Capítulo 4
Después de llegar un acuerdo con Emma y sus padres, logré tener a Petro a mi custodia cuando necesitara moverme por el pequeño pueblo que al final no era pequeño, ¿Fue fácil? Para nada, no cualquiera prestaría su auto a un desconocido que vino del otro lado del mundo, por esa razón mi sorpresa se hizo notoria en mi semblante en el momento que estos accedieron luego de haberme invitado a una inesperada cena para conocerme días después de haberles pedido el favor. Durante esta conocí un poco más de mis curiosos vecinos amantes al anime, de forma que gran parte de la comida estuvieron preguntándome cosas relacionadas con ellos, llegando incluso a ofrecerme dinero por enseñarles japonés.
Vaya decepción se llevaron al darse cuenta de que era coreano.
Una tarde conduje en dirección al pueblo, después de pedirle indicaciones a varias personas en el camino logré dar con la ubicación que necesitaba media hora más tarde, algo que estaba seguro hubiera sido motivo de burla para que mi diminuta vecina, quien tomaría esa oportunidad para echarme la bronca por lo que quedaba de semana. Estacioné el auto frente a la edificación y descendí luego de asegurarme de cargar conmigo mis cosas.
El sol estaba descendiendo al otro lado de la calle dándole tonos anaranjados y rosáceos al cielo; mis ojos recorrieron las dos calles apreciando lo limpia que lucía la avenida y, finalmente, me introduje al edificio de arquitectura victoriana.
Para cuando me adentré a esta, el olor a libros con un ligero aromatizante a canela invadió mis pulmones haciendo que sonriera ante las sensaciones cálidas que esos simples olores me generaban; era casi estar en el paraíso y a mi mente vinieron esos inevitables recuerdos de secundaria donde me escondía en las bibliotecas para leer algunas novelas que estaban en los libreros, o al menos las que eran "Aptas" para mi edad en ese entonces.
Seguí por instinto el largo pasillo de azulejos de madera que concluyó con un mostrador del mismo material donde una chica de piel oscura al otro lado de este tecleaba en su computadora a la vez que masticaba un chicle haciendo sonoros y molestos sonidos con este. A su lado izquierdo había dos teléfonos tradicionales de cable y, al otro, un fax y una impresora. Detrás de ella había una pared con numerosos afiches relacionados con clubs de lectura, contactos de venta al por mayor de libros, números telefónicos para cursos extracurriculares, calendarios con imágenes de paisajes y animales a los costados, y, listas con nombres que desconocía cuál era su función y tampoco me interesaba saberlo.
—¿Te vas a quedar parado ahí por mucho tiempo? —La chica rompió el silencio, volví mi vista a esta—. ¿Eres nuevo en el pueblo no es así? Porque si eres turista, el cartel que da los Tours por el pueblo está por allí y el salón en el tercer piso.
Miré con brevedad a mi costado donde había señalado para mirarla nuevamente con escepticismo.
—Lo dices por mi aspecto, me imagino. —Esta asintió, por supuesto. Un asiático de tez demasiado blanca con cabello castaño claro resaltaría en un país occidental.
—¿Eres cantante de K-pop? —volvió a interrogar. Soltando un suspiro pesado, apoyé mis codos en la superficie de la mesa con una sonrisa ladeada.
—¿Luzco como un Idol?
—No. —Arrugué mi nariz con fastidio, la chica rio por mi reacción.
—¿Dónde puedo encontrar la sección de romance? —Esta soltó un bufido en respuesta—. ¿Qué? ¿Así atiendes a todos aquí? Diablos. Con razón hay más gente en el purgatorio que aquí. ¿Qué tiene de malo el género?
Esta volvió a reír.
—Todo. Empezando por el cliché tóxico. —Chasqué mis dedos para asentir de acuerdo—. Pero también hay basuras cursis y empalagosas como esas. —Señaló a su costado y un chillido salió de mis labios cuando vi mi libro, siendo víctima de su crítica desalmada.
—¿¡Qué tiene de malo!?
—Todo. Empezando con la típica damisela en apuro que no sabe ni limpiarse el culo, el machote que todos quieren que de casualidad cae rendido ante los encantos de la tipa porque ¡oh, vaya! Es virgen y sin mencionar el final inesperadamente esperado y...
—Ok. Entendí en punto, es la misma mierda pero de diferente color.
Siempre me había negado ante la idea de caer en aquellos clichés que tanto critiqué a lo largo de mi carrera, quise atribuírselo a mi editorial por exigirme seguir aquellas pautas de popularidad, obligándome a crear historias con determinado estereotipo con el único propósito fuera vender, pero al final de cuenta. Toda la culpa la tenía yo, ya que después de todo, fui yo quien creó la novela y, para empezar, a la primera persona que debía impresionar con mis escritos era a mí. Fallé en eso y ese fue el mayor error. Dejar de lado lo que me gustaba por complacer a todos, perder mi esencia por encajar y estaba seguro de que no solo aplicaba eso en mi ámbito laboral.
Después de hablar por un buen rato con la chica, obtuve algunos datos de su parte: se llama Olivia James y tenía veinticuatro años, vivió en Northesden toda su vida, pero llevaba trabajando en la biblioteca solo dos años, le gustaba la música electrónica y era amante de los libros de suspenso.
Me compartió unas cuantas sugerencias que ella pondría en una historia si tuviera la oportunidad de escribir una, y cuando ese tema surgió en el momento que le conté cuál era la razón por la que estaba en aquel pueblo, fue bastante realista al dar su punto de vista al respecto. También me dio consejos y en el instante que supo que yo era el autor de la novela, que tanto se burló, en vez de disculparse, empezó a burlarse de mí aún más, ganándose varios insultos haciendo que las personas que entraban y nos viera extrañados, casi estaba seguro de que estos pensaban que nos conocíamos de mucho tiempo.
—Explora nuevos géneros, puedes pasar del terror al suspenso, trata de no mirar los libros publicados de romance que ambos sabemos que no son más que comerciales y concéntrate en historias de amor que trasmitan un buen mensaje. Tienes que empezar quitándote la idea de que necesitas una historia para vender y complacer. —Asentí obediente, por supuesto, que esas eran las palabras que quise escuchar desde hace mucho tiempo, y aunque no las hubiera acatado, las habría tomado en cuenta una vez la hubiera cagado—, Y otra cosa, le preguntaré a mi jefe si necesita otro asistente. Pero no te prometo nada, así que dame tu número de teléfono.
—Mierda. Creo que me has flechado... —Esta soltó un bufido mientras me extendía su teléfono, agendé mi número para mirarle sintiéndome más aliviado y cómodo desde que salí de la casa.
—Bastardo interesado.
—Todos los humanos lo somos, no puedes negarme eso. —Esta hizo un ruido pequeño de afirmación.
Después de haber tomado algunos libros que llevaría conmigo, me quedé otro rato para investigar más sobre los demás géneros que muy apenas recordaba haber tocado en la universidad.
Una nueva bola arrugada de papel cayó al suelo, rebotó y terminó junto a las demás que fueron acumulándose con el pasar de los días en la habitación. Había latas de energizantes en todos lados acompañadas de varias tazas de café ya terminadas en la mesa del comedor y sala de estar. La mencionada estaba hecha un desastre; las que montañas de libros y documentos impresos relacionados con los géneros que me interesaron eran el mayor tema predominante en estas, también había algunos datos que aún conservaba de la universidad que volví a imprimir. Estaba seguro de que si la dueña de la casa veía las condiciones que se encontraba, esta me daría unos cuantos golpes antes de echarme a la calle, por lo que no me sorprendería si venía del más allá a jalarme de los pelos arrastrándome por esta exigiéndome limpiar antes de hacer eso.
—Vendería los bendecidos y virginales pelos vaginales de Seongna por encontrar una maldita idea de qué demonios escribir —escupí a la nada aumentando el volumen de mi voz en cada palabra que soltaba, apoyando mi frente contra el teclado de la computadora solté un bufido después—. Debí meterme de stripper cuando tuve la oportunidad.
Por un momento imaginé a mi mejor amigo burlándose de mis palabras y, tal vez, dándome de paso un buen regaño por mi pesimismo. El tiempo estaba pasando y eso solo aumentaba la presión sobre mis hombros. Me era imposible a esas alturas de la vida crear una historia original, ya que nada era sorprendente para la juventud a esas alturas. Me encontraba viviendo en una sociedad donde los superhéroes eran sobrevalorados y los villanos eran preferidos por sus decisiones egoístas, —y no iba a negarlo, yo también saldría con el villano de la historia—.
Las historias de romance oscuro estaban tomando fuerza aun cuando muchos éramos conscientes que era un género que debía desaparecer por normalizar cosas poco aceptables, ¿Pero a quién le importaba de todos modos? Siempre y cuando el antagonista estuviera como un dios griego, cualquier juicio en su contra sería perdonado.
—¡Hijos de puta! —Golpeé con fuerza la mesa con las palmas de las manos, levantando mi cabeza a la vez—. Enloqueceré a este ritmo.
Me levanté con rapidez e importándome nada la hora que fuera, tomé las llaves y salí como alma que se la llevaba el diablo de aquella casa, abordé a Petro y conduje a la primera tienda de comida rápida, compré una hamburguesa y una Coca-Cola para llevar para emprender nuevamente camino a mi siguiente destino.
Atravesé todo el pueblo mientras intentaba buscar algo en la radio, pero no había nada que llamase mi atención, así que terminé apagando esta porque tampoco contaba con conector para otros dispositivos. Después de pasar el último puesto de servicio conduje por otros minutos más alejándome de la población; árboles me envolvieron ocultando la poca luminosidad que me brindaba los faros públicos que apenas estaban encendiéndose, el pavimento se hizo inestable conforme me adentraba por uno de los caminos que me había comentado mi vecino al que no debería ir a esas horas, ¿Tenía altas posibilidades que me robaran un riñón? Muy probablemente. Pero mi poder de negociación era fuerte, ¿Qué podía brindarles? ¿Mi hamburguesa? No, eso no estaba en negociación, ¿Mi Coca-Cola? Para nada, ¿Los pelos nasales de los reyes magos? Muy probable, ya que Moisés estaba en negocios para la nueva temporada de chancletas de la siguiente estación.
Detuve el vehículo frente a un barranco que daba visión con una parte del pueblo y a lo lejos la ciudad más cercana, El atardecer estaba a punto de acabar trayendo consigo a la imponente luna al lado opuesto del sol. Apagué el motor y en silencio comí la hamburguesa apreciando lo hermosa que lucía la vista desde donde me encontraba. Volví a encender la radio y después de darle unos pequeños golpes logró entonarse con una estación, no reconocí el nombre de la canción que estaba sonando, pero aun así agradecí eso a solo escuchar el sonido constante de mi forma de masticar y el irritante ruido que hacía el auto al estar en estado neutro.
Una vez me aseguré de no encontrar personas sospechosas con mala intenciones alrededor, apagué el motor y, descendí del auto con el IQOS en mano; necesitaba con urgencia fumar, pero me negaba a echar a perder mi esfuerzo y dinero por culpa de un bajón a causa del estrés. Caminé hasta el borde y al estar frente a este saqué mi teléfono para buscar el último mensaje que Yujeong me había mandado, fue hace tres días pidiendo de nuevo disculpas por haberme usado e intentando encontrar la manera de que nos volviéramos a ver una vez que él regresara a Corea.
—Bastardo. Al menos tómate la molestia de llamar para saber si estoy en Corea —murmuré entre dientes apretando el teléfono. El dolor punzante en mi pecho volvió hacerse presente y por un instante fantaseé arrancarme el corazón con mi mano—. Te odio tanto.
Llevé el IQOS a mis labios, tomé una buena bocanada llenando mis pulmones con los químicos que este producía al mismo tiempo que cerraba mis ojos. La sensación fue similar a tener el cuerpo ardiendo en fiebre y dejarse caer a una piscina helada. Un doloroso alivio que me recordó que tan humano era y lo que eso conllevaba; odié cada parte de lo que eso consistía y en cómo los sentimientos y las emociones nos volvía seres débiles. Dejé salir el vapor a la vez que inclinaba mi cabeza hacia atrás, una helada ventisca abofeteó mi rostro; sin embargo, se sintió jodidamente bien.
—Fumar es malo para tus pulmones. —Escuché a mi costado en el momento que llevé de nuevo el cigarrillo electrónico a mis labios. Sonreí con cinismo mientras continuaba haciendo lo que aquella voz entrometida había dicho, casi retándole a que dijera algo más al respecto, algo que hizo—: ¿Me escuchaste?
Hice un ruido de afirmación cerrando mis ojos, el aroma a aromatizante que normalmente se usaba para lavar las prendas de los bebés y perfumen varonil cuya esencia amaderada era acompaña con un ligero olor a cardamomo y algo de sándalo, acompañado con el fugaz aroma de cerveza, me motivó mirar a mi costado extrañado por la mezcla tan particular de olores.
A unos cuantos pasos estaba un hombre joven de cabello azabache y piel pálida que a simple vista lucía incluso más alto que yo. Vestía una camisa negra de mangas largas gris oscura arremangada hasta sus codos, dejando a la vista sus antebrazos y manos cubiertos con tatuajes; el dorso de la mano derecha estaba cubierta por completa de estos, a diferencia de la otra que sí podía apreciar su piel desnuda, algunos se asomaban por el cuello de su camisa así que asumí que no solo eran sus brazos los que estaban llenos de tinta. Sus pantalones negros eran holgados y traía unas botas del mismo color. Alrededor de su cuello colgaba una cadena dorada que no pude distinguir la forma que tenía su colgador, pues este carraspeó su garganta obligándome a volver mi vista sus facciones.
Sus facciones atractivas y tentativas.
¡Hola lindas personitas!
Espero que estén teniendo una linda semana. La nota de autora es para decirles dos pequeñas cositas:
La primera, quiero que sepas que mayoría de canciones que pondré al inicio de los capítulos son Soundtracks, esto es con el fin de ambientar el capítulo mientras lo lees. En caso de mencionar una canción durante este, el vídeo con letra en español lo encontrarás al final del capítulo. Hago esto para que no tengas que escuchar la canción completa antes de leer.
La segunda, quiero preguntarles nuevamente si desean una sola actualización por semana o desean dos, ustedes saben que yo encantada estaría en saber sus opiniones al respecto. Y de paso, quiero darles las bienvenidas a lxs nuevxs lectorxs. Si está es la primera vez que me lees ¡Bienvenidx! Siente cómodo en comentar lo que quieras y si tienes dudas de mi historia no dudes en comentarla y yo con gusto la aclararé.
Los estaré leyendo entonces.
Les deseo una linda semana.
¡Los quiero un montón!
LAURA OSPINA
xx
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