Capítulo 63
—Y... Listo. Ya está mucho mejor... —Yujeong habló de forma cantarina arreglándome la corbata.
Al volver mi atención a su rostro pude apreciar como sus ojos irradiaban un cierto brillo, la forma en que sonreía tan abiertamente mientras sus manos se encargaban de alisar las arrugas inexistentes de mi traje me atrajo demasiados recuerdos.
Para ser más específicos mi graduación universitaria, fue él quien me compró el esmoquin y me enseñó como atar la corbata de manera correcta, ya que para ese entonces estaba pasando por una decadencia económica, Yujeong había asumido esa tarea ocupando la responsabilidad que debió ser de mi padre, algo gracioso, porque el hombre era igual de inexperto en la vida que yo.
—Gracias. —Apenas pude formar una sonrisa.
—Sé que lo he mencionado varias veces desde que llegaste de Estados Unidos, pero últimamente te veo bastante apuesto, ¿Te has hecho algo en especial? —Bufe tratando de controlar mi sonrojo.
Ese idiota...
—No deberías estar diciéndole guapo a otro hombre cuando tu prometido está en la siguiente habitación —reñí, dejando que la chica encargada del maquillaje retocara mi rostro.
—No es un pecado halagar el aspecto de un amigo, además. Seongna lo mencionó cuando fuimos a recogerte en el aeropuerto. —Asentí mirándolo con falso recelo.
La boda de ese par iba a ser discreta debido a que en nuestro país de origen aún no era permitido de forma legal esta unión, así que el evento se estaba llevando a cabo en Londres con las personas cercanas de la pareja. Después de haber firmado los documentos correspondientes y oído los votos más empalagosos que alguna vez escuché en toda mi vida, nos tomamos un tiempo para retocar nuestras apariencias y luego a trasladarnos al lugar en donde se llevaría la celebración.
No era más ni nada menos que la HAC, una magnífica casa de campo casi en el centro de Londres, un sitio perfecto para ofrecer un buen ambiente y con un jardín exclusivo que permite tomar bebidas en el césped o incluso disfrutar del servicio pirotécnico en la noche.
La pareja había decidido alquilar el salón más pequeño, por obvias razones. Este se encontraba decorado de forma que podía percibir la personalidad de los novios en aquel sitio; estaba seguro de que ellos estuvieron involucrados hasta en el mínimo detalle, a pesar de que ambos tenían agendas apretadas, y eso, me hizo sentir feliz por ellos.
Las personas poco a poco fueron llegando al sitio, y aunque no quise ocupar la misma mesa de los novios, me vi obligando a sentar mi culo frente a Seongna forzado por el mencionado. Aunque lo mencioné alguna vez, ese hombre era un encanto, sus facciones finas me recordaban a un conejito cuando apenas estaba en sus primeras semanas de nacido, y el pensar en aquello, una sonrisa de conejo en especial vino a mi mente trayendo estragos consigo.
—No es por ser entrometido, pero para ser honesto, esperaba verte acompañado con ese hombre que le gusta andar en toalla que tienes de novio. —Yujeong se ganó una mala mirada de mi parte.
Seongna intercambió vistazos fugaces entre su esposo y mi persona, mientras se robaba las almendras que habían puesto como decoración y aperitivos, comiéndose estas a la vez que estaba atento a nuestra conversación.
—¿En serio tuviste que mencionarlo? —reñí en reproche.
—Ahora que lo mencionas, sí, también tengo curiosidad en conocerlo. Yujeong me contó la peculiar forma en que ellos se vieron por primera vez, te juro que nunca me reí como en ese momento. Hubiera pagado por haber estado ahí —comentó este, con evidente interés en su tono de voz. Sus grandes ojos brillaban con emoción como si se tratara de un niño.
—¿Yujeong te contó de Jungsoo? —Asintió mientras masticaba a mi pregunta—. ¿Qué te dijo con exactitud?
Se aclaró la garganta imitando la postura de su pareja, ignorando la atenta mirada de ambos:
—Yeonsuk Gong tiene novio, ¿Puedes creerlo? Ese tipo es tan arrogante y exhibicionista. —Soltó un bufido mientras imitaba la media sonrisa que tanto lo caracterizaba al abogado Park, algo que me hizo reír—. Es que si lo conocieras. No soy de los que juzgan a las personas por su aspecto, pero ese hombre no me da buena espina, tiene esa fachada de Bad boy, mujeriego, rompe corazones y rompe reglas.
Chasqueó la lengua de forma desaprobatoria mientras negaba con la cabeza. Sí, en definitiva, eso había sonado muy él.
—Yo no sueno así —murmuró indignado este.
—No mientas, Park, así fue lo que me dijiste, apenas llegaste. —Negué con la cabeza riendo.
