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—¿Hora?—
Jeremy levantó su rostro del escritorio para ver el reloj, y una vez vio lo que necesitaba volvió a desplomarse.
—Ah... 5:20— Compartí su lamento dejando caer mis hombros hacia delante. Toy Foxy, Toy Bonnie y Ballon Boy se habían ido a sus puestos de milagro, pero Chica aún seguía aquí. El hecho de que no parpadeé hace que su mirada y su postura rígida le ayudaban a mezclarse con el fondo, por lo que no tenía muchas quejas al respecto.—. Ya casi, ya casi... —
El rubio estaba con la cabeza en el escritorio con los brazos extendidos hasta que sus manos colgaban del otro extremo entre bostezos e intentos de no cerrar los ojos. Por dentro presumía de estar manejando mejor el cansancio a comparación suya, pero siendo sincero ya estaba comenzando a bostezar cada minuto.
Cerré los ojos por un segundo para descansar la vista y y justo Chica imitó un largo suspiro que sonó distorsionado y robótico. Sentada como toda una dama anticuada sobre esa especie de televisores de la oficina.
—Puedes irte cuando quieras si te estás aburriendo. Nadie te obliga a estar aquí, ¿recuerdas?— Le dije sin mirarla, apoyándome en la pared que estaba atrás de Jeremy con las cámaras en mis manos.
Me había adueñado de su trabajo. Es mi planta ahora.
—No es necesario, me gusta el ambiente callado y tranquilo— Dijo.—. Los chicos deben estar por regresar a y, bueno, digamos que no son los más calmados— Bajó la mirada hasta apuntar al suelo, finalmente su columna se relajó y se inclinó un poco hacia delante.—. Últimamente discuten mucho, no me gusta que peleen entre ellos... —
—¿Callado?— Pregunté de forma retórica.—. Ja, claro, porque él ya nos abandonó— Apunté a Jeremy.—, tú apenas tienes presencia— La apunté a ella.— y yo solo quiero irme y no regresar.—
—Entonces... ¿No vas a volver?— Se inclinó aún más, ahora mirando a mi dirección. Su decepción no se reflejó en sus ojos pero si en la forma en la que había descuidado su postura junto al ligero cambio en el tono de su voz.
Negué de inmediato, pellizcando el puente de mi nariz.
—Aunque no quiera, tengo qué— Gruñí.—. Si no los reparo a ti y a tu "grupo", Scott va a asegurarse que no me contraten ni siquiera para reparar refrigeradores— Le respondí viéndola de reojo antes de volver a admirar mi propio reflejo en la superficie lisa de las cámaras apagadas.—. Respóndeme algo— Pedí, o más bien, ordené.—. ¿Por qué tantas ansias por ser reparada? ¿Qué tiene de bueno animar a unos niños gritones?— No lo comprendía, pero quería asegurarme que era una cuestión de propósito y no algo más.
La vi inclinar su cabeza hacia un lado, sin darme una pista sobre si planeaba responder o no.
—... Pues, me fascina animar a los pequeños— Dijo de forma casi soñadora.—. Sus risas, sus aplausos, todo de ellos me alegra. Me hacia sentir útil, querida, normal... — Sentí mi rostro y facciones fruncirse por lo que escuchaba. Esa era una extraña manera de describirlo.—. Escuchar a Freddy cantar, oír la guitarra de Bonnie, ver desde lejos los ademanes de Foxy mientras los niños escuchaban sus historias— Por más que quisiera detenerla, ya era tarde para arrepentirme, yo había preguntado después de todo.—, y luego estaba yo, siendo mesera y voces de fondo— Miró hacia el techo, volviendo a divagar.—. Recuerdo que tenía un cupcake de adorno pegado a un plato... Las niñas solían pedirme si podía prestárselos... — Suspiró.—. Eran tan tiernas... No cambiaría esos momentos por nada... —
—Hmp— Negué en desacuerdo, dejando mis brazos caer a mis costados.—. Preferiría saltar de un edificio que tener que saciar los caprichos de una multitud de niños ruidosos— Cerré los ojos, la mezcla de irritación con cansancio no me dejaba pensar en algo que no fuesen quejas—. ¿Quién quisiera hacer eso por 30 años sin descanso?—
—Yo lo hice y me alegro de eso.— Dijo con tanto orgullo que parecía estar realmente ofendida por hablar mal de su "oficio".
Nunca pensé que pasaría una madrugada hablando de cosas existenciales con una máquina, pero mírenme ahora.
—Y mira cómo terminaste; remplazada por una copia mejorada tuya, despedazada por el tiempo, dependiendo de un desconocido para que vuelvas a servir y que no te manden a la chatarrería, ¿cómo es que eso te parece alegre?—
Pareció estar cerca de explotar, pero entonces volvió a refinar su postura, manos en el regazo y mirada al frente.
—Sacarle una sonrisa a alguien me alegraba. Y eso haré ahora, reparada o no.—
—¿Le darás el favor a Jeremy? La terapia de exposición no es mala idea.—
—No, no, me refiero a ti.— Soltó una carcajada de lo más infantil, tratando de cubrir su grotesca boca sin éxito.
Le iba a responder, o explicar porque esa era la idea más tonta que alguna vez había escuchado, hasta que una alarma que venía de la pantalla de las cámaras me ganó la palabra. Levanté el aparato y cambié a la cámara del Prize Corner. La marioneta se había asomado un poco pero no podría estar más confundido al respecto.
Fitzgerald debe saber de esto.
—No cantes victoria, antigüedad— La miré apuntándola, para luego acercarme al escritorio para sacudir a Jeremy.—. Fitz, ¿qué pasa si la marioneta se está asomando?— Y, como si se hubiera dado un golpe contra el suelo, se levantó sobresaltado y me arrebató la pantalla tan rápido que ni siquiera lo vi hacerlo.
—N-No... ¡No, no, no! ¡Regresa! ¡Regresa!— Dijo desesperado dando cuerda a la caja, pero ya era inútil, la marioneta ya tenía medio cuerpo fuera de la enorme decoración.
Alcé una ceja antes de hablar.
—¿Ahora que alucinación te atacó?— Le pregunté ya molesto por su actitud y justo de forma irónica la melodía de la caja de música comenzó a sobrepasar mi propia voz. Y con cada decibel que aumentaba la canción también lo hacía el pánico del guardia.
—Parece que alguien despertó, je... — Miré hacia la robot con desaprobación, no estaba ayudando para nada.
—Tú, callada. Y tú, ¡ya cállate!—
—¡No lo entiendes! ¡Ahí viene! ¡Es el fin!—
—¿Pero de quién-?— Antes de que siquiera acabará de hablar, un grito que resonó en mis tímpanos me interrumpió. Tan agudo que llegó a taladrarme los oídos que el reflejo de cubrirlo me ganó, impulsivamente cerré los ojos, y cuando los abrí de vuelta el impacto de algo cayendo de lleno al suelo le dio una pista de lo que había ocurrido.
Jeremy logró esquivar lo que pareció ser un ataque de la marioneta, ropajes lúgubres pero apenas usados cubrían un cuerpo hecho completamente de articulaciones unidas entre sí. Y si el traqueteo que hacían los originales al caminar era molesto, el de esa cosa lo era aún más. Madera y plástico siendo golpeados constantemente para intercambiar poses imposibles para un cuerpo humano que podría hacer temblar a cualquiera. Todo bajo una simple máscara blanca que no dejaba a la vista ninguna emoción más que la sonrisa menos amigable del mundo.
Aún así podía distinguir el odio que consumía cada movimiento, acechando al guardia que se ahora estaba acorralado contra la esquina de la oficina.
Esa cosa hizo crujir sus articulaciones de nuevo, doblando sus codos y dislocando los hombros, balanceándose de un lado a otro de forma siniestra, tan irreal que me quedé quieto pensando en si era una verdadera amenaza o sólo una pesadilla.
La confusión entonces se volvió pánico, y mis nervios me guiaron a hacer algo en automático, cómo si fuera mi obligación hacerlo.
—¡Aléjate!—
En otras circunstancias habría tomado un mejor objeto para defenderme, pero la situación me puso a prueba, y lo único que encontré en mi camino fue la tableta de las cámaras descansando sobre el escritorio. No dudé ni un segundo en lanzarla hacia la cabeza de la marioneta.
Esa cosa perdió el equilibrio hasta casi desplomarse en el suelo y Jeremy aprovechó para alejarse lo más posible.
El aparato cayó también, con una nueva y llamativa grieta en la pantalla que atravesaba de un extremo al otro. De alguna manera sonó aún más pesado que aquel robot una vez impactó contra el piso.
Pero entonces miré a mi izquierda, la silla del escritorio (apenas unos centímetros más lejos que la tableta) se burlaba de mí y mi poca capacidad de actuar bajo presión.
—Ahí va el bono por horas extras... —
—...— Chica se levantó y caminó sin prisa hacia la marioneta, quien luchaba por tratar de recobrar el equilibrio y ponerse de pie, tropezándose y cayendo de vuelta cómo un ciervo recién nacido. Le ayudó a enderezarse y apenas recobró el control de sus movimientos volvió a levantar la mirada, esta vez enfocándose en ambos.
Obviamente Jeremy me usaría cómo escudo humano en una situación así.
Su brazo, delgado pero anormalmente largo se extendió hacia nuestra dirección, las puntas de sus cuatro dedos eran garras que se inclinaba hacia dentro de su mano, casi parecidas a las de un halcón u otro animal carroñero. Y de los espacios que debían ser los ojos centellaron una luces que sólo había visto hace unas horas en Parts&Service, haciendo brotar un recuerdo desagradable que me provocó escalofríos.
Así que esa cosa es la insignia de los embrujados. Vaya forma de descubrirlo.
La traqueteo regresó, esta vez su cuello de dobló hacia un lado, casi venciendo la misma capacidad de su cuerpo artificial. Ese sonido comenzaba a ser molesto.
Ambos retrocedimos, y de alguna forma lo tomó cómo una invitación a acercarse.
—Este es un buen momento para que digas otros de tus trucos de supervivencia, Fitzgerald.—
—N-No sobrevives a la marioneta, la evitas.—
—Y me lo dices justo ahora.—
Ya estaba listo para tomar la silla cómo nueva arma, pero la guerra fue interrumpida por la voz de la razón y la única fuente de paz en el lugar con la capacidad de evitar una tragedia.
—Puppet... — Murmuró Chica en un tono de lo más sutil, logrando que la marioneta la mirara sobre su escuálido hombro.—. Lo lamento, pero, ¿podrías... ?—
Un par de movimientos después y un sinfín de gestos que sólo ellos lograban comprender, el robot vestido de negro volvió a una pose más natural, una "default" por decirlo se alguna manera. Por lo menos ya no tenía la espalda doblada al lado contrario, pero no por ello la presencia amenazante que emanaba de él se disipó.
"Puppet" volvió a mirarnos y tanto Jeremy cómo yo volvimos a ponernos en guardia, pero esa cosa ya no tenía ánimos para intentar atacar de nuevo.
Las cuerdas de sus brazos y piernas se arrastraron por el suelo con cada paso silencioso que dió fuera, golpeteos apenas audibles para el extraño diseño de sus piernas. Cómo patas de palo huecas, o cómo el sonido que esperarías escuchar de alguien usando zancos.
Se desplazó sin armar otro escándalo, y en algún punto su delgada silueta se perdió en la oscuridad del pasillo, fusionándose con el abismo más allá de la zona segura de la oficina.
Jeremy cayó de rodillas soltando en un gran suspiro todo el aire que había retenido en su pecho, seguido por una música proviniendo de los altavoces del escritorio, campanadas alegres y el coro de unos niños festejando.
Era casi cruel marcar de esa forma el fin de una jornada tan intensa, pero la ligera chispa de culpa por menospreciar los nervios del guardia perduró en mi pecho apenas un par de parpadeos, al menos los que fueron necesarios para despabilarme y volver a la realidad.
No se supone que nada de esto ocurra en primer lugar. Y aún así, henos aquí.
—Terminó— Confirmé, incrédulo y sin aceptar todo lo que había ocurrido en apenas seis horas.—. Terminó... —Repetí, con el sonido de los movimientos del único robot presente escuchándose a la lejanía.—. Ahh... Ya no debe fingir que me importa... —
Sin tomar ni una de mis pertenencias comencé a caminar hacia la salida, no pensé en lo que pasaría si encontraban a Chica fuera de mantenimiento, no me pregunté qué sería de mis herramientas o de los planos perdidos, simplemente sentía una enorme necesidad de dar un paso atrás y respirar. Y lo mejor que se me ocurría era volver a casa a dormir.
