Capítulo 37
Llegué a Busan mucho más pronto de lo que hubiera querido, o quizás, por más que intenté prepararme mentalmente, no lo hice lo suficiente como para enfrentarme al hecho de que debía estar allí, ¿Por qué me afectaba de todos modos? Era una simple ciudad, ni siquiera había pasado algo trascendental en ella como para que marcara un antes o un después, era absurdo.
Por más que me mentalicé que tendría un cierto apoyo en esta nueva etapa de mi vida después de haber "salido del closet", nunca me llegué a imaginar ver la cantidad de gente que lo hice, al llegar al punto de encuentro en la firma de libros; había muchas personas, ni siquiera podía tomarme la molestia en contarlas porque era casi imposible. Ese simple hecho borró de la lista un centenal de inseguridades que no me dejaron dormir la noche anterior.
Subí a la plataforma que consistía el escenario y me senté junto a algunos entrevistadores, los camarógrafos hicieron su trabajo desde una corta distancia frente al escenario, me grababan desde que llegué al punto de encuentro. La entrevista para mi sorpresa estuvo divertida, las personas que hacían su trabajo se esmeraron en ser lo más profesionales posible, y el tema a hablar siempre fue centrado en mi libro y no en mi vida personal.
Una vez terminadas las entrevistas, procedí acomodarme detrás de una mesa con varios bolígrafos y algunos ejemplares con más mercancía relacionada con mi novela. La primera persona no se hizo esperar, se acercó a mí con entusiasmo notorio y me ofreció la copia que había comprado. Abrí la primera página y por el momento esta me contaba lo encantada que estaba por conocerme, traté de escribir una dedicatoria decente sin dejar de prestarle atención, al mismo tiempo, respondí algunas de sus inquietudes con respecto a la historia para finalmente verla marcharse completamente satisfecha.
Este ciclo se repitió docenas de veces en las que también posaba en fotografías que los mismos lectores me pedían, y aunque hubo momentos incómodos cuando ciertas personas se hacían pasar por fanáticos solo para acercarse a mí e insultarme haciendo una escena. Me vi obligado a conservar la calma mientras los encargados del evento se hacían cargo de ese tipo de personajes.
¿Cuánto tiempo estuve en esa situación? Numerosas veces, asistía a los eventos estando preparado a la posibilidad iba a encontrarme con ese tipo de personas, era algo inevitable, pero no era lo suficiente grave como para desanimarme a no continuar con el evento.
—¡Hola, Yeonsuk Oppa! —Levanté la mirada de mis manos adormecidas para mirar en dirección a aquella voz proveniente de una chica.
Era una mujer joven, muy joven y lo supe al verla usar aún su uniforme de preparatoria, su cabello oscuro caía sobre sus hombros cubriendo el área de donde debería estar su nombre y a qué escuela asistía. Detrás de unos gruesos lentes pude distinguir una mirada que me recordaba a la de un cachorro, era bastante adorable.
—Quizá haya escuchado mucho esto, pero en serio, su libro es increíble... —Una pequeña sonrisa inevitablemente se dibujó en mis labios.
—¿Te gustó? —Esta hizo un gracioso sonido con su garganta.
—¿Qué si me gustó? ¡Me encantó! ¡Es que es tan Aaah! —Casi mis ojos salieron de sus orbes en reacción a ese sonido peculiar—. He tenido una duda existencial que me ha tenido en noches en vela y necesito saber la verdad.
No pude evitar reír ante su dramatismo.
—Claro. Dime. —En medio de gestos me indicó acercarme, esta se inclinó con complicidad a la vez que me inclinaba sobre la mesa para escucharla.
—¿De quién te inspiraste para crear a Samael?
«En Jungsoo Park...» Mi mente respondió de forma inmediata.
Pero no podía decir eso, por supuesto que no podía, no por el hecho de proteger la identidad de mi novio difunto, sino que una parte de mí, una muy celosa, se negaba a revelar esa información, odiaba solo la idea de compartir a Jungsoo con el mundo a pesar de que una parte de su esencia fue la que me inspiró para crearlo, el apuesto vampiro de mi novela.
—No te niego que me inspiré en muchas personas cercanas a mí para realizar al personaje, pero lastimosamente no creo que exista una persona así en este momento, y si existe, no la conozco. —La decepción se hizo presente en su semblante—. Lamento decepcionarte.
—Oh, no, para nada, me siento tonta por considerar que tipos como Samael existan... —Hice un ruidito de afirmación desviando la mirada.
¿Por qué me sentía mal por mentirle?