Entrelacé mis manos sobre la mesa, mi anillo de matrimonio brilló ante la luz que se filtraba por la ventana, incluyéndome, esto llamó la atención de los novios, quienes en sus rostros se dibujó un gran signo de interrogación, al notar aquello, apreté los labios y de modo poco disimulado volví a meter estas donde se encontraban antes.
—No te hagas el idiota, Yeonsuk Gong —chilló Seongna agarrando mi mano para acercarla e inspeccionar el anillo de cerca, sus grandes ojos analizaron los detalles de este antes de observarme con alegría—. ¿Te lo dio él, verdad? Claro que sí...
—¿Acaso eso es una pregunta o una afirmación? —me burlé.
—¡Es hermoso! Échale un vistazo, Yujeong, qué bonito es. —Por un instante juré haber visto en la cara del mencionado una mueca de celos, fue tan rápida que muy apenas pude reconocerla, aun así cuando parpadeé aturdido por esta, en su cara ya se encontraba aquella sonrisa que él siempre tenía en su semblante.
La que siempre usaba para ocultar lo que en verdad estaba pensando.
¿Habría visto mal quizás? Aparté mi mano en el instante que sentí que Seongna aflojo su agarre en mi muñeca, sintiéndome incómodo rezando para que el tema del anillo quedara por olvidado, porque si era interrogado, lo más probable era que me vería forzado a mentirles, y odiaba eso, o al menos con ellos, con mis verdaderos amigos.
La programación de la reunión se fue llevando a cabo de forma normal, algunos de los invitados dieron unas cuantas palabras a la pareja recién casada, también observé como los meseros empezaron a repartir la torta una vez que los novios la cortaron, siendo fotografiados por los encargados de documentar el evento. Mientras eso sucedía, no pude evitar reflexionar en Jungsoo, me pregunté si quizá el haber venido a la boda cuando él no estuvo de acuerdo fue lo correcto.
—Tienes que probar la torta, Suk, está deliciosa —comentó Seongna, cuando volvió apoyar su trasero en la silla frente a mí mientras lamía los restos de crema que tenía en los dedos.
Me forcé a sonreír en forma de respuesta mientras sacaba mi teléfono del bolsillo, busqué a Jungsoo en mis contactos y le escribí un corto mensaje: «¿Dónde estás?». No tenía mucha fe que me respondería el mensaje en ese momento por la diferencia de horario, por lo que el ver su "En línea" Y luego su "Escribiendo..." Aceleró mi tonto corazón como siempre solía hacerlo cada vez que se trataba de ese hombre.
Después de unos interminables segundos, su mensaje llegó trayendo un escalofrío consigo: Tres palabras, tres malditas sílabas que me dejaron hecho un desastre.
«A tu lado.»
¿¡Qué demonios significaba eso!?, ¿¡Qué quería decir con que estaba a mi lado!?
Levanté mi mirada hacia la pareja de esposos en el momento que dejé de escucharlos hablar, estos observaban mi costado con diferentes expresiones en su rostro: Yujeong, con el ceño fruncido; Seongna, con curiosidad, lo que sea que tenía a mi lado era lo suficientemente impactante como para dejar a ese par en esas condiciones. Como si estuviera en una escena en cámara lenta, mi cabeza giró a esa dirección y fue entonces que el mundo a mi alrededor dejó de existir. Jungsoo Park estaba frente a mí.
Virgen de los orgasmos visuales y alabado sea el creador de aquel espécimen.
Vestido en un traje negro a medida que, resaltaba cada atributo que tenía aquel híbrido, bajo la americana no traía nada más que una camisilla semitransparente y una cadena de plata, su oscuro cabello, se encontraba peinado de forma clásica hacia atrás dejando expuesta su frente, estaba usando todas sus perforaciones, dándole ese aire de hombre rudo que Seongna había mencionado hace unas horas.
Sus ojos siempre estuvieron en mi rostro con una expresión relajada, mientras que yo me encontraba en un estado de aturdimiento. Me levanté con torpeza de mi lugar, ignorando las miradas curiosas de los invitados de las mesas vecinas. Casi podía escucharles murmurar preguntándose quién era ese apuesto hombre que tenía frente a mí, y, una ola de orgullo me invadió en el instante que al levantar su mano, la argolla en su dedo relució dejando en claro a mis amigos, quién era él.
Jungsoo Park, el híbrido más hermoso que había conocido en toda mi vida.
—Jungsooo... —Mi voz salió casi como un gemido y me sonrojé con fiereza ante eso.
El mencionado sonrió abiertamente causando un corto circuito en mi cerebro.
—Yeonsuk... —Desvió la mirada a mis amigos y le dedicó una pequeña venía en forma de saludo—. Felicidades por su boda, señores Park.