—¡(T/N)!— Jeremy tardó en alcanzarme más de lo que pensé que le tomaría, la correa de su bolsa mal colocada en diagonal por su pecho y sus manos ocupadas mostraban que él no podía darse el gusto de ser descuidado con lo que dejaba atrás.
—¿Qué?—
—...— Tragó saliva, con uno de sus pocos dedos libres deslizándose sobre la correa se su hombro. No parecía cómo poner en orden lo que quería decir.—. Gracias.—
—¿Huh?—
—Por lo de... ya sabes... — Pasó muchas de las cosas que traía en brazos a sólo uno, y ahora con su nueva mano libre movió los dedos de manera exagerada cómo las patas de una araña. Ambos estábamos en la misma e incómoda página.—. Y lamento haberte involucrado. Se supone que soy el que debe vigilar y mantener todo en orden, pero... —
—...— Alcé una ceja, pero no me animé a mirarlo.—. Nunca dije que no le daría mi queja a Scott, pero el chantaje sólo funciona si el otro no tiene algo que poner en mi contra. Tienes suerte de no dejar deudas conmigo.—
—Aún así, me alegro que hayas estado aquí. De otra forma, yo habría... —
—Sólo lo hice porque después tendría que cubrir tu turno— Mi voz salió más tajante de lo que había planeado, pero ya era tarde para corregirlo y más cuando no mentía en ninguna de mis palabras.—. Si de repente hubiera ocurrido un accidente, cerrarían el lugar y perdería este encargo.—
El resto del corto camino fue en silencio, no me detuve a pensar si lo había ofendido mucho menos a dirigirle la mirada. No tenía energías restantes para hablar más, se sentía cómo algo pesado e innecesario de repente, pero por más que deseara salir e irme directo a casa, una vez que alcanzamos la entrada principal el tintineo de unas llaves al otro lado detuvieron a Jeremy de usar las suyas para abrir.
Por la puerta apareció un rostro tan familiar que daban ganas de golpearlo.
—¿(T/N)? ¿Jeremy?—
—Scott.— Respondí.
—¡S-Señor Cawthon!— Siguió Fitzgerald.
—Ah, me alegra haberlos alcanzado— Suspiró, entrando por completo al local y arruinando mi oportunidad de huir.—. (T/N), debo decirte algo, pero-
—No, no, no, ¿qué tal si yo te digo algo?— Le dije sarcástico y a la defensiva, dando un paso para plantarle frente.—. Cuando se forma un trato se deben dar detalles para estar de acuerdo, y de todas las cosas inútiles de las que hablaste ayer olvidaste mencionar que, "¡oh, vaya!", el sistema de los robots está tan corrompido que ahora andan por todo el sitio como ratas.—
—Oh, ya lo sabes entonces... — Se rascó la nuca, pero tampoco tardó nada en aclarar su garganta.—. No pensé que te toparías con ellos, no vi necesario contarte por lo mismo. Lo lamento, ya trabajaré en ello cuando tenga oportunidad.— Detrás mía pude escuchar a Jeremy susurrar una queja sobre cómo Scott lleva diciendo lo mismo por tres meses, pero no valía la pena resaltarlo cuando ya sabía la naturaleza del gerente.—. Por cierto, vino una joven, está allá afuera. Dice que te conoce— Cuando la conversación ya no involucró nada de su interés comenzó a caminar hacia la oficina, o al menos eso supuse.—. Por favor haz que se vaya, no se supone que haya público antes de la apertura.—
—¿Joven?— Pregunté extrañado.—. Pero yo no... —
La puerta principal volvió a abrirse, esta vez de forma más escandalosa, dejando ahora a la vista una cabellera roja y un par de ojos llenos de preocupación.
—¡(T/N)!—
Fruncí el ceño impulsivamente al tan sólo distinguir esa voz.
—¿Qué demonios haces aquí?—
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≫ editado el 13 de enero de 2023
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