum.
El menor pensó un breve instante y la miró con una desolación abrumadora.
—Hacer... las cosas bien.
—Okay, inténtalo hasta que te salgan bien... yo estaré aquí para ti, sin importar el resultado.
El siguiente día llegó y con él Stefan amaneció peor que nunca, sus ojeras bajo esos ojos color verde grisaseos gracias a que afuera estaba nublado y parecía refrescar con cada minuto que pasaba.
Se quedó sentado en su cama hasta que pudo reaccionar, le estaba costando despertarse, no tenía ganas de hacerlo.
Pero lo hizo de todos modos, se dirigió al baño donde se higienizó y el espejo reflejaba el desastre que se exteriorizaba en sus facciones sin vida.
Pudo faltar al trabajo, pero era demasiado orgulloso para admitir que estaba teniendo una crisis emocional y conservaba la esperanza de ver a Calem, que viniera a hablar con él y le dijera que volviesen a ser colegas sexuales, que había sido una pelea pasajera y que todo estaría bien.
Estaba negando la situación, claramente.
Una vez en la empresa se dio cuenta que eso no sería así de sencillo, Calem no parecía tener la intención de salir del departamento de ventas y armandose de valor descendió en el ascensor hasta ese lugar.
No sabía cómo afrontarlo, su terquedad no le permitía llamarlo, pero sus ganas de verlo lo carcomían, planeando "cruzarse casualmente" con él.
Si se disculpaba, él lo perdonaría. También quería pedirle perdón, aunque no sabía qué decir exactamente ¿Hablar de la raíz del problema? Claro que no, eso no era necesario cuando fácilmente podían volver a como estaban antes y no salir de sus zonas de confort.
Si dejaba pasar el tiempo, sería cada vez más y más improbable reconciliarse, estadísticamente hablando las oportunidades de reparar el daño disminuía con el tiempo, usando su conocimiento empresarial en esta situación tan delicada, donde no sabía de qué otra forma abordar el problema.
Pero pensaba que Calem podría solucionarlo, ese hombre siempre conseguía hacerle ver que no todo estaba perdido si se esforzaba por ello y ahora mismo él no encontraba cómo arreglar lo sucedido. No sabía cómo.
Jamás tuvo una relación que requiriera tanto esfuerzo, comunicación y madurez como la que compartía con Calem, pensando ingenuamente que regresar a como estaban antes sería la solución a su enorme discusión.
Una vez que invadió su piso, se encontró con un tajante Vaughan, mismo que notó el deterioro en la mirada del mayor, visiblemente afectado por la ruptura con Calem y lo reconoció como el detonante del colapso de su amado empleado, haciéndolo fruncir su armonioso entrecejo.
—Señor —lo nombró sin disimular su hostilidad, pero manteniendo una postura profesional— ¿Qué busca?
—Cal... Dagger, ¿Dónde esta?
Vaughan comenzó a sentir un hervor desde la profundidad de su tórax y apretó su mandíbula, dejando de hacerlo únicamente para hablar:
—Suspendido —informó contundente y las manos de Stefan tomaron su camisa, levantándolo hasta enfrentar sus rostros, llamando la atención de todos a su alrededor.
—¡¿Cómo diablos pudiste hacerle eso!?
Vaughan elevó su barbilla con la superioridad que lo caracterizaba y un cuerpo acostumbrado a lidiar con personas problemáticas, relajando sus hombros para evitar el dolor en su cuello.
—Es tu maldita culpa, bastardo ególatra —maldijo por primera vez dentro de la empresa, dejando de lado los honoríficos y la mirada enfurecida del hombre desconcertó a Stefan.
Pero no lo soltó, para que Stefan enfurecido soltara su agarre era necesario un ejército.
—¿Qué mierda dices? —interrogó más cerca, prácticamente oliendo su fragancia, fijos sus ojos en los suyos.
Seguido miró cómo la gente los observaba a su alrededor, sabiendo que si llamaba mucho la atención su hermano haría un escándalo, liberando finalmente la camisa de Vaughan.
Prefería pelear contra una ejército antes que hacerlo con el despiadado de Christopher.
—Fuiste tú el que lo lastimó ayer ¿Verdad? No finjas inocencia, porque conozco bien a Calem y lo que le hiciste debió ser grave. —La vena en su cuello parecía cerca a reventar cuando lo oyó llamarlo por su nombre tan informalmente, pero continuó escuchando porque se trataba sobre Calem—. Si yo no le daba días libres obligatorios, él vendría hasta colapsar, me niego a verlo caer frente a mí sin hacer algo... aunque me odie —dijo casi temblando por la indignación que sentía.
—Si lo conoces sabes lo mucho que él quiere y necesita su trabajo, puedes quitarle todo, menos esto.
«Puede perderlo todo y sobrevivir sin lo que sea, incluso sin mí en su vida... pero no sin su trabajo»
—No lo despedí, solo lo obligué a descansar, Proque a mí sí me importa su bienestar —siseó venenosamente, listo a sacar uñas y dientes por Calem, despertando el odio acumulado en Stefan, viéndolo apretar la quijada.
—No hables sin saber, presuntuoso de mierda —gruñó bajo, con un tono cada vez más grave y sepulcral— ¿Sabes quién putas soy?
