Capítulo 9. La Señal
Las horas pasaron sin darme cuenta que todo había quedado en un silencio sepulcral, no había sonido de grillos, ni el viento soplar, solo podía percibir el olor fresco de la madrugada que se colaba por mi ventana así mismo la luz de la luna que iluminaba casi a la perfección toda mi habitación. Me quedé mirando el techo unos minutos más imaginándolo a él, no pude quitarme de mis pensamientos su rostro, su voz, sus labios, cada vez que cerraba los ojos y pronunciaba su nombre demasiado bajo que apenas era audible yo me emocionaba, se me erizaban los vellos de los brazos, la sangre a través de mi cuerpo corría a una velocidad acelerada, acaricie mis labios pronunciándolo una y otra vez pero luego desperté de mi fantasía.
No, yo no puedo imaginar nada de esto, no es correcto, no.
Me incorpore y me froté la cara las veces necesarias para aclarar mi mente perturbada, suspiré y traté esta vez de no hacer nada más que dormir, me levante de la cama para ir al baño y refrescarme , abrí la puerta de mi habitación y me encontré con el pasillo en total oscuridad, no me preocupe ya que solo iría al baño pero el sonido de lo que parecía ser una puerta abriéndose fue lo que me distrajo , escuche el rechinido de la puerta que llevaba hacia el jardín, pensé lo peor. ¿Alguien estaba entrando o alguien estaba saliendo? Mi corazón esta vez palpito en pánico total, no sabía si despertar a mis tíos o ir yo misma a comprobarlo, tenia el presentimiento de que no iba a ser agradable ir a ver yo misma así que avance de puntitas hacia la recamara de mis tíos y cuando me acercaba pude notar que la puerta de la habitación de Stella no estaba del todo cerrada, parecía entreabierta como si alguien hubiera salido, con la mano la empuje y comprobé que ella no estaba ahí, la luz de la luna me proyectaba con total claridad su cama deshecha.
Me apreté los dientes con fuerza, ella se había ido, no pudo haber sido nadie más, me precipité hacia las escaleras y baje en pasos silenciosos y cuidadosos para no ser descubierta por nadie ni por ella. Camine por la cocina hasta llegar a la puerta, estaba cerrada pero sabía que si giraba la perilla se abriría, así fue, evite que el rechinido fuera ruidoso y me escabullí entre el espacio pequeño de la puerta entreabierta.
La busque entre la penumbra total de jardín, todo estaba silencioso ni siquiera podía percibir pasos de alguien o el murmuro de su voz, no sabía dónde estaba, avancé descalza hacia unos arbustos que estaban más retirados de la casa donde recordé viejos momentos cuando los usábamos para jugar a las escondidas, me acerque cada vez más despacio hasta que de nuevo lo escuche. Sus gemidos, los reconocí porque aún me era imposible olvidar como sonaban, se escucharon con un volumen débil pero luego se volvieron más audibles y constantes, eran feroces y muy inquietantes,
Me quede inmóvil y con la respiración acelerada, tenía que comprobarlo, de mala manera tuve que avanzar solo dos pasos para mirar por encima de los arbustos pero la oscuridad era un obstáculo para saberlo con certeza, de todas formas capté a dos siluetas sobre la hierba que se mecían y se dejaban envolver por la frescura de la noche, los jadeos de Stella eran insoportables cada vez más insistentes y yo me cubrí la cara para solo huir de la escena una vez más.
(...)
Seguí echándome el chorro de agua fría sobre la cara, el agua corría desde mi frente hasta mi mandíbula y mi cuello, me estremecía del frío y no solo de ello, estaba asqueada y lo único que lograba sacarme de la cabeza lo que acababa de ver era controlarlo con agua sobre mis ojos, apretaba fuertemente mis parpados hasta que estos me dolían. Cuando acabe me miré al espejo, tenía ojeras debajo de los ojos, mi piel estaba algo marchita y mis ojos reflejaban cansancio y una tristeza reciente que tenía total explicación, maldita sea la hora en que la seguí y maldita se la hora en la que yo acepté guardar esta perversidad.
Me quede sin aliento cuando escuche pasos sobre las escaleras y supe que se trataba de ella regresando hacia su habitación, rápidamente salí del baño dejando la puerta abierta ya que hacer ruido cerrándola haría notar que yo estaba ahí, entré con prisa a mi habitación teniendo minucioso cuidado en no hacerla rechinar, me tiré sobre la cama y me envolví en las sabanas forzándome a cerrar los ojos.
Me contuve la respiración cuando no escuche sus pasos seguir hacia adelante sino más bien deteniéndose frente a mi puerta, mis ojos como mis latidos iban moviéndose con desesperación cuando la puerta se abrió, inmediatamente me quedé inerte como si un peso enorme se hubiera puesto sobre mi impidiéndome total movimiento y habla.
Ella se detuvo exactamente frente a mi cama lo supe porque sus pasos eran claros al igual que su presencia que era la que más me hacía temblar.
—No necesitas fingir que estás dormida, te vi de todos modos —susurró con cierta amargura —Solo vengo a recordarte nuestro acuerdo.
Me apreté una última vez los ojos con fuerza y los abrí con lentitud después inesperadamente me incorpore y me volví hacia ella, estaba en su bata clásica de sed roja y se había recogido el pelo a pesar de que iría directamente a la cama, a plena luz de la luna vi que estaba serena pero sus facciones se mantenían endurecidas e indiferentes.
La contemple fijamente con provocación y desprecio, ella estaba retándome.
—Ya no sé quién eres tú pero que te quede bien claro que tú y yo no somos iguales.
Se apretó la mandíbula y alzo ligeramente la cabeza como si quisiera darme a entender que mis palabras no la lastimaban, sus ojos contradictorios eran bastante penetrantes pero esta vez no iba a intimidarme.
—Digas lo que digas tarde o temprano vendrás cayendo, nadie se puede reprimir por siempre.
—¿Sabes de que me doy cuenta? —me deslice entre las sabanas para encararla mejor —Que la vida es tan injusta, mira que darme cuenta que yo perdí a mis padres y a pesar de ello no me ves desobedeciéndolos ni faltando el respeto a sus creencias y en cambio tú que los tienes a tu lado vas y manchas inclusive su propio techo con tus estupideces —reí a secas —No sabes lo mal que estás.
—No me digas —respondió con sarcasmo y los ojos abiertos de par en par —Pues si que tienes razón, la vida es injusta, hubiera preferido no ser hija de esta familia con sus ideas tan retorcidas que no hacen más que volverme loca. Lástima que no seas su hija porque de ser así te hubieran adorado más.
—Ellos ya me quieren más que a ti —repuse, dándole una sonrisa indiferente.
Me regreso la sonrisa de forma arrogante y orgullosa.
—Adelante, disfruta siendo la buena de la familia, tarde o temprano te aburrirás de interpretarla.
Me gire hacia el otro lado con brusquedad hundiendo mi cara en la almohada con tanta fuerza que preferí sofocarme para olvidarme de su presencia, escuche sus grandes zancadas que iban directo hacia la puerta y luego el rechinar de esta al cerrarse, me puse boca arriba y de nuevo mire el techo que esta vez me parecía un abismo negro y sin salida que poco a poco iba tragándome sin tiempo de suplicas.
(...)
—¿Ya preparaste los bocadillos, Juliette? —me preguntó mi tía al tiempo que hervía agua en una tetera.
Estábamos en la cocina preparando té y bocadillos para recibir a Félix, ella había organizado una pequeña reunión entre él y yo en el jardín para que pudiéramos charlar, ella creía que había asistido al ensayo de orquesta así que me dijo que entré más citas tuviera con él tal vez podría darme una buena oportunidad para impulsarme más al sueño que yo tenía, que entre más amable fuera con él todo iba a hacer mejor.
—Quizá hable bien de ti con su maestro —comentó mi tía con cierta ilusión —Creo que eso es lo menos que debería hacer si nos portamos bien con él. ¿No crees?
No hice mucho caso de lo que me decía yo estaba más ocupada mirando a la dirección del jardín donde mi tío estaba charlando con Richard y Ethan, estaban cerca del invernadero tal vez dando sus puntos de vista como siempre.
—Si, si —respondí aturdida, más tarde cuando capté que me miraba fijamente para saber si estaba al tanto —Yo también lo creo
Mi tía no dijo nada pero miré de reojo que estaba analizando a donde es que yo estaba dando toda mi atención así que miré hacia otro lado para no ser evidente.
—Llévate esto —me brindó la bandeja con la tetera, dos tazas y los bocadillos que prepare —No tarda en llegar.
Abrí la puerta trasera que daba directo al jardín, al salir trate de no toparme mucho con la mirada de Richard o quien fuera me estuviera observando, por suerte la mayoría de los trabajadores estaban adentro en el comedor así que solo estaban mi tío, Ethan y Richard. Avancé con un esfuerzo descomunal para no mirarlos a pesar de escuchar sus voces a una distancia de veinte metros que es donde estaba el invernadero.
Deje la bandeja en la mesita del jardín y me senté en contra de mi voluntad exactamente donde podía verlos, me conocía perfectamente, no iba a estar tranquila si les daba la espalda lo mejor era tenerlos a la vista por si es que notaba algo extraño. Esperé más o menos diez minutos hasta que vi que se acercaba Félix, estaba muy guapo con un traje café chocolate, zapatos de cuero recién lustrados y el cabello radiante bajo el sol muy bien peinado.