—Deberías concentrarte mejor en tus estudios, quizás encuentres a tu Samael en la universidad... —La animé.
—Puede ser... —Procedí a firmar la copia que llevaba consigo.
Definitivamente, ese día fue el más agotador de todos y no sabía por qué, tomé una larga ducha y después de cenar me dejé caer sobre la cama de aquel hotel cayendo dormido en el acto.
El antro era un espacio semiabierto, y aun así, la música que sonaba estaba demasiado alta para mi gusto, mujeres con prominentes escotes y faldas cortas se paseaban por todo el recinto, en especial, en la zona de la barra y el área de la pista de baile. Había muchas personas, y cómo no, si era un lugar turístico y el mejor de Busan, por lo que poder tener una entrada fue toda una travesía. Los precios de los tragos no solo me motivaron a considerar el beber esa noche, sino que hizo llorar a mi billetera en el momento que pedí mi primer cóctel.
Había logrado escapar de las garras sobre protectoras de mi mánager, y mientras aprovechaba mi corto tiempo de libertad, pensaba revelarme en contra de mis deberes y entre ellos, estaba el beber un poco aun cuando tenía actuando en mi sistema mis antidepresivos. La canción Awake de Orbit me hizo compañía y cuando creí que mi presencia no iba a ser notada, sentí a alguien sentarse a mi costado, al girar mi vista a esa dirección, me encontré a una atractiva chica de cabello corto, esta escaneó mi rostro antes dedicarme una sonrisa amplia.
—Hola. —Fue ella quien dio el primer paso.
—Hola —respondí.
—¿Eres nuevo por aquí? No olvidaría tu rostro si vinieras con frecuencia.
—Me siento halagado... —Esta soltó una risita—. Sí. Soy nuevo, ¿Es tan obvio?
—Un poco... —Ladeó la cabeza mientras me escrutaba con la mirada—. ¿Por qué estás solo?
—No estoy solo, estoy con mi propia compañía. —De sus labios se filtró una seductora risa.
—Eres muy gracioso...
—Suelen decírmelo, quizás debería dedicarme a la comedia.
—Te iría excelente. —Ambos reímos—. Soy Youngmi Choi, la dueña del local. —Casi me ahogo con mi trago, esta volvió a reír por mi reacción—. Pide lo que quieras, es un regalo de la casa...
—¿De verdad?, ¿puedo escoger cualquier trago? —Esta asintió con una pequeña sonrisa—. Bien. En este caso, pediré el más caro.
—Si eso es lo que quieres, pide dos... —Aplaudí de acuerdo.
Hubiera deseado no haberle hecho caso, nunca pensé que dos cócteles fueran a emborracharme con tanta intensidad como lo hizo esa noche; mi cuerpo se sintió liviano y el sonido de la música resonó en forma de eco al final de un túnel, la sensación de vértigo y de calor me motivó a cometer el segundo error.
Levantarme de donde me encontraba, trastabillé a varios pasos mientras me hacía camino al área de los baños, y por más que intenté ser cuidadoso, choqué con unas cuantas personas en el camino, de modo que me vi obligado a pedir disculpas múltiples veces.
Cuando juré que jamás llegaría al baño, finalmente lo hice, ¿Cómo? No tenía la menor idea de qué llegué aquel lugar. Restándole importancia, traté de concentrarme en mi respiración que resollaba por encima de la música. Frente a mí, a través del espejo, un hombre joven de aspecto macilento me devolvió la mirada y solo entonces sentí el peso del cansancio en mis hombros, estaba agotado; había terminado mi gira por Corea y sería cuestión de días para iniciar la firma internacional, no podía posponerla, o más bien, no quería hacerlo, ya que eso implicaba tener tiempo libre, y el tenerlo conllevaba el reflexionar; odiaba pensar, porque eso traía un efecto doloroso secundario.
El dolor de la perdida...
No quería pensar en él, ni siquiera me atrevía a pronunciar su nombre porque cada letra se percibía como que millones de agujas perforaran mi corazón, y aun así, juraría que ese dolor podía ser menor a como me sentía realmente. Era consciente que evitar reflexionar en ello no me ayudaba en mi proceso de sanación, sabía que negarlo solo era la primera parte de lo que sería un doloroso duelo que por más que me negase a llevar. Muy en el fondo, era consciente que debía hacerlo y, aunque no me encontraba solo en esto, me sentía de ese modo y, no sabía el porqué.
Sentía que había perdido una parte de mí.
De todas las maneras que imaginé conocer el amor de vida, el perderlo de ese modo, tan grotesco e inhumano de forma prematura, no estaba en mi lista, ni siquiera en mi retorcida mente, qué gran parte de su vida se esmeró en siempre suponer el lado negativo arruinando todo lo que tenía de mi presente llegó a imaginarse eso.
Y todo eso, me tenía agotado.
Moje mi cara varias veces en un intento en vano de disminuir el calor que se concentraba en esta, casi tuve la necesidad de meter mi cabeza completa bajo el mediocre chorro de agua que contaba los lavamanos. Me deshice del exceso de agua después de sacudir mis manos y arranqué a ciegas un par de toallas de la dispensadora de estas, sequé mi rostro y miré nuevamente mi reflejo.
Odie con todo el corazón lo que vi. La camisa y pantalón de vestir al que estaba acostumbrado a utilizar como parte de mi estilo estaban arrugados. Mi cabello era un desastre y la rojez en mis ojos tampoco favorecía mi imagen.
Arrugando el papel, tiré este en su respectivo lugar para salir de regreso al pasillo, me sentía mejor, solo un poco mejor, por lo que no vi de otro modo que llamar a Yongban para que me recogiera, saqué mi teléfono del bolsillo y después de compartir mi ubicación le escribí un breve mensaje:
«Recógeme, estoy ebrio.»
La pista de baile estaba repleta de gente donde pude visualizar al DJ resaltar desde la amplia plataforma de donde se encontraba al otro lado de la pista, el aroma de aquel humo artificial no tardó en llenar mis pulmones, a la vez, las luces se tornaban azules, violetas y rosas de forma intermitente junto a la canción Underwater por RÜFUS DU SOL que resonaba por las paredes, el lugar era amplio; sin embargo, debía cruzar sí o sí la pista de baile para ir a la entrada principal. Me hice paso entre las personas con cuidado al mismo tiempo que el cantante llegaba al coro.
«Ayúdame a salir antes de que me ahogue. Sálvame ahora, antes de que me rinda...»
Algo vibró en mi bolsillo, saqué mi teléfono de allí y al notar que era una llamada entrante de mi mejor amigo, arrugué mi nariz preparándome para el sermón que me soltaría una vez me llevara el aparato a la oreja.
—¿Dónde demonios estás? ¿Tienes idea de lo que me costó encontrar un sitio para estacionar el auto? —me gritó Yongban.
—¿¡Hola!? ¿¡Dónde estás!? —vociferé por encima de la música al mismo tiempo que estiraba mi cuello en un vano intento de observar por encima de la gente, pero era imposible.
«Porque solo necesito un poco de espacio.»
—¡Estoy afuera, Idiota! ¡Sal de ahí! —Rodeé los ojos ante su respuesta.
«Esto no es lo que querías, pero solamente necesito un cambio, otra vez.»
—¡En eso estoy, Estúpido, dame cinco minutos y te llego! —Colgué para continuar haciéndome paso entre la gente, pero avanzar era casi imposible.
Un escalofrío recorrió toda mi espalda, era aquel que sentía cuando percibía una mirada pesada fija en mi persona y me giré dispuesto a descubrir quién podría ser, en ese instante juré enloquecer, ya que en medio de la gente, lo vi.
Juré que lo vi.
Jungsoo Park estaba en el otro extremo de la pista mirándome, me estaba mirando, su cabello rubio contrastaba con su oscura mirada, y en ese segundo, me sonrió, el muy hijo de puta me sonrió. Una persona pasó justamente delante de él en instante que intenté llegué a donde se encontraba, pero desapareció.
Jungsoo Park se esfumó frente a mis ojos.
Busqué con desesperación a mi alrededor incapaz de creer lo que había sucedido y fue entonces cuando Yongban me sacó de aquel lugar, yo me encontraba balbuceando cosas sin sentido, tanto así, que mi mejor amigo pensó que estaba drogado.
—Lo vi, Yongban, jurarás que estoy loco, pero realmente lo vi, era él... —afirmé por décima vez con los ojos muy abiertos mientras era arrastrado fuera del local.
—Es imposible que haya sido él, Suk. Quizás lo confundiste con alguien más. —Negué con la cabeza enérgicamente.
Me negaba a no creer lo que mis ojos había visto, o quizás, me quise engañar ante la idea de que tal vez estuviera vivo, aun cuando fui yo mismo quien vio la parte del híbrido mutilada, todavía guardaba la esperanza de que eso no fuera real y... Que Jungsoo Park estuviera vivo.
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