Capítulo 38
—¡Tienes que creerme, Hal! ¡Jungsoo está vivo! —Le seguí a la cocina haciendo caso el hecho de que el muy cabrón estaba haciendo esfuerzo sobrehumano para evadir el tema.
Y no era la primera vez. Al principio estuve de acuerdo de que el nombre de mi exnovio fuera el tema prohibido en casa, aquel que no se debía nombrar bajo ninguna circunstancia. Aunque ambos éramos conscientes de que esa decisión no traería ningún beneficio, para el final del día mandábamos al diablo lo que estaba realmente bien o mal sobre ese asunto. Pero esa noche desde que regresé a casa, después de haber visto al supuesto difunto Jungsoo Park en aquel lugar, supe que si no hablaba de ello culminaría por perder la cordura y terminaría como mi padre, o incluso peor.
Sin embargo, ese era el maldito problema.
Hal Dawson se negaba a hablarlo y cada que nombraba al azabache este cambiaba el tema de forma descarada, o incluso, me dejaba con la palabra en la boca el muy hijo de puta, y eso no solo aumentaba mi molestia, sino que me hacía sentir frustrado como el demonio.
¿Por qué se negaba a tocar el tema? ¿Acaso me estaba ocultando algo?
—No vas a empezar de nuevo, Gong. ¡Ya hemos hablado de esto!
—¡Maldición, Hal! ¡Lo vi! ¡No estoy tan putamente loco como para tener alucinaciones! —Este finalmente me encaró, con su usual cara inexpresiva.
—¿Me vas a negar que estabas ebrio? ¿Te encontrabas en tus sentidos cuando eso ocurrió? —Entreabrí mis labios, dispuesto a defenderme, pero el cabrón tenía razón.
Había una gran posibilidad de que lo que vi hubiera sido solo parte de mi mal estado de aquella noche, empezando por el hecho de que Jungsoo fue la principal motivación por la que decidí beber en aquel momento.
—Podemos ver las cámaras de seguridad. —Este bufó ante mi propuesta.
—No tenemos ninguna orden policial para hacer eso, además. Dudo que estos den ese tipo de información a cualquier persona, ¿Acaso eres tonto? —Fue mi turno de soltarle un bufido.
—¿Por qué demonios no me crees? Sé lo que vi, hay una posibilidad de que Jungsoo Park esté vivo, ¿Entiendes?
—Por supuesto que lo entiendo, Yeonsuk. Entiendo tu punto, pero tú lo viste, viste una parte desmembrada de Jungsoo, yo mismo presencié su muerte, así que es imposible que esté con vida. —Negué con la cabeza sintiendo ese nudo asfixiante nacer en mi garganta—. Tienes que aceptar el hecho de que él ya no está.
—No. —Este soltó un suspiro pesado antes de que yo saliera de la cocina rumbo a la habitación, necesitaba preparar la maleta para tomar mi primer vuelo con destino a Tokio.
En el instante que pensé que las jornadas de firma de libros en Corea fueron pesadas, me vi a mí mismo rectificando aquella suposición como corta a comparación con la que fueron los eventos en el extranjero, para cuando llegué a la capital de Japón no pude evitar sorprenderme al ser recibido por numerosos fanáticos con bonitas pancartas, del mismo modo que reporteros siguieron mis pasos, Yongban junto a los de seguridad se aseguraron que la llegada a mi trasporte fuera segura.
Cuando asistí al lugar en el que se llevaría a cabo el evento, las personas que participaron a este llenaron el lugar incluso antes de la hora estipulada, y aunque estaba agotado por el cambio de horario y los constantes viajes, —sin mencionar las pocas horas de sueño debido a mis noches de insomnio— traté de mostrar mi mejor faceta. Después de firmar más de doscientos ejemplares, me tomé un descanso y aprovechando que el sitio donde me encontraba era una enorme biblioteca, recorrí los estantes apreciando los cientos de libros que estaban a disposición del público.
No tardé mucho en mi descanso, ya que los organizadores me indicaron que debía volver a mi lugar. Continué con la firma de libros con la ayuda de la traductora que interpretaba lo que mis fanáticos querían decirme y viceversa, cuando el evento dio por finalizado, volví al hotel para hacer mi maleta y tomar mi segundo vuelo a mi siguiente parada en Europa.
—¿Seguro estás bien? —Yongban preguntó una vez que el avión emprendió vuelo, aparté la mirada de la ventanilla para mirarlo.
—Estoy agotado... —Su semblante se deformó en una mueca de preocupación.
—¿Tomaste tus pastillas para dormir? El viaje es largo...
—Lo hice, pero seguramente no me harán siquiera cosquillas —admití finalmente.
—Intenta dormir un poco. —Asentí. Una vez que nos indicaron quitar nuestros cinturones, lo hice y apoyé mi cabeza en el hombro de mi mejor amigo.
—Odio viajar... —confesé luego de varios segundos.
—Yo igual. —No pude evitar reírme.
Solo cuando sentí el peso de su barbilla en mi cabeza fue que caí dormido finalmente.
Lo que ocurrió en Tokio volvió a repetirse en los siguientes lugares que visité, fui recibido con mucho cariño por parte de los fanáticos Europeos como Latinoamericanos, por lo que tuve que pagar demás al enviar los regalos que estos me daban a Corea, para ese punto. Ya había firmado un contrato con una editorial pequeña en crecimiento que tenía mucho potencial, el trato que recibía por estos era bueno, incluso mejor del que recibí en mi antigua agencia.
Durante mi recorrido por Argentina, México y Colombia, recorrí algunos sitios populares, siendo acompañado por mi mejor amigo y mi nuevo agente, Bonhwa Bae, un hombre de casi de nuestra edad, su cabello era negro y tenía ojos oscuros, era muy carismático cuando lograba abrirse, porque era muy tímido y reservado, era entonces que Yongban y yo siendo malas influencias, le motivábamos a beber, era entonces en la ocasión en que su verdadera personalidad salía a flote.
Era muy divertido.
Esa noche no fue la excepción, nos colamos en una fiesta de bodas, el sitio estaba bien decorado y la música era refrescante, no podía esperar nada menos de un país tan alegre como Colombia, para nuestra suerte. Aprovechamos para disfrutar de nuestra libertad para bailar, comer y tomar como si no hubiera un mañana. Hasta que pasó lo inevitable, los organizadores se dieron cuenta de nuestra presencia, en vez de echarnos —lo que sería algo normal viniendo de su parte—, nos recibieron con los brazos abiertos, nos motivaron a probar el alcohol local y no dudaron en llenar nuestros estómagos con platillos deliciosos.
Yongban dejó de regañarme en cierto punto, por lo que asumí que este estaba igual o más ebrio de lo que yo me encontraba en esos momentos; sentía mi cara caliente al igual que mis orejas, mi cuerpo se sentía pesado y la música hacía ego en el recinto abierto. Fue cuando mi vista se levantó del postre que se encontraba frente a mí a la pista de baile en la que aprecié a los invitados bailar con energía a pesar de que ya había pasado la medianoche.
Mi brazo fue atrapado por mi mejor amigo en el momento que me reincorporé con torpeza.
—¿A dónde vas? —articuló arrastradamente.
—Necesito aire fresco o vomitaré —confesé casi sintiendo la bilis, quemar mi garganta.
Después de unos segundos que me parecieron interminables, soltó mi brazo.
—No vayas lejos...—No pude evitar burlarme por su actitud preocupada.
—Volveré más pronto de lo que crees.
—Eso espero. —Me hice paso entre las mesas y salí al patio trasero del salón de eventos, había algunas personas allí hablando mientras bebían, por lo que no me preocupe por perderme en caso de que me alejara demasiado.
Me aparté a varios metros y finalmente tomé una gran bocanada de aire, el aroma a césped mojado lleno mis pulmones, levanté mi rostro al cielo y aprecié la azulada superficie con diminutas luces intermitentes, la luna estaba por encima de mi cabeza alumbrando y tomando el protagónico en aquella noche.
Era simplemente hermoso.
Una ligera brisa desacomodó mi cabello, del mismo modo que movió las ramas de los árboles que rodeaban el recinto, al girar mi vista en dirección al evento, sentí delirar, porque a pocos pasos de donde estaba, se encontraba aquel hombre que todos juraban que estaba muerto, Jungsoo Park.
«No. No eres real, solo eres producto de mi imaginación...» pensé cerrando mis ojos con fuerza, sintiendo esa molesta pero tan conocida punzada en mi pecho.
—No eres real, no eres real —repetí una y otra vez abrazándome a mí mismo.
—Yeonsuk... —Mi cuerpo tembló en el instante que escuché aquella voz.
—No eres real, no eres real... —Retrocedí algunos pasos.
—Soy real, Precioso.
—¡No eres real! ¡Estás muerto! —Para cuando abrí los ojos, un ahogado sollozo escapó de mis labios en el instante de que no lo volví a ver.
En vez de eso, había un cúmulo de invitados mirándome con curiosidad en sus semblantes, fue entonces cuando Yongban apareció, en grandes zancadas se acercó a mí y cubrió mis temblorosos hombros con su chaqueta. Intentaba calmar mi llanto, pero era imposible.
—L-lo siento, Yong, Lo siento tanto... —Este me motivó a ocultar el rostro en su cuello.
—Está bien, Suk. Regresemos al Hotel.
—Lamento haber arruinado todo.
—No arruinaste nada, tonto. Es hora de volver. —Asentí mientras me sorbía los mocos.
—Igualmente me siento culpable.
—No es tu culpa tener ataques de ansiedad. —Solté un suspiro entrecortado.
Si tan solo supiera. Si tan solo entendiera como me sentía realmente...
Y como dijo, tomamos nuestras cosas y regresamos al hotel para empacar nuestras maletas con destino a Norteamérica.
Cuando la noticia de que Yongban había comprado la casa de Minhyun en Northesden a mi nombre, quise golpearlo por haber hecho eso sin mi consentimiento, porque para empezar, no tenía la intención de volver aquel lugar, así que le estaba quitando la oportunidad a alguna persona de vivir allí, algo que me hizo sentir mal por eso.
Yongban lo había hecho con buenas intenciones, ya que le había hablado muy bien del pueblo, a pesar de todo, además, pensaba que era una buena idea que me mudase allí, puesto que durante el tiempo que estuve en aquel sitio me notó más tranquilo a como yo era realmente en Corea del Sur, dato que me hizo reconsiderar si en verdad era feliz en mi país natal.
Después de hacer la firma de libros en Los Ángeles y Nueva York, viajamos a Aberdeen donde nos encontramos a Hal junto a la caja de copias de mis libros que le había pedido traer consigo, gracias a Yujeong este pudo tener sus papeles para poder viajar hasta donde nos encontrábamos.
No lo admitiría en voz alta, pero un fragmento de mí lo echó de menos y aunque este nos había traicionado, una diminuta parte de mí seguía confiando en él y no sabía el porqué.
¿Por qué aún confiaba en Hal Dawson?
Era una pregunta bastante cuestionable, sobre todo puesto que mi inconsciente se negaba a contarle mis avistamientos de Jungsoo Park, porque sí; no solo fueron las dos ocasiones que estuve borracho, también logré verlo cuando estaba sobrio. En mi recorrido en Argentina, al estar paseando por las desoladas calles, reconocí su silueta. En la biblioteca en España percibí su aroma, y la última noche, había escuchado su voz.
¿Me estaba volviendo loco? ¿Era paranoico? ¿Me estaba convirtiendo como mi padre?
No tenía ni la menor idea, pero estaba seguro de que esos detalles no eran una simple coincidencia, quería tener fe, aguardar con esperanza a que lo que se encontraba ocurriendo a espaldas de mis amigos era real, deseaba creer que Jungsoo estaba vivo.
Supongo que sí me estaba volviendo loco de todos modos...
Una camioneta negra se detuvo de repente en el momento que salí junto a Hal del hotel que nos estábamos hospedando, y no iba a negarlo, empecé a llorar como bebé en el instante que Tyler junto a los demás miembros de la camada bajaron del vehículo. Corrí hasta estos con mis brazos extendidos y fui recibido en un apretado abrazo grupal, siendo víctima de bullying por parte de ellos, pero no me importaba en lo absoluto, eran ellos.
Estaban sanos y salvos. Eso alivió un poco el dolor que sentía en mi corazón.
—Por favor, deja de llorar que me harás llorar a mí... —Noah lloriqueó alimentando así las burlas por parte de los miembros de la banda.
—¿Tanto nos echaste de menos, pequeño Suk? —Moví torpemente mi cabeza de manera afirmativa en forma de respuesta porque no confiaba en mis cuerdas vocales en esos momentos.
—¿C-cómo sabían que estaba aquí? —Me aparté de ellos e intenté vanamente limpiar las lágrimas de mis mejillas que no paraban de estar mojadas.
—Hal nos contactó, pensó que era el momento correcto para que todos nos reencontráramos —Matt respondió rodeando el cuello del mencionado.
Fue entonces cuando caí en cuenta de lo evidente, ¿Cómo demonios estaban bien si Hal los había traicionado? ¿Por qué había atendido al llamado de Dawson?, ¿por qué estaban actuando de ese modo?
—Me imagino que tienes demasiadas preguntas para hacernos, ¿Cierto? —Juré que Tyler había leído mis pensamientos por lo que asentí.
—No entiendo ni mierda de lo que está sucediendo.
—Todo fue plan de Hal, la traición fue planeada...
—¿Qué? Pero sus alas... —interrumpí.
—Fue un sacrificio que debía hacer —respondió el mencionado con una pequeña sonrisa.
—No entiendo —admití.
—Hal planeó todo, hizo que cada detalle se viera real, desde la muerte de cada uno de los miembros como la muerte de Jungsoo. —Mi corazón dolió como el demonio ante la sola mención de aquel nombre, esto fue acompañado a mi estado aturdido.
¿Todo fue planeado? ¿Eso significa que...?
—Jungsoo está vivo —susurré con voz temblorosa.
Estos se miraron entre ellos antes de que el ruido de una particular motocicleta se hiciera presente detrás de nosotros, mi cuello giró lentamente hasta la fuente de ese sonido y sentí mis piernas temblar al reconocer aquella Harley-Davidson. El piloto apagó el motor y se deshizo de su casco revelando aquel hombre de cabello rubio que había robado mi corazón.
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