Me levante para recibirlo y su respuesta fue un abrazo agradable.
—¿Cómo amaneciste este día? —preguntó gentil, tomando asiento.
Me había olvidado por un momento que le había mentido acerca de mi salud, lo más aceptable era que yo dejara de fingir que aún estaba muy enferma porque nadie se merecía más mentiras.
—Muy bien gracias y ¿Tú? —sonreí.
—Estoy genial, en unos días tocaremos en el teatro, se han vendido todos los asientos —sonrió ampliamente —Estoy emocionado.
Aprecié como se sacudía al mencionarlo, me dedique a servirle té y a interesarme más del tema.
—Eso es fantástico, de verdad me gustaría asistir pero déjame saber cuándo es que vuelven a tocar.
—Puedo conseguirte uno si quieres, a mí me gustaría que asistieras ya que no pudiste ir al ensayo.
Me quedé mirándolo con fuerza.
—¿Cómo podrás conseguirme uno si es que se vendieron todos?
—Tenemos beneficios —me explico, bebiendo del té —Como parte de la orquesta podemos mover montañas —luego se detuvo para hacer una expresión de sorpresa — ¡Esté té está delicioso!
Sonreí y luego le ofrecí los bocadillos de coco con crema de avellanas y el pan de chocolate y nueces que había preparado.
—Es un bello día para disfrutar —comento mirando por todo el jardín —Tienes un gran jardín, es muy grande y bastante amplio, por cierto ¿Qué construyen ahí?
Giró su cuerpo hacia atrás para mirar hacia el invernadero, yo no quise mirar hacia allá pero no hubo opción que pudiera salvarme, miré y me di cuenta que solo estaban presentes mi tío y Richard quien levanto la mirada cuando se dio cuenta que mirábamos hacia su dirección, pude sentir nuestros ojos en contacto por un largo momento a pesar de la distancia, mi aliento se escapó de entre mis labios cuando leí su mirada ligeramente abatida, disminuyo la fuerza entre nuestras miradas y bajo la cabeza inmediatamente.
Trague saliva con dificultad, se me formo un hueco en el pecho que con dificultad pude borrar, desvié la mirada de ahí y me concentre en no tener intención de mirar otra vez para allá.
—¿Qué construyen? —repitió, volviéndose a la mesa otra vez.
Tomé la taza y di un gran sorbo luego me limpie la boca como forma de distracción.
—Un invernadero —respondí sin subir la mirada.
—Pues está quedando bastante bien. ¿Cuándo lo terminan?
—Ah...—no sabía con qué otra forma podría distraerme para no mirar porque era algo que quería, que necesitaba hacer. —No lo sé, no tengo idea.
—Avísame cuando lo terminen, me gustaría ver el resultado final.
Alce la vista para mirarlo a la ojos pero tuve el incidente de mirar por encima de sus hombros hacia el invernadero como si fuera algo involuntario y cuando miré vi que no estaba nadie ahí, ni mi tío, ni Richard, deje escapar un suspiro abatido cuando me di cuenta que no iba a estar rondando cerca y me dolía bastante no tener su presencia para mi.
Trate de comportarme lo más amable por Félix así que cuando lo miré a los ojos traté de estar lo más complacida posible sin importar lo deshecha e inconforme que estaba.
—Claro, yo te aviso —di media sonrisa, no logré como esperé estar satisfecha por su presencia.
Al final hablamos acerca de cosas sin sentido, del clima en Londres, de los paisajes y de las anécdotas graciosas que le habían sucedido en los ensayos, yo no hable de mí a excepción de mis gustos musicales y mi comida favorita. Terminamos por conversar y caminamos por el jardín un rato hasta que se disculpó para decirme que tenía que irse, lo acompañe hacia el interior de la casa y luego hacia la puerta.
—Ha sido un fantástico almuerzo, lo disfruté muchísimo —sus ojos relampaguearon un poco cuando dio un paso más cerca de mi.
Examine sus ojos suaves internándome en ellos un poco, logré perderme en ellos ligeramente hasta que sus ojos se achicaron cuando sonrió de oreja a oreja, ruborizo de inmediato y me tomo una mano, su tacto era gentil y cálido pero no sentí en ningún rincón de mi cuerpo la emoción, exaltación o el fuego impaciente que sentía cuando Richard me había dado la mano por primera vez, esta era la señal de que iba a necesitar mucho tiempo para poder sembrar un amor casi parecido como el que sentía por Richard solo para Félix.
Me entristeció un poco la idea pero en cuanto se inclinó repentinamente para darme un beso en la mejilla una especie de calor abrigador me envolvió el cuerpo llevando mis pensamientos a otra parte.
—Avísame si estás dispuesta a ir al concierto —me dijo cuándo se alejó para mirarme a la cara —Haré lo que se necesite para que tengas un lugar.
