Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 35

Mi rostro se deformó en una mueca de dolor en el instante que aquellas garras alcanzaron a trasferir mi camisa, cortando mi pecho sin piedad, traté de poner en práctica todas las tácticas que me enseñó el arcángel traicionero, algo que me ayudó en varias ocasiones a esquivar ataques directos que mis limitados sentidos me permitieron detectar. El filo de la daga de mi anillo se clavó en su cuello y no dudé en tirar de este hasta el otro extremo realizando un corte limpio en su garganta, grandes chorros de sangre brotaron de aquella herida empapándome de esta, por lo que retrocedí aturdido por lo que había hecho. El tipo inútilmente intentó cubrirla, algo que no funcionó a su favor, ya que terminó exactamente como él me había prometido dejarme, muerto. 

—Vaya, vaya... Al parecer te subestimamos, Humano. Tienes capacidades de lucha, supongo que Dawson tuvo algo que ver con eso, ¿Me equivoco? —El pelirrojo miró al tipo que no había dicho nada y este asintió, como si aquella mirada fuera una señal evidente. 

Limpiando la sangre de mis manos con la tela de mis pantalones, miré de soslayo a Hal, quien miraba con atención cada uno de mis movimientos, alerta, como si aguardara a que algo extraordinario ocurriera de mi parte. Detalle que solo me llenó de impotencia, ¿Por qué siquiera tenía fe de que saldría vivo de esa situación cuando él mismo estaba en las peores condiciones gracias a esos tipos? 

—No te subestimes, Gong. No cometas el mismo error que yo hice. —Mi sorpresa ante esas palabras provenientes de él se hizo evidente en mis facciones. 

Tragando saliva volví mi atención a mi nuevo contrincante, su cuerpo lucía duro y cargaba consigo una mirada que me recordaba a un soldado bien entrenado, por lo que no me sorprendería que su técnica de lucha fuera impecable. 

Sorpresivamente, lanzó su pierna hacia adelante, propinando un fuerte rodillazo a mi estómago que me sacó el aire en cuestión de segundos, causando que un ataque de tos me impidiera reincorporar mi espalda arqueada. La atrapé en el momento justo que este iba a repetir el mismo ataque y le propuse una patada en su pierna contraria logrando desequilibrarlo, en el instante que el tipo cayó al suelo no dudé en subir sobre este y usando mis puños empecé atacarle. Sin embargo, este logró salir con facilidad bajo mi peso y en un abrir y cerrar de ojos terminé bajo del suyo con sus manos rodeando mi cuello que no tardaron en apretar este con fuerza. 

 De modo inevitable, a mi mente apareció Jungsoo; aquel bajista se manifestó a través de imágenes; todos los hermosos momentos que viví con él, sus cálidas sonrisas, su aroma, sus dulces y adictivos besos, sus cálidos abrazos. Desde que conocí a ese hombre me era imposible imaginar un universo sin él, sentía que la humanidad no tenía sentido sin su existencia, o quizás, no era nuestro planeta que necesitaba de un Jungsoo, sino mi mundo, mi universo no era nada sin él y aunque estaba mal eso, no me importó. Mi sed de venganza era tan palpable como aquellas manos que rodeaban mi cuello, dispuesto acabar con mi vida. 

En ese instante, por primera vez en mi vida, mi mente se puso en blanco; era como si algo dentro de mí se hubiera accionado y mi instinto de supervivencia tomara las riendas del asunto. Mis uñas se desclavaron de sus antebrazos y moví la diminuta navaja desde su muñeca hasta su hombro, el tipo soltó un alarido de dolor, realicé un segundo corte en su cuello y aproveché que el agarre flaqueó para liberarme de este usando mis piernas como palanca para empujarlo lejos. No dudé en tomar una gran bocanada de aire que a pesar de causarme un ataque de tos me negué a dejarme llevar por mi debilidad. 

—¿Qué demonios cargas contigo como para lastimar a mis hombres con gravedad? —El pelinegro exigió, todo rastro de diversión había desaparecido de su rostro. 

—Un mago jamás... Revela sus secretos. 

—Son un par de idiotas, yo mismo me encargaré de ti... —Hal fue bastante ágil, utilizó las cadenas que lo mantenían en su lugar para inmovilizar al tipo, el sonido de huesos crujir junto a los gritos del desconocido me obligó apartar la mirada de ellos. 

