Capítulo 32
Bajé del escenario para mi sorpresa, fui halagado por las personas que me encontraba en el camino de regreso a Yujeong, este me dio un abrazo apretado en forma de halago antes de que me arrastrara afuera del local. Una vez en el exterior, resoplé al mismo tiempo que observé como este sacaba el cigarrillo electrónico de su bolsillo mientras yo me alisaba el pantalón de vestir color negro que estaba usando esa noche. Había un cúmulo de gente en el exterior del local de lo que me imaginaba; algunos de ellos aguardando a que el hombre de mediana edad que se encargaba de la seguridad les permitiera entrar, otros estaban fumando al otro lado de la calle y, había más hablando, metidos en sus propios mundos disfrutando de la brisa nocturna.
El olor a acera mojada con un ligero aroma a marihuana me motivó a arrugar la nariz. La noche estaba más fría que de costumbre y eso me obligó a cruzarme de brazos contra el pecho mientras maldecía por no haber llevado conmigo un abrigo al notar que mi cuerpo se estremecía de forma ocasional cada vez que el aire golpeaba sin piedad la piel expuesta de mi cuello y brazos.
—Pensé que los odiabas —interrogué, al observar el vapor salir de sus labios después de mirar su cigarrillo eléctrico bastante extrañado.
—Y aún sigo odiándolos, te parecerá una locura, pero no miento cuando te digo que ya estoy limpio, esto solo lo uso para deshacerme del mal hábito de fumar. —No oculté mi sorpresa, algo que lo motivó a reír.
Había escuchado infinidades de veces la promesa de Yujeong de dejar las drogas; fueron tantas las ocasiones en las que me juró hacerlo que sus palabras perdieron validez conforme tropezaba una y otra vez contra la misma piedra, así que verlo «completamente limpio» era una novedad, y, estaba seguro de que Seongna tuvo algo que ver en ello.
—Me parece increíble que lo hayas hecho. Vaya...
—Sí. Hasta yo mismo dudaría de mi palabra, suena casi ficticio. —Asentí con una pequeña sonrisa—. ¿No vas a fumar?
Levanté mi mirada para encontrar la suya y negué con la cabeza en respuesta.
—También estoy limpio, ya no consumo nada. —Este hizo un ruidito de aprobación.
—Buen chico. —Lo miré mal.
—No me hables como si yo fuera un perro. —Escucharlo reír me motivó a darle un pequeño golpe en el hombro—. Idiota.
—En teoría lo soy, fui y soy un idiota que lastimó a una de las pocas personas que trajeron un bien a mi vida, lo siento. —Mi mirada se levantó al cielo donde diminutas gotas caían sobre nuestras cabezas.
—Una disculpa no va a borrar todo el sufrimiento que me causaste, ¿Lo sabías?
—Lo sé.
Un extraño silencio se hizo presente entre nosotros, en este, aprecié su perfil atractivo de manera pensativa; para ese punto, Yujeong Park solo me parecía un hombre guapo, no generaba la misma reacción que producía meses antes, detalle que me sorprendió; ya que estaba seguro de que para superar a ese hombre juré que me tomaría más tiempo de lo que me imaginaba. O quizás, subestimaba aquel duelo silencioso al que estuve atravesando mientras ambos teníamos un «algo» no oficial.
—¿Cómo está Seongna? —Sus facciones se iluminaron ante mi pregunta.
—En Seúl, ya sabes... Asuntos de su trabajo, hable con él anoche e insistió que te dijera que echa de menos hablar contigo. —La manera en que su voz sonaba emocionada, solo me recordó todo el esfuerzo que tuve que hacer para que esos dos pudieran terminar juntos.
Era algo ilógico, pero así era.
Fui ese psicólogo de parejas que respondió las dudas que tenían ambos, aquellas que les impedían avanzar en su relación por miedo a estropearla, fui aquel consejero que aunque sentía un amor ardiente por uno de ellos, prefirió ayudarle a estos a seguir su propia felicidad, aun cuando esta no estuviera a su lado.
—Me alegra que las cosas estén yendo bien entre ustedes —comenté con una sonrisa sincera en mi semblante, al mismo tiempo que anotaba en mi libreta mental de asuntos por hacer, llamar a Seongna cuando tuviera la oportunidad.
—Gracias, Suk, en serio no te merecemos. Eres un increíble amigo —confesó, después de dejar salir el humo que contenía en su boca.
—Tienes razón, no me merecen. —Levanté una de mis cejas cuando este me extendió el aparato—. No cambias nada, eh.
—No pienso ofrecerte algo que te haría daño. Ya no soy el idiota de antes.
—Debiste reflexionar de ese modo mucho antes de que toda la mierda se nos viniera encima. —Asintió de acuerdo.
—No debí hacerlo. —Justo cuando estaba a punto de agarrar el Vape, una tercera mano se interpuso en el camino tomando este.
Yujeong y yo miramos a esa dirección donde un Jungsoo con expresión seria le correspondió el contacto visual a mi amigo, la tensión y la incomodidad se hizo presente a un nivel que se me fue difícil de explicar; la manera que ese par se estaban viendo debía ser ilegal, ya que estaba seguro de que uno de ellos ya no estaría con vida en caso de que las miradas matasen.
—¿Qué demonios estabas suponiendo hacer? —Mis cejas casi llegaron al nacimiento de mi cabello ante sus palabras.
Para empezar, ¿Jungsoo Park maldiciendo como yo? ¿Jungsoo Park siendo grosero? Eso era nuevo, aunque no tanto para llegarme a desconocerlo; después de haber visto mis recuerdos, no debería extrañarme su reacción.
—¿Estás insinuándole para que vuelva a caer en tu mierda? —Este arrojo el aparato al suelo antes de pisar este, el grujido se escuchó haciéndome jadear.
¿Pero qué problema tenía Jungsoo con destruir las cosas?
—¿Disculpa? —respondió Yujeong frunciendo el ceño.
Para ese punto los ojos oscuros del bajista casi echaban chispas, sus hombros estaban tensos y sus cejas fruncidas, casi juré ver un tic en su ojo derecho, estaba enojado. Mierda, estaba furioso. Jungsoo no era el tipo de persona que solía ponerse de mal humor sin una razón justificaba, y cuando eso ocurría, era escalofriante. Instintivamente, me puse en medio de ambos. La imagen de Yujeong conociendo a Dios a tan temprana edad pasó por su mente, incluso recé para que este conservara sus dientes en dado caso que la situación pasará a algo más.
—No me agradas, Yujeong Park —escupió el azabache.
—Eso lo noté cuando apareciste en la sala de Suk en toalla —bromeó Yujeong intentando aliviar la tensión, pero lo único que causó fue que el cuerpo del contrario se tensara todavía más—. Oye, Amigo...
—No soy tu amigo —le interrumpió Jungsoo.
—No quiero problemas.
—Entonces regrésate a Corea. —Ambos tuvieron un duelo de miradas, otra vez.
—¿Pueden parar? Parecen estúpidos —me quejé.
—Tus ojos... —Me quedé congelado ante la insinuación de Yujeong—. ¿No eran azules? ¿Qué lentillas usas? Lucían bastante naturales.
Jungsoo soltamos un exagerado bufido, casi pude adivinar lo que pasaba por su mente: «¿Este es el hombre del que mi humano maravilloso se enamoró? Es tan estúpido como una cabra» Lo sabía, Jungsoogie, estaba muy claro y también pensaba lo mismo.
—Suficiente. La noche es joven y hay mucho licor que nos espera —articulé con nerviosismo.
En medio de empujones llevé a Jungsoo al interior del local, Este atrapó mi cintura y me guio escaleras arriba, a medida que avanzamos noté que la canción que estaba sonado en ese momento a través de los altavoces de Baslam era Friends de Chase Atlantic. Entramos a su camerino y cerró la puerta detrás de mí antes de empujarme contra esta.
—¿Qué demonios te pasa, Park? —Jadeé, al sentir su boca atacar mi cuello, su pierna se hizo espacio entre las mías, al mismo tiempo que sus peligrosas manos se introdujeron bajo mi camisa—. ¿J-Jungsoo? ¿Qué o-ocurre?
—No soporto verte con ese tipo, lo odio como no tienes idea —susurró cerca de mi oído, mi espalda se encorvó en el segundo que sus uñas arañaron lo largo de esta mandando escalofríos por toda mi anatomía y poniendo mi vello corporal de punta—. Te dije que una vez que entraras a mi infierno no tendrías salida. Eres mío desde el instante que me ofreciste tu alma.
—No soy un objeto al que puedas reclamar, no seas ridículo. Eso dejó de ser romántico desde hace unos años.
—¿Ah, en serio? Entonces explica la razón por la que te estás frotando contra mi pierna, intenta justificar el motivo por la que tus pupilas están dilatadas, tus mejillas rojas y me miras con esa maldita expresión que me lleva al borde de la locura —susurró, dejando húmedos besos a lo largo de mi mandíbula antes de deslizar su lengua por el filo de esta. Sus manos se introdujeron por debajo de mi camisa y, ¡Que todos los santos nos perdonaran! Pero necesitaba que esa situación escalara a algo más—. Te prende que te reclame como mío, te excita saber que haría lo que fuera por ti, así que no juegues conmigo, Yeonsuk Gong, no soy un simple ser humano.
—¿Qué eres entonces? —Este se deshizo de mis pantalones junto a mi ropa interior, al mismo tiempo que yo me ocupaba de sacar aquella erección palpitante de aquella tela que lo mantenía prisionero.
—Soy una criatura que hará que el planeta arda como nunca si alguien se atreve a lastimarte. Si alguna vez me consideraste un monstruo sanguinario, no querrás conocer mi peor faceta. —Entró en mí sin aviso, mandando una corriente eléctrica por toda mi columna, dejándome sin aliento—. Tú eres la razón por la que la humanidad sigue integra, de lo contrario, si te ocurriera algo, aunque fuera un daño mínimo, desataré la mayor exterminación que haya experimentado la humanidad.
—Deja de decir tonterías y bésame. —Su boca reclamó la mía con tanta agresividad que en poco tiempo quedé sin aliento, sus dientes torturaron mi labio inferior y la dermis de mi cuello, estaba seguro de que después de eso tendría moretones notorios por culpa de él.
Su pelvis golpeó mi trasero con embestidas crudas y fuertes, dando justo en aquel punto que me motivaba a soltar constantes jadeos agudos, Jungsoo no estaba siendo cuidadoso, pero no me importó. Mantuve mi agarre en su cintura y bajé mis lastimados labios a su cuello, dejando un camino de moretones y mordidas que motivaron al híbrido a gemir cerca de mi oído de manera deliciosa.
—Estás tan putamente apretado, vas a ordeñarme por completo. —Escucharle hablar de ese modo aumentaba mi excitación a un nivel inimaginable—. Eso, Precioso. Mueve ese delicioso culo para mí.
—Jungsoo...
—Solo yo puedo follarte de este modo, Yeonsuk Gong, nadie más puede tocarte de esta manera.
—Joder, joder, s-sí. —Después de varias estocadas más nos corrimos casi al unísono, en un demoledor orgasmo que nos dejó sin aliento y con el cuerpo tembloroso.
Mi cuello crujió ante el movimiento brusco de mi cabeza, la sensación fue tan liberadora que no dudé en repetirla en dirección opuesta haciendo que el otro lado grujiera de la misma manera.
—Vas a terminar lastimándote el cuello —Yujeong reprochó a mis espaldas, ignorando su comentario, continué presionando el botón de actualizar mi bandeja de entrada del correo a la expectativa de que el mensaje que los superiores apareciera en este—. ¿Aún no te llega?
—Cállate. —Este soltó un bufido.