Seongna se levantó un brinco extendiéndole la mano, la cual él apretó y sacudió de forma graciosa.
—¡Es un gusto conocerte finalmente, Jungsoo Park, he escuchado maravillas de ti! —El susodicho alzó su ceja perforada.
—¿Ah, sí?
—Por supuesto, Yeonsuk me ha mencionado que has sido como un milagro en su vida y...
—Seongna, por favor, cálmate —le regañé, pero este hizo oídos sordos ante mis reclamos, por lo que Yujeong tuvo que intervenir.
Trajeron una silla adicional a nuestra mesa y tuve a Jungsoo a mi lado minuto después, este inició una animada charla con Seongna, quien seguía interrogándolo, mientras Yujeong nos dedicaba miradas silenciosas, analizaba al tatuado de manera pensativa y respondía las preguntas que iban dirigidas a él por parte de ambos. Algo que no le di mucha importancia, ya que era algo común en él comportarse de ese modo con extraños.
—¿Por qué tienen anillos a juego? —interrogó Yujeong de repente.
Seongna bufó ante su pregunta.
—Son anillos de novios, ¿Acaso eres tonto, cariño? —Asentí mientras bebía de la champaña que hace poco uno de los meseros me había traído.
Para calmar los nervios, según yo. Estaba cagado, tener a mi antiguo amor y mi actual esposo en la misma mesa luciendo como supermodelos me ponían en un estado que ni siquiera podía describir con palabras, pero era malo, y mucho.
¿Por qué siquiera consideré buena idea animar a Jungsoo a asistir a la boda? Casi le rogué a las nalgas arrugadas del creador para que no pasara algo de lo que probablemente me arrepentiría, pero al parecer, ese ente no estuvo de mi lado ese día.
—En realidad estamos casados. —Empecé a toser a la vez que los novios nos miraron con los ojos desorbitados.
Le eché un vistazo a Jungsoo frunciendo el ceño y este me devolvió la mirada con una sonrisa, usando aquella expresión de inocencia falsa mientras descansaba despreocupadamente su brazo en el espaldar de mi silla.
—Jungsoo... —Mi voz sonó un hilito.
—¿No se lo habías dicho, precioso? —Apreté mis labios, este al notar ese gesto llevó su mano a mi barbilla y con su pulgar liberó estos.
Se inclinó lentamente y me besó.
Me. Putamente. Besó.
Pero no un beso cualquiera.
En el momento que su boca semiabierta colisionó con la mía, sabía que Jungsoo iba a hacer un espectáculo. Adentró su lengua luego de lamer mis labios de manera descarada, encendiendo cada nervio de mi cuerpo y, como el idiota que era yo, ladeé la cabeza profundizando el beso, podía sentir las miradas en nosotros, y aunque un pedazo de mí, me regañó por estar haciendo eso, la mandé al diablo.
Chupé su labio inferior ahogando un gruñido de su parte al mismo tiempo que entrelazaba mi mano con la suya, casi presumiendo nuestros anillos, sentí las uñas de mi esposo clavarse en mi espalda baja dándome un silencioso mensaje: teníamos que parar. Fue entonces cuando alguien carraspeó la garganta, jalándome de regresos a la realidad.
Por el cinturón de Moisés y los juanetes de los fariseos.
Habíamos hecho semejante espectáculo y los invitados ya estaban murmurando cosas entre ellos, apenado, me obligué a recuperar el aliento mientras le limpiaba las comisuras de los labios a mi hombre, quien me miraba con tanta adoración que me costó mucha fuerza de voluntad para no volver a besarlo de nuevo.
—Parecen salidos de una escena de porno. —Miré en forma reprobatoria a Yujeong.
Estaba claro que lo que vio no fue nada de su agrado, y quizá tuvo razón en considerarlo mal educado al lugar en que estábamos, dado que nos encontrábamos en un evento importante y la atención debía estar centrada en los novios, no en nosotros.
—Lo siento, yo... —susurré apenado.
—Y eso que solo viste un beso —me interrumpió Jungsoo.
Ambos tuvieron un duelo de miradas, donde para mi poca sorpresa, Jungsoo ganó. Por supuesto, cualquiera se sentiría intimidado si lo mirara de la forma que este lo hacía.
—Bueno, pronto empezarán a repartir la comida —animó Seongna intentando quitar la tensión que se formó en el ambiente.
—Así es, conociéndolos a ambos, estoy seguro de que será delicioso —le apoyé, entrelazando mi mano con la de Jungsoo por debajo de la mesa.