Era algo irónico, ya que instantes atrás había degollado a dos personas y el que no me afectara como lo haría a una persona normal, me hizo cuestionarme muchas cosas de mí mismo. Sin embargo, para ese punto, lo último que me interesaba saber sería lo que estaba bien o mal de aquella situación. 

—N-no importa l-lo q-que hagan, n-no saldrán con vida d-de esto —dijo este antes de que Dawson terminara de romper su cuello de forma abrupta. 

Me acerqué al arcángel sin alas después de haber buscado en los bolsillos de los cadáveres las llaves de las cerraduras, al encontrarlas, desaté a Hal sin siquiera tomarme la molestia de volver a echarle un vistazo, sabía que él me miraba, podía sentirlo escrutarme con sus ojos. 

—Toma tus alas y sácalas afuera, encenderé el lugar... —demandé. 

—Esas alas ya son inútiles, quémalas. —Asentí. 

Una vez que apreciamos como el granero se consumió en llamas, nos pusimos en marcha en un silencio tenso. 

Hal no se inmutó en el momento que introduje la aguja en su piel para empezar a remendar las heridas de su espalda, sobre el incómodo silencio solo se pudo percibir la pesada respiración de este. 

—Estás demasiado calmado para haber vivido lo que viviste... —murmuró, agradecí que estuviera de espaldas, ya que de este modo no se percataba de las abundantes lágrimas que bajaban por mis mejillas de forma silenciosa—. Maldición, solo di algo... Cuando estás callado me pone... Incómodo. 

—No tienes el derecho de pedir mi opinión siquiera, Dawson. No tienes ni puta idea de las miles de maneras que deseo matarte en este momento. —El silencio se hizo presente de nuevo—. Maldición, estoy a punto de caer en la locura... Ni siquiera sé qué estoy haciendo. 

Este me miró por encima de su hombro con una mueca de preocupación dibujada en su rostro, esta se intensificó en el momento que notó la condición que me encontraba, sus labios se entreabrieron, pero ninguna palabra abandonó su boca traicionera. Tampoco esperaba algo de ella; no quería escucharlo, me negaba al hecho de que me recordara el fallecimiento de Jungsoo Park, odiaría con fervor el instante que me diera disculpas por su falla. Quería odiarlo, deseaba aborrecerlo con toda mi alma, me había arrebatado la única razón por la que creía en el amor, me había quitado el amor de mi vida y eso nunca se lo iba a perdonar. Jamás.Si su mundo no tuvo piedad con mi hombre, yo tampoco la tendré. 

—Cierra el hocico, Dawson. Lo último que quisiera escuchar en este momento, es a ti pidiendo perdón o recalcarme tu traición. —El mencionado asintió con la cabeza apretando los labios en una fina línea. 

—¿Cómo todavía sabes cocer y tratar heridas? Estoy seguro de que no estudiaste nada relacionado con eso —preguntó, después que vendé algunas de sus lesiones.—Es una pregunta estúpida viniendo de alguien que hurtó mis recuerdos sin mi consentimiento... 

—Lo siento por eso... 

—Te dije que no te disculparas —reñí.

—Igualmente, lamento haberlo hecho, pero sabes que debía... 

—¡Tu deber y un carajo, Dawson! ¿Tanto mantuviste a los tuyos bajo tus absurdas reglas para ser tú mismo quien les clavó el puñal por la espalda? Cabrón hijo de puta. —Fruncí el ceño al escucharle reír entre dientes. 

—Park no mintió cuando me dijo que tienes agallas...

—No lo menciones. —Tiré de su cabello haciendo que este se quejara—. No te atrevas a mencionarlo, rata traicionera, o juro que te cortaré la lengua. 

—Bien, bien. S-solo suéltame, no tengo fuerzas para romperte el brazo. —Volví a tirar de su cabello con más fuerza. 

—Agarra los analgésicos tú mismo, no soy tu maldita enfermera —escupí de mala gana. 

Para mi sorpresa, obedeció en silencio. 

 Nos mantuvimos en un tenso mutismo en los que las lágrimas no dejaron de bajar por mis mejillas por más que las intentaba secar, mi nariz quedó completamente obstruida por los mocos por lo que me fue imposible ocultar mi llanto, para ese punto, me importaba poco si lucía como un bebé llorón. Me sentía roto, dolido y el saber que la única persona que podía consolarme estaba muerta, aumentaba mi malestar. 

—Después de que mi madre murió por leucemia, nuestro padre tomó una actitud agresiva; nos golpeaba con cualquier objeto sin razón, nos obligaba a no comer siguiendo su estricta doctrina, nos exigía a memorizarnos páginas y páginas bíblicas, para él nunca estuvimos lo suficientemente limpios y siempre nos lo dejó en claro. 

—¿Es por eso que haces tantas bromas relacionadas con las religiones? Es como tu método de escape cuando estás enfrentando una situación tensa. 

—Ahora me resultaste psicólogo o analista... —Y aunque quise decirle que no era cierto, mentiría si decía que no lo era. 

—Vaya... Realmente te subestimé. —No dije nada al respecto—. Gong, lamento... 


—No siempre papá tuvo la culpa, sufrí acoso por mis compañeros de clase por mucho tiempo, eso me motivó aprender a defenderme por mi cuenta, aquello también incluye a curar mis heridas. —Me sorbí los mocos con fuerza, el agotamiento y el ardor en mis ojos eran notables lo suficiente como para que estos se sintieran pesados—. Aunque no lo creas, Jungsoo fue igual a una brisa de aire fresco después de haber pasado por tantas dificultades, él me enseñó a confiar, y, yo lo amaba... 

—Sé que lo amabas, Yeonsuk, lo amas con tanta intensidad que sobrepasa los límites de lo cursi. —No pude evitar que eso me hiciera reír, una risa torpe pero sincera. 

—Eso mismo lo habría dicho él —murmuré cruzándome de brazos. 

—Muy seguramente. —Rio—. Él te amaba tanto que no habría dudado en dar su vida por ti. Estaban tan patéticamente enamorados del uno al otro que daban asco. 

—La envidia es mejor darla... —Este volvió a reír, luego se quejó debido a esto. 

—En realidad sí. Los envidiaba a morir —admitió, levanté mi vista de mi regazo para mirarle, este tenía su mirada fija en la ventana—. Conocí a Park desde hace siglos, era un tipo que no se apegaba por nada ni nadie, no se tomaba algo en serio, ni siquiera a él mismo. Cuando te conoció, pensé que serías solo uno de sus tantos caprichos, pero nuevamente me equivoqué. —Giró su rostro a mi dirección y en el momento que estos conectaron con los míos intenté tragar el nudo que se estaba formando en mi garganta, de nuevo—. La forma en que sus ojos brillaban, mierda. Parecía a... 

—A Bambie, el ciervo —dijimos al unísono. Sorprendiéndonos, sonreí con debilidad. 

—Así es... Tenía unos ojos muy grandes para ser un asiático promedio, pero cuando te veía llegar a Baslam, era como si todo su mundo se centrara en ti, todo lo que le rodeaba dejaba de existir y lo atraías como imán... 

—¿Cómo sabes todo eso? —le interrumpí con mis ojos nuevamente llenos de lágrimas. 

—Leía su mente cuando no me prestaba atención, él muy tonto ni siquiera se daba cuenta de eso. —Mis labios formaron pucheros y nuevamente rompí en llanto, un desgarrador llanto que estaba seguro de que mis vecinos escucharon. 

Pero no me importó.

Necesitaba sacar aquel dolor de mi pecho de alguna manera o terminaría matándome de la forma más despiadada que podría conocer. En el instante que el aroma a Hal inundó mis pulmones me aferré con fuerza de su camisa antes de golpear su diafragma con débiles golpes. 

—Devuélvemelo... —Golpe su pecho empuñando mis puños—. Devuélveme a Jungsoo... —Golpeé soltando un fuerte sollozo—. Es mi novio, es el amor de mi vida, no tenías derecho... —Me aferré a sus hombros sintiendo mi cuerpo temblar—. Él no lo merecía, eres un hijo de puta, te odio Hal Dawson... 

—Lo siento mucho, Yeonsuk. —Negué con la cabeza. 

—Devuélvemelo, ángel maldito... 

La última vez que había presenciado una mañana tan fría y gris, fue en el funeral de mi madre, no tenía presente muchos detalles de aquel día, pero estaba seguro de que en aquel evento los rostros desaparecieron, cada persona que se acercó a mí para brindarme su pésame, no tenían identidad y tampoco me tomé la molestia en crearle uno. Esa misma situación sucedió la mañana siguiente en la que sufrí de nuevo una perdida, todo ese día lo pasé en cama al igual que los siguientes.

