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Capítulo 3

Mientras las rebanas de pan se tostaban en su respectivo aparato, revisé mi teléfono donde la mayoría de mensajes y llamadas perdidas eran de Yujeong pidiendo disculpas y de Yongban queriendo saber dónde estaba. Por un instante, me imaginé lo preocupado que debía estar mi mánager al no dar con mi paradero, más por la forma en que habíamos discutido la última vez que me visitó después de que regresé de París. Era entonces que me consideraba un amigo bastante egoísta, ya que más allá de ser compañeros de trabajo, solo le había dado preocupaciones al pobre chico. Di un respingo cuando el móvil rompió el espeso silencio en que la casa estaba ambientada, anunciando una llamada entrante de este. 

Arrugué mi nariz en respuesta para llevármelo a la oreja. Una vez la acepté, tratando de ignorar la culpa que punzaba en mi pecho. 

—¿¡Dónde demonios estás, Imbécil!? —Tuve que alejar el aparato de mi oído ante su grito. 

Estaba molesto, mierda. Se encontraba cabreado como nadie. Yongban Kim no era el tipo de persona que maldecía; era un ser humano tranquilo; casi podría decir que su personalidad era de Hippie en pleno viaje astral, la mayoría del tiempo donde su paciencia rozaba a ser casi infinita, pero cuando se enojaba, era un sujeto muy diferente. Él y yo éramos muy distintos. El que solía tener el carácter del infierno era yo, y a pesar de recibir riñas de su parte a causa de eso, no consideraba cambiarlo. 

—Hice un pequeño... "Viajecito" —respondí apoyando mis codos en la encimera una vez dejado en altavoz el teléfono en este. 

—¿Dónde estás? —preguntó más calmado después de un largo silencio—. ¿Daegu? 

Noup. Más lejitos. 

—¿Gwangju? 

—Más lejitos. 

—No estoy para juegos, Yeonsuk, la editorial necesita tu culo en la empresa, quieren hablar de los términos de tu culminación de contrato. —Solté un bufido. 

Por supuesto, ahora que no estaba en el ranking de venta no les parecía útil; aún cuando mis libros los sacó de la quiebra en más de una ocasión, este tipo de inconvenientes opacaban los buenos méritos que mis novelas les habían traído, no solo en popularidad sino a nivel económico. Eran unos bastardos interesados, y eso no solo aliviaba mi malestar al saber que pronto podría sacar mi culo fuera de sus mierdas. 

—Estoy en Estados Unidos. —No hubo respuesta inmediata de su parte por un tiempo.Tanto así que encendí la pantalla del teléfono para asegurarme que la llamada no se había cortado por error. Pero al confirmar que aún seguía conectada volví a dejar el aparato a un lado. 

 —¿¡Estados Unidos!? ¿¡Has perdido la cordura, Estúpido, cabeza de testículo de toro!? —Apreté los labios para no reírme ante sus insultos, menos cuando la imagen de mi rostro se ilustró en mi mente en el lugar que mencionó—. ¿¡Qué demonios haces allá!? 

—Tú mismo lo dijiste, encontrando inspiración. —Solté una lluvia de profanidades cuando la tostadora emitió un sonoro ruido expulsando los panes al diablo, acción que me sacó un buen susto. 

—¿Sabes cuánto cuesta la vida allá? ¿Cómo piensas mantener tu trasero mientras tu preciada inspiración llega? Eso sin contar que no tienes tiempo... —Solté un bufido en respuesta. 

—Tengo ahorros —me defendí sintiéndome ofendido de su pesimismo.Este soltó una ruidosa carcajada en respuesta. 

—¿"Ahorros"? La mayor parte de estos fueron usados para tu rehabilitación; estás jodido. —Soltando maldiciones, miré el estado de mi cuenta mediante la aplicación que tenía en mi teléfono. Estaba en lo correcto. 

Estaba jodido. Muy jodido. 

—Si mucho te alcanzará para subsistir un mes... —concluyó este. 

—Vende mi apartamento. Véndelo todo —exclamé sin reflexionarlo dos veces. 

—¿Me estás jodiendo? ¿Quién compraría tus porquerías? 

—Así sea al mercado negro, mierda, dame soluciones, eres mi mánager. No me satures de problemas que esos me sobran. —Solté un bufido cuando lo volví a escuchar reírse—. Eres una porquería de amigo, ¿Lo sabías? 

—Haré lo que pueda, pero no prometo tener el dinero pronto. Consigue un empleo mientras tanto. Incluso si te mandara dinero, este no duraría mucho, conociéndote... 

—¡No voy a malgastarlo!, ¿por quién demonios me tomas? —Por supuesto que el bastardo me conocía; sin embargo, la situación era diferente y ya a ese punto había madurado. 

Este volvió a reír. 

—Lo que tengo que hacer para mantenerte, eres un bastardo afortunado. No tardes mucho, hijo de... —Este finalizó la llamada, dejándome con la palabra en la boca—. Hijo de puta mal educado, ¿cómo se atreve a colgarme de esa manera? 

Tomé la rebanada de pan y le brindé un mordisco de mala gana, ¿cómo no había considerado el dinero a ese punto? Por supuesto, era una persona impulsiva y solo me atenía a las consecuencias de mis actos cuando estas me daban bofetadas de realidad y era mi querido mánager quien debía solucionar mi mierda. 

Conseguir empleo en un lugar cuyo país solo conocía a través de una pantalla sonaba un desafío bastante grande, y más cuando tenía la idea de que los extranjeros normalmente eran contratados para lavar baños o pintar casas. Había trabajado en mis años universitarios, pero me era incapaz visualizarme lavando un retrete o poniendo mi integridad en riesgo al pintar paredes de casas con considerables alturas. 

Miré la solitaria y sombría casa apenas iluminada por lo que quedaba del atardecer y después de debatir mi existencia que terminó en crisis, me dispuse a realizar la primera tarea. 

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Emma a la mañana siguiente, asomando su cabeza por una de las ventanas que se encontraban abiertas—. Los vecinos creen que estás incendiando la casa, pero les dije que hacías un ritual satánico, hubieras visto sus caras. 

Seguí moviendo las ramas humeantes alrededor de la sala de estar recitando las palabras que mi abuela usaba para expulsar las malas visitas de las casas, ¿Quién iba a pensar que iba a terminar haciendo lo que, por tanto, años me burlé de la anciana? 

—Estoy quitando la mala vibra de la casa —expliqué mientras metía las ramas en la cubeta de agua que estaba cerca de donde ella se encontraba—, ¿No deberías estar en clase a esta hora? 

Soltó un bufido gracioso. 

—Tengo dieciocho. 

—¿Y? 

—Puedo faltar a clase. —Hice un ruido nasal en forma de burla. 

—No eres mayor de edad, siquiera, bájate de esa nube. —Me mostró el dedo medio en respuesta. 

Salí de mi casa y la pequeña chica no tardó en aparecer en mi campo de visión, vestía unos pantalones de mezquina y una camisa de flores, su cabello estaba trenzado en dos coletas y olía a manzanilla. Mis ojos viajaron de su diminuta anatomía hasta los alrededores, donde había algunos vecinos fuera de sus casas que miraban a mi dirección de manera extrañada mientras murmuraban cosas entre ellos, por educación moví mi mano en forma de saludo con una sonrisa artificial en mi rostro. 

 Bastardos chismosos. 

—Dijiste que no existían los fantasmas —se mofó. 

—Pero las malas energías sí, quizás esta casa tenga mal agüero y muera de infarto yo también. —Negué con la cabeza haciendo evidente mi desaprobación—. Además, atrae la buena suerte, ¿Qué vas a saber tú de esas cosas? Solo tienes dieciocho. 

—¿Crees en las energías pero no en los fantasmas? Qué patético. —Le dediqué una mala mirada mientras fruncía los labios con burla. 

Me aproveché de la presencia de mi vecina para que me acompañara hacer las compras, mi refrigerador estaba moribundo y a pesar de que mi mánager me pidió ahorrar el dinero que tenía la mayor cantidad posible de tiempo, sería incapaz no antojarme de una que otra cosa en el supermercado. Mientras iba llenando el carro de compras, este era conducido por la K-poper, esta continuó hablándome de su misterioso pueblo en medio de la nada. 

Northesden era uno de los pueblos más pequeños de Dakota de Norte, su población era pequeña y era regida por la religión cristiana que todos conocían, no había ninguna novedad en dicha información, el pueblo tenía escuelas públicas, bares exóticos y lugares remotos que eran hermosos y a la vez poco convenientes para visitar en temporadas de vacaciones donde los adolescentes estaban fuera de sus cabales. Sin embargo, estos lograban ser controlados por los guardabosques que hacían su trabajo las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana. 

Al ser un sitio pequeño era conocido solo por ciudades vecinas que usaban los cambios de estaciones para visitarlo, de forma que la economía no tenía tantos altibajos en este lugar porque también contaba con una buena fuente de ingresos por parte de su agricultura. Los días eran templados y a veces fríos, pero a diferencia de los bochornosos días de verano en Corea del Sur me era aceptable los veranos de dicho pueblo o al menos se escuchaban tolerables. 

—¿Tienes planes para más tarde? —pregunté cuando salimos del supermercado con las bolsas en mano. 

—Depende. 

—¿"Depende" de qué? 

—De la pregunta. —Levanté una de mis cejas—. ¿Qué quieres que haga? 

—Necesito un recorrido. Llévame a los sitios esenciales que debo conocer del pueblo, no quiero depender siempre del GPS. 

—¿Temes perderte? —Soltó una extraña risa—. Es un pueblo pequeño. 

«Pequeña es mi paciencia y más con adolescentes que no se toman las cosas en serio» pensé fastidiado, apresuré mi paso haciendo que la chica empezara a maldecir por mi cambio de actitud. 

—¡Solo bromeaba! Demonios, eres tan amargado —siseó llegando a la par conmigo. 

Mordí mi labio en respuesta ocultando mi sonrisa y entramos a mi casa para acomodar las cosas en sus lugares. Tomé las llaves y una vez aseguré haber cerrado la puerta, abordamos a Petro para nuestra aventura. Pero antes hicimos una primera parada en un pintoresco local de comida para almorzar, la camarera era casi de mi edad y fue bastante amable, pedí algo ligero, ya que no creía gastar mucho dinero en un solo día. 

Mientras almorzábamos esta me contó sobre algunas cosas que había pasado por alto del pueblo: la nieve en temporadas de invierno era invasiva, así que se debía ser precavido en mantener la nieve a raya si no quería tener hielo dentro de la casa, y debido al gran bajón de temperatura, la calefacción debía trabajar a su máxima capacidad trayendo como consecuencia una factura a final de mes un poco elevada. En cambio, las estaciones de otoño y primavera eran las más hermosas, ya que las hojas en el suelo dejaban una increíble escena salida de película. 

En cuando a las costumbres se hacían algunas festividades religiosas a mitad de año, ferias agricultoras en tiempo de cosecha y las festividades mundiales típicas como Navidad y Halloween. 

Había una gasolinera al otro lado del pueblo, cuatro bares populares en donde dos estaban en la mitad de este y los otros dos a las afueras, el mercado quedaba en el centro y la iglesia a varias cuadras de nuestro vecindario, las peluquerías estaban cerca del parque principal. Las tiendas de conveniencia estaban distribuidas por todo el poblado porque en el centro los locales ya estaban ocupados por negocios importantes. Había una estación de policía en la entrada del Northesden, y justo al frente, estaba un pequeño hospital, a varios metros de estos estaban los bomberos, detalle que me pareció bastante gracioso. Pero lo más fundamental de todo, era una duda que tenía desde el instante que pisé dicho lugar.

—¿El pueblo tiene alguna biblioteca? —declaré al final. 

—Sí. Hay una, pero deberás caminar bastante de donde vives para llegar. —Arrugué mi nariz en respuesta. 

—Dijiste que el pueblo era pequeño. 

—¡Y lo es! Lo decía en caso de que caminar no sea lo tuyo. —Apreté los labios meditando qué podría hacer al respecto. 

Era consciente que necesitaría visitar la biblioteca muchas veces, por lo que la idea de caminar me resultó incluso agotadora. 

—¿Dónde puedo alquilar un auto? —Esta soltó una carcajada en respuesta.

https://youtu.be/dyy9DvJrseo

¡Holaaa, personitas! ¿Cómo va su año? ¿Ya han cumplido su lista de propósitos de este año?
Yo estoy en esas. Cómo sabes no suelo dejar muchas notas de autor en mis historias ya que me da algo de pena; sin embargo, quise hacer este año un cambio de eso, intentaré dejar más comentarios para así no lucir algo lejana y no sé... ¿Más humana quizás? Mi intención es acercarme a ti como lector y escritor y nos conozcamos mutuamente.
Quisiera saber que opinas de los nuevos personajes y si estos han logrado hacerte sentir alguna familiaridad.

También quisiera saber que opinas de la historia y sobretodo qué teorías locas te surgen cada que me estás leyendo, realmente quisiera poder tener interacción contigo en los comentarios, puedes comentar lo que tu quieras e incluso podrías comentarme cómo te los imaginas o que canciones me podrías sugerir que podrían ir a estilo de la historia, o si deseas más actualizaciones emanales ¡Lo que sea!

¡Te deseo un buen inicio y ombligo de semana! ¡Muchos abrazos! ¡Nos estamos leyendo!

LAURA OSPINA
xx

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