Nuestros ojos se quedaron fijos un momento hasta que yo parpadee para liberarme de la burbuja que se había formado a nuestro alrededor.
—Por supuesto que quiero ir —indique, mordiéndome los labios con impaciencia —Muero por ver tal espectáculo.
Rió.
—Entonces mañana mismo te espero, solo di tu nombre en la taquilla del teatro y te darán el acceso a la función.
—Me parece fantástico.
Me dio un apretón de la mano que aún tenía sostenida y se despidió, dio un tropiezo cuando me miró hasta salir de la puerta y yo contuve una risita. Cuando se fue me dirigí hacia las escaleras para poder refrescarme un poco ya que el día de hoy por el mediodía la temperatura iba a aumentar y era algo normal estando a mediados del verano, subí y cuando giré para ir por el pasillo chocamos esta vez sin poder evitarlo.
Desorientada lo observé y al mismo tiempo asimilaba que me tenía sujeta de los hombros para que yo no fuera a caer de espaldas contra el piso.
—¿Estás bien? —tenia sus penetrantes ojos azules rondándome por todo el semblante, quería asegurarse de que no había perdido la cabeza pero era difícil mantenerla sintiendo sus manos sobre mí.
Parpadee para recuperarme y cuando bajo lentamente sus manos sobre mis hombros busque su mirada, mi deseo tembló desde mis ojos, lo sentía emanar desde mi interior y se reflejaba en el brillo que el observaba con determinación, estaba su rostro tan cerca, podía acercarme, tocarle con las yemas de los dedos la suavidad de sus labios que estaban entre abiertos y la calidez de su aliento.
Mi interior era un desastre.
—Sí, estoy bien...no ha sido nada —musité, examinándome un poco el pecho y arreglándome apenas el cabello que se había alborotado.
—Es un alivio, pensé que te había causado algún daño —dio una sonrisa nerviosa y al mismo tiempo avergonzada.
—No, para nada —aclaré.
—Yo solo pasé al baño para lavarme las manos —me explicó con voz temblorosa, mostrándome sus manos con señal de pintura aun pegada entre los dedos —Alguien dejo una lata abierta.
Levanto las manos y se rió de si mismo al ser descuidado, me reí junto con él porque disfrutaba demasiado del sonido hipnotizante de su risa que escucharla era difícil que no me pusiera de buen humor.
Cuando cesaron nuestras risas fue otro momento que aprovechamos para mirarnos fijamente sin saber que decir, el me clavo la mirada tan fuerte que mi pecho vibró a causa de mis latidos frenéticos que iban cada vez en un aumento poco saludable.
Carraspee y retrocedí dos pasos de él que lastimosamente no quise dar.
—Bueno me voy antes de que empiecen sin mi —hablo para quebrar nuestro silencio incomodo —Nos vemos, Juliette.
Me hice a un lado para que pudiera pasar y cuando se iba por las escaleras quise tener una razón para que se detuviera y pudiese mirarlo una última vez así que cuando tuve la razón perfecta la use a mi total favor.
—Richard —pronuncie con un deleite placer entre los labios.
Se volvió amable con las cejas ligeramente alzadas y una expresión atenta.
—¿Cómo está Sylvia?
Su sonrisa encendió la llama casi extinta de mi interior y esta se propago en un fuego impaciente cuando subió dos escalones para acercarse más a mí.
—Muy bien, gracias por preguntar.
—Salúdala de mi parte y dile que iré pronto.
Mis palabras lo hicieron sonreír tan fuerte que quedaron al descubierto sus perfectos y blancos dientes, fue otra explosión de tortura que estalló en mí y que devoro todo mi ser.
—Claro que se lo diré, ven cuando puedas. Adiós.
Levanté una mano para despedirlo.
—Adiós. —susurré.
Escuche con detenida atención como bajaba los escalones y al mismo tiempo como recibía un golpe de tristeza en el corazón cada vez que se alejaba de mí.
Hola a todas, espero que hayan disfrutado de este capítulo, el siguiente estará bien super recontra padre hahaha y no exagero, bueno nada más para decirles si quieren que lo suba rapidito porque pues me gusta ser muy puntual pero saben mejor las haré esperar hahaha no es cierto nada más lo tengo que terminar y corregir para ver si me convence, ay chicas es que escribir es mi única forma de escapatoria para mis problemas, de nuevo mi papá esta internado así que si me tardo no es por ser mala, a veces la inspiración se esconde y vuelve a salir cuando gusta pero créanme que nuca dejo de escribir, más que todo porque él siempre me dice que nuca deje de hacerlo y por él lo hago.
Nos seguimos leyendo, besotes y abrazos desde mi ordenador
PD: ¡Gracias por estás casi 700 leídas! Como siempre ustedes sorprendiéndome y apoyándome más de lo que espero.
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