—Sí, sin duda —contraatacó sin miedo, su propia vida personal lo había superado esa mañana y después de lo que pasó con Christopher no estaba cuerdo en absoluto, sin medir sus palabras ahora—. También sé lo que no eres y no eres el jefe de Calem Dagger, yo lo soy, así que vete de mi piso.
—Te hacía más listo, alguien como tú no merece la admiración que recibe —contestó con una frialdad que heló la piel de Vaughan y aunque las personas a su alrededor no pudieran oír bien la discusión, por su mirada sintieron pánico, algunos hasta apartaron la vista— ¿Tanto así quieres perderlo todo?
«Ya lo perdí» se dijo a sí mismo Gin, sonriendo fríamente.
—¿Estás... loco? —interrogó desconcertado, no entendía a ese sujeto o su sonrisa.
«Calem nunca mencionó lo inestable que se veía este tipo ¿Siempre fue así? Sabe que soy su jefe, que podría despedir a todo el piso entero y recontratar a mi antojo... Pero parece a punto de perder la cabeza, como si no le importara nada» pensó Stefan con un aura asesina que emanaba mientras veía a Vaughan.
—¿Crees que deberíamos intervenir? —susurró Toby casi en pánico, temblando y sujetándose del brazo de Tamara.
—O contratar a un árbitro de peleas en jaula, esto se esta poniendo muy bueno —contestó bajo con cierta diversión, haciendo fruncir las cejas de su compañero y abrir su boca.
Deisy llegó de repente, interponiéndose en ese destructivo par, sabiendo muy bien lo que el CEO haría si supiera de ese incidente, tragando grueso antes de disculparse con ambos por interrumpir.
—N-Nos retiramos, disculpe las molestias, ha sido un día difícil —alegó ella y miró a su jefe—. P-Por favor, señor Diederich, tenemos asuntos importantes que atender, no puede perder el tiempo hablando con su amigo, el jefe de ventas —dijo semejante mentira para ser oída por los demás empleados que murmuraban, haciéndoles creer que la violencia con la que se estaban tratando fue debido a que eran muy cercanos de alguna manera.
Sino nadie le levantaría la voz a alguien tan poderoso e influyente como Stefan Diederich.
Nunca usó su poder para sepultar a sus empleados, pero lo vieron hacerlo con sus rivales o enemigos laborales y era implacable, igual que su hermano mayor.
Stefan todavía no podía procesar la osadía de Gin Vaughan, queriendo más que despedirlo, golpearlo.
—No regresen si no es estrictamente por motivos laborales, por favor —contestó Vaughan con su postura impavida y firme, acomodando el cuello de su camisa, viendo de costado al par que se retiraba prácticamente a rastras gracias a Daisy.
Ya en el ascensor la mirada consumida de Stefan estaba en un punto fijo, sin ver directamente nada, ni al espejo que conformaba las paredes.
—Señor... su hermano necesita hablar con usted.
—No.
Esta vez Daisy hizo algo inédito y tomó su brazo con su delicada mano, llamando su atención.
—Jefe, esta vez necesita ir, el señor Christopher hizo algo... inesperado. Necesita informarles de ese hecho a usted y su padre, que son los dueños legítimos de la empresa.
—¿Papá vino?
—Tengo entendido que estará por videoconferencia, pero es imperativo que usted también asista.
—Vaya... suena a que por primera vez ese bastardo hizo algo mal ¿No crees? —dijo con un tono casi divertido, aunque nada le parecía divertido, lo único que ocupaba su mente era Calem y saber que quizá lo había perdido para siempre—. Todos hicimos las cosas mal —finalizó llevando una mano a su rostro, queriendo detener la humedad en sus ojos.
Su cuerpo quería huir y encerrarse en algún lugar muy pequeño y oscuro.
Daisy frunció un poco sus cejas con tristeza, jamás vio a su jefe así, viendo al frente para no incomodarlo.
«Cálmate» pensó Stefan tomando la muñeca de la mano que cubría su rostro, para que no temblara «No debí venir. Pasaré rápido por la jodida reunión y me iré a casa... realmente no puedo estar bien»
Me estresa que todo esté tan mal, pero están en el proceso de sanación (? Ah ajshja ahí yo queriendo ver lo bueno🫠 todos están en crisis ¿Vieron? No solo nuestros bebés imbéciles, sino TODOS 🫥
Okay, los amo por leer esta novela, espero que no lloren mucho con el final BROMITAJAJJAJAJANOSEVAYAN.
Queda tan poco que quiero CHILLAR, me deja un vacío cuando una novela acaba y no tiene secuela, como esta 🫥
Me despido con mucho amor y coman sano hasta la próxima actualización 🌸
Bye🫠
Momento promocional: recuerden que tengo Patreon donde hasta ahora tengo ilustraciones, capítulo especial de Kilian, una novela exclusiva que no esta en Wattpad, one-shot y capítulos de EEA, SACRILEGIO, BA o cualquier novela en emisión se suben siempre primero a Patreon 🩷Por si quieren unirse para apoyarme, es un emprendimiento chiquito que hace poco me animé a iniciar, pero espero llenar esa plataforma de contenido especial para ustedes, me hace sentir que mi amor por escribir es más que un hobbie🩷
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