El híbrido volvió su vista a mi persona y la tensión en su rostro desapareció, sus ojos grandes brillaron similar a los ojos de un lindo venado bebé, motivándome a sonreír como idiota. Como dijo uno de los novios, los platos de comida no tardaron en llegar a nuestra mesa, Jungsoo que hizo de costumbre, tomó mi plato y empezó a cortar la carne en pequeños trozos, detalle que la pareja casada frente a nosotros notó.
En especial Yujeong, su mirada estuvo perdida por unos momentos en lo que estaba seguro de que en su memoria trajo aquellos recuerdos en donde en mi peor época, él iba a mi apartamento con comida que solía comprar y me alimentaba como si fuera un bebé, ya que me negaba a comer, el solo recordar aquello causó una punzada de dolor en mi pecho.
Entendía aquel sentimiento, era aquella culpa que me mortificaba a diario y en la que estaba trabajando por sanar, por perdonarme a mí mismo de haber permitido, o mejor dicho, obligado a mí mismo a consumir cosas que lo único que me habían hecho fue daño.
Estaba seguro de que esa era una de las cosas más difíciles de sanar, el daño que uno mismo se autoinducía, las heridas tan profundas que nuestras propias palabras y acciones no hacían sentir, desvalorizando nuestros esfuerzos y nuestras existencias. Siempre creí que el mayor daño lo había recibido de terceros, de mis padres, de los idiotas de mi clase, de Yujeong. Cuando en realidad fui yo, quién encabezaba la lista. Parpadeé múltiples veces para no llorar, sobre todo, porque no quería hacer preocupar a Jungsoo de forma innecesaria.
—Listo. —Un feliz tatuado dejó el plato frente a mí para tomar el suyo y hacer lo mismo.
—Gracias, ángel. —Besé su mejilla.
No pude evitar conmoverme al notar como sus orejas se pusieron rojas.La velada continuó de manera animada y finalmente apreciamos a los novios dar su primer baile, una vez que la canción concluyó, una nueva empezó a sonar, no tardé en reconocerla porque era una de las canciones favoritas de Jungsoo, tanto así, que siempre la ponía cada vez que viajábamos, e inevitablemente también se convirtió en mi favorita. Esta se llamaba Beautiful Creature por Miia.
Los ojitos de Jungsoo brillaron con emoción al reconocerla también, tomó de mi brazo y me arrastró a la pista de baile, una vez allí, rodeó mi cintura con sus brazos a la vez que yo hacía lo mismo, pero alrededor de su cuello, me atrajo hacia sí pegando nuestros pechos y apoyó su mejilla contra la mía, mientras nos mecíamos al compás del ritmo de la canción.
—«Como un monstruo que estaba escondido, pero ya no porque me trajiste a la luz...» —cantó Jungsoo cerca de mi oído, provocando que la piel se me pusiera de gallina.
—«Amo la forma en que tu amor me mantiene en lo alto, porque en tus manos me convierto en un creyente, no tengo que esconder mi lado feo...» —Fue mi turno en cantar en tono bajo, Jungsoo tembló.
—«Porque me convierto en una hermosa criatura en tus ojos.» —terminamos el coro al unísono.
Para los siguientes versos empezamos a cantar un poco más fuerte donde nos dábamos ocasionales vueltas a sobre nosotros mismos, las personas a nuestro alrededor volvieron a enfocar su atención en nosotros, pero no nos importó.Quizás estábamos locos, tal vez éramos el foco de atención cuando no debería serlo, pero junto a Jungsoo, sentía que por fin era el protagonista de mi propia historia, el único que importaba en ese momento. Una risa escandalosa abandonó mis labios en el instante que los labios de mi esposo hicieron cosquillas en mi cuello.
«Así es como todo comienza y nunca termina. No hay que disfrazarse para encubrirse en defensa propia. Pertenecemos y chocamos. Donde la locura nunca está mal ni bien.»
—«Amo la forma en que tu amor me mantiene en lo alto, porque en tus manos me convierto en un creyente, no tengo que esconder mi lado feo. Porque me convierto en una hermosa criatura en tus ojos.» —casi gritamos el coro final y para sorpresa mía, tanto los invitados como la pareja recién casada nos aplaudió.
La velada terminó pasada la medianoche, juntos apreciamos el espectáculo de fuegos artificiales en el jardín, tiempo en el que me sentí el hombre más mimado por su persona debido a sus constantes besos y abrazos. Su mano no soltó en ningún momento la mía y cuando llegamos al hotel donde me estaba hospedando, nos arrancamos la ropa como si la necesidad de tener al otro desnudo fuera algo prioritario en ese instante, después, hicimos el amor como nunca lo habíamos hecho; nos tomamos el tiempo para disfrutar la compañía del otro, y para cuando el sol se asomó por las cortinas de la habitación, caímos rendidos en un sueño profundo.
https://youtu.be/dyy9DvJrseo
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