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💌Tercera flecha: Eros, los cupidos y Jimin

— Lo hice porque usted está equivocado, mi señor —las exclamaciones de sorpresa volvieron a llenar la habitación, pero Jimin no vaciló—. Unir a dos personas por su compatibilidad puede que haya funcionado siglos atrás, cuando habían menos seres humanos y las personas todavía valoraban el amor. Sin embargo, eso no funcionará ahora. Los humanos han olvidado lo que es el verdadero amor, y la compatibilidad ya no es suficiente para mantener a 2 personas juntas de por vida. Cada vez hay más engaños y separaciones.

— ¿Y usted me está diciendo que ha encontrado una forma de unir a parejas de por vida?

— No estoy seguro si es algo que le sucede a todos los cupidos o es solo a mi, pero yo puedo ver cuando dos almas están destinadas a estar juntas.

Los murmullos comenzaron a oírse por toda la sala. Los serafines solo mantenían expresiones escépticas, al menos la mayoría de ellos.

— ¿Y entonces usted junta a las personas que, según usted, están destinadas?

— Así es.

— ¡Esto es absurdo! ¡Solo Dios sabe los estragos que has estado causando en el mundo humano por culpa de tales fantasías! ¡Tú no eres un Dios, Park Jimin! ¡No puedes jugar con el destino de la gente de esa forma!

— Como estaba tratando de explicarle antes, señor Leeteuk, los números hablan por sí solos. Jin-hyung —el nombrado se acercó a su lado—. De las 3142 parejas que has juntado por orden del Dios Eros a lo largo de tu vida, ¿cuántas han permanecido juntas?

— Aproximadamente el 43,6%.

— Es un porcentaje bastante alto. Después de todo, la compatibilidad es algo que no siempre asegura una relación estable y feliz —habló Leeteuk—.

— Exacto. Ahora, Jin-hyung, de las 2578 parejas que yo he juntado por órdenes del Dios Eros, ¿cuántas han permanecido juntas?

— Aproximadamente el 41,2%.

— No entiendo cuál es el objetivo de todo esto. Ambos tienen un buen porcentaje.

Jimin ignoró las palabras de uno de los serafines y continuó hablando.

— Hyung, de las 1689 parejas que yo he juntado por mi propia voluntad y no siguiendo las órdenes de mi Dios, ¿cuántas han permanecido juntas?

— Absolutamente ... el 100%.

Y nuevamente la sala cayó en un ensordecedor silencio. La mayoría de los ángeles mantenían expresiones incrédulas. Los serafines susurraban entre sí. Eros miraba a Jimin con interés.

— Park Jimin, ¿no estarás usando alguna táctica para mantener a los humanos juntos obligadamente, cierto? —Leeteuk lo miró con desdén—.

— Los cupidos no tenemos tal poder.

— Se supone que tampoco tienen un poder como el que usted dice poseer.

— Como dije antes, no sé si los otros cupidos lo posean. Puede que el mío simplemente esté más desarrollado. Además, también puede ser que los demás no salen lo suficiente.

— ¿Qué quieres decir, Jimin? —preguntó Eros—.

— Este don para saber cuáles parejas están destinadas no es algo que se pueda usar desde aquí. Necesito que se cumplan ciertas condiciones.

— Explícate.

— Primero, necesito haberme encontrado con ambas personas. Por ejemplo, lo ocurrido con el rey de Corea del Sur hace unos días. A ese hombre lo conozco desde su nacimiento, pero nunca sentí nada con él, ni siquiera cuando conocí a su difunta esposa.

— ¿A qué te refieres con sentir?

— En seguida me explico. Hace unas semanas, me encontré con un joven de 18 años que estaba siendo echado de su casa por su madre de acogida. Y cuando lo miré a los ojos, mi alma se estremeció y en mi cabeza apareció la imagen del rey. La primera vez que vi a Kim Taehyung después de ese momento, en mi cabeza apareció la imagen de aquel joven y mi cuerpo sufrió las mismas sensaciones. Lo que trato de decir es que una vez que me he encontrado con ambas personas, todo mi cuerpo reacciona con la idea de que deben estar juntas. Y lo seguirá haciendo cada vez que me encuentre con ellos.

— De hecho, —habló Seokjin— yo estuve con Jimin en uno de esos momentos. También sucede que sus alas y cabellos brillan. Es como si toda la existencia de Jimin estuviera sintiendo la conexión entre esas dos personas.

— A mi siempre me ha gustado pasar tiempo en el mundo humano cuando no tengo deberes aquí arriba, a diferencia del resto de los cupidos. Puede que por eso he podido desarrollar esta habilidad. Si no conoces a las 2 personas, es imposible que sientas si están destinadas.

Eros se quedó pensativo durante un segundo y luego miró a Seokjin.

— ¿A usted le ha sucedido algo parecido?

— No, mi señor, pero debo confesar que tal como dice Jimin, yo no salgo del Olimpo a menos que sea necesario.

— ¿Qué desea hacer, señor? —preguntó Leeteuk—.

— Jimin, ¿lanzaste la flecha?

— Si.

— ¿A los dos?

— No, solo al rey. Al otro hombre no pude porque fue cuando me trajeron aquí.

— Bien, hagamos esto. Observaremos si lo que Jimin dice es verdad. Si el rey y ese otro chico, realmente están destinados, una sola flecha bastará para unirlos. Esto se debe a que las flechas de un cupido, solo sirven para crear un momento y un lugar donde ambas personas puedan encontrarse por primera vez. Es como un pequeño empujón para que avancen a su destino. En caso de que ellos no estén destinados, solo surgirá una pequeña atracción que desaparecerá a las pocas semanas.

— ¿O sea que el cupido Jimin quedará libre de castigo? —preguntó Leeteuk, inconforme—.

— No he dicho eso. Todo dependerá del resultado de sus acciones. Si la pareja prevalece junta, significa que Jimin tenía razón. En ese caso, investigaremos mejor su don y comprobaremos si los demás cupidos o yo podemos usarlo. Si la pareja se separa, a Jimin se le dará un castigo apropiado y yo mismo me encargaré de que no vuelva a usar sus poderes en parejas que yo no haya autorizado. ¿Es eso suficiente para usted, Serafín Leeteuk?

Eros levantó una ceja, retando al serafín a que se atreviera a cuestionarlo. Leeteuk bajó la mirada.

— Es más que suficiente, mi señor.

— En ese caso, la audiencia ha terminado. Todos pueden retirarse y volver a sus deberes.

Los diferentes ángeles se fueron retirando poco a poco del lugar. El rubio y el pelirrosa cruzaron la puerta y soltaron un profundo suspiro.

— Uff, pensé que de esta no salías.

— Dímelo a mi. Siento que se me cayeron un par de plumas del susto —el rubio se estiró un poco y sonrió—. Ahora, con tu permiso, me voy a espiar al rey.

— Jimin.

Al joven cupido no le dio tiempo ni a abrir sus alas, cuando ya estaba siendo llamado por su Dios.

— Sígueme.

El rubio bajó la cabeza y siguió a Eros obedientemente, se escuchaba un poco molesto. Jimin sentía que iba llorar. Él no quería perturbar al pelinegro, mucho menos decepcionarlo.

Ambos volaron de regreso al Olimpo, yendo directo al jardín interior del lugar, el cual estaba rebosante de colores. Las ninfas observaron con curiosidad a ambos jóvenes. Eros se sentó en uno de los bancos de mármol y le ordenó a Jimin con la mirada que se sentara su lado. El cupido lo hizo sin rechistar.

— Ha pasado un tiempo, ¿no?

— ¿Eh? —el rubio lo miró, confundido—.

— Desde la última vez que nos vimos.

— Oh, si, es cierto. ¿Usted ha estado bien?

Eros observó a Jimin a los ojos. El hermoso color zafiro resplandecía con vigor y él no pudo sentir más que paz al estar al lado de su cupido preferido.

— Si. He estado bastante tranquilo estas últimas décadas. Me disculpo por dejarte solo tanto tiempo —Eros levantó una mano y acarició el hermoso cabello rubio del contrario—. Estuve viajando con mis padres.

— ¿¡Están aquí!? Afrodita y Ares. Dios, tengo muchas ganas de verlos.

Eros sonrió al ver la emoción en los ojos de Jimin. Él sabía bien lo mucho que a ese cupido le gustaban sus padres. Sin embargo, pronto su expresión se tornó un poco más seria.

— Jimin.

— ¿Si?

— Debemos hablar.

El rubio borró un poco su sonrisa y se preparó para lo que sea que fuera a decirle.

συνεχίζεται ...

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