Dawson intentó alimentarme; sin embargo, por más que trataba de ingerir algo, mi estómago se negaba a recibirlo. 

Me sentía cansado, adolorido y vacío, tan vacío como una pieza de vidrio, hueca y sin esperanzas, frágil y trasparente; me era incapaz de ocultar lo que realmente pasaba por mi mente, por lo que no se hizo esperar la preocupación de mis allegados. Yongban fue el primero en darse cuenta y no dudó en tomar cartas en los asuntos suspendiendo mis actividades con relación al libro, de modo que las entrevistas y firmas quedaron suspendidas, al igual que las futuras reuniones con editoriales que me ofrecían numerosas sumas de dinero solo para unirme a ellos, e hipócritamente, mi antigua agencia estaba en ellas. 

Esa tarde pude apreciar la combinación de colores que componía el atardecer y me imaginé que en algún universo paralelo, me encontraba apreciando este junto a Jungsoo, y el solo pensar en ello aumentó la presión en mi pecho que se negaba a aminorar con el paso del tiempo. El temor de que este perdurara por el resto de mi vida únicamente aumentó mis noches de insomnio, tanto así era mi locura, que el estar al borde de un precipicio en vez de generarme vértigo se sintió casi liberador. Por un instante aquella brisa que despedía aquel crepúsculo no pudo refrescar mis pensamientos, al contrario, me sentí más ahogado que nunca. 

—De todas las maneras que te imaginé morir, reventado como sandía, no fue una de las opciones de mi lista. —Escuchar una voz masculina a mis espaldas distrajo los pensamientos suicidas que me atacaban en ese momento, no por el hecho de que me diera cuenta de que no estaba solo en aquella terraza, sino por quién había interrumpido, no era nada más ni nada menos que mi hermano mayor: Daehyun Gong. 

—¿Vienes aquí para echarme en cara de que soy patético y que la muerte de mi padre es por mi culpa? —dije sin mirar a su dirección. 

—Lo de patético, eso ya lo sabes desde que naciste. —Sentí que tomaron de mi camisa y tiraron de esta, por lo que caí de culo al suelo—. Quiero respuestas, empezando por el hecho de que nunca me dijiste que estuviste pagando el tratamiento de papá. 

Solté un bufido, no me interesaba saber cómo lo supo, lo último que quería en ese momento era su comprensión, o peor aún, una disculpa después de años de estar comportándose como un idiota. 

—¿Y ahora que lo sabes va a cambiar algo?, ¿me tratarás diferente? No gracias, no necesito de tu asquerosa compasión... —Me levanté por mi cuenta ignorando su mano extendida. 

—Las cosas hubieran sido diferentes si no hubieras sido tan cabeza dura. 

—Las cosas no hubieran cambiado, y lo sabes, no seas hipócrita. —Sacudí mi pantalón al mismo tiempo que este soltaba un pesado suspiro. 

—Solo quiero hacer las cosas diferentes. —Finalmente, lo miré frunciendo el ceño. 

—¿Por qué? ¿Por qué ahora y no antes? ¿Acaso tienes una enfermedad terminal y no quieres morirte con cargos de consciencia? —ironicé. 

Este mantuvo su cara de culo como siempre, inexpresiva y carente de humanidad. 

—No estás hablando en serio... —insistí cuando no respondió, la sola idea hizo que mi pecho se comprimiera. 

—¿Estar enfermo, hará que me perdones por ser un hermano mayor de mierda? —habló finalmente. 

—No juegues con esa mierda, Gong. No estoy de humor. —Observé como se metió la mano al bolsillo y extrajo un sobre de su chaqueta formal. 

—¿Qué es...? 

—Es una carta de papá, para ti. También me escribió una cuando estuvo en la clínica, las enfermeras me las entregaron el día del funeral y pensé que eso podría interesarte. —Mis ojos fueron de esta a su rostro en repentinas ocasiones hasta que finalmente la agarré. 

—Seguro estará mandándome al diablo, como siempre... —exclamé mientras habría el sobre que se encontraba aún sellado. 

—No lo creo... 

—Como lo sabes.—Una parte de mí piensa que las escribió cuando estuvo en sus sentidos. —Tomando una bocanada de aire, desdoble la hoja que estaba rayada por ambos lados y empecé a leer.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro