💌Segunda flecha: ¿¡Otra vez tú, Park Jimin!?
En cuanto entraron al Salón de los Serafines, Jimin quiso gritar. La mayoría de los serafines eran seres agradables, claro, mientras no rompieras las reglas. Y el rubio había roto tantas que estaba seguro de cuál sería la reacción de estos. Básicamente, ellos lo odiaban.
Las enormes puertas doradas se abrieron y detrás de ellas se pudo observar 9 pedestales, y encima de cada uno de ellos, un serafín. Como siempre, aquellos ángeles se veían hermosos, las 6 enormes alas de cada uno reluciendo en un blanco puro.
El mayor de ellos, levantó una mano, ordenando silenciosamente que se acercara. En serio desprendían majestuosidad por cada uno de sus poros. Jimin se acercó lentamente, dejando a Jackson y a Wonho detrás.
Leeteuk bajó la mano que tenía alzada y observó al rubio con aparente tranquilidad. Eso hasta que una vena comenzó a notársele en la frente y su rostro se volvió rojo de ira.
— ¿¡Otra vez tú, Park Jimin!? —el grito del líder y mayor de los serafines resonó en el salón—. ¡Esto ya es el colmo! ¡Se acabó, voy a enviarte al mismísimo infierno para que Lucifer se encargue de ti!
El joven cupido observaba tranquilo como Leeteuk perdía los estribos. Después de todo, siempre era lo mismo con él. Ya era la tercera vez que lo amenazaba con enviarlo al infierno.
— Bueno, bueno. Cálmese, señor Leeteuk, al menos escuchemos lo que tiene que decir —habló Namjoon, uno de los serafines más jóvenes y el único q se llevaba bien con Jimin—.
— ¿Escucharlo? Seguro empezará a hablar tonterías de nuevo. Ya estoy cansado de oír de su supuesto don para encontrar parejas destinadas —los demás serafines asintieron en aprobación—. Es hora de elegir un castigo apropiado para el cupido Park Jimin. Ni siquiera se ha terminado su último castigo y ya está infringiendo las reglas de nuevo.
— Lo cierto es, que yo no necesito explicar nada, mi Señor. Los números hablan por sí solos —y aunque el rubio tuvo el atrevimiento de hablar sin pedir permiso, las palabras que dijo llamaron la atención de Leeteuk lo suficiente como para que no lo regañara por su falta de respeto—.
— ¿Se puede saber a qué se refiere, cupido?
Justo cuando Jimin estaba por hablar, el estruendo de las puertas abriéndose fuertemente lo detuvo. Por ellas apareció Kim Seokjin, un cupido y mejor amigo de Jimin.
— ¡Esperen un momento! —alzó la voz el recién llegado, y aunque se sintió un poco intimidado, no vaciló—. Por favor, no castiguen a Jiminie. Es cierto que no siempre sigue las reglas, pero lo que él hace solo nos beneficia.
— ¿A qué se refiere, Seokjin? —preguntó Leeteuk—.
— Pues, verá ...
Las palabras del pelirrosa fueron opacadas por la llegada de los 5 arcángeles restantes. Algunos estaban ahí para defender a Jimin y otros para condenarlo.
El rubio suspiró viendo como una especie de debate se formaba entre los diferentes tipos de ángeles. Jackson, Wonho e incluso otros cupidos se unieron también. De un momento a otro, el salón se había vuelto un completo caos. Varias voces retumbaban en la habitación, aturdiendo sus oídos.
Cuando estaba al empezar a gritar pidiendo silencio, fue detenido por una mano en su hombro. Se volteó con una expresión malhumorada, expresión que rápidamente cambió a la estupefacción.
Hacía siglos que no lo veía, literalmente. Y el hecho de que esa entidad estuviera ahí, significaba que la situación había pasado a mayores.
Cuando los demás ángeles notaron la presencia a su lado, todos guardaron silencio, incluidos los serafines.
— S-Señor Eros, ¿qué hace aquí abajo?
Todas las miradas se mantenían clavadas en el pelinegro, pero nadie lo miraba a los ojos, solo un loco haría eso. Y bueno, Jimin estaba bastante loco.
— El bullicio era tanto que se escuchaba en los pisos más altos del Olimpo. Y como el nombre de Jimin destacaba tanto, decidí venir a revisar. Últimamente su nombre se ha estado diciendo mucho.
La hermosa y ronca voz de Eros estremeció a cada ser en aquella habitación. ¿Cómo podría no hacerlo? Era el mismísimo Dios del amor y la atracción sexual.
— Mi señor, le aseguro que es un problema menor. No es necesario que usted malgaste su tiempo en esta audiencia.
— No se preocupe, Leeteuk, nunca pierdes suficiente tiempo cuando eres inmortal. Entonces, ¿alguien me explicará lo que sucede?
Eros dirigió su mirada al rubio y este se la devolvió, ambos observándose fijamente. El cupido lo miraba con total adoración, y era imposible no hacerlo, después de todo, ese Dios era prácticamente su creador.
— Verá, mi señor, —comenzó a hablar Namjoon, inmediatamente logrando que ambos hombres rompieran el contacto visual— hoy los serafines enviamos a los arcángeles Jackson y Wonho para que trajeran a Park Jimin ante nosotros. El joven cupido ha roto algunas reglas y es nuestro deber juzgarlo y elegir un castigo apropiado. Sin embargo, en medio de ese juicio, otros arcángeles y cupidos se unieron a la audiencia, expresando sus opiniones de las acciones de Jimin. Fue en ese momento cuando usted apareció.
— ¿Y cuáles reglas rompió Jimin?
— Principalmente y la más importante, está tratando de unir a 2 humanos que usted no ordenó enlazar. Y no es la primera vez que rompe esta regla. De hecho, Park Jimin ha estado quebrantando esta norma por unos cuantos siglos ya —habló Leeteuk—.
Eros observó al rubio con una ceja alzada y este no pudo evitar sonrojarse. Él no quería llevarle la contraria a su Dios, pero Eros estaba equivocado y Jimin tenía que hacérselo saber.
— Mi señor, —habló el rubio, finalmente bajando la mirada— me gustaría tener una oportunidad para explicarle mis acciones.
— No vayas a contarle tus ridiculeces a un Dios, Park Jimin. Además, esta vez has cruzado la línea. ¡Has tratado de enlazar al rey de Corea del Sur con alguien más cuando la pareja de este ya falleció!
— ¡La esposa del rey no era su pareja destinada!
La declaración de Jimin provocó cientos de expresiones de sorpresa en la habitación. Los serafines observaron al joven cupido con desaprobación.
— Jimin.
El rubio observó inmediatamente a Eros, quien no se había apartado de su lado en ningún momento.
— Después entraremos en los detalles de la situación actual. Por ahora, quiero que me expliques por qué has estado uniendo parejas que yo no he ordenado —y aunque Eros no lo estaba regañando, si estaba bastante serio—.
Jimin tomó una bocanada de aire y suspiró con nerviosismo. Era hora de explicarle a su Dios todas sus acciones. El rubio deseaba con todo su corazón que Eros le creyera. Si él le creía, no le importaban los demás.
συνεχίζεται ...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro