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2


El primer impacto fue un golpe con ambas palmas contra la puerta.

El segundo fue una patada que casi me hace perder el equilibrio.

Fue hasta el tercero, un golpe con mi hombro luego de tomar impulso, que logré salir de ahí.

Mi cuerpo siguió la dirección hasta que caí de lleno contra el suelo de azulejos blanco y negro, no tuve oportunidad de siquiera recuperarme del golpe, me obligué a voltear a mis espaldas tan pronto como pude, la habitación de piezas de mantenimiento seguía viéndose como un abismo de oscuridad del que resurgieron una luces que flotaban en la nada, eran unos puntos blancos que revoloteaban entre espasmos extraños.

Ni loco me quedaré a averiguar qué era eso.

Salí corriendo por el largo pasillo de las habitaciones de fiesta, tropezándome con mi propia caja de herramientas y ganándome otro golpe en la rodilla que había saludo intacta de antes. Aún así no me detuve, apoyé mis manos y me levanté de vuelta, corriendo por el largo pasillo de los salones de fiesta queriendo alcanzar el final. No escuchaba nada perseguirme, y ese traqueteó metálico se había desvanecido, o tal vez era que mi corazón latía tan rápido que no lo noté.

Cientos de ideas brotaron de mi mente, siendo traído de vuelta a la realidad cuando una luz azulada y brillante me cegó desde el interior de la oficina.

Levanté mis manos y cubrí mis ojos, la repulsión me dejó aturdido y me detuve a un metro de cruzar el gran marco que conectaba con el resto del pasillo.

—¡(T/N)!— Escuché desde el otro lado de la luz. Era Jeremy, no había duda.—, ¿qué ocurre? ¿E-Estás bien?—

Al apagar la linterna me quedé ahí un segundo más, la paranoia me hizo mirar hacia atrás y cuando no encontré nada volví a recordar mi molestia de antes.

Me le acerqué a pasos pesados y furiosos hasta que pude arrebatarle la linterna y sacudirla frente a su cara con fastidio.

—¡¿Crees que es divertido!? ¡Está bien si no quieres estar cerca de las máquinas, pero no intentes asustarme! ¡No es culpa mía que te aburras estando sentado seis horas acumulando polvo!— Le dije, o más bien le grité, y su única respuesta fue intenta recuperar la lámpara.

—¿¡De qué hablas!? ¡N-No he salido de aquí!—

Estando a punto de responderle de vuelta un nuevo golpe llamó nuestra atención al mismo tiempo. El característico sonido al golpear un contenedor hueco de metal, proviniendo del interior de las paredes, del techo, del pasillo, era como si estuviéramos rodeados por algo que intentaba alcanzarnos.

—¿Pero qué... ?—

—¡Hazte a un lado!— Con la guardia baja Jeremy me arrebató de vuelta la linterna y tomó las cámaras de repente. Al espiar sobre su hombro distinguí la cámara del interior de la ventila izquierda.

Tragué en seco, y el nudo en mi garganta empeoró la confusión que sentía.

—¿Qué está haciendo Toy Chica en la ventilación?... — Murmuré.—... ¿No se supone que ellos no saben sobre esta parte de la pizzería?—

—Ya vienen... — Susurró Jeremy, su aliento era de ultratumba y parecía que la simple imagen del robot dentro de la ventila fue suficiente para robarle el alma. Sus movimientos, de por sí tensos, empeoraron pero se las arregló para soltar la pantalla de las cámaras y comenzó a rebuscar entre las cajas que rodeaban el escritorio.

—¿Qué estás haciendo ahora?—

Esperaba que comenzara con un protocolo para casos especiales, pero para mí sorpresa lo que sacó del montón de baratijas fue una máscara absurdamente brusca que se aferraba a la vida para mantenerse en una sola pieza.

—¡La encontré!— Dijo con entusiasmo.—. No hay tiempo para explicar, pero ponte esto, rápido. Está cerca.— Con una impaciencia casi obsesiva se acercó para intentar alcanzar mi cabeza, y cuando me aparté hizo una cara como si acabase de patear a su perro.

—¿Estás loco? No me pondré eso, quién sabe qué pueda contagiar.—

—¡No lo entiendes! Tienes que esconderte, ¡ellos- !... uhm... — Sus pupilas temblaban y las palabras se le escapaban. Parecía querer decir tantas cosas que no sabía por donde empezar, así que lo que pareció sobreponerse a lo demás fue la necesidad de volver a revisar las cámaras, escuché vagamente la melodía del Prize Corner, duró unos segundos y después volvió a bajar la pantalla para seguir hablando. Siendo interrumpido tan abruptamente que ambos dimos un salto del susto.

Se escucharon unos golpes en el largo pasillo frente a nosotros, la oscuridad seguí consumiendo todo a su paso, y no nos permitía ver más allá del marco de la entrada a la oficina. Sonaban cómo pasos, pero estos eran demasiado estruendosos a comparación a los de un persona al azotar los pies.

Entre temblores Jeremy juntó el coraje para alumbrar el pasillo.

Sentí cómo perdía el aliento cuando lo vi.

El Bonnie original...

Caminando hacia nosotros lentamente, encorvado y cojeando, con las luces de lo que alguna vez fueron sus ojos apuntando hacia nosotros. Acechándonos desde la oscuridad

Fitzgerald... — Me salió en un hilo de voz.—. ¿¡Q-Qué mierda está pasando!?—

Acababa de ver a los originales, estaban apagados, ¡ni siquiera deberían ser capaces de permanecer de pie!

—¡Te lo dije!— Exclamó, reprendiéndome de la misma manera que un maestro enfurecido.—. ¡No dejes que te vean! ¡No se detendrán hasta alcanzarnos!—

Al borde de un ataque de pánico, y armado con su propia máscara, el guardia se escondió debajo del escritorio. Jalándome del cuello de la camisa en el proceso hasta que quedé de rodillas a su lado, los golpes de antes me provocaron un hormigueo desde mis rodillas hasta el resto de mis piernas, empeorando por lo gélido que estaba el suelo.

A este punto ya no sé qué hacer...

Me refugié al lado de Jeremy en el reducido espacio bajo el escritorio, reacio a ponerme la máscara, la usé para tener algo a lo que aferrarme mientras el desconcierto seguía trepando por mi espalda.

Las pisadas aún resonaban por todo el local, casi haciendo temblar las paredes de alguna forma.

Hace ya tanto tiempo que no experimentaba esta sensación. El miedo por no saber lo que había afuera me consumía, pero por lo menos no estaba temblando cómo Jeremy.

—¿Desde hace cuánto pasa esto?— Le dije susurrando, en un intento de aliviar la tensión.

—N-No lo sé... — Tartamudeó, su voz soñaba con un ligero eco bajo el disfraz, apenas siendo capaz de encontrar sus ojos a través de los agujeros de la máscara.—... Ha sido así desde antes de que yo entrara a trabajar— A pesar de no encontrar sentido en lo que decía, lo seguí escuchando atentamente.—. El sistema falla por la noche, cómo si el silencio les irritara. Terminan buscando cualquier fuente, cualquier rastro de vida, pero... —

—¿Y... que hacen cuando llegan aquí?... —

—...— Aún debajo se la máscara evitó mi mirada, girando la cabeza todo lo que pudo para esconderse, negando de vez en cuando.

—No estoy para juegos, Fitzgerald. Dime la verdad.— Su silencio era un torpe intento de tener que evitar mentir, él más que nadie sabía lo malo que era para ello.

Ellos me hablan— Murmuró, con un hilo de voz tenebroso, desconcertado de sus propias palabras.—. Dicen estar vivos. Intentan hacerme salir, pero no sé diferenciarlos— Siguió, ahora hablando entre dientes.—. Cuando sólo intentan animarme, de cuando intentan acabar conmigo. No me arriesgaré, no tengo por qué... —

—Jeremy— Me volteó a ver. Los pasos habitan cesado, pero apenas lo había notado.—. Son robots— Le aseguren de la forma más firme que pude.—. No están vivos, no sienten, no hacen nada más allá de lo que les dice el sistema— O tal vez trataba de convencerme a mí mismo.—. Desde el principio fue fácil saber que no estás hecho para esto.—

—P-Pero... — Suspiró.—. Lo que te digo es verdad.—

—Ahh, ya no tengo idea de qué hacer.—

Era como un laberinto sin salida. Si lo que Jeremy decía era verdad podría terminar muerto si trato de irme, pero si no lo es solo perderé tiempo aquí jugando al guardia.

Nuestra tortura pareció terminar, dándonos unos segundos de paz hasta que algo nuevo resurgió de entre las profundidades del restaurante.

Cubrí mis oídos, pero aún así el pitido dentro de mi cabeza no se atenuó.

Una horrible estática sonó de repente, taladrando mi cerebro y siendo cada vez más imposible de ignorar.

—¿Hola, holaa? ¿Estamos jugando al escondite?— La voz estaba algo robotizada y la estática era acompañada con lo que sea que estuviese hablando. Era de lo más infantil, vibrando en un tono dulce con el que le hablarías a un niño.

La irritación me invadió, un mal recuerdo que se convirtió en un chasquido con mi lengua.

Debajo del escritorio había una grieta pequeña en la que se veía una sombra deslizándose de un lado a otro, junto a los pasos de lo que sonaban como botas con tacón.

Jeremy comenzó a respirar con dificultad, y aún así no se quitó la máscara.

—M-Mangle... — Susurró.

Los pasos cesaron a penas dijo eso.

Iba a salir a revisar si lo que sea que hubiese sido eso ya se había ido, pero "eso" se me adelantó.

—¡Te encontré!— Era Toy Foxy, quien estaba colgando de cabeza en la mesa viéndonos debajo del escritorio. Jeremy se sobresaltó y se golpeó la cabeza con la parte superior.

—¿Toy Foxy?— Dije sin creerlo.

En el día esa cosa a penas se mueve con los niños cerca, por mucho tiempo creí que ni siquiera lo encendían para evitar que alguien sufriera un choque eléctrico mientras lo desarmaban.

—Ese es el nombre artístico— Me explicó, lanzando su dedo índice y terminando apuntando al suelo. Su mano no tenía carcasa y dejaba a la vista el endoesqueleto. Era como una mano echa de agujas.—. Pero prefieren Mangle, si no es molestia.—

Se hizo a un lado y salí del escondite, sacando también a Jeremy a la fuerza, quien aún estaba con la máscara en la cabeza.

—¡Ya quítate eso, idiota!— Le saque la cabeza de Freddy y la arrojé hacia mis espaldas.— ¿¡De esto se trata todo!? ¿¡Toy Foxy merodeando por todas partes?! ¡Eres un guardia, de supone que debes saber cómo desactivarlos para casos como estos!— Parecía un padre regañando a su hijo. Un hijo que daría en adopción a penas hubiese oportunidad.

—Mangle, no Toy Foxy, M. A. N. G. L. E.— Volteé a verlo, asombrado por cómo se sentaba tan casualmente sobre el escritorio con ambas piernas cruzadas.

Está fallando demasiado. Esa no era una línea de voz que esté programada.

Volví hacia el rubio después de negar con la cabeza.

—¿Vas a responder o no, Fitzgerald?—

—No solo es ella— Explicó.—, ¡te lo dije pero no me creíste!—

Aquí vamos con lo mismo.

—Uhm... ¿Hola?— El robot se interpuso entre nosotros de un salto, olvidando cualquier concepto sobre espacio personal cuando se inclinó hacia mi dirección.—. ¡Soy Mangle! Pero eso ya lo sabías— Bromeó, y sentí mi rostro fruncirse por reflejo.—. ¿Cuál es tu nombre?— Di unos pasos en reversa, notando apenas los largos cables que sobresalían de su espalda y de su vestuario desaliñado. La combinación de metal y constantes chispas saliendo de ellos lo hacían lucir intimidante.

—¿Y que clase de araña de cuerda eres tú, "Mangle"?— Siento que podría gritar por simple irritación.

El robot rió, soltando de nuevo aquella estática tan molesta de antes.

—¡Me agrada tu amigo, Jeremy!— No hace falta aclarar que Jeremy se encogió en su sitio cuando se giró hacia él un segundo.—. ¡Supongo que nunca has visto un zorro antes!—

Sí, eso explica muchas cosas.

—Lo siento Fitzgerald, pero me voy. Dile a Scott que vendré cuando los muñecos no se levanten por arte de magia.— Debía ser un truco barato para hacerme repararlos gratis al no hablarme de ello, pero no me molestaría en arreglar un sistema que ni siquiera sus creadores entendían.

Me di la vuelta molesto, pero mi visión fue interrumpida por otro de ellos, Toy Bonnie y sus enormes -y aterradores- ojos quedaron justo frente mío.

—¡Oh, hola, hola!— Alzó las cejas todo lo posible y comenzó a revolotear en nuestro alrededor, espiando desde todos los ángulos posibles.—¡Hace tanto que no teníamos un chico nuevo! ¡Sé bienvenido!— Exclamó en un tono tan infantil que me causó escalofríos. Son tan alegres que me comienzan a incomodarme.

—¡Maldición!— Exclamé dando un salto hacia atrás, no debe ser sano asustarse tanto en una misma noche sin haber dormido nada.—. ¡¿Ahora también Toy Bonnie!? ¿Al menos Scott sabe de esto?— Volteé hacia Jeremy quien asintió nervioso.

Gruñí, arrebatándole mi mano al robot recién llegado cuando quiso saludarme.

Lo que faltaba. Un montón de animatrónicos merodeando por ahí tratando de matarme o de ser mis amigos. Casi preferiría la primera opción.








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editado el 20 de diciembre de 2022

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