—Al parecer no. —Pasaron cinco tensos minutos en silencio, tiempo que desquité mi nerviosismo mordisqueando la uña de mi pulgar.
La computadora emitió un pitido y el correo apareció en mi spam, no dude en abrirlo al mismo tiempo que el rostro de Yujeong se asomó a mi costado, ambos leímos el contenido de la carta y mi estómago se comprimió por lo evidente. Habían rechazado mi libro como era de esperar y con ello había una fecha en la que debía presentarme ante ellos.
Mierda, estaba jodido.
—Tomaré el caso, no te preocupes, Suk. —Me brindó un suave apretón en los hombros—. Lo ganaremos, tenlo por seguro.
—No tengo dinero para contratar tus servicios, Idiota.
—¿Quién dijo que iba a cobrarte? —Giré mi rostro a su dirección, un grave error porque su nariz rozó con la mía ante la cercanía de ambos.
Alguien se aclaró la garganta por lo que giré de nuevo mi rostro encontrando a Jungsoo cruzado de brazos en el lumbar de la puerta, era tarde por lo que me extrañó que estuviera presente, cuando tal vez esa noche tendría presentación con la banda en Baslam.
—¿Qué estás haciendo aquí? —interrogué.
—Tenemos que hablar... —Sus ojos viajaron a Yujeong por un segundo—. En privado.
No muy convencido, lo seguí hasta el recibidor de la casa, una vez allí, me crucé de brazos a la expectativa de lo que sea que este quería decirme, pero al notar que él estaba en la misma posición que yo, solté un bufido.
—No entiendo. Estábamos bien, Yeonsuk. Pero llega ese idiota y olvidas por completo todos los sentimientos que tenías por mí, me siento incluso usado. —Aquellos ojos grandes de ciervo brillaban con angustia y mi pecho se comprimió por eso; sentí la necesidad de besarlo y decir cuán equivocado estaba, que lo que sentía por Yujeong había sido una fase en la que nunca lo utilicé y jamás lo haría para olvidarlo.
—¿Eso es lo que piensas de mí? —ataqué con frialdad.
La manzana de Adam en su cuello se movió con notoriedad.
—No lo sé, Gong. Para este punto no sé qué demonios creer al respecto, me siento un idiota y siento que me estoy volviendo una elección para ti. —Por el rabillo, vi a Yujeong incómodo presenciar a lo lejos ese tipo de conversación.
—No fuiste una elección en primer lugar. —Ambos quedaron congelados ante mi respuesta, a excepción de mí, ya que esas palabras no iban dirigidas a Jungsoo, sino a Yujeong.
Pero al parecer ambos no lo entendieron y la peor elección que pude tomar en ese momento, fue no dejarlo en claro. Nunca vi una expresión de dolor en Jungsoo hasta esa se mostró frente a mí, en el instante que sus ojos se tonaron acuosos me terminó destruyendo por completo.
—¿Eres consciente que estás lastimándome? —Lanzó aquella pregunta en una oración temblorosa.
—Lo sé. Pero tú más que nadie sabes que sería incapaz de mentirte —respondí obligándome a mantener mi expresión serena.
—Eres pésimo mentiroso —concordó el tatuado retrocediendo mientras negaba con la cabeza.
—Lo siento, Jungsoo.
—Púdrete, Yeonsuk. —Salió de allí en grandes zancadas.
Mis ojos no tardaron en llenarse de lágrimas y mi corazón ardió dolorosamente contra mi diafragma. Lo había lastimado, rompí a la persona que armó los miles de fragmentos en los que había llegado al pueblo. Y no hice nada para remediarlo, porque ambos éramos conscientes que nuestra relación era peligrosa.
—Eres terrible mintiendo, Yeonsuk Gong —recriminó Yujeong.
—Solo compra los tiquetes y no te metas en mis asuntos personales —escupí con molestia.
Para mi sorpresa, obedeció.
¿Me arrepentiría después de haber dejado las cosas de ese modo con Jungsoo? Era lo más probable.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro