
💌Primera Flecha: Un plan tejido por el destino
Desde que Jimin conoció a Jeon Jungkook pasaron casi 2 meses, en los cuales él estuvo siguiendo al azabache y al rey. Estaba seguro de lo que había visto. Ellos 2 eran destinados.
Por supuesto, el rubio no podía evitar sentirse confundido. Supuestamente, la pareja destinada de Kim Taehyung había sido su difunta esposa. Y era imposible tener 2 parejas destinadas en una misma vida. Simplemente no funcionaba así.
Pero Jimin creía en su instinto, sabía que él no estaba imaginando cosas.
Lo comprobó la primera vez que observó el rostro de Taehyung luego de haber conocido a Jungkook. El cosquilleo en su alma y la imagen del pelinegro en su cabeza demostraban la veracidad de su teoría.
Esos dos hombres eran almas gemelas. Y Park Jimin se encargaría de juntarlos.
Por eso, había pasado los últimos 2 meses investigando. Desde hablar con una sacerdotisa hasta buscar posibles lugares donde ambos jóvenes pudieran toparse.
Le costó mucho trabajo, pero lo había encontrado. Tuvo que averiguar todo acerca de la vida de Jungkook para poder lograr su cometido.
El pobre chico había crecido en un orfanato. Al parecer sus padres no tenían una buena situación económica y él había sido el quinto de sus hijos. No podían mantener a otro niño así que lo dieron en adopción meses después de haber nacido.
Luego de eso, pasó por muchos hogares de acogida, cada uno peor que el anterior. Hasta que a sus 15 años, llegó al hogar de la señora Hye. Por desgracia, esa mujer solo estaba interesada en el dinero que el gobierno le proporcionaba para "ayudarla" a mantener a Jungkook.
Esa casa no fue el peor lugar donde el chico estuvo, pero tampoco fue el mejor.
Y justo cuando el pelinegro tuvo la edad suficiente para cuidarse solo, la mujer lo echó de la casa.
Jimin estaba asustado de lo que pudiera sucederle si se quedaba en la calle. Gracias al cielo que Jungkook nunca fue un chico tonto. Estuvo años trabajando en una cafetería y el dinero ganado le permitió costearse un pequeño apartamento lejos del centro de Seúl. Por supuesto, la señora Hye jamás se enteró de esto, sino le hubiera quitado su dinero.
Ahora el pelinegro seguía trabajando en esa cafetería y tenía su vida bastante organizada. Estaba de voluntario en una iglesia los sábados e iba los domingos a visitar a los niños del orfanato donde él vivió por tantos años.
Y ese era el lugar que Jimin buscaba. Justo en ese orfanato, habría un acto benéfico financiado por el rey, al cual, este asistiría. El único problema era que el evento sería un viernes. Pero el rubio utilizó sus habilidades como cupido para atrasarlo un par de días y hacer que ocurriera un domingo.
Todo iba a salir perfecto.
El gran día había llegado finalmente y Jimin estaba que no cabía en sí de la emoción. Él se había dedicado a vigilar a Jungkook para que este no llegara tarde o le dieran ganas de faltar.
Estaba usando mucho sus poderes últimamente y eso podría hacer saltar unas cuantas alarmas, pero debía arriesgarse.
Cuando el pelinegro llegó al orfanato, el evento apenas estaba comenzando. Jungkook, sorprendido, pensó en regresar un día donde no hubiera tanta agitación. Por supuesto, Jimin no lo dejó. Simplemente le hizo creer que tal vez necesitarían ayuda y con solo eso el pelinegro decidió quedarse.
El cupido estaba agradecido de que Jungkook tuviera un corazón tan grande.
El chico se dedicó a jugar con algunos niños que estaban aburridos con tantos adultos alrededor. Luego, ayudó a repartir los bocadillos a los diferentes invitados.
Fue apenas unos minutos después, cuando el rubio divisó al rey entre la multitud. El hombre era saludado por cuanta persona se le cruzara.
Jimin observó emocionado como Taehyung se encontraba cerca de Jungkook, solo eran separados por unos pocos metros. Ese agradable sentimiento bullía en su interior. Su corazón se lo decía nuevamente: esos chicos estaban enlazados el uno con el otro. Debían estar juntos.
Observó alegre como las miradas de ambos jóvenes se encontraban, la atracción fluyendo enseguida.
Lentamente, el rubio levantó sus manos y movió sus pequeños y regordetes dedos en el aire como si estuviera tocando un piano. Segundos después, un arco de cobre y una flecha de plata aparecieron en sus manos.
Tomó ambos objetos y apuntó la flecha al pecho del rey. Sacó su lengua ligeramente y cerró uno de sus ojos, apuntando con gran precisión. Momentos después, dejó ir la flecha con delicadeza, observando como esta impactaba con el pecho ajeno y se fundía en su corazón, provocando el primer latido acelerado en el órgano palpitante de Taehyung. El primero de muchos que sentiría por el joven pelinegro.
Jimin apreció con felicidad como el castaño se sonrojaba ligeramente, todavía observando a Jungkook.
Justo cuando el rubio se disponía a lanzar la flecha que le correspondía a Jungkook, unos fuertes brazos lo agarraron por cada lado. Observó con fastidio a Jackson y a Wonho, los dos arcángeles que lo sostenían.
— ¿Es en serio? ¿De nuevo?
— Ya conoces las reglas, Jiminie. Lo sentimos, pero solo hacemos nuestro trabajo.
El pequeño cupido suspiró con fastidio. Observó con tristeza como el pelinegro huía poco después de romper el contacto visual con el rey.
Jimin estaba casi seguro que con una flecha sería más que suficiente para el amor de ellos. Pero aún así, sabía que iban a pasar trabajo, pues Jungkook estaba acostumbrado a escapar de situaciones que lo dejaban fuera de su zona de comfort. Y obviamente, una relación con el soberano de su país estaba muy por afuera de esa zona.
συνεχίζεται ...
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